Sin vuelta atrás; EP Nº17 [Arrepentimiento] Opción
-Devuélvele el dinero, ahora mismo-. Mello y Matt tenían un poco de miedo, los dos se miraron entre si, la habían cagado, y ya no se podría remediar.
-¿Como dices Rod?, Tus chicos me dieron una pequeñísima parte... es lamentable, y encima, ¿Quieres que te la devuelva?-. Preguntó el jefe de la banda, Ryu.
-Primero, no son mis chicos de los recados, son solo... niños a los que ayudo, así que no te confundas. Segundo, no sabían lo que hacían, escucharon mi conversación con Serpico, y quisieron dar su propio dinero para ayudarme-. Ryu gruñó, y le devolvió el dinero.
Mello y Matt también se fijaban en aquel local, parecía lujoso, ¿De verdad todo lo que habían hecho para nada?. La habían liado.
-Bien, gracias. Adiós, ya te pagaré yo la deuda-. Rod, Mello y Matt salieron del local.
Ryu le hizo un gesto para que uno de sus hombres se acercara a él.
-Ya sabes lo que tienes que hacer... encárgale a Serpico el trabajo, y después ocúpate de él-. Dijo Ryu, y su hombre asintió.
Cuando Mello, Matt y Rod llegaron a la tienda, este les echó un sermón que ni Mello ni Matt habían recibido en toda su vida.
-Lo sentimos Rod, solo queríamos ayudar-. Dijo Mello.
-No queríamos que te pasara nada-. Dijo el castaño. -Por cierto, ¿Cómo te metiste en estos líos?-. Preguntó Matt, confuso.
-Sí, es raro, porque pareces un tío legal-. Dijo Mello.
-Pues...-. Rod lo recordó todo. -Cuando yo era más joven, y estaba en esta tienda, siempre venía gente a destrozármela-. Comenzó a explicar, llamando la atención de Mello y Matt.
-Siempre me la acababan destrozando, hasta que encontré un servicio en el que te vigilaban la tienda para que nadie te hiciera nada, pero lo hacían usando el miedo... la violencia...-. Mello y Matt se sorprendieron. -Yo siempre les pagaba bien, pero ellos dejaban de defenderme la tienda cada vez más. Yo ya sabía que era una mafia y que la había cagado, y encima, para empeorarlo, una vez que me defendieron, la gente lo vio, y desde ese entonces, la gente tiene miedo de entrar aquí, y comprar algo, por eso ya no viene casi nadie-. Rod miraba al techo, un poco deprimido.
-Por eso, Mello, Matt, no debéis para nada confiar nunca en alguien de tan baja calaña-. Rod se acercó a Mello y a Matt. -Tomad-. Sacó de su bolsillo, una gameboy advance con su caja, y del otro, una barra del chocolate más caro de la ciudad.
-Pero Rod... nosotros... no lo merecemos-. Dijo Mello.
-Cogedlo, vamos-. Dijo este.
Matt cogió la gameboy.
-¿Como es posible?...-. Rod miró a Matt. -¿...Que tengas para comprar estas cosas, y no pagarles lo que le debes?-. Rod sonrió.
-Porque vosotros me importáis más-. Mello y Matt miraron a Rod, y después, le abrazaron.
-Gracias-. Dijeron Mello y Matt.
-A vosotros-. Dijo Rod, correspondiendo al abrazo...
Matt estaba roncando a pierna suelta, mientras que Mello estaba mirando hacia todo lo demás. Las paredes, los posters, las videoconsolas, algo a lo que le hiciera olvidar todo.
-Ahhh...-. Se tocó la cabeza. Estaba un poco cansado, y quería descansar. Echaba de menos su mullida cama de Wammy's, pero sabía que esto era lo correcto, y que nunca se iba a arrepentir. ¿Qué?, ¿Es mejor quedarse allí, vivir una vida digna, y atrapar a Kira junto con Near?
...
Absolutamente...
Sí. Era una mejor opción, pero para Mello y su orgullo, era imposible si quiera plantearse una idea como esa.
¡Nunca permitiría algo así!
¡Jamás!
¿La pelusa y él trabajando juntos?, Antes muerto.
*Toc toc*
-¿Puedo pasar?-. Preguntó Rod, abriendo la puerta levemente, y Mello suspiró.
-Prefiero salir yo-. Dijo, levantándose con cuidado para no despertar a su mejor amigo. Rod abrió la puerta al completo, y salió. Mello cerró la puerta tras de si, y Rod trajo un café para los dos, junto con unos cruasanes.
-¿A Matt le gusta?-. Preguntó, y Mello torció el labio. En aquel momento, quería desahogarse y llorar, pero no iba a permitir mostrar su lado débil.
-Rod... para de una vez-. Pidió el rubio, y Rod tragó saliva. -Si sigues así, nunca podrás pagar la deuda-. Rod negó.
-Se lo he pedido prestado al de la panadería, es un amigo mío-.
Rod lo dejó en el mostrador, y trajo dos sillas de plástico para Mello y para él.
-¿Quieres contarme algo?, No sé... de donde vienes, por ejemplo-. Dijo Rod, y Mello asintió.
-¿Quieres saberlo todo?-. Preguntó, y Rod le dio un sorbo a su café. -¿Quieres saber quién soy?, ¿Quieres saber de donde vengo y por qué hago lo que hago?-.
Rod alzó los hombros.
-Solo creo que eres un chico que ha sufrido mucho, y que necesita que alguien le escuche-.
Mello negó, sonriendo levemente.
Era exactamente lo que el rubio necesitaba.
-No entenderás nada... además... contarte todo esto es una estupidez-. Mello se apoyó en el mostrador. -Es tan gracioso no poder contarle a nadie quien soy, ni de donde vengo... porque sería poner en riesgo a mí y a mis conocidos...-. Negó, aguantando sus lágrimas. -Si ese día hubiera estado enfermo... mis padres no...-.
Rod tragó saliva.
-¿No habrían...?-. Mello levantó la cabeza, y le miró.
-No me habrían abandonado-. Dijo el rubio, y se acercó a la silla. -¿Quieres saber quién soy?, ¿De donde vengo?-. Preguntó.
-No quiero hacerte sufrir recordando tu pasado, solo quiero que me lo cuentes si te va a hacer sentir mejor-. Mello asintió, y cogió su taza de café, y su cruasán.
-Para la próxima... que sea una tableta de chocolate amargo-. Rod sonrió.
-¡Ja!, Me lo apunto-. Rod dejó su taza de café en el mostrador. -Ahora dime, chico misterioso, ¿Quién eres?-.
El rubio le miró.
Estaba decidido, él iba a hacerlo. Él, iba a detenerle los pies.
-¿Mello?-. Preguntó Rod, viendo que el rubio no le contestaba.
Mello frunció el ceño.
-¿Quién eres?-. Preguntó.
Mello le dio un mordisco a su cruasán, y se lo tragó.
-Soy el que va a detener a Kira-.
Aquella noche, toda la verdad fue desvelada. Rod descubrió quién era Mello, y también descubrió un par de capas de quién se escondía detrás de Mello...
Mihael Keehl.
Descubrió que era un chico con un pasado traumático, un objetivo que le conllevaba a sentirse inferior a su mayor rival, al cuál, admira y desea por encima de todas las cosas de este mundo, cosa que le hace sentirse idiota ya que piensa que está traicionando a sus principios.
Rod se quedó alucinado con la historia de Mello, y aunque al principio no terminaba de creérselo del todo, al final acabó confiando en aquel chico que trabajaba para él, así que le prometió no contar nada y juró no sacar el tema nunca más.
Mello se sintió más tranquilo y desahogado al haber contado todo esto a alguien ajeno y dispuesto a escucharle, sabía que ahora podría estar un poco más tranquilo y relajado.
Pero la paz... no llegaría todavía a la vida de Mihael Keehl...
Linda se encontraba pintando un cuadro en su habitación.
-Ahhh-. Suspiró, y salió de la habitación, dejando a medio terminar el cuadro con la cara de Matt.
Near miraba la foto de Mello.
-Mello... descubrirás que Kira mata con el nombre y el rostro, y vendrás a por tu foto-. Near curvó los labios. -Fue una imprudencia tuya el dármela, pero al menos así no olvidaré tu rostro, nunca...-.
Near tragó saliva.
-¿Qué debe de estar haciendo ahora?-.
Se preguntaba el niño albino, intrigado por saberlo.
-¿Estará investigando a Kira?, ¿Tendrá dinero?, ¿Trabajo?, ¿Seguirá con Matt?, ¿Le irá bien?, ¿Tiene alojamiento?-. Near negó. -No, no me interesa para nada como le va, porque en lo único que debo centrarme, es en capturar a Kira, y no permitir que me supere-. Near asintió, cerrando los ojos. -Será mejor que lo olvides, Mello, yo seré el que detendrá a Kira...-.
Abrió los ojos.
-Yo seré L-.
Mello y Matt jugaban en la sala de descanso. Bueno, en realidad Mello miraba y Matt jugaba al Prince of Persia.
-Este juego mola-. Dijo Matt, mientras Mello inspeccionaba la gameboy advance.
-Parece que es más fina que la otra y la pantalla tiene más iluminación y dura más por lo que veo en la caja, pero sigue sin color-. Matt pensaba en cuando podría comprarse la gameboy color.
-No sabía que existían con color, tengo ganas de pillarme una así-. Mello sonrió.
-¿Tantas gameboys?, ¿No tienes suficiente con una?-. Preguntó el rubio, y Matt negó.
-No tienes ni idea chaval-.
¡BANG!
A Matt se le cayó el mando.
-¿¡Pero que!?-.
-¡Vamos a ver! ¡Corre-. Exclamó Mello.
Los dos dejaron lo que estaban haciendo y salieron corriendo de la sala de descanso. Cuando salieron, vieron a Rod, quién había sido disparado en el estómago. Quién disparó el arma había sido Serpico, aquel chico rubio. Se tocó la cabeza, y se puso rojo.
-¿Qué he hecho?-. Preguntó Serpico.
-¡ROD!-. Mello se acercó a Rod. -Rod, Rod, ¿Estás bien?-. Preguntó Mello, cogiendo a Rod por detrás.
-A-Ahh... Mello, Matt...-. Matt se acercó.
-安らかに眠るマスター-. Dice Matt, y Rod sonrió.
-私はあなたにほとんど教えていません-. Dijo Rod. -No os metáis en problemas-. Rod cerró los ojos. Matt miró hacia el suelo, y a Mello se le abrieron los ojos demasiado, comenzó a temblar.
-Rod...-. Mello tocó su cara, estaba muerto, sin duda.
-A-Ahhh, ah ahhh-. Serpico no sabía que hacer, estaba cagado de miedo.
-Tú...-. Mello se levantó del suelo. -Me las vas a pagar-. Mello apretó el puño demasiado fuerte.
-No, yo...-. Serpico salió corriendo de la tienda. -¡AH!-.
-Vamos-. Dijo seriamente Mello, mientras se dirigió a la salida de la tienda.
-Paso, está armado, y no quiero morir-. Dijo Matt, revisando la gameboy advance.
-Egoísta-. Dijo Mello, y Matt lo miró.
-No quería que nos metiéramos en problemas-. Matt se apoyó en el mostrador. -Ahora mismo seguiré su consejo-. Mello frunció el ceño.
-Voy a ir, voy a apalearle, y a enseñarle a esos idiotas mafiosos que no se metan más en nuestro camino-. Mello apretó los dientes. -Y volveré para cenar-. Mello salió de la tienda.
Serpico se encontraba fuera, sentado en el suelo.
-¡E-Escucha!-. Mello se acercó a él, y Serpico le apuntó con el arma, estaba temblando. -N-No te acerques-. Mello se quedó quieto, pero no parecía tener miedo. -¡T-Te dispararé, lo prometo! ¡TE JURO QUE DISPARARÉ!-.
Mello comenzó a acercarse.
-Hazlo si te atreves-. Dijo cabreado.
-¡MGH! ¡M-MIERDA!-.
Serpico comenzó a correr, pero Mello le siguió. Serpico giró a la izquierda hacia un callejón, y después cruzó la carretera sin mirar, Mello hizo lo mismo, casi siendo atropellado por un coche.
-¡EH! ¡MIRA POR DONDE VAS!-. Gritó un conductor frenando en seco.
-¡MGH!-. Se quejó Mello.
El rubio siguió corriendo tras él. Serpico tiró un contenedor de basura para distraer a Mello, pero este lo saltó, y siguió corriendo.
-¡Joder, mierda!-. Serpico siguió corriendo, pero se detuvo para apuntar un momento a Mello, aún así, no se atrevía a disparar más. -¡Maldita sea!-.
Mello llegó y le pegó un puñetazo a Serpico, lanzándolo hacia una una puerta que el rubio atravesó debido al impacto. El local era la parte de atrás de un restaurante, ahora se encontraban en la cocina. Serpico se levantó y disparó al suelo justo donde estaba Mello.
-¡AHHH!-.
Los cocineros comenzaron a ponerse muy nerviosos, y Serpico tiró uno de los carritos de comida. Mello corría, avanzando también por la cocina del restaurante, saltando el carrito y todos los obstáculos que Serpico tiraba para evadir al rubio.
Las sirenas de la policía se escuchaban, y varios agentes entraron a la tienda.
-¿¡Que ha pasado aquí!?-. Preguntó un policía.
-Han matado a un hombre-. Dijo Matt. -A un buen hombre-.
-¡Maldita sea!-. Serpico llegó a otro callejón donde habían unas escaleras para subir a un edificio. Dio un salto y comenzó a subirlas. Después de un rato, Mello llegó y también las subió, pero cuando llegó, Serpico abrió la ventana de un piso donde había una pequeña familia. -¡Lo siento!-. Serpico se disculpó, pero Mello simplemente siguió corriendo detrás suya.
-¡UAH!-. Gritó la madre.
-¿¡QUÉ HACÉIS EN MI CASA BASTARDOS!?-. Gritó aquel padre de familia cabreado.
Serpico golpeó la puerta con su hombro derecho, y comenzó a correr por el pasillo, hasta que llegó a una habitación, la cuál debía abrir con una llave. Rápidamente sacó la llave, pero se le cayó al suelo.
-¡Mierda!-. La intentó coger, pero Mello le embistió, haciendo que la vieja puerta se rompiera.
-¡Ahora verás cabronazo!-. Mello, que estaba encima suya, iba a golpearle.
-¿S-Serpico? *¡COF COF!*-. Mello paró, y vio a aquella mujer rubia, de ojos azules, con una bata, en un estado deplorable. -¿Quién es...?-. Se puso las gafas. -¡AHHH!-. Se tocó el corazón, y se desmayó.
-¡NO!-. Serpico golpeó a Mello, y lo apartó. El rubio se dirigió a la mujer, y la cogió, la levantó lentamente y la llevó al suelo. Mello se enfadó, pero al ver aquel gesto bonito con esa mujer, lo dejó pasar.
-*¡COF COF!*-. Mello tosió sangre. -¿Q-Qué coño está pasando aquí?-. Preguntó limpiándose la sangre con la manga de su camiseta. Se levantó del suelo de madera vieja, y se limpió el polvo de la ropa.
-No te interesa...-. La mujer, tumbada en el sofá, tosió, y el chico le puso la mano en la frente. -Fiebre...-. Se dirigió a una sala, y cogió un termómetro, y un vaso de agua, el cuál le dio y le puso a la mujer.
-Gracias, hijo...-. Dijo esta.
Serpico se levantó.
-¿Entiendes ahora porqué me veo obligado a hacerlo?-. Serpico miró a Mello. -Me pasó como a Rod... confié en quién no debía-. Se acercó a Mello, y le dio la pistola. Le cogió la mano, y le obligó a apuntarle en la cabeza.
-Si quieres matarme, hazlo-. Mello notaba que la pistola pesaba demasiado, era la primera que cogía en su vida. -Vamos, por favor... no hay esperanzas ni para mi... ni para ella...-. Dijo, apunto de llorar.
Mello bajó la pistola.
-Lo entiendo-. Serpico miró a Mello, sorprendido.
-S-Serpico... ¿Quién es ese y por qué le hablas?-. Mello miró a aquella mujer.
-E-Es un amigo madre-. Serpico cogió a Mello del brazo, y lo llevó a la cocina. -Quiero explicarte algo-. Mello asintió. -Yo... fui adoptado-. Mello tragó saliva. -Después, me abandonaron-. Mello se sorprendió a más no poder.
-Pero al menos pudieron llevarme con mis padres biológicos, los cuáles decidieron quedarse conmigo... pero mi padre acabó yéndose de casa, y siempre, siempre, recordaré sus palabras-. Serpico miraba al suelo.
-Con uno ya tenía suficiente-.
Mello se sorprendió demasiado.
-No me interesa tu mierda de vida-. Dijo Mello. -¿Crees que puedes matar a alguien y luego ponerte a llorar? ¿¡Es que acaso no eres un hombre!?-. Preguntó Mello.
-T-Tienes razón... l-lo siento...-. Serpico se intentaba limpiar las lágrimas que brotaban de sus ojos. Mello comenzó a pensar que estaba siendo un idiota. Él mismo había hecho casi igual con Rod el otro día. Se desahogó y casi se pone a llorar contando su pasado. Realmente... era un hipócrita. Pero es que... ver a esa mujer... y ver a ese chico...
Era como si se estuviera reflejando en Serpico. Era como si...
-¿A qué viene todo esto?-. Preguntaba Mello.
Unas lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Serpico.
-Pues... pues que... m-me abandonaron, y después, abandonaron a su otro hijo... mi supuesto hermano-. Mello miró al suelo. -Y encima, mi padre se fue, dejándome sola con mi madre, y yo... no... no puedo cuidar de ella-. Serpico se arrodilló. -*¡COF COF!*-. Serpico tosió sangre. -¿¡V-Ves!? ¡YO TAMBIÉN ESTOY ENFERMO! ¡T-TENGO SU MISMA ENFERMEDAD!-.
Mello comenzó a temblar. Ya no había más dudas. Aquella mujer era... y aquel chico era...
-Yo también moriré de esa enfermedad... y mi hermano, esté donde esté... también morirá a causa de esa misma enfermedad... estamos condenados-. Serpico negó, intentando cambiar de tema. -T-Tienes que hacerme un favor-. Serpico se acercó a Mello y le abrazó las piernas. -M-Matemos a esos cabrones-. Mello tragó saliva, se sorprendió, y abrió los ojos.
-Matémoslos, y cojamos su dinero-. Serpico miró hacia arriba, y Mello vio la tristeza, la ira y la desesperación en los ojos de Serpico. -¡A-Acabemos con ellos!-. Gritó, decidido. -Te lo pido por favor... s-solo quiero que mi madre se cure-.
Mello levantó a Serpico un poco brusco.
-No puedes llorar ahora, sé fuerte-. Pensaba Mello, y Serpico le miró. -No puedo creer que este tipo sea...-.
Mello tragó saliva.
-Escucha, iremos a...-. Negó. -No mataremos a nadie, simplemente robaremos el dinero-. Dijo el rubio.
-Pero sabrán que hemos sido nosotros-. Mello sonrió.
-Para eso también tengo un plan-. Dijo sonriendo el rubio.
Después de varios minutos, Mello y Serpico salieron de la cocina.
-Voy un momento... a... voy un momento a tomar el aire-. Serpico se fue afuera, y Mello se quedó con aquella mujer.
-¿Que tal?-. Preguntó el rubio.
-¿Q-Qué quieres...?-. Preguntó aquella mujer.
-Ljubezen matere-. Dijo en esloveno.
-A-Ahh...-. La mujer se quedó viendo a Mello, totalmente sorprendida. -E-Eres tú...-.
Mello tragó saliva.
Lo siguiente que pronunció la señora, dejó en un estado deplorable y deprimente a Mello, ya que por fin pudo volver a verla...
-...Mihael-.
Aclaraciones: Lo que dice Matt en japonés es "Descansa en paz maestro", y lo que dice Rod es "Os he enseñado bien". Lo que dice Mello en esloveno significa "El amor de una madre".
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