Sin vuelta atrás; EP Nº29 [Explosión] Impulsivo
-Aún se desconocen los autores de la muerte del presidente. Y ni la policía ni el ejército se hacen responsables de la muerte de un grupo de soldados armados en los Ángeles. Sus cuerpos aparecieron con todos sus cascos en el suelo...-. Explicaban en la televisión, mientras tanto, Near y Rester lo escuchaban en las oficinas de la SPK.
-Es evidente que se trata del cuaderno. Les quitaron los cascos a los soldados para poderles ver la cara y matarlos-. Decía el rubio mirando a Near.
-Si podían quitarles los cascos con tanta facilidad, les hubiera sido más sencillo cortarles la cabeza directamente. No le veo sentido-. Decía Near mientras montaba la maqueta de un avión, cortando las pequeñas piezas con alicates y pegándolas con pegamento instantáneo.
-De lo que no hay duda es que Mello y sus hombres se encontraban allí y mataron al grupo de asalto. La duda es saber quién descubrió que se encontraban allí y ordenó el ataque-. Dijo Rester.
-Y ahora que tanto el presidente como los miembros del grupo de fuerzas especiales han muerto, pues...-. Añadió Lidner.
-¿Qué piensas hacer, Near?-. Preguntó Rester intrigado.
-No sabría que decirle...-. Dijo terminando el avión. -En este momento...-. Lanzó la maqueta del avión para ver si planeaba, pero lo único que hizo fue rebotar. -...Creo que lo mejor es quedarse quietos y observar-. El avión chocó contra uno de sus jug... "figuras de coleccionismo" y como la punta del avión era tan afilada, partió el robot de coleccionismo por la mitad.
Y así hicieron. Esperaron a ver que es lo que sucedía...
23:47 del 10 de Noviembre.
En la nueva guarida de la mafia liderada por Frankie y Mello, estaba apunto de suceder algo.
-Sí... creo que no queda mucho tiempo para que suceda. Vendrán a por nosotros, así que... estate listo-. Dijo Mello. -Vale, nos vemos-. Colgó la llamada, y comenzó a estirarse. Ya no tenía ni sueño. Hacía bastantes años que no conciliaba el sueño como una persona normal.
Mientras tanto, en la sala de cámaras.
-¡Oh! ¡Ryuk!-.
-¿Hm?-. Troy apretó el botón del micrófono para comunicarse con la cámara en la que se encontraba Shidoh. -Shidoh, ¿Has dicho algo?-.
-Ah... no, está todo en calma-. Mintió Shidoh.
-Parecía como si estuvieras hablando en sueños hace un instante. Mantente alerta-. Ordenó Troy.
De pronto, en la sala de abajo, donde los demás estaban reunidos.
-Hm...-.
Mello miraba todo a su alrededor. Todo estaba saliendo bien, y eso es algo que no solía pasar nunca, por lo que estaba bastante seguro de que algo iba a pasar hoy.
23:58.
-Hmmm...-.
No sabía lo que era, pero Mello tenía una sensación intranquila en su mente.
-*¡COF COF!*-.
Ahí estaba otra vez, su enfermedad haciéndole pasar una mala jugada.
-Ahhhhh...-. Fue a coger su medicación. Estaba en una pequeña caja que se encontraba al lado suya.
23:59.
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-.
-¿¡Eh!?-.
De repente, la mayoría de los de su equipo sufrieron un ataque al corazón.
-¡Mgh! ¡Lo sabía!-.
10 de Noviembre a las 23 horas 59 minutos. ¡COMIENZA EL ASALTO!
Día diez del mes de Noviembre a las once cincuenta y nueve de la noche. La policía japonesa, equipados con cascos y armados hasta los dientes se adentraban violentamente en la guarida de la mafia de Mello. La mayoría de sus compañeros habían muerto, solo quedaban él y un par de más.
El rubio ya había previsto que iba a suceder algo así, por lo que tiene un plan de escape, la pregunta es: ¿Podrá efectuarlo y salir vivo de él?
Creo que a Mello se le conoce por ser un temerario. A diferencia de Mihael Keehl, que, para nada son la misma persona. El esloveno se toma las cosas de una manera más seria y no tanto como un juego, no como hace la parte mafiosa de Mello.
Os aseguro que si Mihael Keehl hubiera tomado el control, esto no hubiera acabado de la forma en la que acaba, pero en aquel momento, ese idiota inmaduro al que llamamos Mello, se acaba descontrolando por completo, sonriendo como un niñato, amenazando al presidente con la idea de poder iniciar una tercera guerra mundial, y conociéndolo, sería capaz solo para defender y proteger su estúpido orgullo.
Pero como iba diciendo, la policía japonesa, equipados con cascos y armados hasta los dientes, se adentraron violentamente en la guarida de la mafia de Mello. Solo quedaban un par de compañeros y Mello. Evidentemente.
-Tal y como imaginaba, Kira está involucrado...-. Pensaba Mello viendo los cadáveres. -Pero no me esperaba que harían algo así...-. Vio las cámaras desde el portátil, fijándose en Shidoh. -¿Qué diablos está haciendo Shidoh?-. Se preguntaba.
Estaba claro que estaba siendo retenido por otro shinigami, pero en ese momento, Mello no se dio cuenta.
-Llevan cámaras... tengo que evitar que me vean la cara-. Se levantó rápidamente mientras seguía mordiendo su chocolate. Vio la Death Note debajo del cadáver de Frankie. Comenzó a correr por las escaleras, subiendo hasta el piso final. -¡Roy, Skiar! ¡No dejéis que se lleven el cuaderno! ¡Traedlo a la sala de monitores!-. Ordenó mientras subía todo lo rápido que podía.
Los soldados seguían disparando a los secuaces de los que no habían tenido fotografías y nombres para poder matarlos con el cuaderno de muerte, así que se abrían paso con las balas que disparaban sus armas.
*¡BANG BANG BANG BANG!*
Se escuchaban granadas de humo y muchos tiros, pero aquello no impedía que Mello se concentrara.
-Maldita sea... ¡La Death Note!-. Pensaba el rubio viendo las cámaras.
*¡BANG BANG BANG BANG!*
Mello veía todo por las cámaras, y pudo percatarse de como él era el único que quedaba de pie. Es decir, era el único vivo allí, y iban a por él.
-Así que solo quedo yo...-. Pensaba. -No me queda más remedio...-. Sacó de su bolsillo un detonador. Como le encantan a Mello las bombas...
*Clack*
*¡BOOOOOOM!*
Una parte del techo de la guarida explotó, cayendo encima de varios policías. Mello sonrió al verlo por las cámaras. El rubio entonces habló por el sistema de megafonía.
-He hecho explotar las dos puertas de salida. No os va a resultar fácil salir de aquí. Esto sólo ha sido una advertencia. La próxima vez, vuelo todo el edificio. Estoy vigilándoos a través de cámaras. Si no queréis saltar por los aires, más os vale hacer lo que os diga-. Dijo, advirtiendo a todos los policías. -Mi primera orden es que rompáis las cámaras que lleváis en los cascos-. Dijo sonriente, mordiendo su chocolate.
Los policías hicieron caso y rompieron las cámaras, arrancándoselas de los cascos y tirándolas al suelo para acto seguido pisarlas.
-Tirad las armas al piso de abajo-. Y eso hicieron. -Ahora quiero que todos menos el que tiene el cuaderno, os retiréis-. Y le siguieron haciendo caso. Estaban frente a la puerta. -Muy bien, acércate a la puerta con el cuaderno-. Decía mientras se preparaba para el plan. El policía, le hacía caso en todo. -Quítate el casco-. Y se lo quitó, revelando que era Soichiro Yagami. -¡JAJAJA! ¡Es usted, Yagami! Quizás debí matarle después de todo... es bastante curioso que tenga que ser usted quien vaya a darme por segunda vez el cuaderno-. Vaciló. -En estas circunstancias me va a ser mucho más sencillo tratar con un hombre tan limitado como usted. No se preocupe Yagami, no pretendo jugar sucio. No voy a soltar el control remoto de los explosivos, pero no llevo ningún arma. Puede entrar con tranquilidad, sólo quiero que lleve el cuaderno y su casco-. Soichiro dejó todo lo demás. -Ahora entre-.
Caso error.
Soichiro Yagami entró y vio la cara de Mello.
-Tráigame el cuaderno y el casco. Ahora será mi rehén-. Dijo sonriente.
-Mello-. Dijo Soichiro. -Mihael Keehl. Su verdadero nombre es Mihael Keehl-.
Mello se sorprendió mucho al escuchar aquello.
-¡Oh mierda! ¿¡Pero cómo!? ¿Habrá sido Snydar quién se lo haya dicho?... ¿Kira le ha manipulado? Tal y como sospechaba, estos tipos y Kira están...-.
-Ríndete, Mello. Si lo haces, no te mataré-. Dijo Soichiro. -Si escribo tu nombre en este cuaderno, morirás. Tira el control remoto al suelo y levanta los brazos-.
Mello se sentía contra la espada y la pared, y eso no le gustaba para nada. Es más, le ponía furioso, aunque intentaba pensar con claridad.
-¡JAJAJA!-. Se rio. -No espere que le haga caso. Si trata de escribir mi nombre pulsaré el botón-. Dijo.
-Hazlo si quieres-. Aquello que dijo Soichiro sorprendió mucho a Mello. -Mi vida no tiene ningún valor... mi hija se ha quedado en un estado vegetativo por las secuelas. Ya no quiero seguir viviendo. Si tengo que sacrificarme para que mueras, al menos podré descansar en paz-.
Aquellas palabras desconcentraron a Mello. ¿Que su hija qué?
Escuchar las consecuencias de sus actos hizo a Mello replantearse si realmente estaba haciendo las cosas de una forma correcta. ¿Había estado comportándose como alguien maduro? No... era una mala persona, era un completo cabrón.
Merecía ser asesinado por Kira. Es el perfil al que a Kira le encantaría asesinar.
No está demostrando ser útil, lo que está demostrando es ser un completo cabrón. Ha dejado a una persona con secuelas tan fuertes que ya no puede hacer ni vida normal.
Sí, hay que hacer sacrificios. ¿Pero dónde está el momento en el que ya se está pasando de la línea? ¿Acaso hay algún límite para Mello? ¿O sería capaz de hasta matar a Matt o Near para atrapar a Kira?
Es algo que realmente le hacía pensar.
Quizás este era el punto de no retorno.
O espera, eso no tiene porqué ser verdad. Claro que puede redimirse. ¿Verdad...?
Después de haber hecho tanto daño... después de haber matado a tanta gente...
¿Será capaz de perdonarse así mismo por lo que ha hecho?
Espera, ¿Perdonarse asi mismo? ¿¡De que estoy hablando!?
Mello solo había hecho lo que era necesario para capturar a Kira. ¡No hay otra manera para hacerlo!
¿Verdad...?
¿Y si se hubiera quedado en el orfanato?
¿Y si hubiera colaborado con Near?
Entonces... los dos hubieran trabajado juntos y no hubiera habido necesidad de hacer todo esto... ¿Cierto?
Maldita sea.
-Mierda...-.
No era el momento adecuado, pero comenzaba a arrepentirse de muchas de las decisiones que había tomado a lo largo de su vida.
-No juegue a hacerse el héroe. Si tan poco le importa su vida, ¿Qué hay de la de sus hombres? ¿Está dispuesto a sacrificar las suyas?-. Preguntó, intentando hacerle entrar en razón.
-Como has dicho, son mis hombres. Están preparados para esto-. Mello comenzaba a quedarse sin opciones. -Desconozco cuán potente será la explosión, pero si alguno de nosotros puede sobrevivir, serán ellos gracias a estos trajes. Y si protejo el cuaderno con mis brazos, tampoco lo podrás destruir. En una situación así, lo mejor que nos podría pasar es que tú y el cuaderno desaparecieseis-. Explicaba Soichiro. -Ríndete, Mello. Si quieres vivir no te queda otra que dejar que te arrestemos. Tira ese mando-. Pidió, dando la última oportunidad.
Mello parecía inseguro. No iba a tirar el control de ningún modo.
-Yagami... tú...-.
-¿Hm?
-Nunca has matado a nadie... ¿verdad?-. De pronto, Soichiro se fijó en el cajón de al lado de Mello. Había una pistola. Mello fue rápidamente a cogerla pero Soichiro comenzó a escribir.
-¡ALTO! ¡NO TE MUEVAS!-. Gritó. -¡Sólo me queda escribir tu apellido! ¡No tardaría ni un segundo! ¡Ríndete y deja que te arrestemos!-. Insistió.
Mello de pronto se dio cuenta de algo crucial.
-Lo siento mucho, Yagami-. Dijo Mello. -Créame, no tenía ninguna intención de matarle, pero se ha convertido en un peón de Kira... debió de escribir mi nombre rápidamente en su momento... ahora, ya no volverá a tener esa oportunidad-. Dijo mientras el secuaz de detrás de Soichiro, que se estaba haciendo el muerto, cogía su arma mientras estaba tirado en el suelo. -Así que no todos los que estaban tirados en el suelo estaban realmente muertos. ¿Esperabas cogerlos desprevenidos simulando tu muerte, José?-. Preguntó sonriente Mello en su mente.
Soichiro se dio cuenta, pero no le dio tiempo a reaccionar.
-¡N-NO!-.
Comenzó a ser acribillado a balas por la espalda.
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-.
-¡ENTREMOS!-.
Mello se levantó rápidamente, cogiendo la máscara de gas.
-¡COGE EL CUADERNO!-. Gritó Mello, mentalizándose en menos de cinco segundos para lo que iba a hacer. Mientras tanto, se puso la máscara. -Aunque Yagami haya muerto, es mejor que los demás no me vean la cara-. Decía.
-¡N-No lo suelta! ¡SIGUE VIVO! ¡EL MUY CABRÓN SIGUE VIVO!-. Gritaba el tal José.
De pronto, los policías entraron y acribillaron a tiros a José.
-¡RÍNDETE, MELLO! ¡SUELTA ESE CONTROL!-. Insistían los policías, apuntándole con todas sus armas. Mello estaba de espaldas.
-Maldita sea...-. Suspiró. -Ya no puedo hacer otra cosa... ganar... o perder...-.
*Clack*
...
*¡¡¡KABOOOOOOOOOOOOOM!!!*
-*¡COF COF!*-.
Mello caminaba cojeando por la carretera. Su ropa estaba casi destrozada al completo, su cuerpo derramaba muchísima sangre. Estaba sufriendo a más no poder. Sangraba su cara y la mayoría de su cuerpo también sangraba. Su quemadura no había cicatrizado, aquello era carne calcinada, ni siquiera era todavía chamuscada. Su mitad izquierda desprendía sangre, su ojo seguía bien por suerte, pero por lo demás, era todo un desastre. La mitad de su cara izquierda estaba calcinada, junto a más partes de su cuerpo. La quemadura... o bueno, la carne calcinada de Mello aún sangrienta y caliente se extendía por el hombro y un poco por el brazo.
-Ahhh... ahhh... ahhhh...-. No podía continuar mucho más. Entre el dolor de la explosión, su cansancio tanto físico como mental y su enfermedad, iba a morir aquí mismo.
Lo tenía claro. Iba a morir.
Y se lo tenía merecido.
-¡A-AH!-.
Se desmayó automáticamente al dar un paso más. En mitad de la carretera, de noche, sin ciudad cerca. Iba a morir aquí. Mih... Mello, iba a morir aquí. Estaba decidido.
...
...
...
-¡Eh! ¡Mira! ¡Hay un muerto en la carretera!-.
-¡No está muerto! ¡Vamos! ¡Súbelo a la furgoneta! ¡RÁPIDO! ¡Lo llevaremos al pueblito!-.
Y así fue...
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