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Sin Vuelta Atrás; EP Nº24 [Entrenamiento] Traición

Near estaba despierto en su cama, sin poder dormir. Era de noche. ¿Hora?, aproximadamente las 5 de la madrugada.

-Mello-. Dijo, y tragó saliva. -¿Por qué fuiste tan estúpido?-. Pensaba Near en voz alta. Cogió aire, y suspiró.

Near aún se acuerda. Aún se acuerda de cuando Mello le reveló su verdadero nombre aquella noche en la colina de Wammy's.

-Lo haré... ¡Recuerda esto Near!, ¡MIHAEL KEEHL...!-.

-¡Será tu perdición!-. Gritó, sonriendo furiosamente.

Near se giró para verlo.

-¿Acabas de...?-.

Mello asintió.

-Sí... ¿Y qué?, ¡YA NO ME IMPORTA!-.

Near tragó saliva.

-Nate River, me llamo Nate River-.

Mello frunció el ceño.

-Recordaré ese nombre... como el segundo después de mí-.

Near sonrió.

-¿Estás seguro, Mihael?-.

-Estoy más que seguro, Nate-.

-No sabes cuántas ganas tengo de verlo...-.

Near miraba al techo de su habitación, absorto en sus pensamientos.

-Tengo muchas ganas de volver a verte-. Torció su labio. -Mi rival...-. Dijo. -Y mi único amigo, y quizás... algo más que eso-. Dijo. Cerró los ojos, y decidió ahora sí, dormir, hasta que mañana se despierte, sintiendo un gran vacío en su corazón. Ese vacío que sentía desde que cierto rubio se fue...

Y que no dejaría de sentir, hasta unos años después...

-Esta es tu habitación, descansa cuanto quieras, mañana te espera un gran día-. Mello asintió, y su jefe, salió de la sala, dejando al rubio solo.

-¡Genial, he conseguido otro equipo de idiotas para que sirvan bajo mis pies!-. Mello sonrió, quitándose la chaqueta. -Quizás ellos se crean que soy un simple tío muy listo y obediente que les llevará hasta la gloria, pero no... ¡Ellos son los idiotas obedientes, que harán todo lo que el gran Mello les ordene!-.

Se sentó en su cama, sonriendo.

-Padre... después de tanto tiempo...-. Se tumbó en su cama, mirando al techo. -Después de... tanto tiempo...-. Tragó saliva... 

-Y aún no me siento como en casa...-.



[3 AÑOS DESPUÉS]



*¡TOC TOC!*

-¡Ah!-. Mello se despertó, sorprendido. Se frotó los ojos, y miró toda su habitación, totalmente desordenada y llena de un mal olor a alcohol y a sudor.

-M-Mm.., Meelloooo-. Las chicas se abrazaban a él, pero Mello se apartó de ellas.

-¡Quitad de encima!-. Dijo el rubio, levantándose.

La puerta se abrió, se descubrió a uno de los cabecillas.

-¡Mello!, ¡Vamos, el jefe tiene una misión para ti!-.

Mello le miró cabreado.

-¿¡Es que no ves que estoy desnudo!?-. Preguntó.

-¡A-Ah!, ¡S-Sí, perdona!-. El idiota salió afuera de la habitación.

-Aghj...-. Se cabreó. Habían pasado 3 años desde que Mello se unió a aquella banda, y ya era todo un profesional. Le habían enseñado el uso de las armas de fuego, el como pelear con arma blanca, e incluso, conducir su propia motocicleta.

Mello se miró en el espejo, y vio su pelo largo que le llegaba hasta la espalda, más anaranjado que nunca.

-Hmmm...-. Pensaba que debería cortárselo, pero después.

El rubio salió de la habitación, y se dirigió al salón principal.

-¡M-Meelloooo!-. Una de las chicas se levantó y se dirigió a seguir a Mello. -¿¡No me esperas!?-. Preguntó.

-Olvídate de mí-. Dijo, bajando las escaleras. -Solo eres una cría-. A la chica se le cristalizaron los ojos.

-¡CABRÓN!-. Gritó, y Mello la ignoró.

-Ahhh...-. Negó, y llegó hacia su jefe, al cuál llamaban por su nombre falso, Frankie.

-¡Mello, Mello, Mello!-. El rubio se quedó enfrente de él, esperando órdenes. -¿Por qué no te pegas una ducha y luego te explico el trabajo que tienes que hacer?-. Preguntó sonriente.

-Explícamelo primero-. Pidió el rubio de ojos azules.

-¡Perfecto!-. Sonrió. -Debes recoger el paquete X que nuestros amigos nos entregarán en el embarcadero a las 22, además de llevar el maletín con "dinero"-. Dijo, haciendo comillas con los dedos al pronunciar la última palabra.

-¿Una trampa para no pagar?-. Preguntó Mello. -¿Que hay en el maletín realmente?-. Preguntó, intrigado.

-¡Billetes falsos con una pequeña bomba!-. Reveló Frankie, sonriente. -¡Lo único que debes hacer es volver sano y salvo con el paquete X aquí, y activar el detonador de la bomba cuando ellos se hayan ido!-. Mello asintió ante el plan de Frankie. -¿Bien?-.

-Está hecho-. Dijo el rubio.

-Por cierto, ¿Cómo vas con el caso Kira?-. Mello suspiró ante la pregunta de uno de los cabecillas de Frankie.

-¡Seguro que va bien!, ¡Mello es muy inteligente!-. Dijo sonriente Frankie.

-Solo necesito un poco más de tiempo, y juro que detendremos a ese cabrón, y nos ganaremos el puesto número 1-. Dijo sonriente Mello, y Frankie asintió.

-¡Perfecto!-. Dijo sonriente. -Anda, vete de aquí ya-. Pidió, y Mello frunció el ceño, yéndose. -¡Y dúchate, que apestas!-. Dijo.

Mello comenzó a cabrearse.

Esto no iba a quedarse así...

Mello se daba una ducha, pensando en lo que debía hacer hoy.

-Tengo que recoger un paquete... solo eso-. Asintió, cerrando los ojos. -Vamos, Mello, no es tan difícil-. Cerró el grifo de la ducha, y salió. Cogió la toalla y se secó, después, se vistió con su chaleco rojo, sus pantalones negros ceñidos...

Y su cruz metálica.

Cuando ya eran las 21:50, Mello se puso su chaqueta de cuero, sus guantes, se preparó con el maletín, y su pistola, aparte de que llevaba el detonador en uno de los bolsillos.

-¡Adiós, Mello!, ¡Vuelve pronto!-. Sonrió Frankie.

Mello negó, y se puso el casco negro.

Arrancó la motocicleta, y se fue.

-No volveremos a verte... estúpido niñato-. Dijo sonriente Frankie, sabiendo que aquel día...

Sería la última vez que vería a Mello...

Cuando el rubio llegó al embarcadero, se bajó de la moto, y cogió el maletín, el cuál había llevado con mucho cuidado. Guardó el detonador a buen recaudo, y se aseguró de tener la pistola a mano por si algo no salía bien.

Vio de lejos a los hombres con los que tenía que hacer el intercambio.

Llegó, y sin quitarse el casco, se dispuso a realizar el falso intercambio.

-¡Soy M!, Vengo de parte de Frankie-.

La banda del hombre de pelo largo, quién parecía ser el líder, sonrieron todos, relamiéndose los labios.

-Queremos verte la cara, ¡Vamos!-. Exigió el líder.

Mello tragó saliva.

-Antes quiero ver al paquete X-. Exigió.

El líder chasqueó los dedos, y de un coche negro misterioso, sacaron a una chica de unos 15 años aproximadamente.

Mello frunció el ceño.

¿Eso era el paquete X?, ¿¡Una niña!?

-Eso... ¿Eso es el paquete X?-. Mello se planteaba preguntar, pero si lo hacía, quedaría como idiota. -Bien... tomad-. Dijo, entregándoles el maletín, pero nadie fue a cogerlo. -¡Vamos!, ¡No me hagáis perder el tiempo!-. Dijo, poniéndose nervioso. -¿¡Qué les pasa a estos tipos!?-. Se preguntaba, confundido.

-Tu, cara-. Exigió, y Mello suspiró.

El rubio se quitó el casco, y enseñó su cara.

-¡JOJO!-. Uno de los esbirros del líder se rio.

Algunos otros se relamían los labios, y otros se quedaron perplejos.

-¿Qué coño os pasa?, ¿Sois pederastas o que?-. Preguntó alzando una ceja.

-Será mejor que sueltes el detonador y la bomba, y los dejes ahí mismo-. Mello se sorprendió, pero no lo mostró.

-¡Ja!, ¿Esto que es?, ¿Una broma?-. Preguntó el rubio, intentando fingir. -De acuerdo, si queréis romper el trato, está bien-. Cogió y se dirigió hacia la moto. -Pero no os arrepintáis si vamos a haceros una visita-. De pronto, alguien le puso una pistola en la cabeza. -Ahhh... si muero, se van a cabrear mucho, ¿Lo sabéis?-. El líder chasqueó los labios, y negó.

-Eres listo, niño-. Dijo el líder, relamiéndose los labios con saña y rabia, mordiéndose el labio inferior. -Pero no eres nada inteligente-. Mello alzó una ceja. -¡No hay ningún trato, pedazo de retrasado!-.

Mello se sorprendió.

-¡M-Me han...!, ¡TRAICIONADO!-. Se dio cuenta, quedándose muy sorprendido.

-Vamos, sube al coche, si no quieres que te volemos la tapa de los sesos-. Dijo sonriente, y Mello gruñó.

-¡MGHJ!-. Mello cogió rápidamente el brazo del que le estaba apuntando, y le rompió la mano.

-¡AHHHH!-.

Los mafiosos apuntaron a la niña, y otros apuntaron a Mello.

Mello cogió la pistola, pero se puso nervioso al ver la situación.

-Admítelo, rubio-. Un cabecilla se acercó a Mello, y le quitó el detonador de la bomba.

Mello rápidamente le cogió, y le apuntó en la cabeza.

-¡SOLTAD A LA NIÑA O ME CARGO AL MIERDA ESTE!-. Amenazó Mello.

-Hazlo, nos da igual-. Dijo sonriente el líder.

-¡JAJA!, ¡NO SABES CON QUIÉN TE METES!-. Gritó sonriente.

-¡NO OS CREO!-. Dijo el rubio.

-¿Ah no?-. El líder sacó una pistola, y le disparó en la cabeza al cabecilla, haciendo que de este saliera sangre que manchara la cara de Mello.

-¡A-Ah!-. El rubio tragó saliva, y se le cayó el arma.

-Ven, o la chica morirá-. Dijo. -Y acto seguido, morirás tú-.

Mello miró la situación, y solo veía una posibilidad...

-Ahhh...-. Se dirigió hacia los mafiosos, y cuando llegó hasta ellos, le dieron un puñetazo, tirándolo al suelo. Comenzaron a darle una paliza, hasta que el rubio se desmayó.

Después... se lo llevaron a su guarida.

-A-Ahh...-. Mello abrió los ojos, y cuando recuperó la consciencia total, y se acordó de la situación, intentó moverse, pero estaba totalmente esposado, tanto sus pies como sus manos. -¿¡Eh!?-. Estaba esposado al cabecero de una cama. -¡SACADME DE AQUÍ!-. Gritó, y se dio cuenta de que estaba en ropa interior. -¿¡QUÉ COJONES!?, ¡SACADME DE AQUÍ MALDITOS PEDERASTAS!-.

Mello vio como se acercaba el líder de la banda.

-He estado esperando a tener un ejemplar como tú...-. Mello tragó saliva, suponiendo lo que iba a pasar. -Alguien tan hermoso... con un cuerpo esbelto-. Sonrió, quitándose la ropa. -¡Ja, y rubio!-. Dijo.

Mello no se lo podía estar creyendo.

-Sabía que este día llegaría-. Dijo, ilusionado. -Primero seré yo, y después serán todos mis esbirros-.

La chica de antes, se acercó a Mello con un cuchillo.

-¡S-SUÉLTAME!-. Gritó, y la chica estaba temblando.

-Hazlo-. Dijo sonriente el líder.

La chica cogió el cuchillo, y se rajó la palma de la mano.

-¿¡QUÉ COJONES!?, ¡SOLTADME PUTOS LOCOS!-. La sangre de la mano caía en la cara y boca de Mello. -¡AHHHH!, ¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAAD!-. Suplicaba.

-No te querían ni en la banda en la que estabas-. Negó. -¡Acéptalo príncipe, has nacido para ser mío!-. Dijo, acercándose a Mello totalmente desnudo.

-¡BASTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-. Gritaba Mello, sin siquiera poder llorar de la rabia e impotencia que estaba sintiendo.

Todo esto... era tan traumático...

-¡VAMOS PEQUEÑO PRÍNCIPE, VUELA AL PAÍS DEL PARAÍSO CONMIGO!-. Pedía sonriente el líder, acercándose a la boca de Mello. Mello vio como iba a besarle, y pensó que era su momento.

Cuando aquel pederasta abrió la boca... Mello se acercó corriendo hacia él, y con mucho asco, le dio un beso con lengua.

-¡MM!-. El líder le acariciaba su torso, y Mello... -¡¡¡MMMMM, ¡¡¡MMMMMMMMMMMMMMM!!!-.

Mello se echó hacia atrás, y la escupió.

-¡AHHHHH, AHHHHHHHHHHHHH, AHHHHHHHHHHHHH!-.

La chica estaba realmente sorprendida, al ver como Mello le había arrancado la lengua al líder.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!-.

Mello se movía todo lo que podía para intentar escaparse.

-¡AHHHHGHJ!-. Se quejaba, sin poder conseguirlo.

-¡AH!-. El líder le golpeó en la cara a Mello, y comenzó a ahorcarlo.

-¡M-MMMMMGHJ!-. Mello se ponía completamente rojo, no podía respirar. -¡A-A-AGHJAAA...!-.

¿Este iba a ser su final...?

De pronto, Mello se acordó de L, y el rubio vio esperanza.

Le dio un cabezazo al líder, haciendo que este dejara de ahogarle y se mareara.

-¡AGHJ!-. Mello consiguió librarse de las cadenas de su mano derecha, y arrancó la de la mano izquierda.

-¡A-Ah!-. La chica estaba muy sorprendida. Mello se levantó, y arrancó las cadenas de los pies.

-¡Po... avooo...!-. Suplicaba el líder.

-¡MUÉRETE HIJO DE PUTA!-. Mello le pateó la cara, y comenzó a pisársela. -¡AH, AH, AH, AH, AH, AH, AHHHHH!

-A-Ahhh...-. El líder no tenía fuerzas para levantarse.

Mello se acercó a la chica, y le arrebató el cuchillo. Después, se acercó al líder, y se lo clavó en la cabeza, matándolo.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-. Gritó, lleno de rabia e ira, arrodillándose en el suelo. -¡Ahhh... ahhhh... ahhh!-. Negó, suspirando y cogiendo aire para calmarse.

Mello, vestido con la ropa del pederasta, salió de la guarida sin ser visto, y después, cogió una moto que había de los cabecillas, y se fue.

La chica vio como Mello se había ido, y sorprendida, sonrió.

-Es muy fuerte...-. Dijo sonriente.

Mello lloraba por debajo del casco...

Todo lo que le había pasado era... horrible.

Ahora casi podía entender a Near...

-¿Seguro que es para tirar petardos?-. Preguntó el dependiente.

-Sí-. Dijo Mello, tajante, comprando en una tienda un desodorante y un mechero.

-Bueno... yo no quiero hacerme responsable-. Dijo, cobrándole, y Mello pagó con el dinero que se encontró en la ropa de aquel líder.

*¡Toc toc!*

-¡Voy yo, jefe!-. Loui se acercó a la puerta, y la abrió, viendo a Mello. -¡Jefe, Mello ha vuelto!-. Dijo sonriente. -¡Ya no tenemos que preocuparnos de pagar su rescate o algo!-. Dijo, inconsciente de lo que estaba pasando.

Frankie miró a la puerta, viendo a Mello.

-¿Q-Qué?-. Se preguntó, muy sorprendido. -¡A-AH!, ¡APUNTADLE, MATADLE!-. Gritó Frankie, y todos sus secuaces se sorprendieron.

-¿Qué?, ¿Por qué?, ¡Si es Mello!-. Dijeron algunos.

-¡AHHHHHHHHH!-. Mello se abalanzó hacia Frankie, y le dio un puñetazo en la cara.

-¡MELLO!-. Gritaron sorprendidos.

Mello se alejó de él, y sacó el desodorante y el mechero.

-¡PÚDRETE EN EL INFIERNO!-. Encendió el mechero, y luego el desodorante, comenzando a quemar a Frankie.

-¡AHHHHHHHHHHHH, A-AH, AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-. Frankie se levantó, y comenzó a correr. -¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!-. Hasta que se cayó, muerto.

-¡ESO ES LO QUE LE PASARÁ A TODOS LOS QUE ME LA JUEGUEN!-. Gritó el rubio, y todos le miraron, asustados. Después de unos segundos, todos los secuaces bajaron las armas. -¡Tú!-. Dijo, señalando a un cabecilla alopécico. -¿¡Cómo te llamas!?-. Preguntó.

-Dabire Godon-. Dijo, frunciendo el ceño.

-¡A partir de ahora, tú serás nuestro falso líder, t te llamarás Frankie!-. Dijo, y miró a todos. -¿¡Entendido!?-. Preguntó, y todos asintieron. -Bien... ¡PERO QUE NADIE SE OLVIDE DE QUIÉN ES EL NÚMERO 1 AQUÍ!, ¿¡DE ACUERDO!?-. Preguntó.

-¡SÍ SEÑOR!-. Gritaron, y Mello asintió, más tranquilo.

-Bien... vale...-. Dijo, y Mello se dirigió a su habitación.

Cuando llegó, se tumbó en su cama.

-Ahhh...-. Cerró los ojos, y se tapó la cara. -Odio toda mi vida...-. Dijo, mirando al techo, y suspiró. -Quizás... cuando acabe con Kira, yo...-. Tragó saliva. -...-.

-Deba morir...-.

Roger picó a la puerta de la habitación de cierto albino.

-Pase-. Dijo Near, sabiendo que era el director del orfanato.

Roger pasó, y suspiró, sabiendo que este momento iba a llegar en cualquier instante.

-Ya han llegado, vienen a recogerte. Coge tus maletas-. Pidió Roger, avisando a Near sobre la llegada de los agentes.

Near se levantó, y cogió sus dos maletas.

-Llévame una-. Dijo, ordenándoselo directamente a Roger.

-¡A-Ah!-. Roger le cogió la maleta, que casualmente era la que más pesaba, y comenzó a llevarla.

Cuando salieron del orfanato, se encontraron a unos cuantos agentes bien vestidos y con un coche negro esperando en la entrada de la institución.

-Encantado de conocerle-. Sonrió el agente. -Es usted Near, ¿Cierto?, El verdadero sucesor de L-. Dijo.

-Así es. Vamos, hay prisa-. Dijo Near, subiéndose al coche, y Roger dejó las dos maletas en el maletero.

El agente estaba muy sorprendido.

-Es muy mandón, le aviso-. Dijo Roger, y el agente alzó los hombros, y se subió al coche.

Arrancó, y Near vio su "casa" por última vez.

-Adiós... L-. 

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