Capítulo 26: Romanticismo Inexperto
Capítulo dedicado a: ibuprosenos, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Como si fuera un cliché, en vista de lo contradictorio que había salido que Kaido alabara una salida a un edificio como si fuera lo mejor del mundo (y para colmo no lo era), siendo que le tenía miedo a la oscuridad, y en cualquier momento él parecía ser ese tipo de persona que sin duda alguna traería de esas enormes lámparas que cuelgan de la fiesta sólo para iluminar su camino.
—¿Sa-sabes? Realmente, aunque es muy oscuro, yo puedo ver en la oscuridad, Saiki —dijo Kaido, al mismo tiempo que no miraba una piedra que sobresalía en el piso y tropezaba unos cuantos pasos. Dio un grito ahogado y se aferró por inercia al brazo del mencionado con anterioridad.
Saiki rodó sus ojos.
«Sí, sí, claro, Kaido. Lo que tú digas».
Kusuo no sabía si era porque ya se había resignado a ser alguien anormal o qué, pero por alguna extraña razón, después de haber descubierto que Shun le gustaba de manera romántica, realmente nada había cambiado. No se sentía nervioso, ni quería empezar a gritar a los cuatro vientos cada vez que tenían un roce o toques inocentes. Nada de eso importaba para él en esos instantes. ¿No tenía sentimientos o qué? Por alguna razón eso lo extrañaba.
—Kaido, ¿cómo vamos a atrapar los fantasmas que buscabas? —preguntó Saiki de pronto, con total seriedad en sus palabras al momento de soltarlo todo. Shun, por un breve lapso de tiempo, pareció lo bastante perdido cuando escuchó esa pregunta, dando una clara impresión de que ya no se acordaba de la razón por la que todos habían llegado ahí.
Por eso estuvo quieto en su lugar, dando un parpadeo para nada disimulado lleno de nerviosismo acumulado en sus pupilas carmines, hasta unir los cabos sueltos y entender los hechos.
—Sí, la cacería, sí. —Carraspeó, colocando una de sus manos cerca de sus labios y un ligero rubor llegaba por toda su cara.
—Lo habías olvidado, ¿verdad?
—¡Claro que no! ¿Por qué lo olvidaría? —renegó Shun, apurando el paso lo más rápido que pudo cuando Kusuo no parecía ser del todo de esas personas que le prestaban mucha atención a una sola cosa. Caminó rápido, llegando hasta parar frente a él, obligando al de cabello rosa a detener sus pasos y mirar al menor que estaba frente a su persona, a unos centímetros de distancia—. Lo que pasa es que, cuando ambos nos fuimos, nuestras cosas las dejamos con los demás —contestó, tornando sus mejillas de un suave color rojizo, bajó su vista al suelo y empezó a jugar con sus dedos, rozando entre sí. Por alguna razón, Saiki se sintió responsable, porque eso había sido en parte su culpa.
—¿Quieres regresar?
—¡No! —aventuró a gritar con cierta exaltación, enrojeciendo hasta más no poder y bajando su vista al suelo, empezando a jugar con su propio miedo, sintiendo vértigo al creer por un breve lapso de tiempo que estaba atravesando una cuerda floja y que si caía perdería todo: pero, ¿estaba mal decir que no quería volver con los demás porque posiblemente Akechi, Nendo e incluso Aren le podrían quitar su tiempo de calidad con Kusuo?
Sabía que era un egoísta, y quizás no era bueno, pero tampoco era como si pudiera hacer muchas cosas al respecto cuando trataba de ser honesto consigo mismo.
—No creo que-...
—¡La verdad es que tengo un poder oculto en mis brazos, y cuando retiré estas vendas, todo se iluminará! —comentó, con un claro gesto extasiado en su cara y la felicidad al límite. Kusuo lo miró sin generar ninguna expresión en su cara, creyendo por un breve lapso de tiempo que quizás en algún punto las mentiras del de hebras azules se iban intensificando hasta el punto de regodearse por algo falso.
Sin muchos preámbulos, dejó escapar de sus labios una sonora carcajada, que logró sacar un escalofrío al mayor por lo ligeramente falsa que se escuchó, saliendo de sus labios. De nuevo, volvió a hacer una pose similar a la del primer JoJo, con su mano a la altura de su cara y abriéndola, dando una sonrisa y retrocediendo unos cuantos pasos. Y ahí, el punto culminante llevó de un cliché a otro, ya que, al estar perdido en su propio mundo, olvidó por completo la larga capa que desde hace varios capítulos atrás se le estaba haciendo énfasis para culminar en una de las más típicas escenas románticas.
Estuvo a punto de tropezar, Saiki pareció ponerse alerta y trató de tomarlo de la mano, siendo el poder de la gravedad mucho más fuerte y ambos terminaron cayendo al suelo. Kaido cayó sentado, sintiendo como su trasero pagó el precio al chocar contra el frío piso desgastado y Kusuo cayó de rodillas, resbalando sus lentes verdes por el movimiento. Ambos quedaron frente a frente.
Kusuo, cuando creyó que el amor realmente era tan diferente a lo relatado en la ficción, se encontró con que su pensamiento había sido erróneo: sí, su corazón latía tan rápido que en cualquier momento podría salirse de su pecho, su respiración se volvió cortada, al observar que Shun parecía completamente agitado entre sus mejillas rozadas, y las palabras no podían salir de sus labios de forma correcta.
—Saiki, perdón, fue... u-una fuerza misteriosa la que me tiró. —Fue lo único que pudo balbucear, entre su propio miedo encerrado cuando no supo exactamente cómo lidiar con su corazón.
Y aunque esa frase pareció otra de sus alucinaciones raras de su Síndrome del Octavo Grado, todo cayó en la cuenta de que no era cierto: él se refería a la gravedad, y la gravedad parecía haber actuado a su favor para que ambos quedaran así.
¿Tenía a un Dios, un demonio, un duende, un dragón, un espíritu o algo así de su lado?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro