Sin vuelta atrás; EP Nº9 [Pensamiento] Libertad
-No soy libre, me paso todo el día entre rejas, ¿No ves que no puedo hacer lo que yo quiero y eso me frustra?-. Preguntaba Matt, sentado en la habitación de Linda, en el suelo, apoyado por el mueble de la cama.
-Me da igual Matt, no deberías fumar-. Matt se encendió el cigarro con el mechero. -Y menos en mi habitación-. Dijo Linda.
-¿Se fuma por aquí verdad?-. Preguntó Matt, y asintió, fue a darle una calada. -¡Dios!, *Cof Cof*-. Se levantó y pisó el cigarro. -Nunca más-. Dijo Matt.
-¿Quién te lo ha dado?-. Preguntó Linda.
-Un imbécil del patio que iba en tirantes marcando músculo-. Dijo.
-¿Y cuánto te ha costado ese cigarro?-. Matt suspiró.
-El primero era gratis-. Dijo Matt, y se volvió a sentar.
-El tabaco es una droga muy atrapante... y encima cancerígena. No deberías fumar, ni beber, ni ningún tipo de droga-. Matt sonrió.
-Ya, pero no sé, simplemente quería probar cosas nuevas-. Dijo Matt. -¿Tú no quieres probar cosas nuevas?, No sé..., ¿Salir a la calle por ejemplo?, O quizás prefieres ir a comprarte ropa que no sea donada por gente que ya no la necesita-. Dijo el castaño.
-No es que me moleste pero..., Es como si nos estuviéramos comiendo las sobras de la gente-. Sonrió Matt.
-Claro Matt, si lo miras desde ese punto de vista, todo aquí es malo-. Sonrió Linda, limpiando el pincel en agua para cambiar de color.
Matt sonrió, y se rio levemente.
-No me gusta ver las cosas de forma tan mala, pero si que es verdad que me gustaría que te dejaran un poco más de libertad aquí, o sino todo esto se vuelve aburrido hasta para mí-. Dijo Matt.
-Ya, supongo que tienes razón, ¿Pero que es la libertad?, ¿Y cuánta libertad se le puede dar a un niño de 11 años?, Sobre todo si ese niño es Mail Jeevas-. Matt sonrió, y cerró los ojos.
-Y yo que sé-. Dijo este. -No sé nada de la vida, tampoco quiero saberlo-. Matt abrió los ojos.
-Sólo quiero vivirla-.
Linda sonrió.
-Pues hazlo-. Dijo sonriendo.
-¿Eh?-.
Mello estaba mirando fijamente al saco de boxeo.
-Imagina a tu peor enemigo... imagina como él intentaría ganarte...-.
Todos miraban confundidos a Mello, ya que no sabían que estaba haciendo.
Mello cerró los ojos.
-Quiero luchar con el más fuerte de aquí-. Dijo Mello.
Los que estaban mirando, se sorprendieron, y los que no estaban mirando, comenzaron a mirar.
-¿Cómo dices, Mello?-. Preguntó un estudiante de Wammy's.
-Quiero ver hasta donde soy capaz. Necesito entrenar con alguien, ¿Quién se atreve?-.
-Hmmm...-. Sonrió.
-¡Vamos, deprisa!, O elijo yo...-. Amenazó el rubio, y los alumnos que se encontraban en el gimnasio del orfanato, comenzaban a ponerse nerviosos.
-Yo seré tu contrincante-. Dijo.
-¿Hm?-. Mello miró detrás suyo.
-¡No puede ser!-. Todos se sorprendieron.
-Mello va a morir...-. Susurraban algunos.
-Vaya, pero si eres tú, Cody, el más fuerte del orfanato, y también el más abusón-. Dijo Mello, sorprendido.
-Así es. Soy yo-. Dijo, acercándose a Mello. -¿Te acuerdas cuando estampé tu cara en un plato de comida?, ¡JA!, Que divertido fue..., ¿Quieres revivir el momento?-. Preguntó.
Mello sonrió.
-Sí, ¿Por qué no?-. Preguntó el rubio.
-¿Estás seguro?, No querrás que te envíe a la enfermería-. Preguntó Cody, vacilón.
-No me das miedo, gusano-. Mello se preparó para la batalla, colocándose en la posición en la que L le enseñó.
-Tsk, ¿Qué se supone que haces, rubita?-. Preguntó sonriente Cody.
-Prepararme para acabar contigo-. Mello frunció el ceño.
-Ahora verás...-. Cody se remangó la camiseta. -¡Os voy a enseñar a todos quién manda en el orfanato Wammy's!-.
Todos estaban sorprendidos, ya que la fama de Cody en el orfanato era muy extensa. Sus músculos eran bastante notorios. Como ya expliqué, Cody era mayor a Mello, ya que tenía 16 años.
Pero eso no le acordaba a Mello. Es más, solo le entraban más ganas de acabar con él.
Iba a demostrar de que estaba echo.
-Listo-. Dijo Cody, colocándose en posición.
-¿Estás listo para morir?-. Preguntó Mello, y Cody frunció el ceño. -Que digo... uno nunca está listo para morir-. Sonrió Mello.
-¡HM!-. Cody se abalanzó hacia Mello, y este se sorprendió.
Cody consiguió embestir a Mello, y tirarlo al suelo.
-¡MMMGHJ!-. Mello intentaba quitárselo de encima.
-¡JAJAJA!-. Cody comenzó a golpearle en la cara. -¡JÓDETE NIÑATO, PARA QUE APRENDAS!-. Mello comenzaba a marearse.
-¡A-AHHH!-. Sangre brotaba por la nariz de nuestro protagonista, y su vista se disminuía con cada puñetazo. -¡A-AAAAGHJ!-.
Definitivamente, había sido una mala idea.
-Pero recuerda, Mello-. Mello comenzaba a acordarse de las palabras de su mentor.
-Caerse está permitido...-.
-M-Mgh...-.
-Pero levantarse, es obligatorio-.
-¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!-. Gritó Cody, y viendo que Mello se había desmayado, se levantó de encima suyo, y se alejó. -¿¡VEIS LO QUE LE PASA A LA GENTE QUE CREE QUE PUEDE METERSE CONMIGO!?, ¿¡EH!?, ¿¡LO VEIS!?-. Todos estaban asustados, pero se sorprendieron mucho al verlo.
-¿¡QUÉ MIRÁIS!?-. Preguntó Cody.
-Creo que me miran... a mí-. Cody se sorprendió, y se giró, para ver a Mello.
-¡P-Pero!..., ¿¡Cómo es...!?-.
Mello estaba suspirando. Su nariz no paraba de sangrar, y su cara estaba completamente roja, por los puñetazos y por la sangre, ya que entre la nariz, y que se le había roto un diente...
-La gente, no va a... tenegte miedo, nunca más...-. Dijo Mello, apretando sus puños, hablando mal. -¡PST!-. Escupió su diente, y todos miraron sorprendidos, tragando saliva.
Cody se asustó.
-¡Acabaré contigo, Mello!-. Gritó Cody.
Mello sonrió, macabramente.
-¿Acabar... conmigo?-. Preguntó Mello. -¡JAJAJAJA!-. Comenzó a reírse, aunque eso le provocara un extremo dolor en toda su cara. -¡Nadie puede acabar conmigo! ¡Con M! ¡Con Mello!-. Se señaló a él mismo. -Yo... represento a todos aquellos que alguna vez pensaron en rendirse... ¡Todas esas personas aquí que se sienten unos perdedores o un cero a la izquierda! ¡YO, MELLO, YO LES OTORGARÉ ESPERANZA! ¡NO IMPORA EL MOTIVO POR EL QUE ESTEMOS AQUÍ! ¡DA IGUAL SI NUESTROS PADRES NOS ABANDONARON, SI FUERON ASESINADOS, NOSOTROS SOMOS SUCESORES DE L!-. Decía Mello, sorprendiendo mucho a Cody, y a los demás también.
-Sí...-.
-¡Tiene razón!-.
-¡M-Mgh!-. Cody estaba realmente impactado con el discurso de Mello.
-¡YO NO MORIRÉ! ¡NADA... *COF COF*!-. Tosió sangre, pero lo ignoró. -¡NO MORIRÉ, PORQUE MI FIGURA SERÁ ETERNA! ¡YO, SERÉ, TU PERDICIÓN!-.
-¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!-. Cody se abalanzó hacia Mello, y fue a darle un puñetazo, pero el rubio lo esquivó, y le hizo la zancadilla a Cody, haciendo que se cayera. -¡MGHJ!-.
Mello cogió a Cody de la espalda.
-¡LÉVANTATE!-. Lo levantó, y lo empujó.
-¡AHORA VERÁS!-. Gritó Cody, y fue a golpear a Mello, pero Mello se agachó, y le dio una patada en su estómago. -¡PUAAAGHJ!-. Cody escupió. Mello se levantó, y Cody comenzó a tocarse el estómago. -¡A-AGHJ!-. Cody entonces vomitó, y Mello sonrió. Cody se sentó en el suelo, vencido.
-Adiós, rey de Wammy's-. Dijo Mello, y este pateó a Cody en toda su cara, arrancándole un diente. -Ahora estamos a mano...-.
Cody se desmayó. Vencido.
-¡AHORA NADIE... DEBE TENER MIEDO!-. Gritó Mello, levantando su brazo. -Si alguien os hace algo... ¡RECORDAD QUE NADIE ES INVENCIBLE, TODOS PODEMOS VENCER!-. Gritó el rubio.
Los niños se miraron entre ellos, los más pequeños y los más mayores, y todos, sonrientes, decidieron alabar al nuevo rey de Wammy's.
-¡SIIIIIIIIIIIIIIIII!-.
-¡¡¡MEEEEELLO, MEEEELLO!!!-.
Mello sonrió.
-S-Soy... el número uno... ¿L-Lo has visto p-padre?-. Preguntó el rubio. Acto seguido, se desmayó, y cayó redondo al suelo.
-Mmmm...-. Mello abrió los ojos, y se movió lentamente para posicionarse. Notó que estaba en su cama, así que se sentó, y vio a su alrededor. -Mi habitación... pero... ¿Cómo he llegado hasta aquí?-. Preguntó confundido. -¡A-AH!-. Se tocó la boca, ya que notó un dolor punzante en ella.
-Tienes muchos amigos, ¿Eh?-. Mello miró a quién había dicho eso. Era una enfermera, guardando su botiquín.
-¿Q-Qué?-. Preguntó Mello, sorprendido.
-Tus amigos del gimnasio. Te llevaron a tu habitación, para que los profesores no vieran en la pelea en la que te habías metido, después, me llamaron a mí, atendí al otro niño. Bastante estúpido si me preguntas-. Mello sonrió.
-Así que... no era un sueño-. Preguntó Mello.
-No, no lo ha sido-. Mello miró a la enfermera. -Enhorabuena, ahora te consideran el rey de Wammy's-. Mello sonrió. -Reflexiona sobre eso, y piensa como te sientes-. La enfermera se levantó de la cama, y salió de la habitación.
La sonrisa de Mello se esfumó.
-¡Jaja!-.
-Pues...-.
-¡Muy bien, hijo!-.
Mello se tumbó en la cama, y se abrazó asi mismo.
-Me sigo sintiendo solo...-.
[1 de diciembre de 2003, 2 años después de 2001, Mello: 13 años (13 de diciembre), Matt: 13 (2 de febrero), Linda: 14 (4 de junio), Near: 12 (24 de agosto)]
Kira, ya ha aparecido.
-¡AHHHH!-. Fue a golpearle, y Mello cerró los ojos y tragó saliva. Tenía que hacerlo por su bien. -¡MGHJ!-.
-¡AH!-. Mello cayó al suelo, y su contrincante sonrió.
-¿¡Qué dices ahora eh nenita!?-. Preguntó sonriente.
Mello abrió los ojos, y se levantó.
Se había formado un círculo de personas que estaban observando aquella pelea.
-¿Lo habéis visto no?, Él me ha golpeado primero-. Dijo Mello. Los espectadores (bastante cotillas si me preguntáis), estaban confundidos, pero asintieron. -Bien. Ahora puedo decir que peleé en defensa propia-. Sonrió Mello, ahora ya no le castigarían solo por defenderse.
-¡AAAAH!-. Fue a darle otro golpe, y Mello esquivó el ataque. Mello se agachó, y le hizo un barrido de piernas. -¡UGHJ!-. El tipo se cayó de espaldas.
Mello le pisó el centro del pecho.
-¡M-Mghj!-. Su contrincante, un alumno más de Wammy's, se quejó por aquello.
-No te vuelvas a meter conmigo, ¿Te queda claro?-. Preguntó sonriente el rubio.
-¡Acaba con él!-. Gritaron unos niños de Wammy's.
-¿Eh?-. Mello miró a los demás, y todos estaban dando saltos de ánimo. -Les gusta...-. Mello sonrió, y se emocionó demasiado. -¡Está bien, acabaré contigo!-. Mello le pisó le cara.
-¡UAGHJ!-. Al tipo le comenzó a sangrar la nariz, y Mello quitó el pie de su cara. -¡AAAAH!-. Comenzó a retorcerse, y a llorar.
Mello quitó su pie de su contrincante y pisó el suelo.
-Ehm...-. Mello vio a aquel tipo sufrir, y Mello tragó saliva.
-¿¡Qué te crees que haces eh!?-. Un profesor le cogió del brazo.
-¡AH!-. Se quejó Mello. -¡Idiota suéltame, él ha empezado la pelea!-. Dijo el rubio, y el profesor le vio el ojo.
-¡A la enfermería ya mismo!-. Ordenó, y le empujó para que fuera. Mello le fulminó con la mirada.
-Es que eres tonto-. Dijo Near, sentado en la camilla de Mello, a su lado.
-Y tú eres... tú eres un debilucho-. Dijo Mello, poniéndose el hielo en el ojo. -¡Au!-. Se quejó este.
-¿Te ayudo?-. Mello le fulminó con la mirada.
-¿Crees en serio que necesito tu ayuda para ponerme un hielo en el ojo?-. Preguntó Mello, y Near alzó los hombros. -¡No, que te quede bien claro estúpido, no necesito ayuda para nada!-. Dijo Mello, quejándose.
Near rodó los ojos, intentando ignorar ese tipo de comentarios y evadiendo la conversación a su terreno.
-Quizás para dejar de ser tan... ¿Cómo se dice?, Ah sí, influenciable-. Dijo Near vacilando un poco al rubio, el cuál alzó una ceja.
-Yo no soy influenciable-. Negó Mello.
-Mello, ¿Por qué te crees que estoy aquí?, Estuve viendo la pelea, y claramente te dejaste influenciar para que remataras a ese pobre chico-. Mello torció el labio. -¿Sabes que no puede ver por un ojo?-. Preguntó Near.
-Mentiroso-. Dijo Mello con voz cabreada.
-¿Quieres que lo comprobemos?-. Preguntó el albino, y el rubio se sorprendió.
Miró al suelo, y negó.
-Ahh...-. Mello se quitó el hielo del ojo, y Near le vio el ojo morado.
-¿Te duele?-. Preguntó Near.
-Déjame en paz Near...-. Dijo Mello, y este parecía que estaba triste.
-¿Qué ocurre ahora?-. Preguntó confundido Near.
-Lo que ocurre es que me he convertido en un abusón-. Mello suspiró. -No quiero hacer daño a la gente... pensaba que quizás así podría practicar para cuando tuviera que vivir en la calle, y para cuando sea L, hacer operaciones especiales en las que se requieran combate... pero nunca pensé que hacerlo fuera tan doloroso, ni para el enemigo, ni para mí mismo-. Dijo Mello, y Near alzó los hombros.
-Mello... la vida es dura. Y tienes que tomar decisiones difíciles-. Mello le miró, sorprendiéndose. -Hay que hacer sacrificios, y el trabajo sucio que no todos pueden hacer. Así que, tienes que utilizar ese poder con mucha responsabilidad, y no hacerlo para idioteces. Harás daño, pero harás daño a enemigos, a criminales, asesinos...-. Mello se dio cuenta de algo muy importante en aquel momento, algo que le derrumbó. -Por eso tienes que ser capaz de hacerlo, y dejar de sentir emociones, ¿Crees que el enemigo se sentirá triste cuando te mate?, No. Lo que has hecho no está bien, pero tienes que ser fuerte, y acabar con tus contrincantes. Sin matarlos, eso ya es otra cosa-.
Mello se levantó de la camilla.
-Vale...-. Fue lo único que respondió, y salió de la habitación. Near torció el labio, y un poco confuso, también salió.
Mello caminaba por el pasillo, triste.
Se había dado cuenta de que Near le había dado el mismo mensaje que le dio L aquel día. Eso derrumbó a Mello. ¿Qué quería decir eso?, L y Near se parecen demasiado.
Sí...
-Es mejor que Near sea L...-.
Días después, Mello y Near se encontraban en la habitación del albino.
-¿Como crees que irá L en el caso Kira?-. Preguntó Mello, sin saber lo que había pasado realmente.
-Claramente irá bien, es L, siempre termina su trabajo de forma eficiente-. Dijo Near. Estos años, se habían juntado un poco más, aunque seguían sin ser nada más que rivales, pero eso no implicara que no pudieran hablar sobre temas, sobre todo, de L.
-Claro, es verdad pero..., ¿Porqué tarda tanto en detenerlo?-. Preguntó Mello.
-¿Acaso crees que tú lo harías mejor?-. Preguntó, y Mello le miró.
-Aghj, Near... ¿Por qué tienes que ponerte así?-. Preguntó Mello, y Near agachó la cabeza. -De verdad, algunas veces estás mejor calladito y sin decir nada-. Dijo Mello apretando los dientes, y Near sintió su corazón rompiéndose, siempre tenía que fastidiarla... aunque claro, él que sabe de sentimientos, absolutamente nada. Y menos juntarse con la gente. -Solo digo que L caza criminales mucho más rápido... debería actuar de forma más veloz-.
-Así puede cometer fallos, debe pensarlo con calma y frialdad-. Mello lo miró, frunció el ceño y entrecerró los ojos.
-Si se espera demasiado, puede que Kira actúe antes, y te mate-. Dijo el rubio.
-Si actúas demasiado pronto, también puede matarte, el intermedio entre esa fina línea de pensar y actuar, es donde se tiene que mover uno-. Mello miraba a Near. -Cualquier extremo es malo-.
Mello no paraba de mirar a Near, un poco cabreado.
-¡Se cree que lo tiene todo ganado!-. Decía Mello, haciendo ejercicio, mientras Matt jugaba a la videoconsola.
-Sí-. Dijo. -Un prepotente total-. Decía sin prestar mucha atención en realidad, aunque Mello ya se lo imaginaba.
-Se piensa que es llegar aquí, y tenerlo todo hecho-. Se levantó, dejando de hacer flexiones, y se bebió media botella de agua. -¡Pues no!-. Tiró la botella de agua contra la pared, y apretó su puño. -Demostraré que no...-. Dijo, mordiendo sus dientes.
Mello salía de su habitación, se dirigía a la cocina para coger (robar) alguna barra de chocolate de la cocina.
-Pst-.
-¿Mm?-. Mello giró su cabeza, pero no vio a nadie. Habría cruzado la esquina, será un idiota gastando una broma. Mello negó, y siguió su camino.
-¡Pst!-.
Mello se giró.
-¿¡Qué mierda quieres!?-. Preguntó Mello, y vio una mano asomándose por la esquina del pasillo. -Ahora verás...-.
Mello se dirigió hacia esa persona, y cuando giró la esquina, le cogió de la camisa, sin percatarse de quién era.
-¡Como vuelvas a...!-. Mello se percató de quién era, pero ya era demasiado tarde. Le dio un cabezazo. -¡AH!-. Y después, un barrido de piernas, pero antes de que Mello tocara el suelo, aquella misteriosa persona, le cogió de la camisa. -L...-. Dijo Mello.
-¿Qué tal estás?-. Preguntó L, sonriendo con su sonrisa habitual.
L le soltó, y Mello cayó al suelo.
-¡Mghj!-. Se quejó este, ya que el suelo estaba muy duro. Mello se levantó. -El cabezazo te lo podrías haber ahorrado...-. Pensó Mello en voz alta, frotándose en la zona donde le había dado.
-¿De que hablamos Mello?-. Preguntó L, y Mello se confundió.
-No sé, hablamos de muchas cosas-. Dijo Mello, dejando de frotarse.
-No pegues primero. Deja tu agresividad aparte-. Mello asintió, y suspiró.
-Lo sé, lo siento L, ha sido... instinto-. Dijo Mello, alzando los hombros levemente.
-Pues tu instinto es muy agresivo. Ven, sígueme-. Dijo L, comenzando a caminar.
-¿Adónde vamos?-. Preguntó el rubio, siguiéndole, intrigado.
-Vamos a hablar con un conocido tuyo-. L sacó del bolsillo de su pantalón, una bolsa de dulces. Mello se relamió al verla, pero negó, imaginándose quién era ese conocido.
-¡Si me vas a llevar hacia Near, al menos explícame para que fin!-. Dijo Mello, diciéndolo casi como si fuera una orden.
-Te adelantas a los acontecimientos, Mello-. L negó. -Pero sí, vamos a ir a ver a Near-. Dijo, y Mello bufó.
-A ver, ¿Por qué?-. Preguntó.
L paró de caminar, y miró a Mello.
-Porque mi vida peligra-. Dijo, y Mello se sorprendió.
Mello y Near estaban sentados los dos el uno al lado del otro, aunque Mello estaba bastante furioso ya que cuánto más lejos esté de ese enano, mejor. Se quería convencer a él mismo de que quería tenerlo lejos.
-Bien, niños-. L se comió una nube de azúcar, y después de tragársela, habló. -Como sabréis, he empezado a investigar el caso Kira-. Mello y Near asintieron. -No puedo deciros nada, porque por mucho que confíe en vosotros, es confidencial-.
-Lo entendemos-. Dijo Near. -Ve al grano, por favor-. Pidió el albino.
-Quiero que sepáis, que este es posiblemente el caso más arriesgado en el que me he enfrascado, y que si muero, necesito que lo resolváis-. Dijo L.
Mello alzó una ceja.
-Querrás decir, que uno de nosotros lo resuelva. L solo podrá ser uno, ¿No?-. Preguntó Mello, cruzado de brazos.
-Ahhh...-. L suspiró. -Eso es lo que quería deciros-. Mello y Near fruncieron el ceño. -Es posible que os elija a los dos-.
Mello y Near se sorprendieron.
-¿¡Cómo!?-. Preguntó el rubio, en shock.
-O mejor dicho... que no acabe eligiendo a ninguno-. Dijo, mirando al techo, rascándose la nuca. -Es decir, que no me acabaré decantando por ninguno de los dos-.
-Entiendo... imagino que la decisión no debe de ser nada fácil-. Mello miró al renacuajo de Near. Le dio mucha rabia que dijera eso, ya que en su retorcida cabeza, para él, eso significa una burla por parte de Near.
-Así es. Así que, si llega el momento, y no he decidido a ninguno de los, debéis prometerme que lo resolveréis juntos-. Dijo L, y miró especialmente a Mello. -Sobre todo tú, Mello-.
Mello miró hacia otro lado, y suspiró.
-No... no puedo, L-. Dijo Mello, y se levantó del suelo. -Lo siento, pero no puedo-. Mello salió de la habitación, dirigiéndose a cualquier lugar.
L miró a Near.
-Near, ¿Le puedes hacer entrar en razón?-. Preguntó el azabache.
-Por muchos intentos que haga, va a ser imposible-. Dijo Near, alzando los hombros. -No lo voy a conseguir, por ende, no lo voy a intentar-.
L asintió.
-Comprendo...-. L se levantó. -Ha sido un placer conocerte, Nate-.
-Igualmente, L-. L se dirigió hacia la puerta. -Oye-. L paró, justo cuando tenía la mano en el pomo. -Prefieres a Mello, ¿Verdad?-. Preguntó Near, alzando una ceja.
L suspiró.
-No es que lo prefiera... sinceramente, creo que necesita más mi ayuda que tú-. Near asintió.
-Entiendo...-. Dijo Near, cabizbajo, aceptando la situación.
-Conozco tu pasado, Near. Sé que es duro, pero... tú eres más capaz que Mello, él... es muy complejo, ya lo sabes-. Near asintió.
-Sí, supongo que tienes razón-. Dijo Near. -Gracias por ser tan sincero, y por todo-.
L sonrió, con su forma tan extraña.
-Gracias a ti-. L salió.
Near se quedó totalmente inexpresivo, no quería demostrar ningún sentimiento ante aquella situación.
Pero Near lo sabía, sabía algo que Mello no.
Y es que esa iba a ser la última vez, que Near viera a L.
-¡MGH!-.
Mello estaba furioso, y estaba pateando la pared. L lo vio y se acercó a él.
-¿Por qué haces eso, Mello?-. Preguntó L, con su voz calmada y serena.
-¡Porque estoy harto, L!-. Mello se giró hacia él, con el ceño fruncido. -Harto de todo esto, de sentir que no soy lo suficientemente bueno, de sentir que siempre estoy en la sombra de alguien más, de sentir que no tengo control sobre mi propia vida-.
L asintió comprensivamente.
-Entiendo tu frustración, Mello. Pero no puedes dejar que te consuma. La vida está llena de desafíos y obstáculos, pero son precisamente esas dificultades las que nos ayudan a crecer y a superarnos a nosotros mismos-. L se acercó un poco más a Mello. -Tú eres capaz de mucho más de lo que imaginas, pero tienes que creer en ti mismo. La confianza en uno mismo es fundamental para alcanzar tus metas y superar cualquier adversidad que se te presente-.
Mello miró a L, con una mezcla de incredulidad y determinación en sus ojos.
-¿Crees que puedo hacerlo, L?-. Preguntó, con un dejo de esperanza en su voz.
-No lo creo, lo sé, Mello. Tienes un potencial increíble, solo tienes que aprender a canalizarlo y a confiar en ti mismo-. L puso una mano reconfortante sobre el hombro de Mello. -Eres más fuerte de lo que crees, solo tienes que encontrar esa fortaleza dentro de ti y dejar que te guíe-.
Mello se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de L. Después, asintió con determinación.
-Tienes razón, L. No puedo permitir que la frustración me domine. Voy a demostrarle al mundo de lo que soy capaz, empezando por mí mismo-.
L sonrió, satisfecho.
-Así se habla, Mello. Estoy seguro de que serás capaz de lograr grandes cosas si te lo propones-.
Mello asintió, sintiendo una renovada sensación de determinación y confianza en sí mismo. Con el apoyo de L y su propia voluntad, sabía que podía enfrentar cualquier desafío que la vida le pusiera por delante.
L se subió a la limusina, y Watari arrancó, comenzando a llevarle de nuevo al aeropuerto.
-Señor Ryuusaki, ¿listo para volver a investigar junto al señor Yagami?-.
-Sí...-.
L cerró los ojos.
-Estoy preparado para todo...-.
Ya era por la noche, así que Matt tenía que descansar.
Abrieron la puerta de su habitación, y con una linterna, revisaron de que estuviera dormido.
-T está dormido-. El profesor entró en la habitación, y con la llave que llevaba, cerró la ventana de la habitación de Matt, salió, y cerró la puerta.
Pero Matt, no quería descansar...
Se destapó, quitándose la sabana que llevaba, demostrando que no llevaba su pijama, sino, un chándal verde. Se levantó de la cama, y debajo de esta, sacó una mochila, donde revisó que tenía la gameboy con todos sus juegos, la ropa, y la comida que había robado estos días del comedor.
Cerró la mochila, y sacó del bolsillo del chándal un clip. Se dirigió a la ventana, desarmó el clip, y intentó forzar la cerradura con el clip.
-Vamos... llevo noches intentándolo-.
*Click*
-¡Bien!-. Susurró, y abrió la ventana. Salió por ella, y cayó en el césped nevado de Wammy's. -Uyy, que frío-. De su mochila sacó un gorro, y un pañuelo, que se puso.
-Bien, ahora...-. Sacó de su otro bolsillo un mapa de Wammy's que él mismo había fabricado. -Por aquí-. Dijo Matt, y rodeó el centro, teniendo cuidado de que no hubiera profesores con linternas. Se sentía completamente metido en una película de espías, como si estuviera en misión imposible, con aquella música metida en su cabeza.
Llegó al muro de ladrillos rojos, era alto, no sabría si podría escapar él solo.
-Mmm, necesitaría a alguien más-. Matt pensó, su mejor amigo Mello quería salir afuera, pero aquello sería privarle de ser L, así que lo descartó. Linda no sé si querría, aunque tampoco molaría. -Ahhh-. Matt suspiró.
-Debo dejar de intentarlo, no sería capaz de vivir ahí fuera-. Matt se quitó el gorro y el pañuelo. -Aquí me dan comida gratis, ahí no sé ni como conseguiría ni mi propia casa-. Matt entró de nuevo por su ventana.
-Pero algún día, lo haré-. Matt cerró el puño. -¡Escaparé de este lugar!-. Dijo un poco más alto, decidido.
Un poco más lejos de allí, había otro niño que también se había escapado de su habitación, y que se encontraba viendo la oscura noche estrellada. Mello alzó su mano, pensando profundamente.
Near, también se encontraba observando la noche estrellada desde la ventana de su habitación.
-Es increíble contemplar el vasto universo y darse cuenta de lo diminutos que somos en comparación. Somos solo un punto minúsculo en la inmensidad del cosmos. No significamos nada en comparación a estas grandiosas estrellas, planetas, galaxias...-. Pensaba el pequeño.
Mientras tanto, Mello, miraba el cielo estrellado, y pensaba:
-Es asombroso pensar que en esta vastedad cósmica, nosotros, seres humanos, hemos surgido. Somos una casualidad maravillosa, el resultado de innumerables eventos y circunstancias que se alinearon perfectamente para permitirnos existir. En un universo tan inmenso y aparentemente indiferente, el echo de que estemos aquí, viviendo, sintiendo, amando...-.
Mello, aún sin esperanza, y sintiéndose más solo que nunca... no iba a dejar que su optimismo desapareciera.
Comenzaba a recuperarse.
-Es verdaderamente milagroso y hermoso-.
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