Capítulo 10: Suerte De Kaido, ¡Excepcional!
Capítulo dedicado a: 6DF6CT6, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—¿Saben qué? —Kaido estaba más entusiasmado de lo normal, con el orgullo al límite, el pecho inflado y una sonrisa decidida en su rostro. Saiki y Nendo escucharon atentamente las palabras del menor, haciendo que el primero soltara un gesto indiferente y Riki fuera el único interesado.
Kusuo en su lugar se limitó a ver la hora en el reloj de pared que estaba colocado arriba de la pizarra del aula de clases, viendo que todavía faltaban diez minutos para que las clases iniciaran: ¡no! Así sí tendría que escuchar a Kaido como última opción. Dio una ligera rabieta bastante peculiar, sin demostrar en ningún momento un verdadero gesto de sus emociones, y pensó que sus planes eran más difíciles de lo que creía: no había podido conseguir a una red o un reemplazo para alejarse del dúo. Aunque, ahora que lo pensaba y examinaba, Shun y Riki parecían llevarse mejor de lo previsto, como viejos amigos y buenos conocidos, cuando el de hebras azules olvidaba que estaba en guerra con él, pero cuando lo recordaba, Shun enrojecía de golpe y fingía que estaba siendo controlado por «algo», y que por eso estaba siendo amigable con Nendo. Bueno, todo un idiota. Y también Nendo era un idiota que creía algunas cosas que decía Shun, mientras que también había algunas veces que dudaba.
—¿Qué pasa? ¿Iremos a comer ramen? Yo me apunto —habló el de cabellos azabaches con un enorme mechón rubio, sacando de quicio a Shun.
—¡No, no tiene nada que ver con eso! —Rechinó sus dientes, pero no tardó mucho su enojo, antes de proseguir a ensanchar una sonrisa nuevamente y dejó que sus pupilas brillaran. Saiki lo contempló en silencio, volviendo a percatarse del brillo saliendo de los ojos del menor, y le fue casi inevitable no sacar una pequeña sonrisa involuntaria. Menos mal que se dio cuenta de lo que hizo, que logró borrar todo rastro de ésta al sentirse bastante extraño—. Es una premonición.
—¿Una qué cosa? —Nendo dejó que sus pupilas temblaran en el aire, tratando de no perderse en el hilo de la conversación. Shun esa vez lo ignoró, estiró sus brazos al aire y miró al de cabellos cortos de color rosa, ignorando por completo las burlas de la mayoría de sus compañeros dirigidas a él.
—¡Hoy mi don innato me dice que vendrá un nuevo recluta! —Encaró, alzando su pulgar al aire y diciendo entre una risa que él estaba completamente seguro de eso. Pronto, el menor poco a poco fue cambiando sus facciones seguras a un ligero sonrojo, dando la idea errónea al más listo de los oyentes que había sido intimidado por la vista de todos sobre su persona; pero no fue así, él ni siquiera se había dado cuenta de la forma en la que lo miraban a él. Vaya suertudo—. La v-verdad es que ayer en la noche tuve un sueño raro, en la que alguien se unía a nosotros —finalizó su explicación, completamente rojo y jugando con sus dedos al chocarlos entre sí para bajar su nerviosismo. Saiki no demostró una expresión certera, pero sí queriendo capturar enérgicamente esa acción del menor mentalmente, y Nendo, fue el único que se quedó perdido, mirando la nada, al no entender absolutamente nada de lo que decía. Y, para terminar, el más alto empezó a reírse de una forma bastante ruidosa.
—¡Pequeño amigo, los sueños no son reales! ¡No puede ser verdad! —Se carcajeó, señalando sin tapujos al de orbes carmines. Kaido escuchó atentamente esas palabras, y no fue para nada raro que sus delgadas cejas se arquearan en señal de molestia, el rojo se regaba todavía más por su cara y la molestia se adueñara de él—. ¡Eres muy gracioso!
—¡Ci-cierra la boca, idiota! ¡Yo soy un clarividente de otro mundo, así que mis sueños son predicciones, y yo sé que nunca me equívoco! —declaró triunfal el mayor, empezando a reír de forma exasperante, colocando sus manos sobre su cintura, mirando al techo y soltando una risa todavía más fuerte.
Nendo detuvo sus risas, y lo miró detenidamente, dejando que sus oídos fueran llenados por la voz del chico llena de desquicio, pronto, la asociación de que ese tono de voz lo había escuchado el día anterior en la televisión en un anime. Saiki simplemente se comió las inaguantables ganas de mirar a otro lado y salir huyendo por la vergüenza que esos dos le generaban.
—Oye, cuando te ríes como desquiciado, tu voz se parece a la de Okabe Rintaro —soltó sin rodeos Nendo. Con esas palabras, Saiki y Shun se quedaran helados, porque Nendo había mencionado al personaje principal de «Steins;Gate». ¡No, no podía ser! ¿Qué estaba haciendo Nendo? Y lo peor era que Kaido ya estaba listo para contrarrestarlo
—¡No, te estás equivocando de seiyuu, Nendo! —gritó sin reparos el más bajo, dejando helado a Saiki, porque sus «amigos» estaban rompiendo la cuarta pared—. ¡La voz de Okabe Rintaro es la de Mamoru Miyano! ¡El seiyuu de mi personaje es Nobunaga Shimazaki! —defendió a su voz, con total gesto serio. Riki abrió su boca en forma de «O», sorprendido.
—Oh... ¿y cuál es el mío?
—Daisuke Ono, y el de Saiki es Hiroshi-... —Kusuo los interrumpió de golpe, poniéndose de pie en su lugar y azotando sus manos contra la mesa.
«¡Dejen de romper la cuarta pared!», pidió mentalmente el mayor, con un notable gesto de irritación que era pigmentado con seriedad. Los dos restantes se quedaron callados, y Shun volvió a notar que Saiki quería decir algo, pero nuevamente, no lo hizo. Ahora sí iba a indagar, le preocupaba que él hiciera eso.
—Oye, Sai-... —Nuevamente fue interrumpido de golpe, esa vez ahora por la puerta del aula abriéndose, dejando pasar a la profesora de curso, junto con un nuevo estudiante que parecía que sería el nuevo.
Los tres amigos se quedaron quietos, al comprobar de forma eficiente que se trataba del extraño chico que se habían encontrado en la peluquería. A Kaido se le iluminaron sus ojos de improviso, apenas cruzó con la seria mirada del chico a través de las gafas cuadradas. El menor dio un resoplido, cerró una de sus manos y la movió de arriba a abajo en señal triunfal.
—¡Lo sabía! —chilló emocionado, mientras se sentaba en su respectivo lugar, completamente emocionado.
—Buenos días, clase, él será su nuevo compañero. Por favor, puedes presentarte.
—Sí. —La seriedad con la que habló, con la que se giró y con la que tomó un pedazo de gis, dejó a todos con la impresión de que parecía ser un tipo aburrido y tranquilo. O al menos eso fue, hasta que escribió su nombre, y se fue seguido con la frase: «vengo de...»—. Mi nombre es Aren Kuboyasu, y vengo de-... ¡maldición! —gritó el chico, al darse cuenta de lo que escribió, y lo rayó rápidamente antes de continuar—. Lo siento. —Se disculpó, sacando risas a la mayoría de sus nuevos compañeros de aula. Kaido se maravilló todavía más.
—¡Lo sabía, es perfecto! —susurró, emocionado.
Kusuo lo miró de reojo, pero no dijo nada.
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