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Capítulo 19: Akechi Sabe Cosas

Capítulo dedicado a: nsgff312, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Curiosidad #3: con este capítulo, puedo decir que ya van cuatro capítulos consecutivos en que el título lleva el nombre de Akechi.

Saiki ya no se sintió extraño o agobiado del todo, cuando al día siguiente Akechi fue presentado por la profesora, escribió su nombre, y se puso a realizar un monólogo enorme que más que una presentación, parecía que era un relato extenso de su vida.

—Cuando cumplí seis años me hicieron una fiesta... nadie fue. —Encaró el chico de hebras rubias cenizas, bajando su vista hasta el suelo. Saiki se sintió culpable una vez más por su situación, pensando con cierta vaguedad de que el ambiente se había puesto del lado de Touma. Como era de esperarse, la extraña preparatoria a la que Saiki fue mandado atraía a la gente rara en extensiones mayores, como si tuviera una pancarta puesta que gritaba a los cuatro vientos: «aquí todo está normal y aburrido, ¡necesitamos variedad!»

Por eso ya no le extrañó que la mayoría de sus compañeros de clase estuvieran llorando, Kaido incluido (lo notó, cuando giró para verlo un poco, y se topó con la no tan grata sorpresa de que trataba de retener un sollozo en su garganta), Aren ya estaba yendo por el mismo camino y Nendo parecía ser el único perdido, viendo con cierta curiosidad a todos sus compañeros de clase y las lágrimas derramadas.

—Vamos, Touma-kun, puedes irte a sentar —informó la profesora del aula, dando un respingo para destruir las lágrimas que hace unos segundos había derramado, colocando su mano sobre su mejilla y limpiaba las huellas que había dejado su dolor.

A partir de entonces, Akechi dio una extensa disculpa que tardó cinco minutos antes de que la profesora pudiera encontrar una apertura para callarlo y sentarlo, mientras su cara parecía decir que en cuanto a las clases que ella diera, en definitiva, nunca pediría la participación de Touma Akechi, por su propia estabilidad mental. Eso para Saiki fue algo de lo más cruel, pero hasta algún punto de alguien como ella era entendible.

A partir de ese entonces, la clase pareció transcurrir con normalidad: de vez en cuando Kaido lo llamaba con algún sobrenombre raro que él ignoraba para pedirle goma o colores, y de vez en cuando Nendo molestaba a Kaido en su aburrimiento, tirándole bolas de papel cerca de su cara sólo para ver su reacción. El único que realmente parecía tomarse en serio el estudio era Kuboyasu, que en ningún momento se permitía el lujo de distraerse, por muy interesante que pudiera ser otra cosa. No, no, no. Quitando todo eso, todo transcurrió normal, hasta que la campana sonó, indicando el primer descanso. La maestra se despidió de sus alumnos, saliendo del aula con una sonrisa en sus labios. Ahí Kaido se desató, poniéndose de pie de golpe, golpeando con sus manos su pupitre, su ceja temblaba por la rabia contenida que tuvo que soportar y miró con un enojo para nada aterrador a Riki.

—¿Qué demonios te pasa, Nendo? —gritó Kaido, llevándose la atención de varios de sus compañeros. Por alguna razón, Kusuo se sintió observado a la vez, quizás porque él se juntaba con él, y se sintió en la necesidad de mirar a otro lado, fingiendo que esa situación no tenía nada que ver con él. No los conocía, o bueno sí, pero ahora no.

—¿Qué me pasa de qué? —preguntó Nendo al acercarse a él, rascando su coronilla con cierta inocencia inmaculada. Shun se desató más en su enojo cuando eso salió de la voz de su actual amigo. Quería gritarle, insultarlo con sus súper ofensivos —mentira— insultos que conocía, y rematarlo con palabras ingeniosas como muchos héroes de animes fantasiosos que no se sentían humanos; pero no pudo hacerlo, la voz se le escapó de sus labios apenas los abrió, de repente se le olvidaron sus súper ofensivos —¡qué coincidencia!— insultos que conocía y no pudo rematarlo con palabras porque él no era un protagonista de anime, era un humano, y podía admitir inconscientemente que aunque ya se llevaba mejor con Nendo, todavía le tenía miedo. Por eso tembló—. ¿Pequeño amigo?

—¡De-deja de llamarme «pequeño», soy tu jefe! —Fue lo único que pidió el de hebras azules, cruzándose de brazos y girando su cuerpo para no verlo. O más bien, para que no vieran su temblor.

Kusuo los contempló en silencio, encarando sus pupilas al pequeño dúo que se habían pegado a él como chicles, y casi a la par se unía Aren a ambos, colocando una de sus manos en un hombro de Kaido y otro en el de Nendo, antes de que todo se expandiera a algo que se le saliera de las manos.

—Vamos, no se enojen —pidió Kuboyasu con una sonrisa de oreja a oreja en sus labios. Esa sonrisa por alguna razón le pareció aterradora a Saiki, como si se la estuviera dedicando especialmente a Kaido. Y eso no le gustó.

—Los celos no son buenos —habló Akechi a su lado, con tanta naturalidad al momento de sacar de sus labios esa afirmación. Por alguna extraña razón, Saiki se sintió descubierto, como si desnudaran sus pensamientos. Se giró hacia el lado donde la voz de Akechi se escuchó, quedándose quieto cuando por accidente rozó su nariz con la de su amigo de su otra escuela. Ahí se quedó quieto, pensando seriamente en lo que había pasado para que eso le sucediera. No era justo. Sus ojos rasgados miraron de frente los violetas de Akechi.

—No sé de qué hablas —terminó por soltar esas palabras, alejándose un poco de la poca distancia que había tenido Akechi con él, con esa osadía de acercarse demasiado al inclinarse sobre su pupitre. El menor pareció delinear una pequeña sonrisa en sus labios, y no se cohibió al momento de volver a acercar su rostro todavía más al de Saiki, flexionando sus manos todavía más al realizar la acción y casi caer. Kusuo ya se estaba irritando—. ¿Qué pasa?

—Te estoy estudiando —aludió con simpleza, con la alegría complacida hasta el límite.

—¿Saiki? —preguntó Kaido, metiéndose a la conversación de golpe, con sus pupilas carmines atrapando la escena para nada buena que se había topado apenas giró para ver a su recluta. Kusuo pareció sentir como un cosquilleo lo recorrió de pies a cabeza y un leve rubor inundó sus mejillas cuando levantó la vista y observó los ojos celosos de Kaido.

Akechi también los miró a ambos, y cuando por fin estuvo seguro de quién era la persona especial de Saiki, se enderezó, sonriendo y pasando una de sus manos por sus cabellos rubios.

—Ah, ¡eres tú! —comentó complacido Akechi, tras entender la situación y haber logrado indagar la situación romántica de Kusuo. Shun pareció genuinamente perdido.

—¿Yo? —preguntó, un poco aturdido por no entender la situación.

—Mucho gusto, soy Touma Akechi, ¿cuál es tu nombre? —Milagro que Akechi fue breve.

—Kaido Shun...

—¡Oh, ya veo! —citó Akechi, completamente complacido por el resultado final. De ahí en adelante, todo fue tan rápido: dejó de mirar a Shun y miró a Kusuo, y, sin ningún tapujo, expuso sus pensamientos en voz alta—. Ya lo entiendo, Saiki, Kaido es la persona que te gusta, ¿verdad?

Por favor, Tierra, traga a Saiki.

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