Capítulo 32: Lo Que Sí Se Hace En Una Relación Amorosa
Capítulos dedicados a: mekeyu, Couffaxnx, El_calzon_de_Bakugo y a cualquiera que alcanzó a llegar al final. ¡Se los agradezco de corazón!
Saiki pareció entrar en pánico al salir de la institución, jalando a Kaido del brazo con completa simpleza al momento de realizar tan honestas facciones en un adolescente. Su mirada se dirigía hacia el piso, y no quería admitir que el color rojizo estaba poblando sus orejas hasta más no poder. Era un poco raro, pero así estaban las cosas en la actualidad, incluso podría terminar chocando contra algo o alguien y no se daría cuenta porque estaba tan ensimismado en sus terribles placeres culposos.
Cuando pasaron cerca del enorme campo que utilizaba la escuela por los clubes deportivos, la vista de Aren alcanzó a observar a la pareja caminando por la acera. Sus pupilas violetas miraron al de cabellos azules, un tanto confundido y empezando a tener ligeros ataques de pánico. Él supo que si no intervenía al menos de manera indirecta todo se tiraría por la borda. Porque sabía que Kusuo era alguien bastante inexperto en lo romántico que se dejaría cegar por cualquier tontería que se le cruzara en el camino y Kaido por los nervios empezaría a fingir sobre cualquier estupidez y de dragones y espíritus, todo eso.
—¡Vamos, compañero! ¡Lanza la pelota! —pidió Nendo, alzando sus brazos lo bastante alto, mientras se preparaba para lanzar la pelota de béisbol—. ¿Estás listo?
—Sí —dijo Aren, sin siquiera prestarle atención. Resultado de ese extraño dúo, Nendo, siendo alguien no muy inteligente se dejó guiar por esas palabras, lanzando la pelota.
No fue tan tarde como para que la pelota llegara hasta el rostro de Aren, golpeándolo con fuerza en la cara. Bien, eso había dolido bastante, y no se molestó en ocultar sus gritos.
—Deberías de lavarte la cara y retirarte por hoy —comentó el entrenador, temblando con notable miedo al verlo tratar de tragarse su ira con una increíble fuerza de voluntad—. Ve con él, Nendo.
Los dos habían llegado a parar hasta una máquina expendedora que estaba entre el camino improvisado que habían creado, que realmente no parecían ir a ningún lado. Kaido estaba sentado, esperando en una de las bancas que estaban cerca, mientras Saiki parecía debatirse con mucha pasión frente a la máquina expendedora para ver cuál podría sacar. ¿Tan difícil era hacer eso? Cuando levantó la vista, lo primero que vio fue al chico que no dejaba de hablar, Akechi, caminando tranquilamente por la calle, con su bolso en mano y con la boca cerrada. Suponía que no había nada interesante a la hora de hablar solo. ¿Sería bueno hablar con él? Así las cosas no serían tan incómodas entre Saiki y él.
—¡Ake-...! —Cuando sus labios llamaron al chico de cabellos cenizos, todo fue como un remolino extraño de situaciones deslumbrantes y extraños sentimientos delirantes.
Akechi detuvo sus pasos, viendo con curiosidad a Kaido, sólo por unos breves instantes. Más tarde, todo pareció volverse patas arriba, ya que el chico cubrió su boca con sus manos y salió corriendo, sin siquiera hablarle. Todo para no interrumpir la oportunidad de Saiki.
—Me pregunto si estará bien. —Se cuestionó para sí mismo, mostrando completa duda ante la asaltante ansiedad de ver a su amigo correr como loco apenas lo vio. Sin embargo, no pudo seguir pensando en eso, por más que quisiera, ya que su teléfono vibró, llamando su atención al instante.
Bajó su mano hasta el bolsillo de su pantalón escolar, sacando el aparato y lo encendió en el acto: mostraba un claro mensaje de Kuboyasu. Una ola de alivio recorrió el cuerpo del menor, al haberlo notado. Y, sin tardar, se decidió a abrirlo.
«Lo digo de forma rápida, o bueno, lo escribo. Creo que ésa es la expresión correcta», bien, el primer mensaje fue bastante raro.
Pasó al siguiente.
«Pase lo que pase, por favor, no actúes. Saiki te querrá tal y como eres, no se burlará de ti. Tienes que tener confianza en ti mismo, eres una gran persona», leyó Kaido, no pudiendo evitar sentir un nido de emociones sinceras porque nunca había tenido un amigo tan sincero como él. ¿Qué había hecho para merecerlo?
Pero realmente no entendía a qué quería llegar Aren, era un poco raro el repentino mensaje. Para empezar, ¿él cómo sabía que justo ahora estaba con Kusuo?
Pasó al último mensaje, que acababa de ser enviado.
«Ah, por cierto, si te hace llorar, tendré una larga plática con él. :)», okay, la cara al final había hecho que el mensaje fuera más perturbador de lo que ya lo era. Se puso pálido y dibujó en su mente la idea de no llorar, aunque no sabía por qué no debía de hacerlo.
—¿Kaido? —preguntó Saiki a su lado, un poco dubitativo al verlo dar un grito, hasta el punto de que su teléfono resbalara de sus manos.
—¡Sa-sa-sa-saiki! —gritó con exaltación el menor, dando una sonrisa un poco torpe y guardando su teléfono en uno de sus bolsillos, tras atraparlo en el aire. Por pura suerte, Saiki no quiso indagar en su extraña forma de actuar, pero sí trató de entenderlo.
Sin decir una palabra al inicio, le extendió una bebida de naranja al chico, debatiéndose mentalmente en si era correcto o no porque no tenía idea de sus gustos. Por eso no quería adelantarse con él, y quizás la idea de pedirle salir con él no se pudiera realizar ese día, por lo poco viable que era. El verlo tomar el jugo con una tímida sonrisa, pareciendo sólo por pura suerte que había logrado tocar sus gustos al menos un poco, hicieron saber a Kusuo que Kaido era alguien con el que debías ser cuidadoso a la hora de tratar. Sí, de lo contrario, todo saldría mal.
Por eso, había decidido ir despacio con él, recordando lo importante que parecía ser el orden tradicional de lo que él pensaba que era una relación romántica, con completo tiempo suficiente.
Pero eso no quería decir que lo dejaría todo a la deriva.
—Lo siento. —Se disculpó el mayor, cuando Kaido estaba dando un largo trago al jugo.
—¿Por qué?
—Porque fue imprudente de mi parte decirte si podíamos besarnos. —Kaido realmente no se esperaba que el de cabellos rosas fuera tan directo, deteniendo su bebida de golpe y por poco ahogándose en el proceso. Tosió con fuerza y pudo recuperarse cuando el otro le dio unas ligeras palmadas en el pecho, para que lo hiciera.
—No te preocupes. Eso ya es algo pasado... sí —aludió el de hebras azules, tratando de evadirle la mirada, por la advertencia que había recibido de Aren acerca de ser él mismo. Nunca creería que hacer eso frente a la persona que le gustaba fuera tan difícil.
—Creo que me gustas. —Otra vez la lengua directa de Saiki lo atacaba, clavándose en su cuerpo como algo simple y estilizado, lleno de respuestas ambiguas y corazones desbordantes. Shun sintió como el color rojizo iba poblando cada vez más rápido su nívea piel, hasta volverlo un completo tomate.
—¿Lo dices como amigos? —interrogó, nervioso, empezando a jugar con sus pies y derramando un poco de jugo al suelo.
—No, de forma romántica —aventuró a afirmar, alzando sus hombros. Era increíble que los nervios no se lo estuvieran tragando.
Kaido ya estaba que se moría por dentro, Saiki también, pero no lo demostraba mucho. Debería de volverse actor, seguro lo contratarían.
—Yo... ¡yo, no sé! N-no sé qué contestar. —Rio por lo bajo Kaido, empezando con un pequeño barullo nervioso hasta extenderse en una carcajada misteriosa.
—No es necesario que lo hagas, sólo quería que lo supieras. —Por primera vez, Kaido pudo notar con sutileza un pequeño color rojizo en las mejillas del otro. Kusuo ya se estaba avergonzando de sus acciones, pero se lo tragaba, sólo extendiendo su mano hasta estar frente al rostro de Kaido—. Quiero conocerte mejor, así que, ¿podemos ir tomados de la mano? —Shun pareció explotar ahí mismo, dejando de funcionar por un buen rato, mientras sus labios parecían balbucear cualquier tontería.
Fue para suerte que lograra tomar la mano de Saiki y se levantara a duras penas. Sus temblores sólo se iban acrecentando y empezaba a sudar con más fuerza. Si eso era un sueño, no quería despertar.
—Pero ¿sabes? Realmente he e-estado mintiendo acerca de todo... así que quizás te aburras de mí: no soy un guerrero y realmente no tengo ningún tipo de poder —murmuró, completamente ruborizado, mientras dejaba y correspondía con timidez el agarre de Saiki.
—Lo sabía desde el principio, era obvio.
—¿Qué? —preguntó Kaido, completamente sorprendido porque no había logrado engañar a Kusuo.
Ante la inocencia de su acompañante, el de ojos rasgados no pudo evitar sonreír con cierta torpeza.
—Pero sigues siendo Kaido, y yo quiero a Kaido.
—Yo también te quiero —susurró Shun, completamente avergonzado, ya echando humo por las orejas y bajando su vista hasta el suelo.
A Saiki le costó un poco de trabajo entenderlo, pero terminó por sonreír de forma disimulada al captar sus palabras.
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