OO3 | La llegada a Utopia
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El Treasure emergió finalmente de la densa neblina del Paso del Diablo, su casco cubierto de la humedad de la bruma que parecía aferrarse a ellos como una sombra. Durante horas, el aire había estado impregnado del perfume embriagador de las criaturas que acechaban en el paso, pero ahora, al dejar atrás ese lugar infernal, la atmósfera comenzó a aclararse.
—No puedo creer que hayamos salido vivos de allí —murmuró San, su voz apenas un susurro mientras el brillo de la ciudad utópica empezaba a manifestarse en el horizonte.
Hongjoong, desde la proa, miraba fijamente hacia adelante, la tensión en su rostro empezaba a suavizarse. Su mirada escudriñaba las aguas que tenían frente a ellos, que ahora reflejaban un azul profundo y tranquilo, completamente diferente al ambiente opresivo que habían dejado atrás. El barco avanzaba lentamente, impulsado por la suave brisa marina.
—Estamos cerca de Utopía —dijo Yunho, apareciendo junto a Hongjoong—. Si los mapas que tenemos son correctos, deberíamos llegar en poco tiempo.
—Lo logramos, Yunho —dijo Hongjoong, su voz cargada de una mezcla de alivio y orgullo—. Pero debemos mantenernos alerta. No sabemos qué más nos espera.
El silencio que cayó sobre la tripulación no era uno de simple cansancio, sino uno lleno de respeto y aprehensión ante lo desconocido. Sabían que Utopía, la mítica tierra de los tritones, no sería un lugar común. La mayoría de ellos nunca había soñado con verla, pero ahora que se acercaban a sus orillas, la realidad de su existencia se hizo tangible, llena de expectativas y misterios. Seonghwa, aún herido y débil, descansaba cerca de la popa del barco, su cuerpo parcialmente sumergido en un barril lleno de agua salada. Desde que la joya que portaba alrededor de su cuello había sido destruida, el merman real no había podido mantener su forma humana por mucho tiempo fuera del agua, lo que lo obligaba a permanecer en su forma original, con su cola dorada reluciendo bajo la luz del sol.
Hongjoong se acercó a Seonghwa, su rostro endurecido por la preocupación.
—¿Cómo se siente, Príncipe Seonghwa? —preguntó en un tono suave, casi inaudible por el rugido de las olas.
Seonghwa levantó la mirada, sus ojos azul profundo reflejando la tormenta de emociones que lo consumía.
—He estado mejor —admitió con una pequeña sonrisa—. Pero sobreviviré. Lo más importante es que todos lo logramos... aunque casi perdemos a Mingi.
La mención de Mingi hizo que Hongjoong apretara los dientes.
—Esos monstruos... lo que hicieron fue inhumano. Pero gracias a los dioses, logramos salvarlo. No sé qué habría hecho si hubiésemos perdido a alguien.
Hongjoong se arrodilló junto a Seonghwa, tomando suavemente su mano.
—No puedo permitir que vuelva a ponerse en peligro así —dijo con firmeza—. Necesitamos encontrar una manera de restaurar su joya, o al menos una forma de mantenerlo a salvo mientras estamos en tierra.
Seonghwa asintió, su mirada fija en el horizonte.
—Lo sé. Pero primero, tenemos que llegar a Utopía. Allí podría haber una solución —mencionó Seonghwa mientras se removía un tanto cansado e incómodo—, por cierto, dejemos las formalidades de lado Hongjoong, puedes llamarme por mi nombre sin problema.
Hongjoong, por primera vez en mucho tiempo sonrió de una manera genuina y dulce.
Conforme el Treasure avanzaba, los primeros destellos de la ciudad empezaron a hacerse más claros. Al principio, parecía que el agua misma brillaba con una luz iridiscente. Luego, las siluetas de estructuras gigantescas comenzaron a aparecer, construidas de conchas brillantes, corales dorados, y piedras preciosas que resplandecían bajo el agua, como si la ciudad misma fuera un tesoro escondido en las profundidades del océano.
—Es increíble... —dijo Seonghwa, quien se había acercado para ver la ciudad por primera vez desde que recuperó la conciencia completamente. Su voz estaba llena de asombro.
Hongjoong le dirigió una mirada, notando la chispa en los ojos de Seonghwa. Había algo en esa mirada que indicaba que este lugar era más que un simple refugio para él; era un hogar perdido, un reino al que siempre había pertenecido.
—Es tu hogar, ¿no es así? —preguntó Hongjoong con suavidad. Sabía que en cualquier momento arribarían, por lo que se colocó un parche sobre el ojo donde poseía aquella imponente cicatriz.
Seonghwa asintió lentamente, sin despegar la vista de la ciudad que se desplegaba frente a ellos.
—Sí, lo es. Aunque... no sé qué tan bien seré recibido. —Hubo una nota de preocupación en su voz, que no pasó desapercibida para Hongjoong.
Antes de que Hongjoong pudiera responder, un grupo de tritones armados emergió de las aguas cristalinas y comenzó a rodear el barco. Sus lanzas resplandecían como relámpagos azules bajo el agua, y sus cuerpos musculosos y ágiles se movían con una gracia mortal.
—Deténganse donde están, forasteros —ordenó uno de ellos con una voz autoritaria que resonó por encima del agua—. Están entrando en los dominios de Utopía. Identifíquense o serán escoltados fuera de estas aguas.
—Soy Kim Hongjoong, capitán del Treasure —respondió Hongjoong, manteniéndose firme—. Hemos viajado desde el otro lado del mar para traer de regreso a uno de los suyos.
Hongjoong hizo un gesto hacia Yunho y Mingi, quienes cargaron el barril con el tritón para acercarlo lo más posible a la proa para hacerse visible. Hubo un murmullo entre los tritones, y sus ojos se entrecerraron al examinarlo detenidamente.
—Es él... el príncipe Seonghwa... —susurró uno de los tritones, con incredulidad y reverencia mezcladas en su tono.
El líder del grupo, al darse cuenta de lo que significaba esa revelación, bajó su lanza y se acercó un poco más.
—Si realmente eres el príncipe Seonghwa, entonces serás llevado ante el rey de inmediato. No podemos permitir que un miembro de la realeza sea tratado como un simple extranjero —dijo, sus palabras llenas de respeto.
Seonghwa asintió, aunque parecía algo reacio.
—Gracias. Estoy dispuesto a ver al rey —respondió con una voz calmada, aunque Hongjoong notó la tensión en sus palabras—, ellos vienen conmigo, el Rey debe conocer a los hombres que salvaron a su hijo.
El tritón pareció entender la orden y asintió, por lo que ordenó a su grupo de tritones armados a escoltar el gran Treasure para atravesar la entrada de Utopía.
—Capitán, la entrada a la ciudad está a solo unos metros —indicó Yunho mientras señalaba una entrada majestuosa custodiada por columnas adornadas con algas luminosas—, pero antes debemos prepararnos para el inmenso cambio de presión, nadie de nosotros tiene mucho aguante bajo el agua, al menos no como ellos.
Con la escolta de los tritones guiando el camino, el Treasure fue llevado a un puerto construido directamente sobre el arrecife. Alrededor, los edificios de Utopía emergían del agua en espirales de coral y perlas, conectados por puentes translúcidos que parecían flotar. A medida que la tripulación desembarcaba, sus pasos eran amortiguados por la superficie suave y cálida del puerto, hecho de una extraña mezcla de cristal y coral. Mingi y Yunho bajaban cargando con sumo cuidado el barril donde estaba Seonghwa.
—Este lugar parece salido de un cuento de hadas —dijo Mingi, sus ojos brillando con asombro mientras observaba la arquitectura alienígena a su alrededor.
—Es más hermoso de lo que imaginé —admitió San, incapaz de apartar la mirada de las luces que brillaban bajo el agua, como estrellas en un cielo submarino. Aún no entraban al agua y desde ahí podían observar una gran ciudad en sus profundidades.
Sin embargo, a pesar de la belleza del lugar, una sensación de intranquilidad recorría a Hongjoong. Sabía que este no era un simple puerto, y que cada movimiento que hacían era observado cuidadosamente.
Hongjoong dio la orden a Mingi y Yunho para que cuidadosamente voltearan el barril hacia las aguas y de esa manera Seonghwa se sumergiera de nuevo en las aguas del mar. En cuanto el príncipe volvió a salir a la superficie su cabello rosa resplandecía con la luz del sol, una imagen etérea que todos los presentes pudieron presenciar. Sin embargo otro tritón se acercó rápidamente hasta el príncipe, sonriendo al verlo.
—¡Seonghwa! —exclamó el tritón yendo a abrazar al joven príncipe—. Has regresado, pero veo que has traído contigo a los extranjeros.
—Sí, necesitamos tu ayuda —dijo Seonghwa—. Mi joya se ha roto, y ellos están limitados a solo unos segundos bajo el agua.
Elion asintió y se dirigió a una de los tritones que custodiaban la entrada, les dijo algo que Hongjoong no logró perceptir antes de verlos hundirse de vuelta al agua.
—Tranquilos, ellos ya volverán con algo que les ayudará a respirar bajo el agua —mencionó Seonghwa dándoles una mirada tranquilizadora.
Unos segundos después los tritones salieron de nuevo del agua, regresando con una serie de artefactos brillantes.
—Estas son "Esferas de Aire". Son artefactos antiguos que permiten a los seres no acuáticos respirar bajo el agua durante períodos prolongados. Están hechos de cristal mágico y contienen una mezcla de aire y agua que forma una burbuja protectora alrededor de quien las usa —dijo mientras se la extendía a Hongjoong, los demás tritones les proporcionaron una a cada uno del resto de la tripulación.
La tripulación agradeció y tomó los artefactos. Seonghwa, al ver el artefacto, sintió un alivio inmediato. Los artefactos se colocaron sobre sus cabezas, creando una burbuja de aire que les permitía respirar libremente.
—¡Gracias, realeza! —dijo Hongjoong mientras daba una reverencia, la tripulación imitó su acción.
—Es hora de sumergirnos Hongjoong —dijo Seonghwa mientras se sumergía en dichas aguas cristalinas.
Hongjoong asintió y volteando a ver a su tripulación les dio la indicación de sumergirse juntos, por lo que los chicos se arrojaron al agua. El capitán mantenía los ojos cerrados, sin embargo un suave toque en sus manos lo hizo abrirlos, encontrándose con la figura del príncipe Seonghwa, el pelirosa le regaló una sonrisa y tomando su mano lo llevó hasta donde se encontraba el tritón que había traído los artículos que les permitían respirar.
—Él es Jeonghan, es mi hermano —dijo Seonghwa presentándolos—, él es Kim Hongjoong, capitán del Treasure.
Ambos dieron una leve reverencia mientras seguían nadando, Hongjoong volteó la mirada momentáneamente hacia su tripulación.
—¡Manténganse juntos! —gritó hacia su tripulación mientras seguía nadando a un costado de Seonghwa. Hongjoong ahí pudo darse cuenta de lo majestuoso que se veía aún todavía Seonghwa debajo del agua.
Los tritones los llevaron hacia el palacio real, una estructura imponente situada en el corazón de la ciudad. Las paredes del palacio estaban decoradas con relieves de antiguas leyendas marinas, y los pasillos resonaban con un suave murmullo, como si las olas estuvieran presentes incluso allí. Una vez dentro, fueron conducidos a una gran sala de audiencia.
El rey de los tritones, una figura imponente con escamas doradas que relucían bajo la luz filtrada del techo de cristal, estaba sentado en un trono hecho de coral y perlas. Sus ojos eran profundos, llenos de la sabiduría de siglos bajo el mar.
—Principe Seonghwa —dijo el rey, su voz resonando por la sala con un tono que mezclaba sorpresa y autoridad—. Habíamos perdido la esperanza de volver a verte.
Seonghwa se arrodilló frente a él, bajando la cabeza en señal de respeto.
—Padre, he vuelto. Con la ayuda de estos valientes piratas, he escapado del cautiverio en el que me encontraba.
El rey asintió lentamente, sus ojos pasando de su hijo a los piratas que lo acompañaban.
—Veo que has hecho aliados inesperados, pero no por ello menos valiosos. —Se volvió hacia Hongjoong y su tripulación—. Como agradecimiento por traer a mi hijo de regreso, estaréis bajo nuestra protección mientras permanezcan en Utopía. Sin embargo, debo advertirles que nuestro reino enfrenta tiempos difíciles.
Hongjoong, que había mantenido su postura recta y respetuosa, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad.
—¿A qué se refiere, Su Majestad? —preguntó.
El rey suspiró, una expresión de preocupación cruzando su rostro.
—La paz que una vez dominó nuestras aguas está en peligro. Fuerzas oscuras se mueven en las profundidades del océano, y antiguos enemigos han comenzado a resurgir. Pero eso es algo que discutiremos en su momento. Primero, deben descansar y recuperarse del viaje. Esta noche habrá un banquete en su honor, donde podremos hablar con más calma.
Hongjoong asintió, agradecido por la hospitalidad, aunque no pudo evitar preguntarse qué peligros podrían estar acechando en las sombras de este paraíso marino. Mientras la tripulación era escoltada de vuelta a su barco, que seguía en el puerto, al volver a subir a este se quitaron los artefactos y fueron hacia sus respectivos camarotes, Hongjoong decidió que, aunque estaban en un lugar que parecía un sueño hecho realidad, no bajaría la guardia. Incluso el hecho de acostumbrarse a estar todo el tiempo bajo el agua no era fácil.
Más tarde, esa noche, el banquete fue un espectáculo de luces, música y delicias marinas que jamás habían probado. Las mesas estaban cubiertas de platos exquisitos, desde caviar de perla negra hasta algas doradas que brillaban en la oscuridad. Sin embargo, a pesar de la opulencia, Hongjoong notó la preocupación latente en los ojos del rey y de otros miembros de la corte. Era claro que algo oscuro acechaba a Utopía, y no tardarían en verse envueltos en ello.
Después de la cena, mientras la música continuaba y la mayoría de los invitados se dedicaban a la conversación ligera, Hongjoong fue llamado por el rey a una audiencia privada. Seonghwa lo acompañó, mientras el resto de la tripulación permanecía en el salón de banquetes.
—Capitán Hongjoong, su valentía y la de su tripulación no pasan desapercibidas —comenzó el rey, una vez que estuvieron a solas en una sala más pequeña y privada—. Es por eso que les ofrezco una propuesta.
Hongjoong escuchó con atención, sabiendo que lo que el rey tenía que decir podría cambiar el curso de su viaje.
—Nuestra ciudad, como habrás notado, es un lugar de gran belleza y paz. Sin embargo, en los últimos años, hemos sido acosados por una presencia desconocida. Estamos en la búsqueda de un artefacto que podría ayudarnos a terminar con ellos.
Hongjoong frunció el ceño.
—¿Qué tipo de artefacto?
—El Corazón de la Marea —respondió el rey, su voz grave—. Es una gema antigua, una fuente de poder inimaginable, capaz de controlar las mareas y las corrientes de todo el océano. Si cae en las manos equivocadas, podría significar el fin no solo de Utopía, sino de todo lo que conocemos.
Seonghwa, que había estado escuchando en silencio, intervino.
—Padre, ¿por qué no me dijiste sobre esto antes?
—Porque queríamos protegerte —respondió el rey, su expresión suavizándose ligeramente—. Y porque no sabíamos si estarías listo para enfrentar lo que viene. Pero ahora, con la ayuda de estos valientes piratas, creo que podríamos tener una oportunidad.
Hongjoong miró a Seonghwa, luego al rey.
—¿Qué necesitan de nosotros?
—Que nos ayuden a buscar el Corazón de la Marea y protegerlo —dijo el rey—. Sabemos que aquella desconocida amenaza se están movilizando, y aunque nuestras defensas son fuertes, no podemos permitirnos subestimarlos. Su conocimiento del mar y su experiencia en batalla podrían ser cruciales en esta lucha.
Hongjoong asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación. Habían venido a Utopía buscando un refugio y un descanso, pero ahora se encontraban en medio de una lucha por la supervivencia de un reino entero.
—Acepto —dijo finalmente, mirando al rey con determinación—. Mi tripulación y yo haremos lo que sea necesario para proteger Utopía y evitar que este poder caiga en las manos equivocadas.
El rey inclinó la cabeza en señal de gratitud.
—Entonces así será. Prepárense, porque no sabemos cuanto tardarán en hacer su movimiento. Y cuando lo hagan, necesitaremos estar listos.
Con esa declaración, Hongjoong salió de la audiencia, sabiendo que las próximas semanas serían cruciales. Mientras caminaba de vuelta con su tripulación para regresar al barco a descansar, no pudo evitar sentir una mezcla de anticipación y preocupación. Sabía que estaban a punto de enfrentarse a algo mucho más grande de lo que jamás habían imaginado, pero también sabía que no estaban solos. Con Seonghwa a su lado y la fuerza de su tripulación, creía que podrían superar cualquier desafío que se les presentara.
Esa noche, mientras la ciudad de Utopía dormía bajo las estrellas del océano, la tripulación del Treasure se preparaba para la batalla, sabiendo que su destino estaba entrelazado con el de este reino submarino. Los secretos de Utopía estaban comenzando a revelarse, y con ellos, el verdadero propósito de su viaje.
Les juro que hacer este capítulo fue mucho trabajo para mi, normalmente no los hago tan largos, pero con esto muchas ideas de la historia cambiaron a las que tenía inicialmente, pero esto se los traigo por el momento ya que pronto le perteneceré de nuevo a la Uni, por lo que las actualización serán aún más esporádicas, no se cuando pueda volver a actualizar, sin embargo la historia si o si seguirá actualizándose hasta terminarla.
Espero les guste <3
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