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21

Fueron los segundos más aterradores de la vida de Yeonjun.

Beomgyu se había desmayado y casi había caído al piso, por suerte pudo atraparlo un poco antes. Se arrodilló en el piso con el en sus brazos mientras el cuerpo del peligris temblaba.

Empezó a gritarle a Taehyun y a Soobin que hicieran algo mientras Beomgyu había empezado a vomitar.

Una sustancia negra que no hizo más que aterrarlo el doble.

¿Qué había hecho?

¿Por qué había dejado que Beomgyu hiciera esto por él?

Mientras Taehyun le gritaba que no podían llevarlo al hospital, por la misma razón por la que no lo habían llevado a él, Yeonjun se sentía preparado para pararse y lanzarle un puñetazo.

Entonces se detuvo.

Beomgyu había dejado de vomitar, pero su cuerpo seguía teniendo escalofríos.

—Veneno.—Susurro débilmente.

—Shhh, por favor, no hables.—Decía Yeonjun mientras acariciaba su cabello en un intento por contenerlo.

—Ellos quieren matarte, tu herida... el cuchillo estaba envenenado. Intenté... intenté ver más pero... no aguanté, yo...

—Beomgyu, por favor.—Su cabeza descansaba en el muslo de Yeonjun.

Su cuerpo dejó de temblar cuando se quedó dormido.

Yeonjun entonces lo soltó para llevarlo a la cama y limpiar la sustancia negra que había vomitado en el piso.

—Es magia negra.—Dijo Taehyun.—Es un tipo de magia asqueroso y depravada que va en contra de todo lo natural, no lo había visto jamás, ni siquiera de las brujas, pero puedo sentirlo.

—Necesito que el descanse, luego voy a llevarlo a su casa.

—Yeonjun, no podemos...

—Me importa una mierda, Taehyun.

—Iré a conseguir agua para cuando Beomgyu despierte.—Dijo apresuradamente Soobin.

Taehyun no se atrevió a discutir más, simplemente asintió. Ayudo a Yeonjun lo que restaba y luego salió, sin decir nada más.





****





Yeonjun no había pegado un ojo mientras veía a Beomgyu dormir, estaba demasiado asustado.

Cuando el peligris se removió ligeramente cerca de una hora después, alcanzó la botella de agua que Soobin había traído.

Beomgyu abrió los ojos despacio, sintiendo como si un camión le hubiese pasado por encima. Intento hablar pero sintió garganta demasiado.

—Aquí, mira.—Yeonjun le estaba ofreciendo agua, él la tomó.

—¿Qué hora es?—Preguntó después de un trago.

—Cerca de las 23.—Sus ojos se abrieron como platos.

—Dios, tengo que estar en casa.—Dijo sentándose en la cama todavía un poco mareado.—Huening Kai...

—Soobin esta con él.—Dijo Yeonjun.—No te preocupes, te llevare a casa.

Yeonjun tenía las llaves del auto de Taehyun.

Beomgyu asintió.

Pero también le vino a la cabeza lo que había visto antes de desmayarse.

—Yeonjun... tu herida.

—No debes pensar en eso ahora, lo lamento mucho, Beomgyu.—Este frunció el ceño.

—¿Por qué?

—No debería haber dejado que hagas eso, fue estupido e imprudente, pudiste haber muerto o...

—Solo fue un susto, estoy bien.—Yeonjun negó.

—Estaba demasiado asustado. No dejare que vuelvas a hacerlo, nunca más.

Esta oración molestó mucho al peligris.

—No eres mi padre para prohibirme nada.

—Está no es tu pelea, Beomgyu.

—¡La convertiste en mi pelea! También me morí del susto cuando sentí que te estaban atacando.

—Por eso, se está volviendo demasiado peligroso para ti, será mejor yo, todos nosotros, nos mantengamos alejados de ti y que...

—Oh, vete a la mierda.—Le dijo.—Deja de decir tonterías.

—No es una tontería, es..

—Vas a prestarme un cepillo de dientes porque siento que mi aliento apesta y luego vas a llevarme a casa, eso es lo que va a pasar ahora.

—Pero...

—Siempre puedo ir caminando solo.—Amenazó.

—Está bien.—Se rindió Yeonjun.

Por suerte guardaba un cepillo de dientes sin usar en el cajón del baño.







****







—No vas a llevarme realmente directo a casa, ¿verdad?—Dijo Beomgyu al abrochar su cinturón.—Me muero de hambre, tengo que comer algo.

—Vomitaste mucho.—Dijo Yeonjun, con más preocupación que otra cosa.

—Si, y ahora tengo hambre. Quiero una hamburguesa.

Era obvio que no estaba a discusión, pero hizo reír un poco a Yeonjun.

—No estas muy acostumbrado a no tener lo que quieres, ¿verdad?

—A decir verdad, últimamente me restrinjo que muchas cosas que quiero.—Dijo volteando hacia él.

Yeonjun lo miró con curiosidad.

—Me intriga.

—¿Uhm?

—Me intriga que es lo que quiere Choi Beomgyu que no puede tener.

Beomgyu quiso sacudirlo en los hombros tanto como quería besarlo.

—Solo tienes que saber que esa hamburguesa es lo que quiere en un futuro inmediato.

—¿Las palabras mágicas?—Bromeo Yeonjun con una adorable sonrisa de lado que hizo que Beomgyu quisiera chillar, pero se obligó a mantener la compostura.

—¿Consígueme una hamburguesa?

Yeonjun río.

—Lo suficientemente cerca.—Dijo antes de encender el motor.

El camino fue tranquilo. Beomgyu solo miraba a la ventana, Yeonjun no estaba seguro de si estaba molesto con él, parecía un poco injusto molestarse con el solo porque intentaba cuidarlo.

Manejo hasta el local de comida rápida más cercano y se puso en la fila de autos. Sospechaba que Beomgyu tenía tantas ganas como él de tener que bajar, o sea 0.

—Voy a entrar con el auto.—Dijo solo para asegurarse.

Beomgyu no respondió.

Le frustraba un poco que la fila fuera tan larga tan tarde en la noche, pero era un viernes en la noche así que tenía un poco de sentido.

—Cuando me salvaste en esa fiesta.—Dijo Beomgyu de repente.—Pensé que estaba loco por ver tus ojos de color violeta.

Yeonjun volteó a él, mientras el peligris seguía mirando la ventana.

Quería disculparse por eso también, sabía que Beomgyu había tenido días difíciles pensando que estaba loco y sin encontrar explicación a sus visiones, pero ponerlo en peligro jamás había sido una opción para Yeonjun.

Simplemente quería apartarlo de ese mundo del que él tampoco había pedido formar parte.

—Vine a esta ciudad para vivir una vida normal.—Comenzó Yeonjun, apoyándose en el volante. La fila no avanzaba.—Los ojos violetas siempre hicieron que la gente me mirara raro, mis padres no se parecen a mi en nada físicamente. No me crece vello facial, no necesito en realidad comer o dormir y no me quemo con el sol. Fui "diagnosticado" con algo llamado síndrome de Alejandría.

—Creo que he escuchado de eso.—Dijo Beomgyu al voltear.

—Bueno, ahora sabemos que es una mierda y en realidad soy un monstruo.

El peligris tardó un poco en responder:—No eres un monstruo, no hay monstruos tan guapos.

Yeonjun no cambio de expresión seria.

—Hablo en serio.

—¿Qué te hace pensar que yo no?—Dijo.—No eres un monstruo, Yeonjun. No tengo mucha idea de lo que estaba pasando, de que seas tú o yo, pero se no eres un monstruo ni una mala persona y que nada de esto es tu culpa.

—Pero igualmente te arrastre a esta situación de mierda.

—No, yo literalmente fui el que corrió hasta tu dormitorio. No me arrastraste, me metí solo.

Yeonjun suspiró.

—Desearía poder cambiarlo.

—Pero no puedes.—Sentenció mirándolo.

El rostro de Yeonjun se notaba cansado, y Beomgyu sabía que la herida sin curar en su espalda probablemente dolía como la mierda.

Aún así, él lo estaba llevando a casa.

—Yeonjun.—Llamó.

—¿Si?

—¿Puedo ver tus ojos?

Él lo miró confundido.

—Los estás viendo.

—Sabes a lo que me refiero.

—Tienen un hechizo, no puedo quitarlo.

—Pero los vi aquella vez en la fiesta.—Yeonjun hizo una mueca.

—Creo que es porque tu... puedes ver cosas que otros no.

—¿No debería ser capaz de ver a través del hechizo entonces?

—No lo se.—Dijo Yeonjun en voz baja.—Es peligroso que lo intentes.

—Quiero hacerlo.

—Beomgyu...

—Por favor.

Yeonjun se acercó un poco más, quedando a tan solo unos centímetros de su rostro.

—¿Y si te pasa algo?

—No pasara nada.—Beomgyu estaba haciendo todo lo posible por no bajar la mirada a sus labios.

O estaría perdido.

Sin decir nada más, cerró los ojos e intentó concentrarse.

Había cosas que podía ver mejor con los ojos cerrados.

Visualizo a Yeonjun frente a él, sintiendo su respiración muy cerca. Yeonjun con los ojos marrones comunes y quiso hacer como que quitaba una capa de pintura de un cuadro, pero fue un poco más difícil que eso. Frunció el ceño inconscientemente mientras se concentraba, despertando la presión de Yeonjun.

—Beomgyu.

Abrió los ojos.

Y los de Yeonjun eran violetas.

Por la expresión en su rostro, Yeonjun supo que lo había conseguido. Lo miraba fascinado con la boca ligeramente abierta.

—La mayoría de la gente los encuentra aterradores.

—No me parecen aterradores.—Dijo Beomgyu, perdido en su intensa mirada.—Me parecen preciosos.

Yeonjun pensó que había olvidado como respirar.

Y a la vez su corazón se aceleró como nunca.

No sabía en qué momento Beomgyu se había acercado tanto que sus manos estaban apoyadas en su pecho, pero fue muy consiente de ellas cuando miró hacia abajo y sus cuerpos parecían muy cercanos.

Era una mala idea.

—Beomgyu.

El peligris debía estar fuera de si, porque no había podido seguir conteniéndose.

Junto sus labios con los de Yeonjun, casi causándole un infarto al mencionado.

La boca de Beomgyu era dulce y con un ligero sabor a pasta de dientes. Cada fibra de cuerpo le pedía desesperadamente que no se apartara, que siguiera el beso, pero no tenía idea de como hacerlo.

Jamás había besado a nadie, no de esa forma. No más que un torpe choque de labios sin sentido.

Por suerte para él, Beomgyu sabía exactamente lo que hacía y lo que quería de él. Llevó sus manos al rostro de Yeonjun, guiándolo en el beso suavemente, logrando que Yeonjun perdiera todo rastro de cordura y se sumergiera de lleno.

No sabía de que podía ser así.

Cuando tomó a Beomgyu del cuello para juntarse aún más, pensó que podía morir de la felicidad en ese momento.

Hasta que un estupido claxon interrumpió su felicidad. Se separaron, ambos alterados por el ruido molesto.

La fila había avanzado y ellos se habían quedado allí. Las personas de atrás les estaban bocinando para que se movieran.

—Oh, Dios, yo no... no debí.—Dijo Beomgyu tocando sus labios.

—Tranquilo, está bien.

—No, no lo estaba, Juyeon, él es mi...

Yeonjun necesito actuar como si esas palabras no lo hubiesen cortado más que la herida en su espalda.

—No diré nada.

Beomgyu negó con la cabeza.

—Tengo que irme.

—¿Qué? No puedes..

—Solo, sigue la fila y sal, volveré en un Uber.—Abrió la puerta del vehículo mientras las bocinas seguían sonando.

—¡Beomgyu!—Dijo, pero el peligris ya se había bajado.

Y se había ido corriendo.

Yeonjun empezaba a pensar que esa era una costumbre suya.

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