Capítulo dedicado a: el_calzon_, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

—¡He decidido que conseguiremos más reclutas! —declaró Shun, con el ego por los aires y soltando bufidos inocentes que no podían ser remplazados por cualquier cosa. La cara de Saiki no mostró en ningún momento una emoción de felicidad, asombro o ligada a éstas, sólo miraba hacia el cielo, ¡como si un enorme cacho azúl fuera más importante que su noticia! ¡Sí, el cielo era bonito, pero él estaba hablando de algo súper importante! ¡Un descubrimiento!—. No pareces muy contento, Saiki —dedicó esas palabras a su amigo que no dejaba de mirar al cielo, quizás preguntándose si esa vez llovería o no.

—¿Crees que llueva? —interrogó, completamente serio. Pensó un poco, hasta entender que posiblemente llegaría a su hogar antes de que el cielo raso se llenara de nubes. Lo molesto, claro, era esperar a Nendo. El profesor a cargo de la clase de matemáticas les había prohibido salir temprano si no acababan el ejercicio, obviamente, su plan era irse a casa apenas terminara el ejercicio, pero no se esperaba que Kaido terminara seguido de él, ¿qué? Estaba casi seguro de que por los delirios de grandeza y ser uno de los constituyentes del Síndrome del Octavo Grado era un tonto para los estudios. Grande fue su sorpresa, cuando ambos terminaron, uno seguido del otro: Kusuo se equivocó sólo en un problema, Kaido tuvo todo perfectamente.

—Ni siquiera me estás escuchando, ¿verdad, Saiki? —preguntó, ligeramente dolido el más bajo, apretando su mano contra su pecho en señal de que le había dolido eso. Saiki lo contempló y negó, Shun arqueó sus cejas—. ¡Sí, lo estás haciendo! ¡Me estás ignorando!

«No te estoy ignorando, sólo no me interesan las cosas raras que estás diciendo y busco una plática convincente para irnos sin Nendo», pensó todo su plan, dando un suspiro ahogado y alzando sus hombros. Si eso le decía en voz alta, probablemente lo terminaría hiriendo, y no quería hacer eso: puede que ese chico de cabellos azules fuera toda una molestia hecha y derecha, pero tampoco había sido grosero con él del todo como para tener una buena explicación para que él fuera cruel con él.

—Vaya, vaya, lo siento, ¿por qué no nos vamos a casa? —cuestionó sin rodeos, afilando más su vista de forma disimulada y deseando que Shun no aceptara el trato. Así podría ir a casa temprano, tenía guardada una gelatina de café en el refrigerador que su madre le había comprado, y quería comerla de una vez por todas, no tenía tiempo para esperar a un amigo, aunque tuviera que irse y abandonara a Kaido para que éste esperara solo al idiota de Nendo.

Para su mala suerte, las pupilas carmines del chico de menor estatura se iluminaron sin querer, y el asentimiento llegó de forma brutal a su cabeza. Eso paralizó al de hebras rosas: ¿planeaba dejar solo a Nendo? Ése no era el plan, se supone que el menor se debía de negar, dando un discurso de amistad que ya estaba muy de moda en los animes actuales y todo se tornaría dramático. Saiki y Kaido iniciarían una pelea intensa, hasta el punto de calificar a Kusuo como todo un mal amigo y Kaido le pediría que ya no se volvieran a hablar. Saiki tenía que sonreír por dentro y fingir desesperación, pero no dudaría en aceptar sin rechistar esa condición y alejarse de él. ¡Listo, todo listo! ¡Todos terminaban ganando! Hoy se iría temprano a casa y terminaría de alejarse por completo de Kaido, dos pájaros de un tiro. No tendría que preocuparse por dejar solo al chico, porque tendría a Riki.

Vaya, vaya, probablemente todo sería más fácil si Saiki simplemente hubiera ignorado al excéntrico chico que no era para nada normal la primera vez que lo conoció. Si lo hubiera hecho, ¿ahora sería amigo de gente común y corriente, o muy al contrario, estaría solo como ahora, sólo pudiendo contar con la amistad de Shun que era disfrazada por: «aliados o colegas»?

—¿Por qué quieres irte sin Nendo? —Encaró sin tacto el mayor, tratando de encontrar una forma de enojarse con él y ambos discutieran. El menor sí abrió sus ojos como platos por la sorpresa, al sentirse descubierto, un temblor lo inundó y un pequeño gesto de terror se presentó en su inocente cara.

—No es porque le tenga miedo o algo así, no lo interpretes de forma errónea... —regañó con la mirada más severa que pudo. Dio pequeños pucheros nerviosos, mirando a los lados para que Kusuo creyera sus mentiras, y empezó a jugar con las cintas rojizas de su uniforme. Saiki suspiró con pesadez, sabiendo de sobra que, en efecto, Riki no era malo, pero a ojos de la «víctima» vulnerable de la amistad, representaba al matón delincuente como un león hambriento y a él como un pequeño ratón inofensivo, cual fábula—. ¡Sólo, últimamente necesito estar cerca de ti, sólo cerca de ti cuando esté Nendo! —El rostro de Saiki se desfiguró un poco, sin entender a qué quería llegar con esa afirmación homosexual. Shun se sonrojó con suavidad, pero no tardó en mover rápidamente su mano, fingiendo que no estaba avergonzado, ¡más bien espantaba a un espíritu molesto!—. ¡Ahh, los fantasmas hoy están un poco alterados, se me están acercando mucho! —Sacudió sus manos, tratando de borrar el pequeño color rojizo y distraer la mirada del mayor que caía sobre sus mofletes—. No me refería a que quería estar cerca de ti p-por algo romántico o algo así... es que, cómo decirlo: ¡somos almas gemelas! ¡Y necesito tu energía vital para mantenerme fuerte!

—¿Me piensas matar o algo así?

—¡Claro que no, ¿por qué lo haría?! —reclamó. Saiki vio como el menor seguía moviendo sus labios de un lado a otro, buscando con todas sus fuerzas armar una historia creíble que cayera sin reparos en el tremendo mundo fantástico lleno de clichés que había creado; Kusuo no lo escuchó y le dejó de prestar atención, pensando que, si Kaido era el ratón inofensivo, Nendo el león feroz y él la red de seguridad que encerraría al león, lo mejor era buscar a alguien que lo remplazara. Sí, alguien que pudiera ser un medidor, una red y barrera entre ambos, alguien que podría ocupar su lugar y Shun ya no lo viera a él como alguien esencial en su grupo. Sonrió de improviso, entendiendo lo que tenía que hacer—. ¡Entonces, yo golpeé a dos-...! —Kusuo no tenía ni idea de por qué Kaido había empezado a narrar una pelea que seguramente no pasó, pero tampoco le importaba saber todo lo que tuvo que decir para llegar a eso. En su lugar lo hizo callar, sonriendo con una malicia inocente y tomando de los hombros al chico hasta acercarse a él, invadiendo su espacio personal. Obviamente, para Kaido, el inadaptado social, ese tipo de acercamiento no fue muy común—. S-saiki, ¿qué pasa? —habló, un poco incómodo por el acercamiento. El mencionado no le prestó atención y lo soltó de golpe, para proseguir a alzarle su pulgar.

—Vamos, Kaido, busquemos a alguien con potencial de ser el tercer recluta.

Kaido escuchó eso atentamente, sintiendo como un pequeño rubor de emoción llegaba a sus pálidas mejillas blancas y sus ojos rojizos brillaron: ¡Saiki ya lo estaba entendiendo!

—¡Sí! ¡Yo seré el líder de esa búsqueda peligrosa!