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Calcular una distancia no hubiera sido tan problemático de no haber caído en un mundo infestado por zombis. Zean casi fue capturado por ellos mientras iba en busca de agua y comida para ambos. Debía decir que tome una buena decisión al llevarlo conmigo, servía para muchas cosas y era obediente, aunque todavía debía seguir siendo cuidadosa y no confiar demasiado, sería problemático tener que depender de alguien.

Zean era hábil, logró llegar hasta nuestro escondite en un estrecho cubículo, que anteriormente fue usado como boletería para uno de los juegos en aquella feria abandonada. Pero él también era algo irritante, pues discutió sobre dejar aquel lugar, aunque se rindió en cuando le explique, que no podíamos apartarnos del sitio en donde se abrió el portal, si queríamos cruzarlo nuevamente.

—En menos de cuatro horas, podremos irnos de aquí —le avise mientras él montaba guardia al lado de la puerta de la caseta.

Era un lugar pequeño, pero por lo menos ambos cabíamos dentro. El portal se había abierto en la carpa del circo, donde había jaulas con al menos una docena de zombis atrapados y otros libres merodeando los alrededores. No había más que zombis y dioses resentidos en ese mundo, lo sabía porque ya había visitado aquella dimensión. Los alimentos y el agua no estaban contaminados ya que el desastre zombi no se produjo por un virus o una explosión.

—Fue obra del dios de la muerte del hinduismo —le expliqué para convencerlo de comer algo—. Es una deidad del inframundo, como un Hades, pero hindú.

—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó cuando por fin tomó un poco de agua.

—Una vez visité el período védico —me reí internamente de su expresión de asombró y confusión, aquello no era verdad, pero si que podía caer en distintos períodos de la historia dependiendo del mundo al que llegará—. Es broma, llegué a aquí a puertas de la tragedia, eso es todo.

—¿Qué tipo de tragedia? —indagó.

—La clase que involucra a un dios enamorado de una mortal, una diosa celosa y un amuleto maldito —resumí, pero él seguía inconforme con mi explicación.

Tuve que contarle todo lo que sabía acerca de la pelea entre dioses y cómo esta afectó al mundo de los mortales en la línea de tiempo de aquella dimensión. Pues la llegada del fin del mundo fue cierta, al menos para algunas realidades alternas como esa.
Y es que fue un dios guardián del inframundo, el que formó un ejército de muertos vivientes en esa ciudad con el objetivo de ayudarlo a encontrar un amuleto perdido, que su esposa había escondido. Aquel instrumento era lo único que podía devolverle la vida a su amada mortal, de ahí su importancia.

El capricho de aquel dios no trajo más que destrucción, llegando al punto de perder el control y extender el caos más allá de la ciudad de su objetivo, con el tiempo también perdió el interés por aquel amuleto y por supuesto se olvidó de la ciudad que maldijo. Yo apenas logre salir del alboroto, cuando los monstruos que me perseguían llegaron, se encontraron envueltos en aquel caos que los freno y me permitió escapar abriendo el portal.

—No había registros de mi identidad aquí, no necesito buscar de nuevo, así que solo debemos esperar y entrar en la carpa del circo cuando llegué la hora —le expliqué mi plan para dejar aquel mundo lo antes posible.

—¿Y por qué descartaste buscar esos registros también en mi mundo? ¿Ya lo habías visitado antes?

—No, pero no tenían la tecnología suficiente para crear este reloj, tu dimensión también pertenecía al siglo XX. Además, supuse que cualquier clase de documentos ya estarían destruidos dentro de los edificios derrumbados por los demonios —concluí para revisar los alimentos que nos quedaban—, ¿No encontraste una bolsa o algo similar? —pregunte pues sería complicado llevar provisiones de un lugar a otro sin una.

—Puedo buscar una si así lo quieres, maestra.

—No, y te dije que no me llamaras ama o maestra.

Suspiré y me quité la chaqueta para improvisar un bolso, si por alguna razón caímos en un desierto al menos me aseguraría de tener agua conmigo.

—¿Esas marcas? —me preguntó Zean—. ¿Fueron hechas por aquellas entidades? Esas que me encargaste destruir cuando sellamos el pacto, ¿cierto?

La blusa corta con tirantes que traía debajo de la chaqueta dejó expuesta las cicatrices que tenía en la espalda y en mis brazos. Ya era tarde para tratar de ocultarlas y tampoco quería hacerlo.

—No siempre fui tan ágil para escapar. Aunque la mayoría son solo rasguños mal curados, porque era difícil conseguir medicamentos —confesé.

—Puedo borrarlas si así lo deseas —ofreció, pero lo rechace.

Sabía que él tenía esa capacidad cuando logró borrar sus propias cicatrices, que eran un mal recuerdo de su mundo, pero para mí aquellas marcas significaban recuerdos que aún permanecían en mi memoria. Era aterrador despertar sin tener idea de quién eres, ya no quería volver a sentirme pérdida por eso las conservo, son un recordatorio del camino que tuve que pasar y si algún día lo pierdo todo de nuevo, tengo la esperanza de que me recuerden como volver a comenzar y seguir luchando.

—Eres extraña, pero también interesante. ¡Revisaré los alrededores, te diré cuántos hay cerca! —dijo antes de salir a investigar.

Tuve que esperarlo, pero cuando llegó con un destello colgando en su muñeca me sorprendió. Había conseguido algo que me pareció valioso a primera vista.

—Lo encontré sobresaliendo de la tierra, cerca de la entrada a este lugar—indicó mostrándome aquel dije con estilo hindú.

—Podemos venderlo a un buen precio en cualquier otra dimensión. —no pude evitar emocionarme mientras lo tomaba en mis manos.

—¿Ya podemos irnos? Hay solo seis de ellos ahora mismo, podremos evitarlos fácilmente si nos ocultamos.

Asentí ya que solo faltan cinco minutos para la hora oscura.
Hasta ese momento no me daba cuenta de mi error, para mí, el amuleto maldito, y el dije encontrado, eran diferentes. Solo lo entendí cuando estuvimos rodeados por cientos de zombis. Definitivamente era el mismo objeto que ellos estuvieron buscando sin descanso.

—¡Abre el portal! —me gritó Zean dispersándolos en su forma de lobo.

—Estoy en eso—respondí, pero aún faltaban unos minutos para poder usar el reloj.

Nos habíamos confiado de poder manejar la situación cuando estaba por superarnos. Zean estaba recibiendo la mayor parte del daño al tratar de impedir que los zombis llegaran hasta mí. Tenía el presentimiento de que no lo lograríamos si insistía en llevarme el colgante, por eso decidí mostrarlo delante de los zombis en un intento por distraerlos. Pero no salió como esperaba, uno de ellos tenía una fuerza espeluznante, llegó hasta mí y en su intento por obtener el amuleto me tiro con fuerza hacia una de las jaulas en donde mi cuerpo chocó contra los barrotes.

Me dolía la cabeza y me costaba respirar. Apenas y podía distinguir a Zean cuando una luz destellante lo envolvió por completo, de él salió una onda expansiva con lo que logró repeler a los zombis que tenía delante. Luego recogió el amuleto y se acercó, aunque no quería rendirme, me di cuenta de que no tenía forma de salvarme, había sido mi error involucrar a alguien más así que todo lo que podía hacer era utilizar la fuerza que me quedaba para abrir el portal para él. Le señale que se fuera, porque si él lograba salir de ahí, al menos mi alma le pertenecería por nuestro pactó y yo por fin sería libre de alguna forma, no más búsqueda, no más problemas, no más correr por mi vida.

Mis ojos comenzaban a cerrarse, pensé que él se habría ido hasta que desperté. Aún seguíamos en aquella dimensión, pero mis heridas estaban curadas y tenía el amuleto colgando de mi pecho.

—Coloque la mitad de mi energía en el dije para que funcionará—susurró notablemente agotado.

—¿Por qué lo hiciste? Pudiste tomar mi alma y ser libre en otra dimensión.

—Todavía no cumplo mi parte del trato. Debo protegerte y destruir a quiénes quieren dañarte. Además, tu alma nunca fue el precio sino mi libertad. Aunque de algún modo tu vida ahora me pertenece, te seguiré sirviendo —pronunció todavía con dificultad.

—Entonces, supongo que debo agradecerte.

—No es necesario, ya que tengo tu alma fue un precio justo —mencionó levantándose del suelo y extendiéndome una mano que no rechace esta vez.

Al observar mi reloj, todavía quedaban algunos minutos para cruzar el portal, aunque estaba al límite del tiempo.
No sabía lo que encontraríamos en la siguiente dimensión, pero que mi vida estuviera enlazada a un amuleto y a un demonio era peligroso. Tenía otra oportunidad gracias a eso y aunque una parte de mí pensaba que mis pasos eran cada vez más torpes y cortos, también había otra que me alentaba a seguir siendo constante. Había avanzado mucho sin darme cuenta, solo debía seguir.

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