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—¿Tienes todas tus cosas, corazón?

La madre de Yeonjun entró a su habitación a asegurarse de que su hijo estuviera empacando todo lo que necesitaría para su estadía de los próximos 6 meses en la universidad.

—Si, mamá, ya te lo dije, no necesito mucho.—Dijo el muchacho terminado de cerrar una de sus maletas.

Su madre suspiró desde el marco de la puerta. No entendía porque su hijo había decidido ir tan lejos a la universidad, bueno, la verdad que si lo entendía pero no quería aceptarlo. En el fondo sabía que no tenía una vida normal en el lugar en el que estaba, era una pueblo pequeño lleno de mentes pequeñas, su hijo era alguien demasiado especial como para quedarse allí.

Su hijo había nacido con unos ojos azules precioso, cuando era bebé ella y su papá quedaron fascinados, no tenían idea de donde podría haber salido, porque si que era indudablemente su hijo, ella misma lo había parido.

Pero Yeonjun no se parecía casi en nada a ninguno de los dos, ni a nadie de su familia. Mientras que en su familia tendían a la piel morena y la baja altura, su hijo tenía la piel blanca como la nieve y media por encima de las 1,80. Tenía un físico atlético tampoco muy común en su familia, pero por sobre todo, esos ojos azules que a sus 10 años se habían empezado a transformar en violeta.

Era algo sumamente extraño, muchos doctores había tratado de encontrar la causa sin éxito. Creían que en él, la alteración era sólo física y se debía a un gen parecido al del albinismo, esa era la conclusión a la que habían llegado. Sin embargo, su madre sabía muy bien que había algo más detrás de eso, sabía que su fuerza física, visión y demás también eran mucho mejores de lo que deberían, que no le crecía ni un solo vello fuera de lugar, que podía pasar días sin comer o dormir sin sentir nada, pero ese era un secreto que su familia guardaba por miedo a que su hijo se encontrará en peligro por ello.

Después de una rápida investigación en internet cuando su hijo cumplió los 12 años, creía haber encontrado un nombre para su condición, "Síndrome de Alejandría", había leído:

También conocido como Génesis de Alejandría, se dice que es una mutación genética, que hace que los niños nazcan con los ojos azules o grises y que posteriormente cambien a un color violeta intenso. Pero a esta mutación se le atribuyen muchos otros cambios: una piel muy pálida que no se daña con el sol, ausencia de vello facial y corporal, un metabolismo acelerado que evita que engorden, una alta resistencia a caer enfermo, una excelente visión y una larga esperanza de vida que supera los 100 años. También se dice que las mujeres que lo tienen carecen de menstruación, pero que a la vez son perfectamente fértiles. Una serie de condiciones muy beneficiosas, casi seres humanos perfectos.

Sin embargo, los doctores decían que era un simple mito que alguien se había inventado en internet, por supuesto que ellos no tenían idea de otro síntoma en el chico más allá del cambio de ojos y el color de piel. Para ellos era solo un desperfecto genético.

A los 13 Yeonjun se había dado cuenta de que sus ojos violeta serían un problema, nadie le hablaba, nadie se le acercaba, todos pensaban que era un raro o que tenía algún tipo de enfermedad. Ese mismo año se compró su primer par de lentes de contacto, pero no era como si la gente fuese a olvidar de un día para el otro quien era él.

No lo hicieron, y el estigma aunque había bajado, seguía allí. Mientras más crecía, también crecía su atractivo. Tenía un aura misteriosa al rededor de él que atraía a las chicas y chicos por igual, y que también provocaba la envidia en otros.

Muy pocos fueron los que fueron lo suficientemente valientes para intentar un movimiento con él, pero los rechazaba a todos. La realidad era que no tenía idea de que tanto era compatible el sexo con su condición, sabía que era capaz de exitarse y ponerse duro, por supuesto y lo había hecho por ambos sexos, pero tenía una preferencia por los hombres, mas no sabía si su cuerpo era completamente ¿normal?, ¿qué si lastimaba a alguien al tener relaciones? ¿y si su semen era tóxico para los demás?.

Parecían preguntas realmente estupidas para una persona normal, pero a él lo asustaban. No quería hacer daño a nadie, a pesar de que hubiese quienes pensaban lo contrario, él no era ningún monstruo. Por lo que se había conformado con estar solo a por largos 18 años, y planeaba seguir haciéndolo.

Pero claro, eso no quiere decir que no estaba emocionado de empezar de 0 en un lugar donde nadie tenía idea de quién era. Demonios, él estaba extasiado.

Un lugar donde nadie sabría que su color natural de ojos era violeta, ni sabrían que su familia no comparte su tipo de piel, no lo mirarían dos veces en los pasillos y las madres de sus compañeros no les aconsejarían que se aparten de él. Era un sueño hecho realidad, aunque le dolía dejar a su madre, su única y mejor amiga hasta el momento.

—¿Estas listo, campeón?.—Pronunció su padre, entrando a la habitación. Su padre quien, a pesar de sus intentos, sabía que no había podido proteger a su hijo del prejuicio de los demás, estaba dispuesto a aceptar a su único hijo yéndose lejos, si eso significaba que por fin encontraría la felicidad.

—Si, estoy listo.—Con nostalgia, él muchacho dió una última mirada a su habitación, la que fue su refugio por tanto tiempo.

Por un lado estaba muy triste de dejar a su familia, por el otro estaba tan feliz de por fin tener su libertad.

El nuevo comienzo y la esperanza que venía con este lo tenía muerto de nervios.


*****


Durante el camino hasta la estación de tren, la madre de Yeonjun luchaba por no ponerse a llorar. El centro de su vida había sido proteger a su hijo, ahora él se estaba yendo de su casa por voluntad propia, pero ella estaba de acuerdo con su decisión, sólo quería que su pequeño -de más de 1,80- fuera feliz, así que solo sonrió.

Sonrió mientras bajaban del auto.

Sonrió mientras lo veía bajar sus maletas.

Sonrió en su ultimo abrazo.

Sonrió cuando esté los saludaba desde adentro del tren.

Y lloró tan pronto se alejó de su vista.

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