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Capítulo 22: Trivialidades y Regalos [Tercera Parte] ☙

Nota de la autora:

Este capítulo 22 me está saliendo larguísimo xd. Siempre pienso contar tal o cual escena, y en mi mente me digo "Ok, serán solo 10 páginas en word", y resultan siendo el doble o más. So... He visto conveniente partir este capítulo en donde acaba. Ahora, vayamos con lo importante, antes de iniciar la lectura:

-Lean con atención todo, cada escena que se cuenta no está puesta por gusto. 

De ahí que, siempre que me digo que contaré un par de escenas por capítulo, pero luego, cuando se van desarrollando de manera descriptiva en mi cabeza y las voy escribiendo, según la lógica narrativa que tengo como escritora para ir soltando las migajas para que el lector pueda ir armando sus piezas de rompecabezas, al final, todo me sale más largo de lo que tenía pensando en un inicio. Y bueno, ¿qué se le va a hacer? Si omitiría tal o cual detalle, quedaría insatisfecha, como que me daría la sensación de que faltó contar algo para que luego, quien me lea, se quede con más preguntas sin respuestas, y como que no, me gusta dejarles al misterio, claro que sí, pero tampoco con la vaga sensación de que se quedaron con preguntas sin responder. 

-Luego de terminar con la lectura de este capítulo, NO SUELTEN SPOILERS EN LAS REDES SOCIALES, POR FAVOR. Discútanlo por aquí, en sus comentarios si desean. Pero en el grupo de facebook de la saga, no por favor. Les malograríamos la experiencia de lectura a los que todavía no han llegado a esta parte.

-Siguiendo con la lógica de lo anterior, como antes, aunque consideré terminar esta primera parte de SyA con la tercera parte del capítulo 22, preferí hacerlo en una cuarta. xD Es lo que sucede cuando me pasa lo de arriba. No termino de contar todo lo que quisiera en un capítulo, pienso que entrará todo en uno solo, en 6 o 7 páginas, al final resulta el doble o el triple XD, por lo que... prefiero terminar este capítulo en el momento adecuado, cliffhanger le llaman, para generarles interés en lo que sigue.

¿Cuándo estará publicada la cuarta parte del capítulo 22? Lo más probable que prontito. De la actualización del capítulo anterior a este solo ha pasado dos días. Así que, pues eso xD. Sé que si tienen muchas ansias por leer, estarán algo impacientes, so... no los mataré tanto con la espera.

Sin más, gracias por leer hasta aquí y los dejo con lo que sigue ;) 

*******


Con nerviosismo y timidez, Aira empezó a querer bajar el pantalón de Rodrigo, pero de manera infructuosa.

—Esto no se baja —se quejó.

—¿Me desvisto solo? —preguntó divertido, al ver el puchero que tenía en su rostro. Le parecía una niña pequeña caprichosa cuando lo hacía.

Soltó un bufido de molestia.

—¿Por qué tú sí me desvistes en un santiamén, con mucha facilidad y yo no puedo hacerlo contigo? —agregó con la frente arrugada.

Rodrigo rió.

—Porque yo ya tengo experiencia en esto, tontita. —Le acarició la mejilla con el dedo índice y medio, en un gesto que no le recordaba desde hacía tiempo—. Además, retirar la ropa que usan ustedes, las mujeres, es fácil. Es delicada y más pequeña. En cambio, este jean que uso es grueso y ancho, porque es de invierno.

El puchero en ella se acentuó más. De pronto, una idea se le vino a la mente y se le iluminó el rostro.

—Apuesto que no puedes hacer tan rápido una cosa...

—¿Qué cosa?

—Desabotonarme este sostén —agregó triunfante al recordar que, el que llevaba puesto, tenía tres botones para unirse—. Siempre me lo retiras con tus manos, pero porque tienes ventaja al colocarte en una posición en donde estás sobre mí y yo estoy aprisionada.

—¿Aprisionada? —Alzó la ceja, curioso.

Ella asintió, creyendo que tenía la razón.

De inmediato, sin darse cuenta y con gran facilidad, debido a su diferencia de altura, él alargó su mano para llegar a su espalda. En menos de lo que cantaba un gallo, había desabrochado su sostén, volviendo a exponer los pechos de ella, como antes, pero a diferencia de ahora, estaban más libres al no tener algo que los sostuviera.

Rodrigo ladeó la cabeza, contemplando con sumo detalle el surco de extrañas pecas que se delineaban sobre uno de los pechos de ella. Tuvo el deseo irremediable de trazar una línea con sus dedos aquellos, tal cual un pintor sobre su musa. Sin embargo...

—¿Quién...? —preguntó boquiabierta—. ¿Quién te enseñó a hacer eso? —dijo ella, refiriéndose a la manera tan rápida de desabrocharle el sostén.

Él pasó saliva.

—¿Debo contestar a esa pregunta?

Rodó los ojos, fastidiada, sabiendo a quién se refería.

—Aunque tu pregunta está mal formulada. Nadie me enseñó. Lo aprendí, solo, al tener práctica con...

—Ok, cambiemos de tema —lo interrumpió.

Rodrigo obedeció. Mas, al verse así, ella con el pecho descubierto y con solo su pantalón de buzo que la cubría, tenía unas ansias irremediables de acariciarla, explorarla, besarla, todo lo que se le antojara. Pero, al recordar que había decidido enseñarle a su compañera cómo aprender a tocarlo para tomar un poco más la iniciativa, como se lo había pedido, decidió contenerse un poco... aunque al ver cómo caía el largo pelo despeinado de ella sobre uno de sus pezones, no hizo más que incrementar su deseo por poseerla.

—¿Te parece mejor si me bajo el pantalón?

—Quiero hacerlo yo —reclamó, de nuevo, con un puchero.

—Ok.

Ella insistió en su cometido, pero, al no poder hacerlo, concluyó el porqué de ello.

—Sucede que, al hacer ejercicios, ahora tienes el trasero más firme, tramposín. Partes con ventaja pues.

—¿Ah?

Colocó, con algo de dificultad, su mano por debajo de su pantalón y le agarró una de las nalgas.

—Creo que ahora he descubierto cómo poder quitarte el pantalón —añadió triunfante.

—¡Aira! —dijo bastante asombrado.

—¿Qué?

—Nada. Solo que... —Percibió cómo lo pellizcaba—. ¡Oye, eso duele!

—¿Entonces no quieres que te toque el trasero? Tú me acaricias los cachetes con tus manos todo lo que se te antoja y...

—No te pellizco las nalgas como tú me lo estás haciendo ahora. —Sintió que lo volvía a pellizcar—. ¡Aira!

Ella sonrió.

—Lo siento. —Volvió a sonreír—. Pero ahora que te estoy tocando aquí —colocó su mano debajo de su bóxer—, me dan unas ganas irremediables de pellizcarlas... Es como, no sé... me muero por verlas ya y... tocarlas.

Arrugó la frente y se rascó la cabeza, asombrado. Mas, al darse cuenta de que a él le sucedía algo parecido con sus pechos, sonrió. Esta chica era toda una caja de sorpresas.

—Este...

—¿Sí?

—¿Te gusta que...? ¿Te gusta que te toque aquí? —Le indicó la nalga.

Él se encogió de hombros.

—Es que no te veo poner cara de nada, es muy distinto a cuando tú me tocas a mí ahí.

—¿Qué quieres que haga?

—No sé, dime algo. —Arrugó la frente—. Estás todo serio.

—¿Qué voy a decir? Ni me agrada ni me desagrada.

Ella resopló profundo, frustrada.

—Así no hay chiste. Cuando tú me tocas, enseguida me pongo nerviosa y... —Puso una mueca de decepción—. Y no sé, yo quiero hacer algo parecido contigo.

Al verla así, se sentó a su lado con paciencia.

—Quiero provocar algo parecido en ti y no pasa nada—añadió, desilusionada.

—¡Aira! —Le levantó el mentón para que lo mirara.

—¿Qué? —habló fastidiada y le desvió la vista.

—Poco a poco, ¿sí?

—¡Me siento frustrada!

—¡Hey! Yo no aprendí todo lo que sé ahora y hago contigo de la noche a la mañana.

Aira seguía decepcionada. Al ver que no le prestaba atención, volteó su rostro para que lo encarara.

—También me llevé muchas frustraciones.

Ella soltó un bufido y meneó la cabeza, poco convencida.

—Aira, no le he contado esto a nadie...

Volteó la cabeza por breves segundos, preguntándose si estaba bien sincerarse de corazón. Pero, al ver que no la convencía, decidió hacerlo:

—Pero hubo un tiempo en el que... —Hizo una pausa—. Sufrí de... —Resopló profundo. Le costaba confesar aquello que le daba tanta vergüenza.

Ella abrió sus ojos ampliamente. Cuando lo contempló, se dio cuenta de que tenía las mejillas completamente rojas.

—No sé si sea buena idea contarte esto... —agregó cabizbajo. Le daba vergüenza mirarle a la cara si le iba a confesar aquello que tanto le costaba—. Pero yo...

—¡¿Sufriste de eyaculación precoz?! —dijo ella sin filtro alguno.

Rodrigo puso los ojos fuera de su órbita. Cuando volteó a contemplarla y se vio reflejado en aquellos ojos expectantes, le desvió la vista de inmediato.

—No sé cómo lo adivinaste, pero... —La miró de soslayo. Luego volvió a agachar la cabeza, avergonzado—. A veces me gustaría tener tu capacidad para interpretar los dobles mensajes entre líneas de lo que dicen los demás.

—No te creas que no todos los que no somos Aspergers lo tenemos. Pero a mí me han dicho que soy muy perspicaz y locuaz.

Subió ambas piernas en la cama y las cruzó. Apoyó su rostro sobre sus manos, que estaban apoyadas en su rodilla.

—¿Eso quiere decir que le atiné, cierto?

Él asintió, avergonzado. La joven, al darse cuenta de que los papeles, ahora se habían invertido, le invadió un ataque de ternura espontánea.

De inmediato, acortó la distancia que los separaba y se lanzó a sus brazos de sorpresa. Esto provocó que Rodrigo se tumbara en el lecho, boca arriba, teniendo como primer escenario a su vista los pechos de su compañera.

—¡Me estás mirando los senos, pillín!

—No puedo evitarlo. —Sonrió con nerviosismo al tiempo que sus dedos comenzaban a acariciarlos—. Son... hermosos... Son... ¡grandes!

Aira rió. Experimentó un leve cosquilleo al percibir cómo él la acariciaba. Cuando abrió los ojos y pudo ver el brillo especial en la mirada de Rodrigo, muy distinta a la de antes, le preguntó:

—¿Esto sí te estimula?

Él asintió.

—¡Pero no he hecho nada! —Arrugó el entrecejo.

—Aira...

—Quiero hacer algo para estimularte —dijo moviendo sus caderas, y con ello, rozando su pubis contra la entrepierna de él—. ¡Así no se vale!

Dicho roce provocó que Rodrigo bajara sus manos de sus senos hacia sus caderas y la acercara más hacia él. A su vez, su cuerpo se había estimulado de tal manera que ella experimentó que la entrepierna se le hinchaba.

—¡Weit! ¿Qué pasó? —le preguntó, curiosa—. ¿Qué fue eso? —Alzó la ceja.

Rodrigo puso un gesto inexpresivo.

—¿Qué va a ser?

Ella movió un poco más sus caderas para ‹‹asegurarse››. Cuando se dio cuenta de que, mientras más le rozaba su pubis más percibía que la parte baja de su compañero incrementaba su tamaño, lo miró triunfante para luego agregar:

—¿Rodriguito está de vuelta? —Sonrió con picardía.

—¿Ah?

—¿Eso quiere decir que he logrado estimular a Rodriguito?

—¡Deja de ponerle apodo a mi pene! —habló con lo primero que se le vino a la mente.

Ella lo miró, como si de un bicho raro se tratase. Luego empezó a carcajearse.

—¿Terminaste de reírte? —dijo ligeramente ofendido.

—¿Qué quieres que haga? —Se rió—. Es la primera vez que te oigo decir ‹‹pene››.

—¡Aira!

—Normalmente eres muy penoso —puso énfasis en esta palabra— para referirte a algo así. Si hasta dices coito varias veces al referirte a hacer el amor.

—¡Aira!

Ella miró con el gesto tan serio con el que la hablaba. No pudo evitar volver a estallarse de risa.

Luego de que se calmara y percibiera que cierta ‹‹personita›› —otro apodo que se le había ocurrido en ese instante, pero que prefirió no soltarlo, al ver lo serio que se mostraba él— se había ido, le preguntó qué era lo que estaba pasando.

—¿Tú que crees? ¡Me estás desconcentrando con todas tus bromas!

Se agachó hacia él, adrede para provocar que los pechos de ambos se rozasen.

—¿Entonces es mala idea combinar las bromas cuando se hace el amor?

Él resopló, apelando a la paciencia que necesitaba.

—Se puede bromear o conversar mientras lo hacemos, pero solo un pequeño rato. Nada de carcajadas prolongadas, menos apodos a.... —La observó muy serio—. ¡A lo que tú ya sabes! ¿Me dejo entender?

—Ahhhh.

—Ahhhh.

—Ya veo. —Puso su mano al costado de su sien, como si fuera un marinero—. Lección aprendida, mi querido maestro.

Rodrigo suspiró profundo al tiempo que se preguntó cuál sería la siguiente lección a dar a aquella jovencita que lo contemplaba ávida por aprender todo sobre el plano sexual.

—¿O sea que ahora, por mi culpa, Rodriguito ya se ha ido?

Volteó a contemplarla con aquella mirada de ‹‹¡No empieces de nuevo!››. Ella se carcajeó, de tal manera, que, aunque a él no le hizo mucha gracia al comienzo, el verla tan risueña y espontánea, sin ningún atisbo de la tristeza de antes, como había querido verla desde hacía tiempo atrás, sonrió junto con ella.

Si ser objeto de sus bromas inoportunas, y rayando lo pesadas porque en un primer momento lo fastidiaban, provocaba que Aira evidenciara más de ese lado que lo había enamorado a él y prolongaba aquel estado de felicidad —y tranquilidad que su corazón tanto necesitaba—, se dijo a sí mismo que no habría problemas; aunque claro... dependiendo de con qué ángulo se viera. Si ella seguía bromeando durante su ‹‹aprendizaje››, preferiría que fuera él quien tomara las riendas del caso para no tener mayor interrupción alguna.

En ese instante, sus ojos se toparon con la camiseta que le había regalado. Ya que se había ido la emoción del momento, prefirió aprovechar lo que le quedaba pendiente por hacer.

—Me voy a probar el polo que me regalaste, ¿bien?

Ella accedió. Se retiró de encima de él. Y cuando vio cómo le quedaba aquella, sonrió con complacencia al darse cuenta de que había tenido buen ojo para adivinar su talla.

—¿Qué tal me queda? —Abrió su ropero para verse en el espejo interior de la puerta.

—Se te ve guapo. ¡Me encanta cómo te resalta el color oscuro sobre tu pálida piel?

Enarcó las cejas, confundido.

—Sé que te gustaba el color azul y si es oscuro, mejor.

—¿Y cómo adivinaste mi talla?

Volteó un poco a ambos lados para seguirse apreciando mejor en el espejo mientras se preguntaba si, salir a la calle con aquella camiseta que decía ‹‹Certificado RAE. Corrector de celular bonito y caro››, sería buena idea.

—No hay mucho que adivinar. Has bajado de peso, pero tampoco es que te hayas convertido en alguien flacucho.

Él se encogió de hombros.

—A diferencia de mí que antes aumenté algunas tallas y...

Aira enmudeció de pronto. Tragó saliva al tiempo que una gota de sudor frío bajaba por su frente. Agarró su vientre con aprensión. Había hablado demás. 

**************

Anotaciones finales

¿Preguntas? ¿Respuestas? Relean algunas escenas previas a todo lo que se ha contado hasta aquí. Ahí pueden que las encuentren xD, aunque por ahí algunas le atinaron en sus comentarios xDDDD

*Se retira antes de que le lancen tomatazos*

PD. El cambiar que transcurrieran dos años y medio el tiempo que estuvieron separados, y ya no un año y medio, como tenía pensando en un inicio, no es por gusto xD. Solo maduré ideas y lo vi más conveniente para lo que se viene :P 

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