Capítulo 6: Más Allá del Horizonte

La decisión estaba tomada. Hoseok y yo nos embarcaríamos en un viaje más allá del horizonte conocido, hacia un destino dictado por seres de luz y sabiduría. La Tierra, con todos sus colores y caos, pronto se convertiría en un recuerdo lejano, una postal en la vasta colección del cosmos.

"¿Cómo se despide uno de un planeta?" pregunté, mirando por la ventana de nuestro laboratorio, donde la ciudad se extendía como un circuito de luces y sombras.

"No creo que sea una despedida," dijo Hoseok, acercándose a mí. "Es más bien un 'hasta luego'."

'Hasta luego.' Las palabras tenían un eco de eternidad, resonando con la promesa de regresar algún día. '¿Pero cómo será ese regreso?' me preguntaba.

Los preparativos para nuestra partida fueron un torbellino de emociones y logística. La humanidad estaba a punto de dar un gran salto, y nosotros éramos los embajadores de ese cambio. Familiares, amigos y colegas vinieron a desearnos suerte, cada abrazo y cada sonrisa grabándose en mi memoria como estrellas en el firmamento.

"Elena, ¿estás segura de esto?" mi madre me preguntó, sus ojos llenos de preocupación maternal.

"Nunca he estado más segura de nada," respondí, abrazándola con fuerza. 'Gracias por entender,' pensé, sabiendo que ella siempre había apoyado mis sueños, sin importar cuán lejos me llevaran.

La noche antes de la partida, Hoseok y yo nos sentamos en la azotea, observando el cielo. "Mañana, estaremos allí, entre esas estrellas," dijo él, señalando hacia arriba.

"Es una locura, ¿no?" dije, mi voz temblorosa con la magnitud de nuestra aventura.

"La mejor locura que he conocido," dijo él, tomando mi mano.

'¿Y si esto es un error?' La duda surgió en mi mente como una sombra fugaz. Pero al mirar a Hoseok, al sentir la certeza en su agarre, supe que cualquier futuro que nos esperara valdría la pena, siempre que estuviéramos juntos.

El día de la partida amaneció claro y fresco, un nuevo comienzo. Nos pusimos nuestros trajes, símbolos de nuestra misión y de la confianza que la humanidad depositaba en nosotros. "Es hora," dijo Hoseok, su voz firme pero llena de emoción.

"Vamos a hacer historia," dije, y juntos caminamos hacia la nave que nos llevaría a las estrellas.

El despegue fue un rugido de motores y un coro de despedidas. Mientras la Tierra se alejaba, sentí una mezcla de nostalgia y asombro. 'Adiós, por ahora,' pensé, mientras una nueva casa nos esperaba en el infinito.