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Capítulo 05: Desastrosa Salida

Capítulo dedicado a: r-rasputin, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Los tres «amigos» iban en silencio, especialmente porque ninguno de los dos jóvenes quería salir con Nendo a comer ramen. Saiki direccionó su mirada hacia arriba, dando un reproche en su mente sin revelar sus intenciones: no era muy fanático del ramen. Sí, sabía rico, pero ¿por qué Nendo había dicho adónde ir sin consultar a los demás?, hubiera preferido ir a una tienda de dulces o a una pastelería: ¡ahí venden postres! En primer lugar, ¿por qué venía con esos dos tontos? Claro que no quería venir, pero ¿en serio estaba haciendo eso por Kaido? ¿Planeaba encontrarle un amigo para no sentirse mal cuando se alejara de él, o quizás Kaido le agradaba un poco y quería darle amigos? ¿Podrían ser ambas opciones?

—Hay una buena tienda de ramen girando esa esquina... eso creo —comentó, rascando su nuca al percatarse de que realmente no recordaba al 100% el lugar donde estaba ubicado el local.

«¿Cómo que: «eso creo», Nendo?», pensó Saiki.

—¿Cómo que: «eso creo»? —Shun se atrevió a decirle eso en voz alta. Kusuo agradeció por la sinceridad ruda de Kaido cuando tomaba confianza, y afirmó que se haría responsable de él cuando Riki se enojara y los persiguiera para golpearlos.

—Es que no recuerdo dónde estaba... —Rascó su nuca, con cierta familiaridad y restándole importancia al asunto. Esa vez, Saiki se disculpó con Nendo mentalmente por haberlo juzgado mal: estar con él le daba una especie de calma... pero la mayoría de veces era irritante, así que seguía siendo molesto. Más tarde, el mayor miró al menor, para leer sus facciones e interpretar un significado: Kaido estaba estático, completamente pálido y temblando, ¿qué demonios? ¿Le dio miedo Nendo? ¿No qué era valiente? Y primero, ¿no sabía que Riki sólo tenía cara de delincuente, pero realmente era un idiota?

—Lo siento mucho, Nendo. —Se disculpó el de menor estatura. Saiki tuvo que aguantar la molesta sensación de que Shun se parara atrás de él y lo tomara del brazo, buscando protección.

—¿Qué te pasa, Kaido? —preguntó Kusuo, un poco harto de todo lo que pasaba a su alrededor. Shun se quedó en blanco al oír esas palabras: las volvió a interpretar mal. El de hebras rosadas lo supo, cuando sus pupilas se iluminaron de felicidad por el apoyo que recibía de su amigo.

—¡Gracias por preocuparte por mí! —dijo Kaido, de forma infantil y con un tono un poco más agudo. El de orbes rosas supo que el de menor estatura no tenía remedio. Lo volvía a comprobar ahora, cuando Kaido reaccionó de su acto de cobardía, se separó del brazo de Saiki, y otra pose rara con su mano sobre su cara y la otra estirada al aire, lo hizo sentir vergüenza cuando todos los que pasaba por ahí los miraban—. ¡Era un camuflaje para despistar a Nendo! Pero no sirvió de nada, ¡creo que Nendo es alguien bastante fuerte!

—Yo pensé que estabas escondido atrás de mí.

—Yo también. —Dio la razón Nendo.

—¡No era eso! —chilló Kaido, dando un puchero infantil y mirando a otro lado. Otra vez, sus gritos lo hacían ser el centro de atención. Kusuo pensó por unos momentos que él no lo conocía, mirando a otro lado, ajeno a todo. Tuvo que ser forzado a voltear, tirando su pequeño circo a la basura, cuando Shun se le acercó bastante para susurrarle su plan—. Saiki, huyamos mientras podamos, tú serás mi único recluta, no necesitamos a Nendo —pidió. 

Saiki notó lo desesperado que estaba, sólo faltando que se tirara al suelo y le rogara de rodillas. No importaba la posición, sabía que ese tonto le estaba rogando con la mirada que no se volviera tan amigo cercano de Riki; de cierta forma se lo esperaba, porque él no tenía amigos, pero Shun no tenía el derecho de decidir por él... además, no quería tener de amigo a Nendo, quería que Kaido y Nendo se hicieran amigos, y él, ¡fuera!

Sin decirle nada, caminó hasta Nendo. Kaido lo entendió todo y se sintió traicionado por unos breves instantes.

El plato de ramen frente a cada uno lucía exquisito, e incluso Saiki había creído que haber venido ahí mismo sirvió de mucho. Él simplemente tomó sus palillos, los partió por la mitad y los ingresó en los suaves fideos. Un remojo, meterlo a su boca y masticar mientras sorbía lo hicieron sentirse en el paraíso. Ahora que los tres estaban en la tienda de ramen ya no había necesidad de cuidar a Kaido, sin contar que Nendo era una buena persona y el futuro recluta, podía ser feliz.

—¡Saiki ha caído! —exclamó el de pupilas carmines, mirando con sorpresa como el mayor se concentraba bastante en su comida; que dejaba de prestarle importancia al asunto. Riki mordió sus fideos y ladeó su vista al pensar que Shun era raro. Todo se volvió intenso, cuando Kaido le dirigió una mirada altanera, diciendo en silencio que ni se le ocurriera pensar que había perdido contra él como su recluta caído—. Sé lo que intentas, n-no me dejaré vencer por ti. —Tembló Kaido, un poco pálido por enfrentarse al «delicuente» él solo. Sacudió su cabeza, cuando Nendo dio una sonrisa que el menor interpretó como aterradora.

—En ese caso no tendré que decir cosas innecesarias.

—¿Qué dices?

—Seamos amigos —completó de forma directa. Shun se extrañó de diversas formas, abriendo sus labios con suavidad y trató de ocultar que sus pupilas se iluminaron. Su cara brilló de tal forma que Kusuo tuvo que cerrar sus ojos para no cegarse—. ¿Qué dices?

Shun estaba a punto de asentir con entusiasmo, pero paró de golpe al recordar que su antiguo comportamiento no había sido el mejor. Eso lo hizo saber que, si aceptaba, le daría una imagen que no concordaba con el Kaido poderoso que le había dado a Saiki (sin saber que Saiki realmente sí sabía del cobarde Kaido que siempre trataba de ocultar). Carraspeó y supo que no quería rechazar a Nendo (aunque le daba miedo) con la excusa de que sería un fuerte aliado en las peleas.

—Yo no tengo ningún problema, pero, Saiki también cuen-... —Callado de golpe, cuando el chico mencionado no dijo nada, pero sí extendió su pulgar arriba, diciendo que él aprobaba que se uniera al grupo.

—Entonces soy su amigo de ahora en adelante, pequeño amigo.

—¡No soy: «pequeño amigo»!

Mientras los dos «aliados» discutían, Saiki sonrió en su interior. Ahora podía alejarse.

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