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Y ahí estaba, como cada tarde luego del trabajo esperando en la parada el bus que lo llevaría a casa. Los últimos días de septiembre daban la bienvenida al otoño fresco y muy ventilado.

Por eso Yoongi había añadido un abrigo de cuero entallado a sus hombros anchos, combinando un poco con su calentador negro y camiseta blanca con un estampado de gato.

Miró la hora en su reloj verificando que había llegado dos minutos antes.

Y ustedes se preguntarán ¿para qué?

No se desesperen y aprendan de Yoongi y su paciencia de acero.

Con su rostro girando en cierta dirección, se quedó observando con la mirada perdida. Más personas llegaron y ya no estaba solo, conversaban o simplemente permanecían en silencio como lo hacía Yoongi.

Y lo vio.

Ese día llevaba puesto un cárdigan perla, unos pantalones holgados y una camiseta celeste a rayas de como unas dos tallas más grandes.

Usaba una cinta elástica en su cabeza para apartar el cabello de su frente y ojos, acompañado de un bolso transparente con figuritas de flores estampadas en algunas esquinas.

Escuchaba música con unos audífonos grandes, como si fueran cascos y movía su cabeza siguiendo el ritmo de la canción.

Sonrió sin darse cuenta, como siempre lo hacía desde hace más de dos meses. Lo observaba en silencio y luego, apartaba la mirada un minuto antes de que su bus llegara para no perderlo.

Sus ojos lo recorrieron con felicidad, era un sentimiento confuso, pero para nada nuevo para el joven Min. La diferencia, era que no sabía cómo se llamaba y tampoco se atrevía a preguntarle y ser considerando un grosero, o bueno, no sé veía como tal haciendo eso.

Pero su mente si se imaginaba a ambos tomados de las manos, conversado, comiendo helado y haciendo cosas bonitas, acompañados de besos.

Le gustaba ese chico, no podría medir en cantidad, pero era mucho.

Al principio se negó a creerlo.

A simple vista no tenían nada en común.

Vestían de manera diferente.

Y lo más importante, no sabía si le gustaba los chicos.

No hablaba por él, porque obvio que le gustaban, por eso cada tarde miraba al joven de vestimenta un tanto estrafalario.

Y si se equivocaba.

Considerando que Yoongi poseía un radar de conquistas con niveles altos, no lo usaba porque muchas veces no había nada que le llame la atención, aparte de lo físico.

En cambio con el chico de la parada, sentía algo muy diferente.

Apartó la mirada del joven y revisó la hora en su reloj, justo a tiempo para esperar la llegada de su bus y subirse. Yoongi creía que era invisible ante el bonito chico, lo que realmente no sabía era que este lo miraba cuando subía al bus y no se atrevía antes, porque le daba vergüenza.

Hoseok lo miró subir el bus, pasar la tarjeta por el sensor y saludar amable al chófer. Caminar un poco al final del pasillo y verlo sentar del lado del pasillo.

Llevaba haciendo eso tanto tiempo, que cada día se prometía acercarse y hablarle.

¿Qué le diría?

Primero lo saludaría y luego le preguntaba la hora, aunque tuviera su celular en la mano, o también preguntar como llegar a un lugar, el chico no sabía que Hoseok conocía la ciudad al revés y derecho y nunca se había perdido.

Suspiró derrotado, quizás al día siguiente se animaba.


Bajó la velocidad de sus pasos y llegó tranquilo a la parada, mirando disimuladamente al resto de personas ahí, que para su suerte, no eran más de cinco. Con las manos en sus bolsillos y arrimado a la columna de hierro, se acomodó a esperar al chico bonito.

Su mirada seguía fija en la misma dirección.

Pero esta vez el chico no llevaba sus ojos fijos al piso, celular o manos, no. Su rostro se hallaba levantado y sus ojos mirando los suyos.

Se miraban y Yoongi no pudo apartar la mirada, no cuando notó como se sonrojaba y cada vez más. Su respiración se aceleró y un impulso lo llamaba a lanzarse a conversar con el joven.

Esta vez llevaba un pantalón corto jean suelto, una hoodie verde con puntos de colores en los brazos y un gorro azul. Ya no llevaba auriculares, solo un pequeño bolso de lado color rojo.

Jamás había sido tan observador.

Cortaron el contacto visual cuando un niño se atravesó y su mamá lo agarró, quedando en medio de ellos.

Hoseok avanzó avergonzado por sentirse observado por el chico y sonrió un poco antes de volver a levantar la mirada y darse cuenta que si, lo seguía mirando.

Duró unos segundos más, cuando Yoongi tuvo que apartar su mirada, su bus había llegado y ya tenía que irse.

La escena se repitió durante toda la semana, ambos se miraban y luego Hoseok apartaba su mirada, porque la vergüenza le ganaba y se ponía tímido ante la seguridad del chico.

También se sonreían, un poco como saludo tímido al final.

Y luego Hoseok se quedaba con la mirada perdida y sonriendo a la nada.

Hoseok llegó a su trabajo con el tiempo justo. Había tenido que correr tras su bus porque no se dio cuenta cuando había llegado, solo por tener su cabeza en el chico de piel blanca que le gustaba.

No estaba de humor y aunque era un día entre semana, observó los clientes en el restaurante y notó que sería una noche pesada.

Se colocó su mandil, peinó su cabello y acomodó la cinta en su frente, caminó ágil por el pasillo que llegaba a la cocina y empezó a ayudar. No era un chef, pero si muy útil, picaba ingredientes, lavaba verduras, fileteaba carne y cuando ya avanzaba bastante en eso, se unía a lavar platos.

Obviamente cambiaba su ropa por una sencilla y de color beige, quedando monocromático, para nada su estilo. SeokJin, uno de los chefs en ascenso del restaurante y buen amigo suyo, notó la expresión seria y para nada parlanchina de Hoseok.

Cuando tuvieron un descanso a mitad de la jornada, se acercó a ver como ahogaba a las pobres zanahorias.

—No creo que ellas tenga la culpa de nada —comentó limpiando sus manos con una mandil blanco. —Hoy tampoco te atreviste a hablarle al joven desconocido con estilo diferente a ti.

—Deben estar limpias, solo las lavo y no, no pude —murmuró lo último. —Hasta casi pierdo el bus por estar pensando en él, tuve que correr como media cuadra para que el chófer me abriera la puerta y dejara pasar.

SeokJin se rio, fuerte y a carcajada limpia.

—No le vas a vender nada, ni asaltar, solo saluda y no sé, dile algo, si escucha cierto grupo —se encogió de hombros.

—Parece sencillo, al menos ya nos miramos —soltó el tubérculo y se intentó cubrir su rostro con el brazo. —Y nos sonreímos —SeokJin negó al escuchar a Hoseok. —Lo sé, soy patético.

—Mira, debe haber otra manera de llamar su atención o que surga el siguiente paso de mirar y sonreír, que es hablar —sugirió para animarlo.

Hoseok se levantó para dejar las zanahorias limpias y empezar a pelarlas y picarlas. —Lo dudo, aparte, soy completamente diferente a como él luce —dijo con voz apagada y continuando su tarea. —Quizás solo me mire porque le hago gracia —encogió sus hombros.

SeokJin no pudo continuar charlando con su amigo y tuvo que ir cuando lo llamaron para que realice un pedido.

No se cuanto tiempo tengo esto escrito, pero ya son varios meses.

Espero les guste, y no, no me olvidé de este fic.

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