✧6✧
Oscuridad era todo lo que me rodeaba, después de atravesar el portal caí en un profundo sueño, mi energía se agotó y terminé colapsando por varios días teniendo pesadillas constantemente. Zean uso gran parte de su cultivo demoníaco para salvarme una vez más.
La dimensión a la que llegamos estaba dominada por una raza de poderosos demonios vampiro, era un ambiente adecuado para Zean, pero no para mí. Para él fue fácil conseguir un territorio y ascender en la escala de poder, ya que entre los demonios solo existía una regla, respetar al más fuerte. Aquella dimensión era perfecta para que pudiera quedarse, sin embargo, no entendía porque hacía todo lo posible por no permitir que lo dejará.
Apenas tenía un poco de mi energía vital cuando llegamos, pero él se aferró a eso y usó su poder para compensarlo. Ya no necesitaba mi habilidad para viajar entre dimensiones, pero aun así no se deshacía de mí. Cuando la oscuridad era todo lo que me rodeaba tomé su mano y desperté. Él estaba muy débil, cayó de rodillas junto a la puerta de la cabaña, que había construido precariamente en el territorio que dominó.
—Eres muy molesto, sigues haciendo cosas innecesarias. ¿Cuánto tiempo piensas detenerme con esta barrera? —pregunté apenas recuperé el conocimiento quise salir, pero la barrera me lo impidió.
—Hasta que pueda recuperarme, esta barrera te protegerá de los vampiros del exterior.
—No necesito tu protección —aseguré.
—Tan testaruda como siempre, pero tu vida me pertenece. No tienes permitido abandonarme.
—No intentes detenerme, esté es un buen lugar para ti, estamos a mano.
—No, no permitiré que te vayas, no te curé para que me abandonaras —me derrumbó, abrazándome con su cabeza apoyada sobre mi hombro.
—Entonces, ¿debería quedarme contigo? —susurré y lo hice a un lado—. Hiciste algo tan innecesario, estas confundiendo agradecimiento con esclavitud.
—Todo lo que hago desde que te conocí ha sido mi decisión. Eres la única a la que he elegido seguir, incluso antes de saber quién eras o la habilidad que tenías, por eso no permitiré que te vayas.
—Tengo que irme, no puedo quedarme aquí.
—Iré contigo —aseguró tomando mi mano.
—Estas demasiado débil para pensar, este mundo es perfecto para ti. No me necesitas y además si me voy ahora no podrás hacer nada.
Romper la barrera era innecesario cuando tenía el reloj en mi poder, solo necesitaba abrir el portal y dejarlo atrás.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí, aunque no fuiste sincero, te recordaré.
—Tu vida es mía, no tienes permitido dejarme —replicó sellando mi reloj con el poco poder que le quedaba.
—¿Qué, rayos? —grité.
Zean escupió sangre y no dejó de sostener mi mano con fuerza a pesar de estar al borde de sus capacidades.
—¡Estás loco! —me agaché evitando que él cayera por completo al suelo.
—Eres mía —susurró antes de desmayarse y sin soltar mi mano.
Una parte de mí estaba satisfecha con su compañía, aunque no quería admitirlo lo necesitaba, me había acostumbrado a él, por eso lo cuide mientras se recuperaba y también lo hice para devolverle lo que había hecho por mí. Me di cuenta de que había recolectado suficientes provisiones y las había almacenado en aquel lugar, de seguro porque deseaba que nada me faltará mientras él se recuperaba.
Aquel demonio era muy extraño, pensé que quizás podía ser realmente mi amigo, después de todo había hecho tantas cosas por mí, solo esperando que no lo abandonará, quizá él también estaba acostumbrado a mi compañía, de cierta forma eso me convenía.
Por otro lado debía pensar en lo que haría si volvía a encontrar a Dayron y si él realmente estaba vivo, ¿cómo podría estarlo después de aquello?
De pronto un fuerte sonido me alertó.
Un grupo de vampiros intentaban derribar la barrera, Zean todavía estaba dormido así que tomé mi daga y me coloqué en la esquina de la puerta para observar por una de las grietas desiguales del marco. Había al menos cuatro de ellos, forzando una entrada, debía ser cautelosa porque no conocía sus poderes, de cualquier modo, no podía quedarme inmóvil, decidí lanzar la daga al cuello de uno de ellos y derribarlo, pero en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron.
—Sé que estás ahí —escuché su voz claramente.
Dayron estaba en la entrada y la barrera se había desvanecido. En otro parpadeo me faltaba el aire, él estaba demasiado cerca, tanto que podía distinguir sus ojos de color rojo y colmillos, era él y a la vez no.
—Mi misión era capturarte, pero no planeó permitir que sigas con vida.
—¿Por qué haces esto? —cuestioné con esfuerzo, estaba aterrada y luchando por defenderme.
—¿En serio no lo sabes? Te odio —respondió y dejé de luchar.
Escuché un fuerte crujido y luego gritos.
—¡Galya! ¿Eres idiota? ¿Por qué te quedas ahí parada? ¡Ya te dije que no eres inmortal!
Los gritos de Zean me hicieron reaccionar, él todavía no estaba del todo recuperado, pero logró derribar a Dayron para darnos unos segundos y escapar. Necesitaba que desbloqueara mi reloj, pero en cuando se lo dije frunció el ceño y siguió corriendo sin soltarme, él seguía pensando que lo dejaría.
—Ese tipo es diferente al de tus recuerdos.
—Lo sé, espera ¿tú cómo sabes eso?
—Ahora no importa, creo que manipularon su memoria al convertirlo en vampiro. Quédate aquí.
—¿Qué planeas hacer?
—Recuperaré sus recuerdos y por fin sabré quien es el maldito que te persigue.
Zean se enfrentó a Dayron con la excusa de devolverlo a la normalidad, lo sometió gastando más de su poder al protegerme. Al terminar los ojos de Dayron redujeron el rojo intenso por uno apenas visible y volvió a mirarme como lo hacía antes.
—Perdóname Lya —susurró al caer de rodillas al suelo.
—¡Hermano Dayron! —corrí para abrazarlo.
—Suficiente, no tenemos mucho tiempo y necesitamos respuestas. —Zean me tomó del brazo y se interpuso entre ambos.
Dayron asintió y respondió cada pregunta, sobre las bestias y el reloj, que usaba mi sangre para abrir los portales, ambos fueron creados por las personas que lo revivieron alterando sus recuerdos para que me capturara. Él aseguró no saber exactamente cuáles eran sus objetivos, pero si que eran peligrosos, mencionó el año 8023 y la raza de vampiros que habitaba aquella época. Le cedió el reloj que llevaba a Zean y me aseguró que podía controlar los portales yo misma, ya que el reloj solo era una moderación de mi propio poder, aunque esas personas sabrían tarde o temprano donde estaría.
Su mirada fue apagándose, pero solo cuando su cuerpo empezó a desvanecerse en luz entendí lo que significaba lo que Zean había dicho, realmente quedaba poco tiempo.
—¡Hermano!
—Estoy bien, hace mucho que debí cruzar el valle de la sombra de la muerte. Sabes estaba feliz por haberte protegido aquel día y estoy bien ahora que eres lo último que veré —él desvío su mirada hacia Zean por unos instantes—. Creo que encontraste a alguien que puede protegerte. Por favor cuídala.
Zean asintió y se quedó en silencio a mi lado, mientras Dayron se desvanecía.
—No, no quiero. Todo es mi culpa.
—Mi Lya. —Dayron me tomó de las manos—. Esta fue mi elección. Culparte por las decisiones de un hombre tan egoísta, no vale la pena. Te amo mi Lya, adiós.
Cuando su silueta se desvaneció Zean me abrazó y no me soltó hasta que mis lágrimas cesaron. Perdí a una persona preciada por segunda vez, pero me di cuenta de que no podía evitarlo, ya no me interesaba ser perdonada. No me sentía culpable, no había hecho nada malo, conocer y apreciar a alguien no era un pecado, el verdadero enemigo era quien me hizo sentir todo ese dolor y sufrimiento, aquellos que me arrebataron todo, eran los verdaderos culpables y no descansaría hasta hacerlos pagar.
—Si todavía quieres vengarte, te ayudaré, pero debes prometer no llorar.
Me reí al escucharlo—¿A qué viene eso?
—Solo no quiero que hagas una cara tan fea delante de otros como ahora.
—Eres un imbécil.
—Jura que no me dejarás atrás mientras yo siga con vida.
—¿Por qué dices eso? No juegues con algo así.
—Solo hazlo.
—Lo juro —prometí y Zean desbloqueó el sello en mi reloj.
—Ya es hora, podemos usar el portal y no te preocupes esta vez yo me haré cargo, mi objetivo es vengarme no es justo que corras peligro, te protegeré —aseguré abriendo el portal.
—Espera, esta también es mi elección. No te arriesgues por mí. Quiero que vivas con la vida que solo yo puedo darte. Promete no ser imprudente —exigió y yo asentí sin pensarlo.
Lástima que no planeaba tomar aquella última promesa, por mi propio bien no iba perderlo.
—¿Estás lista? —preguntó acercándose al portal y extendiéndome su mano derecha.
—Siempre —respondí alcanzándolo para cruzar el portal.
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