Epílogo
El sonido de un teléfono empezó a escucharse en la habitación. La canción de ‹‹Balada para Adelina›› era el indicativo de que Rodrigo estaba recibiendo una llamada.
Luego de sonar con insistencia por cuarta vez, el joven se despertó. Se desperezó, estiró sus brazos y se rascó los ojos. Estiró su mano derecha hacia su mesita de noche para hacerse de su celular para contestar a quien lo requería con insistencia.
—¿Aló? —dijo para luego bostezar.
—¿Quién es el mejor de los maestros de la faz de la Tierra? ¿Quién es mi maestro favorito? —dijo alguien con mucho entusiasmo al otro lado de la línea.
Enarcó la ceja, entre divertido y resignado.
—¿Quién es aquel abnegado maestro, que días y noches se la pasa sin dormir por enseñar y dar cátedra a todo aquel que requiera de su talento inigualable en las letras? ¡Feliz Día del Maestro, hermanito de mi alma y corazón! —agregó Milena casi gritando.
—Gracias. —Sonrió para luego bostezar de nuevo.
—Tienes mucho sueño, ¿eh?
—Bueno, sí. —Volvió a bostezar—. Me acabo de despertar. ¿Qué hora es?
Se levantó de la cama para buscar en su reloj de la mesita de noche.
—¿Recién te levantas? ¡Ya veo! Supongo que ayer celebraste hasta las últimas horas tu día, ¿eh? —dijo su hermana, en un tono de voz como de querer acusarlo de algo.
Rodrigo tragó saliva.
—¡¿Cómo lo supiste?! —habló ansioso al tiempo que volteaba para observar a Aira.
Ella estaba profundamente dormida. Se hallaba despeinada y vestida con el pijama azul que le había prestado. Al verla así, tan tranquila, Rodrigo sonrió complacido. Por un breve instante sintió un impulso de acercarse a su lado y darle un beso en la boca de ‹‹Buenos días››. Pero, antes de que pudiera procesar toda la serie de sentimientos que lo embargaban —nostalgia, ternura y amor— por aquella muchachita que descansaba plácidamente e ignorante de lo que acontecía a su alrededor, la voz detrás del auricular lo sacó de sus breves pensamientos.
—Eeeeeese mi hermanito. Festejando hasta el amanecer como se merece una fecha tan especial como esta. Y dime, ¿cómo la pasaste? ¿Tomaste mucho? ¿Comiste mucho? ¿A dónde te fuiste? ¿Una discoteca? Aunque no creo, tú no eres de ir a sitios bulliciosos como esos. ¿Fue en la casa de un maestro? Aunque igual, ahí habría gente y bulla, tú no eres de esos. ¿Quizá una salida a un lugar más pequeño tipo un karaoke?
Milena seguía soltándole su verborrea habitual. Rodrigo no le prestó atención. Se concentró en sentarse al lado de Aira, quien seguía durmiendo, para contemplarla con ternura, tal y como a él le gustaba hacerlo.
—¿O quizá saliste con alguna chica?
El semblante del maestro cambió de inmediato.
—¿Quién te contó? —habló exasperado al tiempo que se levantaba de la cama y salía de la habitación como alma que le llevaba el diablo.
—¡Ahhhhhhhh! Eso quiere decir que le atiné, que le atiné, ¡que le atiné!, ¿cierto? ¡Ya era hora, por Dios! Mi hermanito por fin sale con alguien como Dios manda, luego me dará sobrinitos ojiverdes y bonitos...
Rodrigo se sentó en el sofá mientras le pareció escuchar que su hermana compraría un parque de diversiones para los veinte sobrinitos de ojos verdes que él le daría.
—¿Terminaste? —dijo cuando, finalmente, le pareció que ella había dejado de hablar, mas se equivocó.
—¿Y quién es la afortunada? Dime, ¿quién? ¿Una compañera de trabajo quizá? ¿O quizá una de las vecinas de tu departamento? Hay una que siempre, cuando voy a visitarte y me abres la puerta, la he visto pasar varias veces por tu pasadizo y te devora con la mirada. Quizá ella, quizá ella.
Él suspiró profundamente.
—Es que Dios, con lo guapo que te has puesto, hermanito, ahora que te has cortado el pelo y practicas deportes, te deben llover sostenes y calzones por todos lados. Seguro, ¡segurísimo! Pero lo más importante, sea quien sea la afortunada, los dos habrán estado anoche solos, cenando a la luz de las velas, luego yéndose por ahí a caminar tomados de la mano, de manera muy romántica, besándose, abrazándose y amándose hasta el amanecer.
—Milena, ¿ya terminaste? —dijo frunciendo la frente.
—¿O no?, ¿o no, bandido? Dime que no pasaste la noche con tu amada. ¡Niégalo acaso!
Resopló fastidiado.
—Es que no sabes: ¡estoy llorando de felicidad! ¡Estoy tan alegre por ti, hermanito! ¡Ya era hora! Sabía que reharías tu vida tarde y temprano, después de lo que te pasó con esa chica que te hizo tanto daño y que provocó que te desmayaras ese día.
El maestro frunció el ceño al recordar aquella tarde.
Cuando su hermana había ido a la clínica a verlo, le confesó a grandes rasgos por qué se encontraba en dicha situación. Entonces, como era de esperarse, Milena se había enojado muchísimo, a tal punto que le pidió el número telefónico y dirección de Aira para reclamarle por lo sucedido y enrostrarle el estado de salud de Rodrigo. Él, de buen corazón como era y sintiéndose culpable por lo ocurrido con Noelia, a pesar de estar distanciado de la adolescente, se había negado rotundamente a su petición. Conocedor del carácter explosivo tanto de su hermana como de Aira, intuyó que nada bien podía salir de dicho encuentro. Aparte, por mucho que hubiera querido proporcionárselos, no hubiera podido. No conocía la dirección de la muchacha y esta había desactivado su número, haciéndola inubicable para todos. El resto era historia conocida.
Peor todavía, pasó saliva cuando la voz de reproche de Milena diciéndole ‹‹¡Ya era hora de que olvidaras a esa chibola depresiva!›› se escuchaba tras el auricular y, en ese preciso instante, la aludida se asomaba en la sala. Su cara soñolienta al sonreírle y, de inmediato, dirigirse donde él y tomarle su mano con cariño, lo trajo de nuevo a la calma que buscaba.
—Milena...
Aira abrió los ojos sorprendida.
—Gracias por las felicitaciones —prosiguió—, pero te tengo que dejar. Tengo cosas que hacer. —Acarició con ternura la mejilla de la joven. Ella le sonrió complacida—. Hablamos luego, ¿te parece bien?
—¿Ehhhhhh? Pero quería ir a verte para almorzar juntos.
A Rodrigo se le ensancharon los ojos.
—¡Imposible! Voy a estar ocupado luego.
Aira arrugó la frente. Iba a acotar algo, pero no pudo. Rodrigo se había separado de ella, se había alejado del sofá y estaba dando vueltas nervioso por toda la sala.
Su hermana insistía en que quería verlo. Pero, como pudo y con muchos apuros, dado que el mentir no era algo innato en él y Milena le llenaba de más preguntas sobre qué iba a hacer, se limitó a decirle que no podía porque tenía otros planes. Luego de mucho batallar, en un interrogatorio que parecía no acabar, el maestro pudo, por fin, respirar tranquilo y darle clic al botón que daba la llamada por terminada. Mas, cuando creía que ahora podía respirar con calma, lo siguiente que diría Aira lo preocuparía:
—Rodri, lo siento. —Volteó a observar su celular. Este marcaba las 11:55 am—. Pero debo irme ya.
—¿Ya? ¿Tan pronto? —dijo evidentemente desilusionado—. ¡Pero si te acabas de despertar!
Ella lo miró con tristeza.
—Me gustaría quedarme, pero debo ir a... —Su estómago le ardió de culpa. Con la cabeza agachada y estrujando sus dedos con nerviosismo agregó—: Tengo otras cosas que hacer.
—Pero es feriado y...
—Lo sé, pero mi abuelita querrá verme. Aparte... —estrujó sus dedos con nerviosismo—, debo ir a visitar a mi hermano Lucas. Por practicar la danza no he ido estas semanas al orfanato y quiero aprovechar que hoy es feriado para saber cómo está. Sus exámenes de fin de trimestre se acercan, es un flojo, se ha puesto tan rebelde que nunca le hace caso a las maestras y... —Pasó saliva. Con resolución, levantó su rostro y lo encaró—: ¡Estoy preocupada por él!
Rodrigo arrugó la frente al tiempo que agachó la cabeza. Pese que le hubiera gustado insistir, sabía que tenía razón.
Asintió convencido a su petición, aunque en el fondo, sin saber por qué, empezó a experimentar un sabor amargo y un profundo vacío dentro de sí al saber que Aira se iría pronto de su lado. Miles de amargas remembranzas se le acumularon y lo golpearon, llevándolo al pasado y aquella oscura y terrible angustia que creía que había dejado atrás.
—¿Comemos algo antes de que te vayas? Un desayuno que te sepa a almuerzo, digo, por la hora. —Sonrió con tristeza, como pudo para tratar de menguar en algo el pesar que lo invadía.
Ella le devolvió la sonrisa ante su ocurrencia.
—¡Claro que sí!
—Bien.
—Déjame prepararte algo en la cocina, ¿vale? Solo tengo que cambiarme, que estoy en unas fachas. Quizá luego deba salir para comprar verduras y otras cosas. Recuerdo que te gustaba cómo me quedaba la sopa de tomate y... —dijo para luego darle la espalda, mas al hacerlo, sintió que él la abrazaba.
Él la acunó en sus brazos, con firmeza.
—Rodri, ¿qué pasa? —preguntó, confundida, esperando su respuesta, pero no la obtuvo.
El maestro solo seguía abrazándola con una fuerza tal, como si su vida dependiera de ello.
—Aira...
—Rodri, ¡me asustas! ¿Qué pasa?
—Déjame abrazarte un rato más así, por favor.
—¿Eh?
—Prométeme que luego de hoy, estarás bien, sana, estés en donde estés. Pero lo que más me angustia, Aira, por lo que más quieras, prométeme que te irás de aquí, pero que... —se separó de ella para contemplarla. Acunó sus manos en su rostro para luego agregar—: volveremos a estar juntos como antes, como ayer, como anoche, como hoy... muchas veces más.
—Rodri... —Arrugó la frente.
—¡Perdóname si soy egoísta! —Su voz temblaba—. Sé que debes ir con tu familia, que tu abuela querrá saber de ti, que debes velar por tu hermano. ¡Lo sé, claro que lo sé! Pero no puedo evitar que...
Pasó saliva. Sus ojos estaban tan brillosos que a ella le pareció que quería llorar. Al verse reflejada en ellos, con la necesidad, desesperación y adoración con la que le contemplaba, se preguntó por cuánto tiempo podría detener las lágrimas, que la culpa por no sincerarse con él la carcomían.
—No puedo evitar desear tenerte un rato más aquí, conmigo, y querer asegurarme que podré volver a verte alegre y sana pasar por ese umbral, abrazarte, tocarte, tenerte otra vez a mi lado. —Hizo una pausa para seguir contemplándola con desesperación para luego abrazarla de nuevo con firmeza—. ¡No quiero volver a pasar por la angustia de hace dos años y sentir que, nunca más sabré de ti y que no podré tenerte a mi lado!
—Rodri...
—¡Prométeme que nunca más tendré que estar desesperado por ti, Aira! ¡Promételo, por favor!
La joven empezó a llorar. Se dio cuenta de que, la intranquilidad, desesperación y efusividad que Rodrigo le mostraba, tan poco habituales en él, eran producto de las consecuencias de sus errores pasados. Esto se veía exteriorizado cuando, para su sorpresa, él empezó a derramar lágrimas sobre su hombro, las cuales se conjugaron y armonizaron con las de ella a la par.
Se prometió que pondría todo de su parte para darle la seguridad que él necesitaba. Quería construir a partir de ese día las armonías necesarias en la vida que les tocaría bregar juntos, a pesar de sus errores y obstáculos que tendrían. Pondría todo de su parte para resarcirse y construir un nuevo y mejor futuro para él, para ella y para todo aquel que se viera involucrado en esa nueva conjugación de lágrimas, de promesas y de proyectos a concretar...
*******
El trayecto al orfanato se le hizo interminable.
Antes de partir, había llamado para avisarle a doña Gladys que iría donde Lucas para luego ir a su casa en la tarde. Al verlo tan ansioso por su partida, había decidido quedarse con Rodrigo hasta lo máximo que podía. Habían transcurrido un par de sublimes horas más a su lado, amándose, divirtiéndose, relajándose, en definitiva, sincronizándose de manera armoniosa para entregarse y disfrutar de la compañía del otro, como hacía tanto que no tenían.
Camino al paradero, él le había repetido hasta el cansancio las indicaciones de las líneas de buses que pasaban para que se familiarizaba con su nuevo barrio por si quería volver a visitarlo.
‹‹Solo debes llamarme antes que vendrás. No me gustaría que te quedaras esperándome afuera. Sería una descortesía››, resonaba todavía en sus oídos lo que le dijera antes de tomar el bus.
En ese instante, abrió su teléfono y buscó el grabador de voz. De pronto, le invadió la sensación de añoranza. Deseó tener a Rodrigo de nuevo a su lado. Mas, aunque un inmenso vacío crecía en su interior, pugnándole por soltar lágrimas otra vez, y con ello entendió cómo se había sentido el joven al abrazarla con tal necesidad, resolvió contenerse. No era el momento para desahogarse. Había otras prioridades. Sin embargo, para hacer más llevadera su melancolía, resolvió distraerse en otras cosas.
Miró hacia ambos lados del bus para asegurarse de que nadie la escuchara. Se había ubicado al fondo del micro para tener el asiento de atrás para ella sola.
Cuando vio que nadie reparaba en ella, sacó los audífonos del celular. Se acomodó la capucha de la casaca que tenía prestada al tiempo que el aroma del perfume de Rodrigo se colaba por sus pupilas olfativas, invadiéndola de una tranquilidad pasajera.
Digitó en su celular un par de teclas. El sonido que en aquel se escuchaba, eran las más sublimes y mejores melodías que alguna vez él le brindara.
‹‹Tú eres mi enamorada. Te quiero y te querré por siempre, mi chiquita linda››, se escuchaba en el teléfono por quinta vez.
Le había pedido a Rodrigo que le grabase cualquier cosa que se le ocurriese. Había cuarenta grabaciones de ese día en la aplicación de su teléfono.
Quería atesorar cualquier cosa que le supiese a él, su voz, su ropa, su olor, todo... pero todo le sabía a tan poco.
Su sola despedida en el paradero del bus le supo a una tortura misma, tanto que, a pesar de pedirle prestada su ropa, que le regalara una foto tamaño pasaporte, tomarse decenas de fotos juntos y él solo —que guardaba en su teléfono— sumado a sus grabaciones de voz, todo esto no habían impedido, entonces ni ahora, que decenas de lágrimas cayeran por sus mejillas en su sala, en el paradero y ahora en el bus, a pesar de que, en ese instante, le escribía ‹‹Te extraño. Quiero verte de nuevo›› para desahogar en algo el inmenso vacío que seguía creciendo dentro de sí.
Hubiera seguido ensimismada, de no ser porque, luego de repasar las fotos que se había tomado ese día otra capturó su atención, desapareciendo momentáneamente su melancolía y tristeza. Su distracción llegó a tiempo porque a lo lejos, el letrero del lugar de su destino se asomaba como firme recordatorio de sus prioridades de ese día.
Cuando bajó del bus, siguió secándose sus mejillas y acomodándose la ropa que traía puesta y su larga trenza. No quería verse ojerosa ni descuidada. Siempre había querido evidenciar su mejor rostro ante quien la esperaba porque sabía que, si se doblegaba, no podía mostrar la entereza ni autoridad que necesitaba.
A llegar, una señora de cabellos cortos y rojos acomodados en un moño, que respondía al nombre de Martha Ruidias, asistenta social de la institución, le dio la bienvenida y la puso al corriente de lo que necesitaba.
—Martha, ¡qué sorpresa! ¿Pediste tu traslado de nuevo? —La abrazó y le dio un beso en la mejilla.
—Decidí regresar. No me acostumbré a estar en provincia por mucho tiempo.
La asistenta social se refería a que, hasta hacía meses atrás había trabajado en ese orfanato. Pero, al necesitar personal en el interior del país y con un mejor sueldo, en enero pasado había pedido su traslado. No obstante, la habían mandado a una zona de difícil acceso, tan fría y alejada de todo, que había descuidado a su familia en la capital, por lo que había pedido regresar a su antiguo trabajo.
—Creímos que ya no vendrías, Aira. Lucas ha estado preguntando por ti —dijo la mujer mientras le abría una puerta y la acompañaba a un gran patio.
—Me imagino.
—Y hay algo urgente que debes saber. Ya te íbamos a llamar si es que no venías esta semana —dijo ella muy aprensiva.
—¿Por qué? —Se detuvo la joven al tiempo que tragó saliva.
—Los tíos paternos de tu hermano han pedido su custodia. Tienen una buena casa, un negocio familiar...
—¡Pero si ellos nunca han ido a visitarlo, ni siquiera en la Navidad o en su cumpleaños! Solo los he visto una vez y para su bautizo —dijo Aira indignada y alzando la voz.
Y era cierto. La familia paterna de su padrastro solo se había hecho presente en contadas ocasiones, según hacía memoria, tanto que ni recordaba los nombres de la hermana de aquel y del tío político de Lucas.
—Si quieren darle la custodia de Lucas a alguien ¿por qué no me la dan a mí o a mi abuelita? La venimos pidiendo hace tiempo y ¿luego vienen estos extraños y se la quieren dar?
—Aira... —Quiso tranquilizarla, pero fue en vano.
—¡Es el colmo! —alzó la voz.
La señora asintió con resignación. Sabía que tenía razón.
Desde que los separaran de su madre por violencia física sobre ella, sumado a la investigación judicial que tanto Giovana como su pareja tenían en provincia debido a los problemas legales que se habían metido durante su gira con su exempresario, incluso con internamiento en la cárcel durante algunos meses, el proceso de investigación tutelar de ambos, Lucas y Aira, para determinar quién se haría cargo de ellos legalmente había durado lo suyo. Y muy a pesar de que su madre y su padrastro habían querido recuperar la custodia de los hermanos, el juez les había negado su petición en dos ocasiones, dado sus antecedentes.
Ante ello, y mientras duraba el trámite, Aira había logrado su independencia legal, pero este no era el caso del pequeño Lucas. Posteriormente, tanto ella como doña Gladys habían querido hacerse cargo de su hermano, pero debido a la avanzada edad y economía precaria de la señora, así como la juventud y pocas opciones laborales de la adolescente al no tener siquiera secundaria completa, no tenían las aptitudes necesarias para hacerse cargo de su hermano según el juez de menores.
Ante dicha situación, las asistentas sociales del orfanato le habían aconsejado e insistido en que no se desesperase, fuera paciente, se enfocase en terminar sus estudios y luego consiguiese cualquier trabajo para presentar su demanda ante el juez. Total, un juicio de dicha naturaleza tomaba su tiempo, los padres de Lucas tenían las de perder si volvían a pedir la custodia del niño y ningún otro pariente pareciera haberse interesado por él... hasta ahora.
—El juez siempre prioriza que un niño viva en un ambiente familiar. Aparte, tenemos muchos niños en la institución. ¡Estamos sobrepoblados! Lucas ya tiene dos años aquí y su sitio puede ser ocupado por otros niños que necesitan un cupo en la institución. Estas personas parecen muy amables, han venido a verlo en otras ocasiones y...
—¡Espera un segundo, Martha! —Se detuvo al pie de una puerta pintada de colores verde limón que tenía un gran cartel, sostenido por dibujos de payasos que decía ‹‹Bienvenidos››—. ¿Me estás diciendo que han venido a verlo antes y nadie me dijo nunca nada?
La señora pasó saliva.
—No sé cómo habrá sido antes, pero me sorprende que Judith —se refería a la asistenta que la había reemplazado— no te haya puesto al tanto de todo.
—¡Pues no me ha dicho nada! —habló exaltada y azuzando los brazos de frustración.
Martha alzó el rostro, pensativa. El ruido de los niños pequeños, gritando y riendo en la guardería, sumado a los reclamos justificados de la adolescente, no le permitían pensar con claridad para darle la respuesta que necesitaba.
—Quizá porque creyeron que ya no estabas muy interesada en tu hermano, no sé. Tus visitas han sido más esporádicas que antes en estos dos meses, incluso en estas dos semanas...
—¡Ha sido solo por dos semanas y ya le había explicado a Judith el porqué! —continuó reclamándole la joven de manera airada.
—Aira...
—¡Antes de eso, no ha pasado ni una semana que haya dejado de venir!
La mujer se acomodó los lentes y asintió. Sabía que tenía razón. Imposibilitada de contrariar a la joven, le desvió la vista. Su rostro se topó con un mobiliario infantil que daba para un pequeño jardín, que estaba enmarcado por cercas de diferentes colores.
—Aparte, sabes que nunca dejaría de venir. ¡Lo sabes muy bien!
La joven iba a continuar. Pero, en ese instante, una aguda voz infantil, proveniente de un niño que se dirigía corriendo hacia ella, de rulos castaños y ojos verdes, muy parecido al de la foto enmarcada que había visto el día anterior, la interrumpió:
—¡Mamá!
Anotaciones finales:
Y aquí acaba la primera parte. ¿Dudas y preguntas? Si desean me las formulan aquí en un comentario y responderé las que pueda en otro apartado, siempre que no sepan a spoiler, junto con curiosidades varias de esta primera parte.
La segunda parte de SyA debe empezar en los próximos días. Quiero esquematizar bien mis ideas y demás. Estaré avisando de su publicación en mis redes sociales y en el grupo de facebook de la historia.
Gracias por leer hasta aquí ;)
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