Capítulo 27: Sin Filtro
Capítulo dedicado a: catsdevil, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—Perdón... —Al final, eso fue lo único que pudo salir de sus labios, quedándose sin palabras hasta terminar entrando en un trance muy profundo. El color rojizo llegó sobre su cara, un grito se le escapó de sus labios. No era por querer ser alguien que se fijara en ese tipo de cosas, pero el simple hecho de tener a Kusuo casi arriba de él lo ponía nervioso.
«No puede ser, ¡debí de haber tenido mucho más cuidado! ¿Por qué me distraje? Ahora estamos así, ¡ah!, ¡quiero que mi falsa Unión Oscura me trague!», chilló internamente, buscando evadir para siempre la mirada perdida de la persona que le gustaba, colocando ambas de sus manos enredadas en vendas sobre su rostro.
—Kaido... —Saiki lo llamó por mero impulso, apenas lo vio realizar esa acción. Él también estaba perdido, lo suficiente como para no entender nada de lo que ocurría a su alrededor, como si su corazón se detuviera, para volver con una velocidad cien veces mayor que la anterior. Incluso esa acción tan insignificante que había logrado realizar Kaido le había generado una completa ternura externa.
Sabía que la marca permanente que tenía el personaje de Shun en un ámbito de comedia giraba en torno a tener un Síndrome del Octavo Grado, y así había sido etiquetado por sus compañeros de clase, pero en algún momento se había acostumbrado a verlo actuar con cada palabra que decía, y por eso simplemente no pudo evitar desear ver, al menos una vez, al verdadero Shun Kaido.
—¡No me mires, por favor! ¡Es vergonzoso! —contestó entre gritos amables el de menor estatura, tirando todo el teatro que tanto trabajo le había costado crear para llamar la atención de su interés amoroso, estando tan cerca. No podía fingir bien así.
—¿Es vergonzoso? —preguntó Saiki, un poco consternado ante esa idea, sabiendo que lo que debía de hacer era ponerse de pie. Pero no lo hizo—. Vaya, vaya, sí es vergonzoso —afirmó muy a su pesar, soltando un suspiro real a la hora de hablar, un tanto cansado por los hechos. Y a pesar de que su voz sonaba igual de siempre: tan confiada, reservada y seria hasta el punto de que Kaido tomó la suficiente confianza como para asomar su vista carmesí entre sus dedos para verlo a la cara, por dentro estaba todo revuelto, temblaba, pero de una forma tan calmada que era difícil percibir con anterioridad. Sus vasos sanguíneos parecían estar en su lugar, sin liberar la sangre para acumularla en la cara, pero sus piernas no respondían, parecían dormidas y le costaba trabajo siquiera mover un músculo.
Kaido y Saiki llegaron a una conclusión al mismo tiempo con esa situación: «¡el amor era tan molesto!», logrando coincidir como con pocas cosas hacían, y había sido un milagro. Pero sólo uno se perdió casi al 100% en el otro, y fue Saiki, el desgraciado, teniendo que soportar el mal sabor de boca que sabía, de manera muy irónica, tan adictivo. Sus orbes no despegaron su vista del rostro del otro que poco a poco iba siendo liberado por sus manos. Sí, el amor era tan molesto.
—¿Te encuentras bien, Saiki? ¿No te lastimaste? —seguía avergonzado, y las palabras le eran mil veces más difícil articularlas. Mordió su labio inferior cuando supo que el rostro de Kusuo poco a poco iba siendo mostrado con total plenitud en un gesto de no entender nada, frunciendo un poco sus labios, alzando sus cejas un poco torcidas y sus ojos preguntando sobre algo obvio. Por unos cuantos minutos podría terminar riéndose por pura sorpresa que le dio nunca haber notado esa faceta en alguien tan serio como él—. ¿Te sientes bien? —Muy a su pesar, se inclinó a seguir plasmando su preocupación sincera, pasando una de sus manos sobre el brazo del chico, antes de darle un ligero apretón—. ¿Te puedes poner de pie?
—Sí, estoy bien —mintió con tanto descaro, perdiendo un poco los estribos al estirar su mano sin tener una mínima muestra de lógica en su corazón o mente, sólo dejándose guiar cuando creyó haber descubierto al que realmente se escondía detrás de esa enorme máscara del Síndrome del Octavo Grado.
Tocó al verdadero Kaido, o eso creyó la mayor parte de él, cuando su mano delgada rozó la mejilla del otro, en modo de un impulso que no fue pensado, como si lo hubiera hecho su inconsciente. Shun reaccionó inexperto al inicio, sintiendo como una carga eléctrica lo recorrió de pies a cabeza, apretó sus dientes para no gritar y su trasero contra el suelo para no huir despavorido de ahí. No dijo nada, sólo explotó en rojo y se dejó acariciar por la mano de Kusuo, creyendo que lo que en verdad había pasado es que había caído inconsciente al chocar contra el suelo y todo eso era una alucinación, una hermosa alucinación.
Pero no lo era, porque podía sentir los dedos de Saiki adueñándose de esa parte suya, y en cierto momento aceptó todo y cedió, incluso recargándose un poco contra la mano de Saiki.
En ese momento, Kusuo pareció ya haber reaccionado y tomado la completa seguridad para manejar la situación (o bueno no), pero al menos su lado más impulsivo sí chocó con el exterior, queriendo saber que, si estaba tratando de entender sus sentimientos, y si iba en serio con él, debía de averiguarlos.
—¿Realmente eres el verdadero Kaido? —cuestionó el chico, siguiendo con las caricias en las mejillas al otro. Sonrió con cierta torpeza, sabiendo de sobra que sí eran muy diferentes, pero hasta algún punto eran iguales. No pudo evitar sonreír, y se acercó lo más que pudo al rostro del otro, en un extraño intento de coquetería. Kaido demostró su lado más sumiso con eso, aguantando la respiración que en algún punto se vio agitada, y sólo pudo ser testigo de como el mayor desviaba un poco el camino de sus labios, llegando a parar cerca de su oído—. Si te dijera que quiero besarte para entender mis sentimientos, ¿me mostrarías al verdadero Kaido?
Shun sintió que todo se le revolvía ahí mismo. Porque no, no era una faceta desconocida de Saiki, era el mismo chico serio de siempre, o eso demostró al alejarse y evadir a cualquier costo su mirada curiosa, sólo parecía que por fin algo se lo tomaba muy en serio. Y Kaido no sabía qué hacer.
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