Capítulo 13: Algo Impide A Saiki Irse
Capítulo dedicado a: _ThoughtChieko, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Kaido no le hizo caso a Saiki durante las segundas horas de clases después del descanso. Kaido no le hizo caso a Saiki las segundas horas de clase después del descanso. ¡Kaido no le hizo caso a Saiki las segundas horas de clases después del descanso!
Kusuo no pudo evitar morder sus labios de forma disimulada, apretando sus manos, formando puños y tratando de pegarse lo más que pudo a su asiento. Dio un grito interno lleno de reproches y remordimientos, sabiendo de sobra lo mucho que le había molestado algo desconocido, algo desconocido que empezaba con Aren y terminaba con Kuboyasu.
Antes se suponía que debía de estar feliz, contento, fingiendo estar serio por fuera, pero dando brincos por todos lados cual niño pequeño en su interior, ¡no todo al revés! Todo estaba mal, ¿por qué? Sus planes iban tan bien, tan perfectos, tan hermosamente planeados. Incluso el horrible cliché de que el protagonista nuevo llegaba y le tocaba sentarse cerca de la protagonista de las novelas juveniles románticas de siempre, le había pasado a Aren y Kaido, uno sentado frente al otro, Kuboyasu sentado frente a Shun. Incluso eso les acortaba las distancias, ¡se las acortaba, y ésa había sido la razón por la cual Kaido ya no le hacía caso! Era una buena oportunidad, entonces, ¿por qué no le gustaba eso?
Arrugó un poco su nariz de forma disimulada, fingiendo tener una pelusa en ese lugar y negó con la cabeza, dando una última mirada para nada discreta a Shun, que se inclinaba ligeramente de su lugar para poder alcanzar a su nuevo amigo, explicando un problema de redacción que había dejado el maestro. Sin querer, Kusuo aguzó su vista y odió eso con toda su fuerza, lo vio reír con suavidad y las cercanías entre ambos se acortaron en demasía, no fue raro que casi sus mejillas rozaran. ¿Desde cuándo se habían vuelto tan amigos?
Saiki se sintió ansioso, empezó a sudar con fuerza y sus pupilas todavía se clavaron más de lo usual en su querido «jefe» (no era su jefe, y él no era su recluta). Debía de apurarse, concentrarse en la actividad, no hacer nada le afectaría en el rendimiento académico. Sí, debería dejar de verlo. Mordió sus labios con cierta vergüenza acumulada y bajó nuevamente sus pupilas rosadas hasta el lugar donde se encontraba su libreta y actividad en blanco, tomó el lápiz con su mano e impidió que algo más lo distrajera.
—Eso es lo que tienes que hacer... —Escuchó la voz de Kaido terminando con su explicación detallada. Saiki, en efecto, lo miró de reojo con total rapidez, como un impulso. Lo vio sonreír, satisfecho, al saber que Aren lo había entendido, demostrándolo con una sonrisa.
—Oh, ya lo entiendo. Eres muy bueno explicando, ¿lo sabías? —A Saiki definitivamente no le gustó ese halago, pero tuvo una especie de amor inmediato al mismo, en ese mismo instante porque Shun pareció feliz por escuchar eso. Que el más bajo de ojos carmines se sintiera orgulloso, fue una vista muy dulce, pero dolorosa a la vez.
—¿E-en serio?
Le dolió como si alguien lo rematara, golpeando su corazón con mil balas cuando el de hebras de un suave azul claro se ruborizó hasta las orejas, y dio un carraspeo.
—¡Gracias, ya lo sabía! ¡Soy muy bueno explicando, es parte de mi poder como jefe de la nueva generación que luchara contra la Unión Oscura! —corrigió su anterior miedo remarcado, disfrazado con una sonrisa confiada y queriendo hacer una pose sentada, con la marca que llevaba «JoJo's» por todos lados.
Aren rio, y Saiki en definitiva supo que detestó eso, le molestó como no tenía idea: porque Kaido sólo exageraba su segunda personalidad fingida con él, porque antes sólo a él le mostraba su Síndrome del Octavo Grado más patético que nunca haya visto, porque antes Shun sólo se mostraba de esa forma extrañamente bonita con él. Por eso se dejó llevar por su impulso, se puso de pie de golpe de su lugar, golpeó su butaca sin querer con sus manos al extenderlas y soltó de sus labios a la persona que estaba observando.
—¡Ka-kaido! —Se tambaleó, y no le importó, se sintió completamente satisfecho cuando el mencionado se giró de golpe hasta él y por fin lo miró, con una curiosidad genuina. No importaba qué había pasado durante el recorrido para mostrarle la academia al nuevo chico transferido que le gustaba hacerles funerales a sus cabellos caídos. No importaba, no quería alejarse de él, ¿por qué no quería alejarse de Shun Kaido?
—¿Compañero? —Nendo fue el primero en hacer regresar al mundo real al susodicho, un lugar que no era Kaido y sus ojos rojizos, y muy al contrario, era toda el aula sobre él, llenándose de susurros por la estupidez del mayor al llamar al chico.
—¿Qué pasa, Saiki? ¿Viste como le enseñé a Aren y te deleitaste con mi sabiduría? ¡Quieres que te enseñé yo también, ¿verdad?! —gritó Shun de forma dramática, colocando una de sus manos frente a su propio rostro para fingir misterio, luego soltó un grito que llegó para llevarse todas las miradas de sus compañeros y profesor, para que nadie más siguiera sobre Kusuo (y también para que él se divirtiera de forma sincera, mientras se regocijaba internamente porque era la primera vez que ese chico lo llamaba por iniciativa propia)—. ¡Bueno, no hay razón para rechazarte, eres mi recluta! ¡Vamos, vamos, déjame ver tus apuntes! —Hizo una rara mezcla de orgullo y súplicas, extendiendo sus brazos a la par y moviendo sus dedos con emoción porque Saiki le había pedido ayuda —aunque nunca la pidió—.
El de cabellos cortos de color rosa lo observó, sintiendo con miedo la vergüenza que lo acumuló que todos lo miraran. Nendo se rio abiertamente ante la actitud tan obvia de ambos, y Kuboyasu negó y suspiró un tanto decepcionado por algo que Saiki no alcanzó a comprender. Pero, eso no importaba: Shun le había vuelto a prestar atención, eso era lo importante.
Se limitó a asentir y sentarse de nuevo en su lugar, fingiendo que eso no había pasado y le extendió su libreta que convenientemente no había sido usada por sus desvíos. Señaló sin decir ninguna otra palabra la actividad, y permitió de forma inusual que el menor se acercara a él un poco más, para asomar de forma infantil su cara hasta la libreta ajena.
—¿A qué no le entiendes, Saiki?
Saiki señaló todo, como un raro impulso de saber que sí lo entendía todo, pero quería eso, porque si no lo pedía, posiblemente ocurriría algo raro y Shun lo volvería a ignorar.
Por alguna extraña razón, algo le impedía irse. No quería alejarse de él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro