Capítulo 5 - Hastío y soledad
CAPÍTULO 5
HASTÍO Y SOLEDAD
Ese día fue tranquilo, sin amenazas rebeldes ni nada por el estilo. Al parecer el castigo del día anterior había extendido el mensaje con éxito y nadie levantó la voz. Se sentía particularmente magnánimo así que les dio el día libre a la mitad del personal del edificio, que trabajaba 24/7 usualmente.
Ser gobernante de Midgard era bastante fácil, especialmente si tenía a todos los líderes mundiales bajo control y chantaje. De ahí para abajo jerárquicamente, no tenía que hacer mucho trabajo, excepto encargarse de grupos rebeldes. Pero era un buen gobernante dentro de lo que cabía, y la mayoría de la población mundial no notaba mucho la diferencia antes y después de que él asumiese el mando. Los países funcionaban igual, la economía era igual, todo era igual, excepto que Loki era quien mandaba. Por eso los grupos rebeldes no eran tan frecuentes como pudiera parecer, y eso dejaba a Loki con un montón de tiempo libre que ya no sabía cómo utilizar.
Paseó por las calles por cerca de una hora, pero ya conocía de memoria cada edificio y se terminó aburriendo y volviendo al hotel en que residía; tomó un té en la cafetería del hotel y luego de tan aburrido que estaba decidió ir a hablar con Darcy, o al menos a molestarla y averiguar por qué había aparecido en su futuro. No tenía nada mejor que hacer.
La encontró en la biblioteca, agarrando un libro del que no se preocupó en averiguar el título. Él apareció en silencio y se quedó parado delante de la estantería frente a ella, esperando que Darcy alzase la mirada, lo viese y le diese un infarto.
Finalmente Darcy alzó la mirada y conectó sus ojos con los de él. Dio un grito del susto, soltó el carrito donde llevaba ya varios libros y chocó contra una estantería al dar un paso hacia atrás. Se veía aterrada por un momento, hasta que pareció analizar la situación y comprender.
—¡No hagas eso! —le gritó ella con un tono más calmo—. Casi muero de un infarto. Si ya te cansaste de mí y quieres matarme, por favor busca otro método en el que estés cien por ciento seguro de que moriré al instante.
Loki no pudo evitar reírse ante la manera en que ella dijo eso. Le hizo gracia que aceptase su muerte siempre y cuando fuera rápida. Negó con la cabeza, todavía riendo, y contestó cuando recobró su expresión neutra de nuevo.
—Cuando decida matarte, te darás cuenta, no te preocupes. No apareceré de pronto. Te lo haré saber y disfrutaré de tu angustia. Pero no será hoy, así que puedes leer tranquila. No has desayunado —comentó, levantando ligeramente una ceja. Estaba atento a lo que ella había hecho durante el día, aunque ella no lo hubiese visto—. ¿No tienes hambre? ¿O te quieres hacer la rebelde y hacer huelga de hambre?
—¿Serviría de algo la huelga de hambre? Porque podría intentarlo. ¿Morir de hambre o seguir encerrada junto a tu desagradable persona? Prefiero lo primero, sí —dijo la mujer con un tono irónico y afilado, mientras asentía con la cabeza.
Loki endureció sus facciones. Que lo insultaran muy seguido no significaba que los insultos no le molestasen. Se enderezó lentamente y la fulminó con una mirada dura y sin expresión.
—Haz lo que te dé la gana. Si mueres por falta de alimento, no me preocuparé en gran medida. Pero no creo que seas tan estúpida, cuando ni siquiera te estoy tratando mal. Disfruta tu lectura.
Dio la vuelta sobre sus talones y se encaminó hacia la salida de la biblioteca, ofreciendo a Darcy una perspectiva de su ancha espalda.
* * *
En Asgard tenía más cosas que hacer que ahora en Midgard, irónicamente. En el reino de los dioses, siempre había alguna fiesta en curso, alguna cacería, cabalgata, visita diplomática, clase de magia, entrenamiento. Incluso simplemente caminar por el palacio en sí era más entretenido que lo que Loki podía hacer en toda la Tierra. Poseía más de lo que nunca había poseído, pero no se sentía más feliz ni más entretenido. Tenía todo y en realidad no tenía nada.
Extrañaba discutir con los guerreros y mandonear a los sirvientes; extrañaba caminar por las calles empedradas de Asgard e investigar los callejones y edificios extraños. Extrañaba los viajes por el Bifrost y las batallas sangrientas que llevaban luego a una fiesta monumental en la que Thor terminaba borracho y todos estaban tan eufóricos que ni siquiera se burlaban de Loki. Extrañaba las silenciosas mañanas con el sol entrando por el balcón de sus aposentos, el aroma de los jardines y el sonido las fuentes. Extrañaba la biblioteca de Asgard. Extrañaba todo aquello de lo que creyó haberse cansado y odiado antes. ¿Por qué no podía tener ambas vidas a la vez? ¿Por qué no podía ser rey de un mundo y a la misma vez ser feliz?
Durante lo que quedaba de mañana hasta el mediodía, paseó por las calles de Nueva York, pero no ofrecían mucho atractivo a sus ojos. ¿Qué iba a hacer? ¿Ir de compras? No le gustaba nada de lo que vendían. ¿Ir al cine o al teatro? ¿Y qué? ¿Malgastar dos horas de su vida en algo que ni siquiera lo iba a entretener? Las librerías y bibliotecas no tenían nada de lo que le interesaba. No podía hacer una cabalgata. De una cacería ni hablar. Para eso tendría que ir a otra zona del país, o a otro continente, y además de tomarle mucho tiempo, luego no disfrutaría la cacería en sí. Los humanos eran muy aburridos en ese aspecto.
Volvió a almorzar en su hotel y luego cayó al fin en la misma rutina de siempre; llamar a una mujer para que le hiciese compañía. Era una de las pocas cosas que lograban distraerlo y satisfacerlo de una forma aceptable. Sólo que las humanas se rompían muy fácilmente.
Loki tenía todo lo que siempre había querido; poder, corona, importancia, atención. Y sin embargo se sentía tan vacío que nada de eso importaba.
* * *
Despidió a la mujer a media tarde. Fue a revisar documentos relacionados con el gobierno, amenazó a un par de líderes humanos y cenó en su habitación. No había visto a Darcy Lewis en todo el día, pero podía oírla reír en la alcoba de al lado. Suponía que era a causa de los libros que leía, ¿por qué otra razón reiría estando secuestrada?
Se sentó en la cama luego de quitarse la camisa y ponerse pantalones para dormir, y tomó el espejo mágico que guardaba bajo llave en el armario. Su superficie estaba limpia y brillante, sin ninguna mota de polvo ni huella dactilar que empañase su reflejo. Por un momento se vio a sí mismo y volvió a preocuparse como siempre de su expresión hastiada y molesta, sus ojos verdes con el brillo apagado que auguraba cansancio mental y esa línea arrugada en su frente que no podía quitar por mucho que intentase relajar el ceño. Se veía destruido, estaba destruido, y lo sabía.
Segundos más tarde, mientras aún seguía mirándose, el reflejo se onduló y cambió. Tomó una tonalidad dorada y cálida y una escena cobró vida dentro del cristal, la misma de siempre. Loki estaba sonriendo, totalmente relajado y sentado en el césped verde, mientras una Darcy Lewis muy feliz le hacía compañía sentada a su lado y un niño corría alegremente alrededor de ambos llevando un pequeño avión de papel azul en su mano. Loki miró atentamente el reflejo que le devolvía el espejo, intentando encontrar su sentido y fallando como todas las veces. ¿Era realmente su futuro o se trataba de una posibilidad? ¿Por qué estaría él junto a Darcy Lewis de esa forma y mirando con tanto cariño a quien parecía ser su hijo, a juzgar por el color de sus ojos y la similitud de sus rasgos?
—¿Sólo esto puedes mostrarme? —le espetó al espejo, sacudiéndolo en sus manos—. No sirves de mucho.
Estaba a punto de rendirse y guardarlo de nuevo cuando el reflejo cambió otra vez con una ondulación. Thor lo estaba abrazando por los hombros y alzaba una copa de hidromiel en el aire proclamando algo con un rugido de alegría que no podía escucharse. Loki se veía triste pero tranquilo, y respondía con una ligera sonrisa. Su piel, cabello y ropa eran perfectos, sin daño ni imperfección alguna. Parecía joven de nuevo, y Thor igual.
Así que el espejo no mostraba el futuro nada más. Eso era el pasado, pero Loki no recordaba esa escena. El espejo debía inventar lo que quería. Estaba roto o era un engaño. Su madre había sido una estúpida al pensar que él le creería a ese artefacto.
Dejó el espejo en su mesilla de noche y se recostó en la cama metiéndose bajo las sábanas con una sonrisa de satisfacción. No había ningún futuro con Darcy Lewis. No se metería con una humana. Podía descansar tranquilo.
En la mesilla de noche, mirando hacia el techo, el espejo siguió pasando la escena por unos segundos más. El punto de vista se alejó de ambos hermanos y mostró los alrededores. Loki, ya con los ojos cerrados y sonriendo con la cabeza sobre la almohada, se perdió la parte en que el reflejo reproducía el gran salón de Valhalla, donde podían habitar sólo las almas de los guerreros que habían muerto con honor.
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