Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

OO4 : Desafios en puerta

• ─────── ˖♡˖ ─────── •

Esa misma tarde el rey volvió a convocar al capitán a una reunión, dándole información un poco más exacta y certera de lo que harían y lo que buscarían.

—¿nosotros exactamente? —preguntó Hongjoong, entrecerrando los ojos.

El rey respiró hondo antes de responder:

—El Corazón de la Marea se encuentra en un lugar peligroso: las Ruinas de Neréion. Es un templo olvidado en las cuevas de una isla que pareciera que dicha cueva se abre cada determinado tiempo. Muchos han intentado llegar hasta allí, pero ninguno ha regresado.

Seonghwa apretó los puños.

—¿Por qué no enviaron a los guerreros de Utopía?

—Lo intentamos —respondió el rey con gravedad—. Pero la barrera que protege el templo rechaza a los nuestros. Algo... o alguien... dentro de las ruinas no quiere que los tritones nos acerquemos.

Hongjoong notó cómo los labios de Seonghwa se tensaban en una línea delgada.

—¿Y cómo estamos seguros de que mi tripulación y yo no seremos rechazados también?

—Porque hay algo diferente en ustedes —dijo el rey, con los ojos clavados en Hongjoong—. Y en ti, Capitán.

Hongjoong sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿En mí?

El rey asintió lentamente.

—Desde el momento en que pisaste Utopía, el océano reaccionó a ti. Eres un forastero, pero no del todo. Hay algo en tu sangre, en tu esencia, que resuena con la magia de este lugar.

El capitán sintió que su garganta se secaba. No le gustaba el rumbo que estaba tomando aquella conversación. Se giró ligeramente hacia Seonghwa, esperando encontrar respuestas en él, pero el príncipe solo lo miraba con la misma incertidumbre.

—¿Estás diciendo que...?

—No lo sé con certeza —respondió el rey—. Pero creo que el océano te reconoce. Y si el Corazón de la Marea es la clave para salvar Utopía, entonces quizás tú seas la clave para reclamarlo.

Hongjoong sintió su mente acelerarse con mil pensamientos. Toda su vida, había creído que era solo un pirata, un sobreviviente del mar que se hizo a sí mismo. ¿Pero y si había algo más? ¿Y si siempre había estado destinado a algo más grande?

Seonghwa pareció notar su inquietud y colocó una mano en su antebrazo con suavidad.

—No tienes que aceptar esto solo, Hongjoong —murmuró.

El capitán inspiró profundamente y luego miró al rey con determinación.

—Lo pensaré. Pero si aceptamos esta misión, quiero saber exactamente qué nos espera en esas ruinas.

El rey asintió con gravedad.

—Mañana, antes del amanecer, les revelaré todo lo que sabemos sobre Neréion. Descansen por ahora.

Pero Hongjoong sabía que no iba a poder dormir esa noche.

Después de la audiencia con el rey, Hongjoong salió al balcón del palacio, donde las luces de Utopía titilaban bajo el agua como estrellas atrapadas en el océano. Seonghwa lo siguió en silencio y se quedó a su lado, observándolo con preocupación.

—¿En qué piensas? —preguntó el príncipe en voz baja.

Hongjoong exhaló un suspiro.

—Que esto no era parte del plan. Solo vinimos a traerte de regreso, pero ahora estamos envueltos en algo más grande de lo que imaginé.

Seonghwa bajó la mirada, como si sintiera culpa por ello.

—Lo sé. Pero si el Corazón de la Marea realmente puede salvar Utopía...

—No es solo eso lo que me preocupa —la interrumpió Hongjoong, volteando a mirarlo con intensidad—. Es lo que el rey dijo sobre mí.

Seonghwa se mordió el labio antes de responder.

—¿Crees que es cierto?

—No lo sé. Pero si lo es... —Hongjoong dejó la frase inconclusa.

Seonghwa lo observó en silencio antes de acercarse un poco más.

—No importa lo que descubramos, sigues siendo tú, Hongjoong. El hombre que me salvó.

Hongjoong parpadeó, sorprendido por la suavidad en su tono. Cuando sus ojos se encontraron con los de Seonghwa, por un momento se sintió atrapado en la profundidad de aquel océano azul. No podía tampoco dejar de admirar su belleza, ese cabello majestuoso bajo el agua.

—Gracias —murmuró el capitán.

Seonghwa le dedicó una leve sonrisa antes de apartar la mirada.

—Será mejor que descanses, tu tripulación se encuentra en su barco, fuera de la superficie. Mañana será un día largo.

Hongjoong asintió, aunque en el fondo sabía que el verdadero viaje apenas estaba comenzando.

Seonghwa se retiró a sus aposentos reales mientras Hongjoong volvía a la superficie, donde su tripulación parecía celebrar como si hubieran hecho una gran aventura, se quitó el casco-burbuja y lo colocó sobre uno de los barriles mientras se dirigía a la cocina, donde todos charlaban y reían alegremente, bebiendo cerveza como si no hubiese un mañana.

La noticia de la misión no tardó en llegar a la tripulación del Treasure, y como era de esperarse, las reacciones fueron diversas.

—¿Nos estás diciendo que tenemos que meternos en un cementerio submarino lleno de monstruos? —preguntó San, mirándolo como si hubiera perdido la cabeza.

—Sí, exactamente eso —respondió Hongjoong, sin inmutarse.

Mingi dejó escapar un largo suspiro.

—No sé por qué aún me sorprende que aceptes este tipo de cosas.

—Porque no puedes evitar admirarlo, Mingi —dijo Yunho con una sonrisa irónica, dándole una palmada en la espalda—. Admitámoslo, esto es exactamente el tipo de locura que esperábamos cuando nos unimos a este barco.

—Yo no esperaba tanto nivel de locura —murmuró Mingi, cruzado de brazos.

—Dejando de lado el nivel de locura —intervino Jongho, con expresión seria—, necesitamos saber exactamente qué nos espera ahí. Si hay criaturas esperando despedazarnos, prefiero estar preparado.

Hongjoong tomó la palabra entonces.

—Por lo que me platico el Rey, las Ruinas de Nerion fueron alguna vez una ciudad, pero ahora no quedan más que templos casi destruidos, eso fue hace siglos. Hay leyendas sobre cómo y por qué desapareció, pero lo único seguro es que ahora es un lugar desolado. Las corrientes que la rodean son extremadamente peligrosas, y hay criaturas que han hecho de ella su hogar.

—¿Criaturas como cuáles? —preguntó Jongho con cautela.

—Seres de las profundidades que pueden subir a la superficie y albergar ahí —dijo Hongjoong con voz tensa—. Seres que no pertenecen ni a este mundo ni al de los tritones.

Un silencio cargado se instaló en la habitación.

—Maravilloso —dijo Yunho finalmente, con una sonrisa llena de adrenalina—. Entonces será mejor que empecemos a prepararnos.

Esa noche, mientras la tripulación reunía provisiones y preparaba el equipo necesario, Hongjoong se encontró solo en la cubierta del Treasure. El océano se extendía ante él, iluminado por la bioluminiscencia de Utopía.

—¿No puedes dormir?

La voz de Seonghwa lo sacó de sus pensamientos, quien había emergido de las profundidades, siendo su mitad humana la que se encontraba en la superficie. Hongjoong giró levemente el rostro hacia las calmadas aguas del océano y vio al tritón, observándolo con calma.

—Digamos que no todos los días te ofrecen ir a un lugar maldito a buscar un artefacto legendario.

Seonghwa esbozó una leve sonrisa.

—Si te sirve de consuelo, tampoco es algo que yo haya hecho antes.

Hongjoong dejó escapar una risa baja.

—Bueno, al menos eso nos hace dos. Espera,...¿Como es que iras con nosotros? Eres el príncipe Seonghwa, no puedes arriesgarte en una misión como esta, esto es solo para piratas como nosotros —dijo Hongjoong viendo hacia otro lado, evitando mirarlo

De pronto, el sonido del agua cayendo en la cubierta del bote lo hizo voltear de inmediato, solo para ver una escena inédita: Seonghwa se encontraba subiendo al bote en forma humana. ¡¿Cómo era eso posible?!

—Príncipe Seonghwa... ¿Como...?

Seonghwa se levantó con un aura majestuosa, mostrando el atuendo real que portaba: su cuerpo reluciente bajo la luz de la luna, vestía una túnica larga y fluida de seda azul Aqua , adornada con delicados bordados de plata que representaban estrellas de mar y conchas. Un cinturón ancho de oro ceñía su cintura, realzado por una hebilla en forma de concha perla. Sus pies estaban descalzos, pero a su alrededor parecía brillar un halo de agua, como si las olas lo siguieran a donde fuera.

—Mi piedra Ondina pudo ser recuperada de nuevo, esta es la que me permite poseer piernas humanas cuando lo requiera, así como en este momento —dijo Seonghwa señalando su collar.

Hongjoong paso saliva discretamente mientras dirigía sus pasos a otro lado, para evitar la mirada del tritón, había algo en su mirada que lo inquietaba.

Por un momento, solo el sonido del agua los rodeó. Luego, Seonghwa habló en voz baja.

—Gracias.

Hongjoong lo miró de reojo.

—¿Por qué?

Seonghwa se encogió de hombros.

—Por estar aquí. Por aceptar ayudar.

Hongjoong no respondió de inmediato. Luego, con un leve suspiro, se volvió hacia él.

—No lo hago solo por ti, Príncipe Seonghwa.

El tritón lo miró fijamente.

—¿Entonces por qué?

Hongjoong sostuvo su mirada por un largo instante antes de esbozar una media sonrisa.

—Supongo que quiero saber qué hay al final del camino.

Seonghwa sonrió levemente, aunque sus ojos reflejaban algo más profundo.

—Entonces estoy dispuesto a ayudar en ello.

Hongjoong, con aquella profunda y fría mirada, por primera vez le miro a Seonghwa con una mirada de gratitud.

—Agradezco tu apoyo, pero no quisiera que algo que pasara en la búsqueda de esto, prefiero que aguardes hasta que regresemos de esto —mencionó Hongjoong sentándose en la orilla de la cubierta, con la vista del océano a lo lejos.

Seonghwa imitó su acción, sentándose a su lado.

—No, no me importa lo mucho que te niegues, sé que eres alguien que impone mucho poder, valentía y hasta cierto punto frialdad, pero es una forma de agradecerte por haberme salvado la vida esa noche, de no ser por ti, seguramente estaría muerto.

Hongjoong apretó la mandíbula mientras escuchaba atentamente, entendía su deseo pero estaba reacio a aceptar aquello.

—Entiendo tu punto de vista, príncipe Seonghwa —dijo mientras volvía a levantarse—, pero mi respuesta sigue siendo no. Descanse príncipe, mañana nos despediremos antes de zarpar.

Hongjoong camino directo a su camarote, dispuesto a no escuchar más reproches, a través del vidrio de la lámpara vio la cabellera rosa de Seonghwa acercarse a la orilla del barco para después escuchar el sonido del agua.

Hongjoong suspiró. Así debían ser las cosas.

Al otro día, estaban listos para zarpar al fin, muchos tritones incluyendo al Rey se encontraban despidiéndolos, esperando que puedan regresar pronto, sin embargo no veía a Seonghwa por ningún lado, algo dentro de su pecho punzó, pero trato de ignorar eso.

—Es lo mejor.

El barco al fin comenzó a zarpar y Hongjoong se encontraba incrédulo, no se imaginaba que él, uno de los piratas más temidos, estaba ayudando al Rey de aquella tierra utópica. Simplemente increíble.

El viento soplaba con fuerza, hinchando las velas del Treasure mientras avanzaban por aguas traicioneras. El sol ardía en lo alto, reflejando destellos sobre el océano inquieto, y la atmósfera en la cubierta estaba cargada de tensión. Hongjoong había permanecido en la cabina revisando el mapa una y otra vez, sus dedos recorriendo las líneas antiguas con una concentración feroz.

—Está aquí —murmuró, golpeando el pergamino con el índice—. En una isla...

Yunho, de brazos cruzados, miró el mapa con el ceño fruncido.

—¿Y si es una trampa?

—Todo en nuestra vida es una trampa, Yunho —contestó Hongjoong con una media sonrisa—. Pero eso nunca nos ha detenido.

Jongho, quien había estado afinando su daga en un rincón de la cabina, se acercó con interés.

—¿Cuánto falta para llegar?

—Un día de viaje si el viento sigue a nuestro favor.

La noticia se extendió rápidamente entre la tripulación, y la expectativa creció. Todos sabían que no sería fácil. Las tierras superficiales estaban plagadas de otros piratas, mercenarios y cazarrecompensas que buscaban lo mismo que ellos: riquezas y poder.

A medida que se acercaban a su destino, la tensión en la tripulación aumentó. La isla en cuestión no era una cualquiera; según el mapa, había ruinas antiguas, posiblemente de una civilización perdida. Si el artefacto estaba ahí, seguro no serían los únicos interesados.

Pero lo que no esperaban era encontrar otra nave esperándolos.

Un mástil negro se recortaba en el horizonte. Velas desgastadas pero firmes ondeaban con símbolos dorados que Hongjoong reconoció al instante.

Los Caníbales de Medianoche.

Mingi, que estaba en el puesto de vigía, dejó escapar un silbido.

—Mierda, si ellos están aquí, no vinieron por turismo.

Jongho afiló su mirada.

—¿Peleamos o negociamos?

—Si es posible, evitamos la pelea, por esta vez. Pero si es necesario... —Hongjoong sacó su sable de la funda y lo hizo girar entre sus dedos—. Que así sea.

Los Caníbales de Medianoche eran conocidos por ser despiadados, liderados por un capitán que solía ser noble antes de volverse pirata. A medida que ambas naves se acercaban, las banderas ondeaban con el peso de la inevitable confrontación.

Cuando los barcos se emparejaron, una voz se elevó desde la otra nave.

—¡Hongjoong del Treasure! ¿Qué te trae por estas aguas?

Hongjoong reconoció la voz. Era Kim Namjoon, el infame capitán de los Caníbales. Un hombre alto, de expresión severa y ojos que parecían analizar cada movimiento.

—Saqueos, como siempre.

—Oh, qué coincidencia. Nosotros también. Y parece que nuestros saqueos chocan.

Antes de que Hongjoong pudiera responder, la batalla estalló.

Los garfios se lanzaron, atrapando los bordes del Treasure, y los piratas enemigos comenzaron a abordar. El sonido del acero chocando contra el acero llenó el aire, acompañado por gritos y órdenes.

San se movió con elegancia, su espada danzando mientras derribaba a sus oponentes con precisión letal. Yunho y Mingi peleaban espalda con espalda, mientras Jongho, con su fuerza brutal, rompía líneas enemigas con facilidad.

En medio del caos, Hongjoong se abrió paso hasta la bodega del barco enemigo. Lo que encontró ahí lo dejó helado.

Un grupo de esclavos encadenados se acurrucaba contra la pared, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y esperanza. Pero hubo uno en particular que captó su atención.

Un joven de cabello rubio sucio, piel marcada por heridas y ojos oscuros llenos de algo indescifrable.

—Tú... —Hongjoong sintió un escalofrío.

El joven levantó la vista con dificultad.

—Sácame de aquí...

Hongjoong no lo pensó dos veces. Destruyó la cerradura con su sable y lo ayudó a ponerse de pie.

—Vamos.

El caos rugía en la cubierta del Treasure y Los Caníbales de Medianoche. El sonido de espadas chocando, disparos de mosquetes y gritos de guerra se entremezclaban con el furioso batir de las olas contra los cascos de los barcos.

Hongjoong, con una mano aferrando su sable y la otra sosteniendo a Yeosang, avanzaba con rapidez entre los cuerpos caídos, esquivando ataques mientras se dirigía hacia la borda de la nave enemiga. Sabía que no tenía mucho tiempo. Debía regresar a su barco antes de que la batalla se tornara en su contra.

Pero entonces, una sombra oscura cayó sobre él.

—¡Detente ahí, maldito ladrón!

La voz de Namjoon resonó con una furia contenida, lo suficientemente fuerte como para cortar el estruendo de la batalla. Hongjoong se giró justo a tiempo para ver al capitán enemigo avanzando hacia él con una expresión de pura ira.

Kim Namjoon no era un pirata cualquiera. Su presencia imponía respeto. Alto, de hombros anchos y con una cicatriz cruzándole la mejilla, era el tipo de hombre que inspiraba lealtad y miedo por igual. Su sable curvado destelló bajo la luz del sol cuando lo apuntó directamente a Hongjoong.

—¿Crees que puedes robarme y largarte tan fácil? —su voz era un gruñido bajo, contenida en rabia—. Ese esclavo me costó una fortuna.

Hongjoong estrechó los ojos y, sin soltar a Yeosang, levantó su espada en señal de desafío.

—No me interesa cuánto te costó. No es una mercancía, es un hombre.

Namjoon rió con desprecio.

—Eres un pirata, Hongjoong. No me vengas con discursos de moralidad. O debería decir El llanto del Kraken. Parece que te has ablandado, no pareces ni la mitad de lo que se habla de ti entre otros piratas.

—Tienes razón. Pero incluso nosotros tenemos límites. Y te equivocas, El llanto del Kraken sigue infúndanlo terror donde sea que aparezca.

Namjoon no respondió con palabras. Su espada se movió con la velocidad de un rayo. Hongjoong apenas tuvo tiempo de soltar a Yeosang y bloquear el golpe. El choque del metal contra el metal vibró en sus brazos.
El capitán de Los Caníbales no tenía intención de darle tregua. Atacó con una fuerza brutal, obligando a Hongjoong a retroceder. Cada tajo era preciso, cada estocada calculada.
Pero Hongjoong no era un novato en el arte de la espada.

Esquivó un golpe letal girando sobre sí mismo, deslizando su sable hacia arriba en un contraataque que apenas rozó el costado de Namjoon. La sangre manchó la tela oscura de su camisa, pero el capitán enemigo no pareció inmutarse.

—Vas a necesitar más que eso para derribarme.

—Lo mismo digo.

La batalla continuó con una ferocidad despiadada. Ambos capitanes eran iguales en habilidad, ninguno cediendo terreno. Sus espadas chocaban con destellos brillantes, resonando por encima del clamor de la guerra a su alrededor.

Mientras ellos se enfrentaban, la tripulación de Hongjoong luchaba con todo lo que tenía contra los piratas de Namjoon.

San y Mingi estaban espalda con espalda, defendiéndose de Taehyung y Jungkook, dos de los hombres más peligrosos de Los Caníbales.

—¡Mingi, a la izquierda! —gritó San al ver a Jungkook lanzarse con un par de dagas.
Mingi giró en el último segundo, bloqueando el ataque con su gran sable. Jungkook sonrió con una ferocidad casi animal.

—Eres fuerte —dijo Jungkook, relamiéndose los labios—. Pero ¿eres rápido?

Antes de que Mingi pudiera responder, Jungkook saltó con una agilidad sobrehumana, lanzando una patada que lo hizo tambalearse. Taehyung aprovechó la oportunidad y se deslizó hacia San, con su espada reluciente.

—Demonios... —San gruñó, bloqueando el ataque.

Yunho, por su parte, se enfrentaba a Jin, quien no solo era hábil con la espada, sino también con la estrategia.

—Eres grande —comentó Jin con una sonrisa tranquila, evadiendo un golpe brutal de Yunho—, pero la fuerza no lo es todo.

Yunho no respondió. Simplemente lanzó otro golpe devastador que Jin apenas logró esquivar.

Mientras tanto, Jongho se enfrentaba a Jimin, un espadachín de movimientos gráciles y letales. Cada tajo de Jongho era respondido con una danza esquiva de Jimin, quien parecía moverse como el viento.

—Eres bueno —dijo Jimin con una sonrisa torcida—, pero...

Se deslizó a su lado y cortó la tela de su chaqueta con precisión quirúrgica.
—...yo soy mejor.

Jongho no se dejó intimidar. Con un movimiento rápido, giró su espada y lanzó un corte que obligó a Jimin a retroceder por primera vez.

—No lo creo.

La batalla en la cubierta era un torbellino de violencia y habilidad. Los piratas caían de ambos bandos, pero ninguno se rendía.

Y en medio de todo, Hongjoong y Namjoon seguían en su feroz duelo.

Hongjoong respiraba con dificultad, sintiendo el peso de la pelea en cada músculo. Namjoon también estaba herido, su brazo sangrando por un corte profundo.

—Ríndete, Hongjoong —gruñó Namjoon—. No vale la pena.

—Tú eres el que debería rendirse.

Hongjoong vio una apertura. Con un rápido movimiento, esquivó el siguiente golpe de Namjoon y se deslizó detrás de él, presionando la hoja de su espada contra su cuello.

La tripulación de Los Caníbales se congeló.

—Baja tu arma —ordenó Hongjoong con voz firme.

Namjoon apretó los dientes. Miró alrededor y vio que su tripulación seguía luchando, pero los de Hongjoong habían tomado la delantera.
Con un gruñido de frustración, bajó su espada.

—Esto no ha terminado.

—Lo sé —respondió Hongjoong—, El Llanto del Kraken nunca pierde.

Lo empujó hacia atrás y, sin perder tiempo, tomó a Yeosang de la muñeca y corrió hacia el Treasure. La tripulación lo siguió rápidamente, mientras los cañones comenzaban a rugir.

Cuando su barco se alejó, Hongjoong miró hacia atrás y vio a Namjoon observándolo con una furia fría.

Había ganado esta batalla, pero la guerra entre ellos apenas comenzaba.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro