La mañana estaba siendo pesada para Marcus, se la pasaba corriendo de un lado a otro y la razón era que debía prepararse para miles de cosas que haría esa semana, comenzando justo ese día. Alexis le miraba de un lado a otro desde el sofá sentado junto a Tavo, ambos comían cereal con leche con la televisión encendida viendo caricaturas con tranquilidad.

"Alex, en la tarde vienen a dejar a los niños y no podré estar, ¿puedes recibirlos?" Preguntó el castaño en voz alta bajando las escaleras para irse corriendo a la puerta. "No coman pizza de cena, Tavo debe comer cosas más saludables y no comida basura. ¡Gracias!" Gritó antes de salir.

"¿Los niños?" Preguntó el de greñas volteando a ver a el chico a su lado.

"Sus perros." Respondió Tavo con la boca llena.

"¿Tienen perros?" Volvía a preguntar.

"Tres." Respondió el chico levantándose para ir a servirse más cereal.

"¿Tres? A la verga, son muchos." Murmuró el mayor curioso. "¿Son pequeños o...?" El niño asintió mientras masticaba.

"Son... Un Pitbull, un Rottweiler y un San Bernardo." Dijo cuando tragó.

La cara de Alexis era un poema ante lo que escuchó. Según tenía entendido los Rottweilers eran perros dominantes y a el San Bernardo le tenía miedo por una película de Steven King, en cuanto al Pitbull, es un perro que puede matar a un toro. ¿Porqué Marcus quisiera tener esas tres razas al mismo tiempo? Peor aún, debía recibirlos.

"Llegan a dejarlos a eso de las cuatro." Le dijo Tavo sentándose en el sofá con su cereal.

"Chingada madre..." Murmuró Alexis encogiéndose en el sofá.

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