Sin vuelta atrás; EP Nº6 [Ambición] Cambios
-¿Que es esto que siento?, ¿Por qué tengo tanta calor?, ¿Por qué siento que todo a mi alrededor es aburrido y que solo quiero encerrarme en mi habitación y olvidarme de todo el mundo?-. Mello se preguntaba por qué últimamente ahora todo le daba asco. -Tiene que ser por él..., Odio que no pueda superarlo, agh, que asco me da esa palabra, llevo años nombrándola-.
Miraba el atardecer desde la colina de Wammy's, estirando su brazo hacia el exterior. Quería poder llegar más allá, quería poder atravesar las fronteras y salir de esta prisión, conseguir la libertad que necesitaba, poder ser libre.
Ojalá poder regresar al momento en el que sus padres le abandonaron, y hacer algo para poder cambiarlo y evitarlo...
Necesitaba hacerlo. Pero no podía... porque aquello ya era el pasado.
Pero encima, aún después de todo eso, también se encontraba Near en su cabeza, quién Mello veía a veces como un amigo, o quizás... como un ser inalcanzable, en el que busca la carencia de aprobación que nunca recibió de sus padres.
Quizás... Él lo único que quiere es...
"Eres muy bueno, Mello. Eres brillante".
Y nunca lo recibió.
-Necesito quitarme a ese enano de mi cabeza, ¡Pero ya!-. Mello se adentró adentro de Wammy's, pasando por los pasillo. -Pero..., ¿Cómo?-. Seguía pensando, hasta que paró, y se le ocurrió una idea. -Hm..., Ya sé-. Dijo sonriente.
Mello estaba mirando su móvil. Era un teléfono muy antiguo, solo podían hacer llamadas. Tenía todos los números marcados, solo faltaba darle al botón verde de llamar. Pero, ¿Será capaz?, Es muy sensible a todo lo que le dice L, le hace sentir vulnerable y cortado, ya que a veces L sabe como animarle, y parece que le entiende al completo.
-Ahhh...-. Fue valiente, y le dio al botón de llamar.
Mello se puso el teléfono en la oreja, y tragó saliva. Estaba esperando a que L probablemente no le cogiera la llamada, así que no tenía mucha confianza. Cuando entonces, el teléfono dejó de sonar, y Mello se sorprendió.
-¿Hola?-. Preguntó el rubio.
-Hola Mello, ¿Qué ocurre?-. Preguntó L.
Mello alzó una leve sonrisa.
-Hola L..., Estaba pensando en si podías venir algún día al orfanato, y podrías contarme sobre el chico que se suicidó y su amigo-. Dijo Mello, animado de que L le hubiera cogido la llamada.
-Mmm..., Creo que tengo un hueco para ir mañana por la tarde. ¿Te parece bien, M?-. Preguntó L, y Mello se sorprendió aún más, y sonrió.
-Claro, estaría bien-. Dijo Mello.
-¿Quieres desconectar no?, ¿Qué tal con Near?-. Mello suspiró.
-Bueno..., Cómo siempre. Sigue sacando mejores notas que yo...-. Dijo Mello, un poco desanimado de tener que hablar con L de esto.
-No te preocupes Mello, ¿Sabes?, Yo sigo confiando en ti. Sé que algún día, podrás superar a Near, solo tienes que confiar más en ti mismo-. Mello sonrió.
-Gracias L-. Dijo Mello, contento.
-Nos vemos mañana, adiós-. L le colgó.
Mello bajó el teléfono móvil de su oreja, y lo dejó en la mesita de noche al lado de su cama. Se sentó en su cama, y miró al suelo. Estaba con una mueca triste, pensando en todo lo que L le decía. Le gustaba, pero le hubiera gustado escucharlo más sobre sus verdaderos padres...
¿Por qué?, ¿Por qué no puede ser él alguien normal, con padres normales?
No lo sabe, pero al menos ha tenido suerte, ya que tiene a su segundo padre.
L.
Al día siguiente, cierto albino se despertaba de una siesta.
-Hmm-. Se frotó el ojo, y miró su reloj de la pared, eran las 7, y la noche anterior se fue a dormir a las 5:30. -Debo comer-. Se levantó de la cama, se dirigió al baño vagamente, y comenzó a asearse.
Aunque pareciera un chico de lo más responsable, estudioso; que siempre después de cenar se va a la cama, y que es amable y ordenado..., Era casi lo contrario.
En todo caso; repasaba, ya que estudiar, él no lo necesita. No era ordenado, siempre deja todo tirado por el suelo de su habitación, puzles..., Robots..., Pistas de coche...
Y lo peor, es que tampoco se iba a la cama después de cenar, siempre se iba a las 3, a las 4, o a las 5, y con eso de amable..., Near no sabía que era eso de la "amabilidad", nunca la había visto.
-¡Contesta!, ¡Ni que te fuera a golpear!-. Recordó aquel diálogo con Mello hace más de 5 años.
-Hm-. Eso sí, sí que conocía lo que eran algunos sentimientos. La tristeza, la rabia, la envidia, la emoción...
La emoción; lo recordaba, sentía emoción ya que L le había asignado un caso de robo en Madrid, España, y ayer por la noche lo resolvió. Aquel reto fue demasiado fácil, y decidió quejarse a L, pidiendo que le diera algo más a su nivel, cosa que realmente no sorprendió mucho al detective. Ya podía decir que lo había visto todo de este chico. Pero parece que L y Near tampoco tenían una relación muy directa. Near a veces hablaba con él, pero solo para asignarle casos, y siempre que hablaban, era cuando L se lo pedía.
El sentimiento que más confuso tenía era el amor, ya que no cree que haya podido sentir amor hacia alguien nunca en su vida, ni si quiera a sus padres, aunque hace tiempo dijo lo contrario con el comentario de texto, ahora, al recordarlo, no siente nada. Simplemente, vacío. Lo único que tiene permanente de aquella experiencia son esas heridas aún no sanadas del todo.
Near se miró en el espejo, y se levantó un poco la camisa.
-Ese cuerpo tan bello... ¡DEBE SER MÍO!-.
-¡M-Mgh!-.
Near se retorció ante ese recuerdo y se bajó la camisa.
-¿Por qué mi cuerpo es así?... Lo odio...-.
El albino se dejó caer al suelo y comenzó a abrazarse a él mismo. Odiaba verse así de débil, pero al recordar aquello, no podía controlar sus emociones, ni si quiera sus acciones... era...
Era odioso verse así, pero Near no podía permitirlo. No podía permitirse el ser débil en este mundo rodeado de gente tan fuerte e inteligente. No. No iba a permitirlo. Near se levantó del suelo, ignorando el echo de odiar su cuerpo, y comenzó a pensar en otras cosas.
Mello.
Era lo primero que se le vino a la cabeza. No sabía que era lo que sentía hacia Mello, el que se podría considerar el segundo sucesor de L...
Los sucesores de L. Ninguno está clasificado por números, cualquiera podría acabar siendo L, pero si que es verdad que Mello y Near son las opciones más destacadas para serlo. A Mello también se le solían asignar casos, y a veces, los dos competían por ver quién los resolvía antes. Mello y Near eran de las opciones más destacadas para ser L, y eso confundía al susodicho, ya que no sabía cuál escoger.
Near lo piensa todo con más lógica y sangre fría, pero tiene miedo a actuar, y quizás puede llegar a esperar demasiado.
En cambio, Mello actúa aún más rápido, solo que le falta serenidad, tiene demasiada impulsividad, y además, se deja llevar mucho por las emociones, las cuáles las tiene a flor de piel, cosa que puede fastidiar bastante sus planes.
Y así, Near, mientras estaba pensando en todo aquello, Mello se dirigió a su habitación. Supongo que en aquel momento el rubio se pondría a estudiar para el examen de la semana que viene, y después se irá pronto a dormir para despertarse bien a la mañana siguiente.
Cuando Mello entró en su habitación, se sorprendió mucho al verlo sentado en su cama.
-Vaya, por fin estás aquí-. Mello sonrió levemente, al ver a L.
-L...-. Mello se sorprendió, nunca había visto a L en persona. -¿Realmente eres tú?, ¿O eres un enviado suyo?-. Preguntó cruzándose de brazos, dudando de L.
L estaba sentado de una forma un tanto extraña en la cama de Mello, comiendo dulces.
-Puedes hacerme cualquier pregunta, y yo te responderé para que veas que soy L-. Dijo, comiéndose una nube de azúcar.
-Mmm..., ¿Cuál es mi nombre verdadero?-. Preguntó alzando una ceja.
-Mihael Keehl-. Respondió el azabache.
-Está bien, te creo-. Dijo Mello, para acto seguido sentarse en su cama, al lado de L.
-¿Qué tal te va con Near?-. Preguntó el azabache, causando que Mello mirara al suelo, provocando una reacción negativa en el chico.
-Hmm..., Prefiero no hablar de eso-. Dijo.
-De acuerdo. Te entiendo-. Dijo L, y Mello le miró.
-Lo dudo. No creo que haya alguien mejor que tú que te haga sentir mal-. L miró hacia el techo.
-Pero igualmente entiendo que te sientas inferior a Near-. L miró a Mello directamente a los ojos. Mello se fijó en lo pálido que era L, y en su cabellera negra desordenada. Sus ojos eran de un color negro muy oscuro, y llevaba una camiseta blanca, y unos tejanos azules. -Pero debes saber...-.
-Que yo soy capaz. Ya, por mucho que me lo digas, siempre va a sacar mejores notas que yo-. Mello se cruzó de brazos y miró a otro lado.
-¿Quieres que te cuente una historia?-. Preguntó el detective. Mello le miró.
-Supongo-. Dijo el rubio. L miró de nuevo a Mello.
-Había una vez un pequeño niño...-. Mello sonrió internamente, sabía que esto iba a ser bueno.
-...que se apellidaba Lawliet. Este niño, nació en Inglaterra, en una pequeña casa en Winchester. Eran muy humildes, y al chico le encantaba ejercitar su mente de todas las maneras posibles. Hm, también era un poco glotón. Pero lo que más le encantaba a Lawliet, era pasar un maravilloso día con sus padres. Dar un paseo, comer algodón de azúcar en la feria mientras se agarraba de la mano con sus padres... y después de un maravilloso día, volver a casa, y dormir plácidamente, esperando a que llegara el siguiente día.
Lawliet era el mejor de la clase, y ya a los 5 años, iba a 7 cursos más adelantados que los chicos de su edad. Al principio, Lawliet estaba tranquilo, y estaba muy orgulloso de él mismo, y sus padres también. No tenía amigos, y nunca quiso tenerlos, se sentía muy solo, pero no le importaba.
Un día, Lawliet, estaba en clase, y al salir de la escuela, unos chicos le esperaron a la salida. Se desconoce el motivo, aunque Lawliet creía que era por envidia. La cuestión es, que estos chicos apalizaron al pobre Lawliet. Eran 7 años más grandes que él, así que era comprensible. Cuando Lawliet volvió a casa, les mintió a sus padres diciendo que se había caído.
Nunca les contó la verdad.
Se hizo recurrente el que le pegaran a la salida, así que Lawliet desconfiaba más de la gente, y se alejaba más de la sociedad.
A los 8 años, sus padres murieron.
Lawliet fue llevado a un orfanato, y allí, su vida cambió.
Detectaron un gran potencial en ese niño, así que decidieron utilizarlo. A partir de ese momento, el orfanato pasó a ser especializado solo para niños superdotados, ya que Lawliet, quería ser detective, y con solo 8 años, resolvía casos de asesinatos muy famosos y complicados para la policía...
En su primer día, Lawliet fue recibido de muy malas maneras en el orfanato. Unos niños querían pegarle.
Pero Lawliet ya había aprendido los movimientos de lucha que utilizaban los niños de su antigua escuela, así que, decidió utilizarlos para defenderse.
Consiguió ganar la pelea, con esfuerzo y aprendizaje, aprendió a pelear, y a ser muy buen luchador.
Así es como Lawliet, superó a sus rivales.
Así es como yo, superé mis temores-.
Mello estaba muy sorprendido. Cuando llegó a la parte del orfanato, ya sabía que Lawliet era L.
-Entiendo...-. Dijo Mello. -Así que tengo que fijarme mucho en como actúa mi rival para poder superarle-. L ladeó la cabeza.
-Es una de las muchas cosas que tienes que hacer. Pero Mello, si Near es superior a ti en algunos aspectos..., Tú, selo en otros-. Mello sonrió.
-Entendido L, sé lo que tengo que hacer-. Dijo Mello, y L sonrió.
Mello frunció el ceño, y miró con rabia al saco de boxeo enfrente suyo.
-¡HA!-. Lo golpeó de una patada.
Comenzó a golpearle varias puñetazos, con mucha rabia, imaginándose a gente que se ría de él.
La gente en el gimnasio de Wammy's, comenzaba a mirarlo raro.
-L..., ¿Me enseñarías a pelear?-. L sonrió levemente.
-No sé si podrás seguir mi ritmo-. Dijo el azabache.
-Inténtalo-. Sonrió Mello.
-¡HA!-. Dio otra patada al saco de boxeo.
-Primero, mueve las caderas así mientras das un puñetazo-. Dijo L, enseñando a Mello.
-Entiendo...-. Mello imitó a su mentor.
-¡YAH!-.
-Para defenderte, tienes que alzar tus brazos y tapar tu cara-. Explicaba el azabache, enseñándole a Mello los movimientos básicos.
-Ajá...-.
-Y luego, que tu golpe vaya lanzado desde el hombro-.
-¿C-Cómo?-.
-Es más fácil de lo que parece...-. Decía el detective.
-¿Que estilos de lucha has aprendido?-.
-Capoeira, Taekwondo, Karate, Kung fu... me sé unos pocos-. Mello se sorprendió mucho ante aquella revelación.
-¿¡U-Unos pocos!?-. Preguntó muy sorprendido.
-Por ejemplo, sé hacer esto-.
L realizó una patada en el aire girando con todo el cuerpo.
-¿¡Cómo quieres que haga eso!?-. Preguntó el rubio muy sorprendido.
-Inténtalo-. Pidió L.
-¿Y si me caigo?-. Preguntó el rubio levemente preocupado.
-Pues te levantas-. Respondió L. -Mello, tienes que aprender a vivir la vida de un sucesor de L. ¿Crees que alguien estará allí para levantarte?-. Mello chasqueó la lengua.
-¡Pues claro, Matt siempre estará allí conmigo!-. Respondió el rubio.
L torció el labio, y comenzó a morderse la uña, no estaba tan seguro de eso.
-Escucha Mello; En las batallas más importantes, aquel aliado más fuerte que siempre tendrás..., El único que no te va a fallar nunca, es...-.
Mello asintió.
-Yo mismo-. Se respondió Mello a él mismo.
-Exacto-. Dijo L. -Vamos, hazlo-. Mello asintió.
Mello saltó dando una patada, pero se cayó al suelo.
-¡Mghj, JODER!-. Gritó, quejándose.
-Estaba claro que no te iba a salir-. Dijo L.
-¿¡Entonces por qué lo he hecho!?-. Exclamó Mello levantándose.
-Porque quería divertirme un poco-. Respondió el azabache sonriendo levemente.
-¡M-Mgh!-.
-Aprenderás lo más básico, después irás mejorando y realizando técnicas más complicadas. No te sulfures, debes empezar por lo más sencillo-. Dijo L, a lo que Mello bufó. -¿Acaso tienes prisa?, ¿Hay alguien que quiera pegarte?-.
Mello negó, sonriente, estirando sus brazos y piernas para poder realizar mejores los ejercicios que L le iba a decir.
-No exactamente...-. Dijo sonriente, pensando en lo que le haría a ese cabrón de Cody, al cuál se la tiene jurada desde que le estampó la cara en el plato de la comida.
-Hmm...-.
-¡YAH!-. Mello dio una patada girando todo su cuerpo en el aire al saco de boxeo.
La gente se miraba sorprendida, Mello estaba sorprendiendo a todo el mundo.
-Vamos, golpea-. Pidió L.
-¿Seguro?-. Preguntó Mello.
-Claro-. Dijo L.
Mello alzó los hombros, y dirigió a golpear a L en su cara. L se giró, y le cogió el brazo a Mello. Lo alzó y lo tiró al suelo.
-¡AH!-. Mello frunció el ceño, y apretó sus dientes. -¡MGHJ!-. Mello se levantó. -Te has pasado...-. Dijo Mello.
-Si quieres pegarme, sé más rápido, y espérate cualquier movimiento-. Mello asintió.
-Entiendo...-. Dijo el rubio.
-¡AAAAAH!-. Mello dio una patada al saco, y cuando volvió hacia él, Mello echó su puño hacia atrás y lo cargó hacia el saco. Le dio un golpe tan fuerte, que el saco se rompió por debajo y toda la arena cayó al suelo.
-¡A-Ah!-. La gente le miraba sorprendido, incluso los más mayores.
Mello sonrió.
-Ahora verán lo que es el terror...-. Pensó.
-Gracias, L-. Dijo Mello. -Me has enseñado cosas muy valiosas-. Dijo el rubio.
-Recuerda, sólo cuando te sea realmente necesario. Si me entero de que pegas a alguien sin razón, me enfadaré-. Dijo L. Mello asintió. -Sólo te doy permiso si alguien te intenta pegar. Pero eso sí, deja que primero te peguen ellos-. Mello se confundió.
-Pero... si me pegan ellos primeros, tendrán ventaja, ¿No es mejor que pegue yo primero?-. Preguntó Mello, confundido. L negó.
-Como sucesor de L, nuestra arma más poderosa es esta-. L se tocó la cabeza, refiriéndose al cerebro. -Y esta-. Dijo, señalando ahora su boca. -Antes de nada, tienes que utilizar tu mente y tu labia para confundir al adversario. Si nada de eso sirve, y te ataca, entonces sí tienes permiso a golpear a quién quieras-. Mello entendió, y asintió con ánimo.
-¿Pero por qué?-. Preguntó Mello.
-Hay gente lista que le sirve solamente dialogar para evitar un conflicto o pelea, llámalo como quieras-.
-Ajá...-.
-Pero hay gente en este mundo... gente idiota, que no entiende con las palabras, y solo le sirven los puños-. Mello asintió, entendiendo las palabras de su mentor. -Solo si te enfrentas a gente idiota deberás usar los puños-. Mello asintió.
-De acuerdo L, te haré caso-.
-Bien. Me tengo que ir ya, es tarde, pero antes, le daré una visita a Near-. Dijo L.
-¡L!, Espera, tengo otra pregunta-. Dijo Mello, y L se giró. -Para conseguir lo que quiero... a veces es necesario hacer daño a los demás, ¿Cierto?-. Preguntó el rubio.
-Claro. A veces la violencia puede ser de utilidad, pero solo cuando estés peleando contra un verdadero enemigo, un criminal, o alguien que ha asesinado-. Confirmó L.
-Pero... yo no quiero hacer daño a la gente-. Dijo Mello.
-Mello, no estamos hablando de matar. Además, a veces la gente tiene que tomar decisiones difíciles, hacer sacrificios, y hacer el trabajo sucio que nadie más puede hacer. Sé que te irá bien en ese aspecto, así que por favor, utiliza ese poder con responsabilidad-. Terminó diciendo L.
-De acuerdo-. Dijo Mello, y se tumbó en la cama.
L se acercó a Mello, y le revolvió sus cabellos, Mello se sonrojó.
-No hagas eso-. Dijo Mello, y L negó.
-Adiós, Mello-.
-Adiós... Lawliet-.
L sonrió, y salió de la habitación.
-Es como un yo en miniatura, pero más furioso-. Pensó L, sonriendo internamente. Se dirigió hacia la habitación de Near. Sabía cuál era ya que Roger le dijo el número cuando estuvo viéndolo.
Cuando llegó, picó. Esperaba que Near estuviera despierto.
Near abrió la habitación después de unos segundos, y miró de arriba a abajo a L.
-Hola Near, ¿Qué tal?-. Near alzó una ceja.
-Debo de suponer que eres L. ¿A qué se debe tu visita?-. Preguntó el albino, frotándose el ojo derecho con el puño cerrado.
-Vaya, muy avispado-. Dijo L. -He venido a ver a un sucesor, y de paso, también a ti-. Near sonrió levemente, burlón.
-A ver si adivino..., Has venido a ver a Mello, ¿Cierto?-. Preguntó Near, y L ladeó la cabeza.
-Vaya vaya..., ¿Cómo lo has sabido?-. Preguntó L.
-Es simple lógica, pensé que era Mello porque él y yo somos las opciones más destacadas, y no creo que vengas a ver a cualquier otro-. L frunció el ceño levemente.
-Un poco egocéntrico, Near-. Dijo L, y Near alzó los hombros, restándole importancia. -¿Sabes?, Mello me cuenta como van tus notas comparadas con las suyas-. Dijo L, y Near asintió.
-Es un rival digno, pero..., No creo que pueda superarme, es bastante impulsivo en sus acciones... pero ojalá pudiera-. L frunció el ceño. -Creo que tiene bastante potencial, y ojalá tener la oportunidad de verlo en su máximo potencial-.
L asintió.
-Ya entiendo-. Near se confundió, y ladeó la cabeza. -A ti te gusta Mello-. Near tragó saliva, y alzó una ceja.
-¿Cómo dices?, No entiendo a que viene eso-. Dijo Near, haciéndose el confundido.
-Confío en Mello, y sé que, aunque vaya por otros caminos, será un gran aliado tuyo. No lo pierdas de vista-. Near asintió, nervioso. -Ah, no dejes que haga ninguna locura-. Near sonrió, sarcásticamente.
-No sé si me hará caso, pero lo intentaré-. Dijo el albino.
-Y confiesa lo que sientes por él-. Near frunció el ceño.
-Tengo que irme a dormir. Adiós-. Dijo, y cerró la puerta.
L alzó los hombros, sorprendido por lo arisco que era ese niño. L se dirigió hacia la salida del orfanato. Su visita había terminado.
-Near... tendrías que dejar ese egocentrismo. Además, no sé como Mello no se da cuenta, supongo que porque Near será aún más cerrado con él, pero se nota mucho lo que siente por él. Estos dos tienen el destino marcado. Sé que si se juntaran, podrían ser muchísimo más inteligentes que yo-. L se subió a limusina, y Watari sonrió.
-¿Qué tal ha ido, L?-. Preguntó Watari.
-Ha ido muy bien. Vamos Watari-. Dijo L, y Watari arrancó el coche, yéndose...
Al día siguiente, Matt estaba con Linda, pasando un buen momento.
-¡Jaja, que gracioso eres Matt!-. Se reía Linda.
-Sí... jaja...-. Matt miró al suelo. Tenía que hacerlo ya. -Ehhm... Lisa-.
Linda le miró. Matt le había llamado por su verdadero nombre, eso es que quería decirle algo serio.
-¿Si?-. Preguntó Linda.
-Déjame decirte algo-.
-¿Que pasa Matt?, Parece que te has puesto muy serio-. Dijo un poco preocupada.
-Yo... es que Linda, siento algo dentro de mí... ¡Aghj que tonto!-. Linda estaba un poco confundida. -Es simplemente que creo que... me gustas-. Dijo Matt, soltándolo de forma directa. Linda se quedó boquiabierta.
-¿Que?... Matt, como sea una broma de las tuyas...-. Dijo Linda preocupada.
-¡Para nada! ¡no lo es! Y por favor, aún no se lo digas a Mihael-. Susurró Matt.
-Matt...-. A Linda le salió una lágrima, y abrazó a Matt. -Ma-Mail, yo... s-siempre...-. Linda se separó un poco para verle.
-Shhht-. Le mandó callar. -Y tú a mi-. Dijo Matt, y Linda se sonrojó. Los dos comenzaron a acercarse, hasta que se dieron un beso fugaz.
Su primer beso, no un beso cualquiera, sino, el primero.
-H-Hmmm...-.
Se retorcía de nuevo en las sábanas, teniendo uno de esos recuerdos tan molestos que le hacían volver a las puertas del mismísimo infierno.
-¡No, Elena, no es suficiente!-. Mihael se asomaba a hurtadillas a escuchar la conversación de sus padres. -¡El segundo puesto no nos vale! ¡este dinero que nos han dado es un asco! ¡está participando en concursos de inteligencia! ¡tiene que ganar el primer puesto!-. Exclamaba Marcus, el padre del rubio, mientras le gritaba a su esposa, enferma en cama.
-Marcus... s-solo tiene 4 años... es un niño pequeño, y está compitiendo con adultos... *¡cof cof!*-. Dijo Elena.
-¡No, no es un niño! ¡Es un superdotado! ¡EL SEGUNDO PUESTO ES PARA INÚTILES!-.
Las lágrimas de Mihael comenzaron a brotar en sus ojos, lo que le causó un sufrimiento interno que no podía desvelar para que su padre no le castigara por estar escuchándole por quinta vez aquello. Mihael salió corriendo, pensando en su cabeza: "No eres suficiente. No eres útil. Nunca lo has sido y nunca lo serás".
-*¡COF COF COF COF!*-.
Mello se miró la mano con la que se había tapado la boca al toser. Había un poco de sangre. Se volvió a tumbar en su cama, dejando de tensar sus músculos, liberándolo por completo, como si no estuviera vivo. Con cara de muerto, miraba totalmente quieto el techo de su habitación, recordando que no era suficiente, que no era útil, que nunca lo ha sido y que nunca lo será.
-Con suerte... la enfermedad de mi madre me matará antes de que yo mismo lo haga-.
Y con ese pensamiento en su cabeza, se sumió en el sueño más profundo, en el cuál, volvió a revivir momentos de su infancia, que por suerte o por desgracia, eran bonitos momentos con su familia, recordándole...
Que lo había perdido todo, y que estaba solo.
Y así era.
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