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❄ 33 ❄

Hacía mucho frío en esa ciudad, la nieve había alcanzado una considerable altura, lo cual no dejaba pasar a los autos por algunos lugares. Justin caminaba por un parque cerca del distrito comercial mientras tomaba algo de té —El cual compro a una señora— para calmar el frío. Llevaba puesto un abrigo de color azul, traía las manos entre los bolsillos porque no usaba guantes, ya que decía que le molestaban.

Cuando llego a una parte del parque más transitada por las personas, paso junto a una persona que estaba sentada en la acera, parecía estar pidiendo limosna, por lo que el chico saco un billete de su bolsillo para dejarlo entre las manos de esa persona.

—Gracias... —Musitó aquella voz femenina.

Al chico se le abrieron los ojos como  platos al escuchar aquella voz, sus manos comenzaron a templar, debía estar alucinando, no podía ser esas persona.

—¿Sinaliz? —Logro decir con mucho dificultad.

Las palabras le pesaban, no podía ver el rostro de esa persona porque estaba cubierto por bufandas, tan poco se podía apreciar si era ella, su larga cabellera no estaba, solo un gorro que cubría toda su cabeza.

Como si aquella persona hubiera visto un fantasma, salió corriendo dejando a Justin aún con el billete en la mano.

El chico no podía dejar las cosas así, esa voz tan dulce, tan llena de melancolía era de ella, estaba seguro. Corrió detrás de ella hasta llegar frente a un enorme árbol de navidad, logro atrapar la mano de aquella persona y detenerla, estaban más que cansados, por lo que cayeron tumbados en la nieve. Justin se levantó como pudo, gateo hasta el cuerpo tumbado a una pequeña distancia y se posó arriba para que ya no pudiera escapar.

—¿Por qué? —Pregunto soltando el aliento—, ¿Por qué huyes de mí? ¿Por qué estás aquí? ¡¿Por qué estabas haciendo eso?! Ya dime la verdad de una buena vez. Los ojos de Sinaliz comenzaron a humedecer y Justin ya no tenía duda alguna de que fuera ella, la levantó y le fue quitando todo lo que cubriera su cara y su cabeza. Cuando Justin quito el gorro de la cabeza de la chica quedó petrificado, la melena de la chica ya no estaba, solo un poco de cabello hasta el cuello. Justin rechino sus dientes de la rabia, estaba a punto de llorar pero de contuvo. Intento acercarse más a la chica pero está se alejó más.

—No... No me veas así —Rogó en un susurro.

—¿Así cómo? —Pregunto Justin serio.

—Yo no quería que tú te enterarás de esto —Miro sus manos para ya no mirar esos ojos azules, los cuales la miraban con algo de rabia, desesperación y temor.

—Tenía que enterarme algún día, ¿No lo crees?

—Yo... —Dijo mirando hacia las luces del árbol—, cuando terminara de reunir el dinero para irme a otro ciudad y terminara el año escolar, tenía que irme...

—¿Por qué? —Inquirió el chico con más tristeza que rabia.

—Por que no quería que conocieras esta parte de mi vida —Respondió con pesar, el nudo en su garganta no la dejaba hablar con libertad, le dolía que él, precisamente el chico que empezaba a gustarle se enterará de esa forma de lo que era su vida.

Aunque tuviera que guardarse los sentimientos que tenía hacia él se tenía que ir, aunque se arrepintiera más tarde, aunque desearía volver a donde él estaba, ella no quería hacerle daño. Se iría para sufrir solo ella, y para que él encuentre a alguien mejor. 

—¡Que egoísta eres! —Le grito, la agarró con rabia del cuello del abrigo que traía puesto. Por suerte no había mucho gente en los alrededores, la mayoría compraba dentro de las tiendas.

—No soy egoísta... Yo me quería ir para no hacerte daño, como ahora te lo estoy haciendo. Una persona como yo no puede amar, soy un desperdicio de la vida...

Cuando termino de decir aquella palabras tan crueles para Justin, el chico estampó una bofetada en la cara de la chica. No lo hizo con fuerza para no lastimarla, sino para que reaccionara.

—¿Eres idiota o qué? ¡Si tú te vas me harás más daño, que quedándote y diciéndome la verdad!

La chica nunca lo había pensado así, no se había percatado de que los sentimientos del chico, iban más allá de una simple atracción.

—¿Por qué tendría que quedarme? —Quería saber si sus sospechas eran ciertas, si escuchaba eso que quería se quedaría junto a él.

—Por que... —Miro las luces del árbol para tomar valentía y decirle lo que por mucho tiempo quería decirle. Si, ya le había confesado que le gustaba, pero eso no era suficiente y el lo sabía. —Tu tienes que quedarte porque yo te amo, Sinaliz.

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