Capítulo 20 - Rechazos y Recuerdos [Primera Parte]
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Ella no supo qué hacer. El gesto de desconcierto en el rostro de Rodrigo, recorriéndola de los pies a la cabeza, a la vez que su mirada pasaba de miedo a pánico, le hicieron darse frente a la realidad. Una dura realidad que solo era destruida por el fuerte repiqueteo de sus pasos mientras recorría la habitación con nerviosismo. Una cruel y pasmosa realidad que diluía sus sueños de tener un futuro con él y su hijo.
—Rodri...
Alzó su mano hacia él, pero no le hizo caso. Continuaba meneando la cabeza, como si con ello buscara desaparecer el pánico que lo había embargado.
En ese instante, los ojos de ambos se cruzaron. Dejaron ver el mismo miedo en cada uno, pero distinto a su vez, debido a las diferentes causas que lo provocaban.
‹‹¿Tanto aborrece la idea de siquiera tener un hijo conmigo? ¿Tan poca digna soy para él acaso? ¿Cómo reaccionará cuando se entere la verdad?››, pensó mientras pequeñas lágrimas bajaban para recorrer el curso de su tristeza.
Trató de buscarlo. Quería encontrar alguna cálida mirada. Deseaba que la ayudara a menguar la tristeza que la abordaba. Cuando, por fin, parecía hacerle caso, fue lo contrario. La observó de tal manera que le envió una ráfaga de viento gélida. Su corazón se congeló.
En ese instante, unas crueles palabras le recordaron a él el motivo de su reacción:
‹‹Me da vergüenza decírtelo, pero en su oportunidad... en su oportunidad... Lo siento, Rodrigo››.
Su cuerpo tembló. Su corazón se enfrió. Su razón desapareció. Rodrigo se perdió. Siguió gritando como un desaforado y dando vueltas mientras decía ‹‹¡No me gustan los niños! ¡NO QUIERO TENER HIJOS!››.
Aira no entendía su reacción. Trató de nuevo de abrazarlo, mas él no se lo permitió. Solo pudo contemplarlo de lejos, nerviosa, dudosa, temerosa, cómo el rostro del profesor se desdibujaba, seguía gritando y dando vueltas como un trompo sin parar.
—Rodri...
Pero él no le contestaba.
‹‹¡Soy una tonta! ¡Soy una estúpida! ¡No debí bromearle con eso! Pero... pero... Es que, si no tanteaba el terreno, yo... yo...››.
‹‹¿Por qué me lo dices recién ahora? ¡¿Por qué ahora?! Eso quiere decir que yo... que yo...››, sonaba en los oídos de Rodrigo como un cruel recuerdo , que desgarraba sus heridas y su razón.
—¡NO QUIERO TENER HIJOS, NO QUIERO!
Los ojos de ella explotaron en miles de lágrimas cuando él desdibujó su rostro, en un gesto que le pareció de asco a ella, pero era de decepción para él.
‹‹¿Este no es el Rodri que conozco? ¿Qué diablos te pasa? ¿Por qué...? ¿POR QUÉ?››.
Se mordió los labios para tratar de contener el llanto, mas no pudo hacerlo por mucho tiempo. Una pequeña grieta se abrió en aquellos, dejando salir un hilo de sangre, que se combinaba con su impotencia y su desazón.
Ni bien escuchó el sollozo de ella, Rodrigo pareció recobrar la cordura. Despertó de aquellos recuerdos que le atosigaban el corazón. Dejó atrás ese estado de vana tortura, para reparar en lo que tenía frente a sí.
—Aira, ¿por qué lloras? —Se acercó hacia ella.
La joven no respondió. Tenía la cabeza cubierta con las manos. Su mente caía, de nuevo, en un pozo de depresión, de baja autoestima, pero sobre todo, en una oscura dependencia emocional. Tan oscura como el aura que envolvía a aquellos dos seres que se querían, pero que se repelían todavía por heridas que debían revelar y, lo más importante, sanar.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
La seguía llamando, pero ella no respondía. Estaba vencida, estaba ida.
‹‹Me despreciará por haber tenido un hijo cuando no quería, lo sé. Y no solamente a mí, lo rechazará también a Marquitos. ¡A Marquitos!››.
—¡Aira!
Ella quería hablarle, pero no podía. Soltaba hipidos, en su esfuerzo vano por disculparse, por culparse, por preguntarse...
‹‹Bebé, perdóname. No sé qué le pasa a tu papá. Ese no es el Rodri que me enamoré, ¡no es él!››.
—¿Qué te ocurre? ¡Contéstame! —preguntó con el ceño fruncido.
La estudiante se limpió las lágrimas que caían.
—¿Qué te pasa? —La acarició de los hombros.
—¿Que qué me pasa?
Rodrigo asintió.
—‹‹¿Qué te pasa a ti?››, querrás decir —habló con reproche.
Él frunció el ceño.
—Estás hecho un energúmeno, gritándome, mirándome con desprecio...
—¿Qué hablas? Si yo no te he tratado mal...
—¿Tú te has mirado? ¡¿Te has escuchado?!
—Aira... —dijo, confundido.
—Has vuelto a ponerte como esa vez, histérico, cuando descubriste que te mentí —bajó la cabeza— respecto a mi edad.
El tono de su voz disminuyó, debido a la culpa que la invadía.
—¿En serio hice eso? —Se rascó la cabeza, incapaz todavía de procesar lo que le decía.
—¿No te has fijado en cómo actuaste? ¿Tanto desprecias la sola idea de tener un hijo conmigo? ¡¿Tanto me desprecias?! —dijo herida en su orgullo.
—¿Qué hablas? ¡Nada que ver!
—El Rodri que yo quería desapareció, ¡se fue! Es como si lo hubiera perdido y no sé qué voy a hacer sin él.
—Si yo estoy aquí contigo. ¡No me he ido a ningún lado y...!
—¡ES UNA METÁFORA, TONTO! —Se alejó de él para estar fuera de su alcance—. El Rodri tierno que me quería, que estaría orgulloso de tener un hijo conmigo, se fue... Y con él mi felicidad, ¿entiendes? ¡Se fue!
Quiso continuar hablando, pero ya no pudo. El llanto la había invadido de nuevo.
Se acercó hacia ella con la intención de consolarla, pero no lo dejó. Aferró con fuerza la almohada sobre su rostro para impedir que se la retirara.
—No sé qué hice, pero lo siento, ¿sí? Yo te sigo queriendo, no es para que te pongas así.
Se inclinó hacia ella esperando respuesta, pero esta no llegó. La joven seguía soltando sollozos, una y otra vez.
—Aira...
‹‹No estás orgulloso de mí, ni lo estarías de nuestro bebé. Eres un tonto, Rodri, ¡UN TONTO!››.
—Perdóname. Yo te quiero y estoy orgulloso de ti. —Agarró su mano con ternura.
—¿En serio? —Lo miró con ojos esperanzadores.
Asintió con la cabeza.
—Entonces, ¿por qué reaccionaste así?
—¿Eh?
—Cuando sugerí la idea de tener hijos en un futuro.
—Ah, eso. —Cambió el tono de su voz.
Como acto reflejo, se separó de ella e hizo un gesto de desagrado, que no pasó desapercibido. Ella solo bajó la cabeza con decepción.
—Lo has vuelto a hacer.
—¿Eh?
—A mirarme mal. —Sacudió la cabeza—. Tu reacción, analízate. Dices que me quieres, pero tus gestos dicen lo contrario.
—Pero ¿qué he hecho ahora? —habló, desesperado por ser incapaz de comprenderla.
—Yo no me refería a tener hijos ahora. ¡Solo hablé de una posibilidad!
—Aira...
—¡No es para que reacciones como si fuera una apestada!
—¡No he dicho que seas una apestada!
—Ni para que te pongas hecho un energúmeno. Solo hablé si seguimos juntos a futuro, ¿bien? El tener hijos...
El gesto de desagrado en su rostro al oír la palabra ‹‹hijos›› fue tal, que se clavó en el corazón de Aira como un puñal. No obstante, ella se mantuvo firme en encarar la situación.
—Así como el vivir juntos o casarnos, si seguimos y decidimos formalizar... —continuó.
Él frunció el ceño. Iba a replicarle, pero no pudo.
—Una posibilidad, ¿entiendes? ¡Una posibilidad! ¡Nada más!
Ladeó la cabeza, pensativo. Su mente viajó al pasado, al presente y al futuro.
‹‹¿Cómo te atreves recién a decirme esto? Entonces ¿siempre estuviste arrepentida de lo que hiciste? ¿O me echas la culpa?››.
‹‹Rodri, lo siento››.
‹‹No soporto esos ruidos. ¡Cállala! ¡Cállense! ¡CÁLLENSE!›› .
—¡CÁLLENSE TODOS! ¡MALDITA SEA! —contestó Rodrigo mientras apretaba sus oídos para apagar, en vano, aquellas voces lastimeras que retorcían su alma y su razón.
Aira lo miró, entre asustada y desilusionada.
—¿Por qué de nuevo gritas así? —le habló, preocupada.
Las palabras de ella lo trajeron de regreso a la realidad. Cuando volteó para hacer caso a su requerimiento, la cara de pánico que había en su rostro le hizo ver que algo no marchaba bien. Conocía ese gesto de memoria.
—¿Sabes qué? Ya estoy cansada de que te portes así conmigo, que por cualquier cosa grites así. ¿Qué te pasa? ¿Tan terrible es que pienses en lo que te he dicho?
—Yo... lo siento...
—¿En dónde quedó el Rodrigo tierno y amoroso que conocí?
Él entreabrió sus ojos.
—Pero si yo me llamo Rodrigo. ¿Acaso conoces a otro?
—¡QUE ES UNA PUTA PREGUNTA METAFÓRICA! —Azuzó los brazos con desesperación.
Su reacción inicial de él iba a ser replicarle, pero no pudo. Al verla tan desesperada, como antes de que él se sincerara con sus sentimientos en la enfermería del colegio, prefirió callar. No sabía qué hacer ni decir para tranquilizarla.
—Lo normal es que si una pareja está junta mucho tiempo, convivan o se casen, tengan hijos o no, pero a ti toda esta idea te apesta. Eres mi pareja, mi amigo, mi todo. Pero, cuando te portas así, me pregunto si esto tiene futuro, ¿bien?
—Aira...
—Y me desprecias.
Se sentó en una esquina de la cama y se escondió el rostro para llorar. Al verla así, algo dentro de él crujió... lo suficiente para sincerarse y dejar escapar, aunque sea a medias, algo que no había querido nunca confesarle a nadie.
—Aira... —Retiró la colcha que cubría las manos de ella, las cuales acarició—. No quise comportarme así, lo siento.
No le contestó. Solo un ligero sollozo, mientras que con su mano recogía el orgullo que le quedaba y la retiraba de él, fue su única respuesta.
—¿Te conté que no me gustan los niños y por eso fue que, decidí ser profesor de secundaria y no de primaria?
Ella lo contempló, todavía con rencor.
—No que yo recuerde. —Ladeó la cabeza, pensativa.
—¡No soporto el llanto de los niños!
—¿Eh? —preguntó, poco convencida.
—Pero hay algo más...
—¿Qué cosa? —lo interrumpió.
—No lo sabes todo de mí y —pasó saliva— quizá ya es hora de que lo sepas...
Anotaciones finales
Por fin, después de muchas penurias, porque desde hace semanas que no podía subir ningún capítulo ni editar mis historias por un bug de Wattpad (revisar mis redes sociales en donde informé de ello), es que ya puedo actualizar como corresponde. Gracias al apoyo que recibí ayer de parte de muchos, para encontrar una solución al bug que me impedía subir capítulos nuevos, es que pude arreglarlo hoy, y aquí me ven, ya publicando como Dios manda ^^
Por otra parte, también gracias a la gente que me ha enviado muchos mensajes de apoyo durante mis vacaciones, durante este mes que intenté volver a Wattpad y no pude, etc. Tengo muchos comentarios, tanto aquí, como en privado, como en mis redes sociales, y voy a darme un tiempo de ir contestando poco a poco a cada uno, porque creo que por su apoyo y paciencia se lo merecen.
Esta es la primera parte del capítulo 20. Es cortito, pero no quise hacerlos esperar mucho, puesto que vienen esperando desde enero. Ufff, muchísimo, lo sé. Pero los voy a recompensar, porque la segunda parte del capítulo debe venir este fin de semana. Así que la espera no será mucho.
También este viernes subiré la primera parte de las respuestas al cuestionario que le hicieron al Rodri Real. Fue una actividad muy divertida, y tanto él y yo nos hemos entretenido leyendo sus preguntas ^^
A su vez, les cuento que estaré actualizando también mis otras historias. Veré cuál me es más fácil ponerme al corriente, porque proyectos tengo muchos, pero tengo que ver cuáles son mis prioridades y son más factibles en cuanto a los objetivos que me he planteado. Los mantendré al corriente en mi tablón de mensajes y en mis redes sociales.
Por último, les mando a cada uno un fuerte abrazo durante estas épocas tan difíciles que todavía estamos viviendo por la cuarentena. Porfa, cuídense mucho ustedes y los suyos.
Nos leemos en unos días :D
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