Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

32 [Editado]

KARA

Nos sentamos los tres en el comedor y Owen tomó mi mano por debajo de la mesa. Me dio un firme apretón haciéndome saber que no estaba sola, entonces esperamos a que su hermana comenzara a hablar.

Lena lucía pálida, nerviosa, y me atrevía a decir que se sentía culpable por lo que había hecho. Sus ojos tristes estaban fijos en sus dedos inquietos y su labio inferior no paraba de temblar. Parecía que iba a echarse a llorar en cualquier momento y me llegué a sentir mal por ella.

—Pensé que estaba haciéndole un bien a Owen —comenzó diciendo en apenas un hilo de voz—. Pensé que... que todo sería igual que antes, que no habías cambiado y lo harías sufrir de nuevo. —Elevó su mirada a la mía y el dolor en sus ojos me atravesó—. No sabes, Kara. No sabes cuánto sufrió mi hermano por tu culpa. Lo escuchaba llorar cuando creía que nadie lo hacía, lo veía aparentar fuerza y luego derrumbarse en pedazos. Era mi hermano mayor, quien me cuidaba y era mi cómplice, y tú le estabas arruinando la existencia —murmuró. Un sollozo escapó de su boca y luego mordió su labio inferior tratando de contener los demás.

»Yo tuve que verlo fingir que no pasaba nada mientras se apagaba poco a poco —escupió casi con rabia—. Tus palabras, la manera tan mal en que lo tratabas... ¡Te odiaba tanto! Siempre lo he hecho. Eras una perra y pensé que... —Su voz se apagó—. Pensé que tal vez yo podría cobrarme la venganza que merecía en su lugar. Él no sería capaz de hacerlo. A pesar de que él también te odiaba en cierta manera, era demasiado bueno para tratar de arruinarte. Y luego estaba tan enamorado de ti, tan ciego...

Rio sin humor y sacudió la cabeza, la mirada perdida en algún punto detrás de mí.

—No sabes cuánto lo lamento —susurré—. Yo...

—Sí, sí, lo sientes, lo que sea. Eso no puede reparar el daño que le hiciste en aquellos días. El arrepentimiento no puede deshacer todas tus malas decisiones ni las consecuencias de estas, el efecto que han tenido en los demás. Tu remordimiento no puede regresar el tiempo para evitar causarles daño a las personas que heriste. El golpe ya lo diste, no puedes retractarte. Puedes lamentarte el resto de tu vida, disculparte, pero eso no va a cambiar el pasado, ¿cierto?

—Lena, por favor —dijo Owen tajante—. Lo importante es que todo ha quedado atrás. No volvamos la vista, ¿vale? Quiero comenzar de nuevo con ella. Como dicen, el pasado pisado.

Lena sonrió con tristeza y negó sin hacer caso a las palabras de su hermano.

—Las palabras son armas muy filosas, dolorosas e inclusive mortales. Más que los golpes. Un golpe se cura, cicatriza rápido y el dolor se olvida, pero las palabras son más difíciles de superar. Te marcan hondo y de por vida. Eras la niña de la cual mi hermano estaba enamorado y te empecinaste en hacerlo menos frente a toda la escuela durante años. ¿Sabes lo que le hace eso a una persona, Kara? ¿Alguna vez has sufrido todo lo que mi hermano? ¿Sabes cuántas veces prefirió quedarse en casa antes de salir y enfrentar un día más de tortura? No creo que lo sepas. Siempre fuiste una mimada grosera y desagradecida que no miraba más allá de su nariz, a la que no le interesaba nada si no le afectaba a ella. Pensé que... que lo hacías solo por diversión. Que hacías miserables a los demás solo porque te aburrías —explicó.

»Yo nunca te voy a perdonar lo que le hiciste a él. Nunca. Ninguna excusa es válida para justificar lo que hiciste. Creo en el karma. Creo que todo en esta vida se te devuelve y creo que todo lo malo que has sufrido son las consecuencias de tus acciones pasadas que vienen a perseguirte. Me alegraba de eso, ¿sabes? De saber que estabas sufriendo. Y luego... no lo sé. Me di cuenta de que nada había sido como yo pensaba en realidad. Owen me abrió los ojos y me hizo ver cuán equivocada había estado, pero ya era tarde. Yo ya había causado el mayor daño posible. Lo peor es que quise ayudarlo, pero terminé lastimándolo más. Irónico, ¿no?

Su voz era desolada al decir esas palabras, pero tenía toda la razón. Nunca me había puesto a pensar en nada de eso. Solo había querido que la gente fuera tan infeliz como yo. Pero ¿y si hubiera sido alguien diferente a Owen? ¿Alguien menos fuerte? ¿O si hubiera presionado un poco más? ¿Hasta qué punto habría podido llevar a las víctimas de mis insultos?

Sabía lo que era sentir tanto peso sobre ti, sentirte tan presionado que no hallabas modo de salir de nuevo a la superficie. Sabía lo que era pensar que solo existía una salida a tanto dolor. ¿Qué habría pasado si mis palabras hubieran sido las causantes de la perdida de una vida?

Una palma tibia sobre mi antebrazo me sacó de mis cavilaciones. Era Owen. Me miraba sin acusarme. Sin la rabia o el rencor que yo en su lugar habría mostrado. Le había hecho la vida imposible y él lo que hacía era ayudarme a salir de un pozo profundo.

—Nada de eso me importa, Kara, lo sabes —señaló en voz baja—. Yo ya lo he olvidado.

Escuché su voz calmada y me cubrió como un manto el corazón. Era cierto y yo lo sabía. Él me había perdonado, pero dudaba que yo pudiera olvidarlo algún día. Lo más difícil siempre es perdonarte a ti mismo por lo que hiciste mal y tratar de seguir adelante. Yo no podía disculpar mis acciones, no importaban las razones que hubieran estado tras de ellas. Había sido cruel y con toda la intención. Nunca iba a poder olvidar que, por mi culpa, este increíble hombre había sido infeliz durante años. Lo único que podía hacer era tratar de redimirme, mostrarle lo mucho que valía y lo mucho que debía ser amado; lo mucho que lo admiraba por ser tan fuerte, por él mismo y por mí.

No podía decírselo, porque de ninguna manera podría demostrarle la inmensidad de mi sentir con un puñado de palabras, pero podía expresarlo con hechos. Si él creía que yo lo merecía después de todo lo que le hice pasar, lo dejaría creerlo; trataría de demostrarle que sí era digna de su amor, para que así nunca se arrepintiera de su decisión de quedarse conmigo.

—Lo sé —murmuré apretando su mano y brindándole una pequeña sonrisa.

—Solo quería que supieras el porqué de mi actuar. Debería pedir perdón, pero... lo único que lamento en realidad es que mi hermano haya sufrido por mi culpa. ¿Crees que puedas perdonarme? —cuestionó con la vista fija en Owen.

Él me miró por un par de segundos y luego volvió a concentrarse en Lena.

—No soy la persona a la que deberías pedirle disculpas —indicó. Sabía que se refería a mí, que debía ser yo a quien le pidiera perdón, pero, si lo hubiera hecho, no habrían sido sinceras. Yo lo sabía.

—Comprendo —dije antes de que nadie dijera nada—. De verdad lo hago, y... está bien. No necesitas disculparte, lo único que necesitaba saber era por qué —concluí.

Sentía la intensidad de la mirada de Owen fija en mi perfil, pero no flaqueé. No necesitaba las disculpas de Lena porque ella no las sentía y yo tampoco la habría perdonado. Ambas éramos rencorosas y ambas amábamos a Owen con intensidad, aunque de maneras distintas. Nos miramos, ojos azules enfrentados, y nos dijimos todo en ese enlace. Hicimos en silencio una tregua por el bien de ese hombre maravilloso que merecía la felicidad.

—Entonces me retiro —dijo después de un minuto en silencio. No esperó a que dijéramos nada; se puso de pie, besó la mejilla de Owen y se fue cerrando la puerta con cuidado tras de sí.

Yo sonreí cuando el silencio reinó.

Mi vida comenzaba a asentarse, pero aun así sentía que faltaba algo importante. Tal vez con el tiempo lograría saber lo que era, pero esperaría. No me iba a apresurar, dejaría que ese asunto me encontrara a mí y no al revés.

—No la he perdonado —escuché que Owen decía a mi lado.

—Deberías, es tu hermana.

—Sí, pero tú eres mi mujer y ella te hizo mucho daño —dijo poniéndose de pie. Retiró mi asiento y me ayudó a levantarme, entonces me llevó al sofá donde habíamos estado juntos antes de que ella llegara.

Su mujer. Me gustaba cómo sonaba eso.

—Nos hizo —lo corregí—, pero ya la escuchaste. Está arrepentida y estoy bastante segura de que toda su misión en busca de venganza ha terminado —mencioné recordando nuestro trato mudo.

—Por su bien, eso espero.

—¿Es una amenaza eso que oigo implícito ahí? —pregunté en broma cuando encendió el televisor.

Sus ojos se posaron sobre mi rostro. Estaba mortalmente serio.

—Cualquiera que tenga la intención de hacerte daño o de separarnos se las verá conmigo. Entiendes eso, ¿no? No me importa si es mi propia hermana, no voy a permitir que te hieran de nuevo. Puedes estar segura de eso.

No pude hacer otra cosa que asentir. Me gustaba cuando se ponía en ese plan protector, pero al mismo tiempo no quería que me viera como alguien que debía ser protegida. No quería parecer débil.

—No necesitas interceder por mí, Owen. Soy una chica grande y sé apañármelas sola —señalé con una sonrisa que él imitó.

—Lo sé, pero ya has pasado por mucho y quiero que me dejes cuidarte. No porque crea que no puedes, sino porque quiero hacerlo.

Presionó un beso sobre mi nariz y entonces me atrajo hacia su costado, su brazo rodeando mis hombros. Mis labios no podían dejar de estar curvados. Me sentía tan feliz y libre teniéndolo a mi lado.

—Sabes que te amo, ¿no?

—Sí —murmuró—. Lo sé.

***

—¡Esta es perfecta! —exclamó Lynn muy emocionada.

Me había puesto en contacto con ella una semana después de la llamada de Dan y nos habíamos reunido para negociar. El acuerdo que me había estado ofreciendo, resultó ser tan bueno que no pude negarme.

Habíamos empezado tan solo unos cuantos días más tarde y yo había quedado encantada con el ambiente, por lo que varios meses después aún seguía trabajando con ella. Las modelos con las que Lynn trabajaba eran maravillosas personas; educadas, amables y sinceras. Siempre estaban ofreciendo su ayuda cuando creían que necesitaba algo y me consentían. Al parecer tenían una debilidad por las mujeres embarazadas.

Meg, una de las modelos, siempre estaba a mi lado y frotaba mi vientre en cada oportunidad que tenía. No sabía si creía que le daría suerte o simplemente le agradaba tocarme. Una vez incluso estaba en plena sesión de fotos, cuando alguien le avisó que Ander había comenzado a patearme y abandonó todo con tal de ir a sentirlo. Era una amiga increíble.

—Lo es —confirmó Meg—, solo mira su cara. Resplandece por el embarazo. Qué envidia.

Todas las chicas asintieron en acuerdo y yo solo pude reír.

—Están todas locas.

Me hallaba sentada en uno de los sillones dentro de la oficina de Lynn y ella se encontraba sentada a mi lado con su portátil sobre las piernas. Estábamos viendo todas las fotos que me habían hecho esa misma tarde para poder elegir las que enviaría al final. Las demás chicas habían insistido en acompañarnos y ambas habíamos aceptado de buena gana. Éramos todas amigas después de todo.

—Entonces nos quedamos con la siete, doce, quince y treinta como el primer paquete —dijo Lynn. Siguió diciendo algo sobre edición y retoques, pero mis pensamientos devoraron mi atención completa.

El día anterior había tenido cita con el obstetra justo después de mi cita con Madison. Solo quedaban cinco semanas, según él, para que me aliviara, pero algo me decía que pasaría antes de ese tiempo. Ander era un niño muy inquieto que parecía desesperado por salir al mundo, y tanto Owen como yo, estábamos ansiosos por tenerlo entre nuestros brazos.

Habíamos pasado mucho tiempo arreglando todo para cuando él llegara. Reil había vuelto a la ciudad con una novia, y Owen y yo nos habíamos visto obligados a conseguir nuestro propio lugar a pesar de la insistencia de nuestro amigo porque nos quedáramos. Algún compañero de trabajo de Owen le había informado que iba a mudarse y que su casa estaba en venta. Fuimos a verla y quedé encantada. Era un lugar pequeño, pero espacioso, en un vecindario agradable. La oficina le quedaba un poco más retirada, pero valía la pena. Como la casa ya venía amueblada, ellos llegaron a un trato y apenas hacía un par de semanas atrás que habíamos terminado de mudarnos.

Todo era perfecto, demasiado, y tenía miedo. El sentimiento de que faltaba algo seguía en el fondo de mi mente acechándome. Sentía que este asunto llegaría cuando todo fuera pura luz y volvería a empañar mi felicidad. Aquella era mi mayor preocupación.

—... por un café. Kara, ¿me oyes?

La voz de Lynn dispersó mis pensamientos.

—Lo siento, ¿qué?

Ella rio.

—Que las chicas ya se van y en vista de que tu hombre no ha llegado, estaba pensando en ir a la cafetería de la esquina. ¿Qué dices?

—Me parece bien —acepté.

Nos despedimos de todas y entonces salimos en busca de su café. Como quedaba cerca y yo necesitaba caminar un poco cada día, decidió que fuéramos a pie. Íbamos conversando, ya casi llegando al local, cuando Lynn recibió una llamada urgente.

—Ve —dije—, yo le enviaré un mensaje a Owen y le diré que estoy aquí.

—¿Segura? —preguntó dudosa. Reí.

—Ve, mujer. No me pasará nada.

Casi tuve que empujarla para que fuera a atender su asunto. Me trataban como si yo no pudiera arreglármelas sola. Estaba embarazada, no discapacitada.

Entré a la cafetería, pedí un pedazo de pastel de zanahoria y me senté en la mesa de la esquina. El lugar estaba casi vacío, a excepción de una parejita de adolescentes que parecía más concentrada en besarse que en comer, por lo que el silencio reinaba.

Yo: «Ya terminamos. Estoy en la cafetería de la esquina».

Envié el mensaje y de inmediato obtuve respuesta.

Owen: «Voy en camino. Te amo».

Sonreí al leerlo y guardé el celular para comenzar a engullir el pedazo de pastel frente a mí. Estaba delicioso y el silencio del lugar hacía que pudiera disfrutarlo al máximo. Llevaba apenas un par de bocados cuando lo vi entrar. Lo supe de inmediato.

Era Beck. Su cabello rubio, sus ojos castaños y una falta de sonrisa en su apuesto rostro. Era él.

Y me miraba fijamente.

Lo primero que pensé fue que debía salir de ahí. La última vez que nos habíamos visto fue en el funeral de nuestra hija y las cosas no habían resultado bien. Después quise solo fingir como si no lo hubiera reconocido, de esa manera, si él no quería hablarme, no habría problema. Pero al final... lo supe. Esto era lo que me había estado molestando. Este era el asunto que debía resolver para estar en paz conmigo misma, para poder seguir adelante sin llevar mi pasado a cuestas.

Así que, aspirando un gran aliento, me armé de valor y me puse de pie.


Instagram: cmstrongville
Twitter: 
cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro