Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15 [Editado]

KARA

Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien como esa noche.

Acababa de regresar de comer un helado con Owen y me sentía radiante; feliz, despreocupada... libre. Estuvimos bromeando todo el rato acerca de los chicos del gimnasio que parecían estar más enamorados de sí mismos que de sus novias, de los extraños maestros de la universidad con sus peculiares hábitos, sobre mí no sabiendo economía y acerca de él no sabiendo bailar. Temas triviales que no me incomodaban. Fue todo agradable, relajante.

Después de que acabamos de comer, justo cuando subíamos a su coche para regresar, se disculpó por ser tan entrometido. Yo le resté importancia con un gesto de la mano. Suficiente disculpa había sido el que me invitara a comer. Además, no tenía nada que perdonarle. No había sido grosero ni entrometido, solo se había preocupado por mí y yo lo sabía. Owen se había portado de maravilla conmigo incluso cuando tenía razones de sobra para ni siquiera dirigirme la palabra; pero ahí estaba él, interesándose por mí, por mi bienestar, y cerciorándose de que comiera.

Ni siquiera mis padres habían prestado tanta atención a mi salud y bienestar. Pero bueno, así era Owen; adonis por fuera, osito cariñosito por dentro. Era un amor de persona y lamentablemente yo era una chica débil ante la tentación. Podía manejar a los hombres apuestos y a los hombres dulces. Pero ¿un hombre apuesto y dulce? Era mi perdición. Owen tenía etiquetas de PRECAUCIÓN, PUEDE OCASIONAR UN CORAZÓN ROTO por doquier, algo que no estaba segura de poder manejar con cuidado. E incluso con ese conocimiento, incluso sabiendo que todo esto no podía terminar bien para mí, me encontraba queriendo pasar más tiempo con él, con el Owen que nunca me di la oportunidad de conocer en la escuela secundaria; ese al que le hice la vida miserable sin ponerme a pensar en nada más.

Dios mío, ¿por qué incluso se preocupaba por mí? Si yo hubiera sido él, me habría mandado a la mierda sin pensarlo dos veces. Sin embargo, él parecía ver a la chica rota que tenía en el interior, y si su actitud era una señal, era un hombre al cual le gustaba arreglar las cosas. Y al parecer a las personas también. Lamentablemente, si lo que buscaba era arreglarme, si lo que quería era componerme, se llevaría una enorme decepción al ver que yo estaba destrozada más allá de la reparación. Piezas mías estaban perdidas y dispersas por todas partes, rotas en diminutos fragmentos difíciles de encontrar. Y no era una exageración.

Una parte de Kara Rosseau murió el día en que perdió lo que más había amado. Dejé de ser yo misma el día en que terminé con lo único que pudo haber hecho mi vida mejor. Merecía sufrir el resto de mis días por lo que hice y sin embargo..., tenía la esperanza de que tal vez algún día dejara de doler tanto.

—¿Estás bien? —preguntó Owen al notar mi cambio de actitud. Nos hallábamos subiendo a la segunda planta del edificio donde nuestros departamentos se encontraban. Elevé la mirada a sus ojos azules y esbocé una sonrisa tentativa.

—Sí, todo bien. Solo estaba pensando; recordando algunas cosas. —Me encogí de hombros—. Nada importante —mentí. Su ceño se frunció cuando llegamos frente a mi puerta. Él sabía que todavía no me abría del todo, no era tonto, pero no dijo nada para presionarme a decirle la verdad y lo agradecí—. Me la pasé muy bien hoy. Gracias, Owen, necesitaba la distracción.

Acomodé un mechón de cabello tras mi oreja y el rebelde volvió a caer sobre mi rostro, tapando así un ojo. Owen siguió el movimiento con su mirada y luego fijó sus ojos en los míos, esbozando una lenta sonrisa.

—No fue nada, también me la pasé increíble. Tal vez luego podamos hacerlo de nuevo —ofreció encogiendo sus hombros de una manera despreocupada. Suspiré contenta con la idea de que volviéramos a salir y asentí.

—Eso me gustaría. Suena bien.

—Sí, lo hace. —El tono de su voz sugería que él también se encontraba ansioso y esperé que no fuera solo mi mente queriendo ver cosas donde no las había.

Nos miramos a los ojos durante unos segundos antes de que me diera la vuelta y abriera la puerta de mi lugar con suavidad.

—Buenas noches, Owen —susurré mirando sobre mi hombro. Él seguía clavado en el mismo lugar con las manos dentro de sus bolsillos.

—Dulces sueños.

—Igual. Que descanses.

Cerré la puerta con lentitud y me recargué en ella rememorando la intensa mirada de ese hombre que me ponía la piel de gallina. Una tonta sonrisa se pintó en mi rostro mientras me dirigía a mi habitación como una niña emocionada, cuando escuché la puerta de al lado cerrarse. Mi estómago se sentía revuelto por la idea de volver a salir con él. Eran... ¿eran esas mariposas?

Sacudí la cabeza sin ser capaz de dejar de sonreír como boba y luego me dirigí a darme una ducha rápida. Salí sintiéndome todavía en las nubes, entonces me tumbé sobre las frescas sábanas y caí directo a un sueño tranquilo.

***

La semana siguiente pasó volando. A pesar de que Owen y yo seguíamos viéndonos solo «profesionalmente», o sea, como maestro y alumna, para que me ayudara con mis trabajos en la materia, yo me encontraba cada vez más ansiosa por esos momentos.

Sí, me sentía atraída por él y sabía que él se encontraba atraído hacia mí, pero no era precisamente la razón por la que quería verlo. Él me hacía sentir... mejor; me hacía sentir valiosa y digna de su tiempo. Nos estábamos haciendo más cercanos cada vez, pero tanto como esto me emocionaba, me asustaba hasta decir basta.

Me encontraba anhelando poder estar junto a él y aspirar su aroma a limpio mientras él solo señalaba los errores en mis trabajos y trataba de explicarme la manera correcta en la que se hacían las cosas. Yo solo asentía ante sus consejos, pero la verdad era que me encontraba demasiado atrapada en sus gestos, enviciada con la manera fluida en la que se movía y embriagada por el tono de su voz varonil. No prestaba mucha atención a lo que me decía, pero eso solo servía para poder encontrarlo después con la excusa de que no había entendido.

¿Quedaba como una tonta? Podía ser, pero no me importaba en absoluto. Hacía mucho tiempo que nadie me dedicaba su tiempo de una manera tan desinteresada sin buscar nada a cambio e iba a aprovechar cada segundo de su atención; no importaba si después terminaba con un pequeño enamoramiento por Owen Bates. A decir verdad, estaba segura de que ya lo había comenzado a desarrollar. Él era dulce, amable y atento, sin contar su atractivo, sin embargo, él no había tratado de hacer ningún movimiento conmigo. No era como si lo fuera a rechazar de todos modos. Al contrario, esperaba con intensidad el momento en el que por fin se atrevería a ceder ante la atracción que ambos sentíamos y diera el primer paso.

El viernes nos encontrábamos sentados en su pequeño sofá después de que yo había salido de trabajar. Su laptop estaba abierta sobre sus muslos, mis hojas de estudio desparramadas sobre mis piernas y una que otra descansando en el piso. Estábamos hombro con hombro y él me decía algo sobre la caída de la bolsa de valores, o algo parecido, pero mi atención estaba concentrada en su fuerte brazo y en el calor que desprendía contra mi piel. Estaba absorta en el ligero aroma a jabón que desprendía y llenaba mis fosas nasales, en la vibración que sentía contra mi cuerpo cuando él hablaba.

Me estaba volviendo adicta a Owen y eso que ni siquiera nos habíamos besado todavía. Hombre, no podía imaginar cómo me encontraría si ya hubiera probado sus labios. Deseaba hacerlo, sentirlos presionados contra mi boca, contra mi cuello, contra mi... ¡Santa cachucha!

Sentí el calor empezar a inundar mi rostro y cuello al imaginar cosas que no debería estar imaginando, y menos con Owen sentado al lado mío.

—... y por eso la curva de la gráfica sube, ¿entiendes?

«¿Huh?».

Parpadeé al darme cuenta de que había terminado una explicación y yo no había captado nada por estar pensando en sus labios sobre mi cuerpo. Y su lengua.

Carraspeé incómodamente acalorada.

—Oh, sí, claro —mentí—. Por eso la curva sube y...

Aclaré mi garganta sin saber cómo continuar. Acomodé un mechón de cabello tras mi oreja y seguí viendo fijamente la pantalla de su laptop como si hubiera estado prestando atención todo ese tiempo. Observé con atención una gráfica de barras azules, amarillas y rojas, pero no tenía ni la menor idea de lo que representaban.

—Ni siquiera sabes de lo que hablo, ¿cierto? —preguntó divertido. Despegué mis ojos de la pantalla y los enfoqué en los suyos. Se arrugaban en las esquinas por la sonrisa que me mostraba y eso solo aumentaba su atractivo.

Tragué saliva.

¿Por qué tenía que ser tan guapo? Me dolía verlo, literalmente. Dentro de mí dolía una necesidad de contacto que llevaba mucho tiempo apagada y él había encendido con solo una sonrisa en mi dirección. Necesitaba encontrar rápido a un hombre antes de hacer algo loco como lanzarme sobre él y rogarle que me tocara.

—Lo siento, no sé dónde tengo la cabeza —dije riendo nerviosa. Sentí cómo se removía a mi lado para sentarse de una manera que me encarara. Frunció el ceño un poco y ladeó la cabeza mientras examinaba mi rostro con atención.

—¿Estás bien, Kara? Te ves un poco colorada.

«¡Maldición!».

—Uh, sí, solo estoy un poco mareada. —«Por tu olor», pensé, pero sabiamente evité decirlo.

Elevó su mano a mi frente y tocó la piel de ahí antes de hacer una mueca.

—Estás caliente —señaló preocupado.

«No sabes cuánto».

—¿De verdad? —Mi voz se escuchaba sin aliento por su toque. Esperaba que no se diera cuenta de lo mucho que me afectaba. No quería quedar en ridículo frente a él.

—Sí, bastante —dejó la portátil junto a mis piernas y se puso de pie—. Creo que mejor dejamos esto hasta que te sientas mejor, ¿vale?

Suspiré aliviada porque mi dulce tortura terminaba.

—Gracias. —Me puse de pie y comencé a recoger mis apuntes—. Entonces nos vemos el lunes —dije despreocupada. Miré hacia Owen y le di una sonrisa temblorosa cuando vi que él seguía con un surco en la frente. Se encontraba escaneando mi rostro con esos ojos azules y yo estaba tratando de evitarlos. No quería delatarme. Sabía que mis ojos podían ser demasiado reveladores en ocasiones.

Pero es que los suyos eran tan azules...

—¿Segura que estás bien? —volvió a preguntar.

«¡No, mierda! ¡No estoy bien, Owen! Necesito con desesperación un hombre. Te necesito a ti. Necesito que me beses y me toques y...».

—Todo perfecto —dije interrumpiendo mis pensamientos descarrilados. Sonreí lo más convincente posible y él me miró sin estar del todo seguro.

—Bueno... Si necesitas cualquier cosa ya sabes que aquí estoy.

—Claro. Gracias.

Giré sobre mis talones y caminé hasta la puerta, abriéndola y saliendo al pasillo lo más rápido posible. Cerré con un chasquido silencioso y exhalé frustrada cuando el silencio me rodeó.

No quería estar sola. Se estaba acercando el aniversario de aquel fatídico día y no quería tener tiempo para pensar en ello y lamentarme, pero ahora no podía abrir la puerta y preguntarle a Owen si podía quedarme un poco más de tiempo. Luciría como una tonta. Además de que no quería seguir sintiéndome como una babosa cuando se me acercaba. Algo en él hacía que mis facultades se apagaran con su cercanía.

Di dos pasos hacia mi puerta y luego escuché la de Owen abrirse.

—¿Kara? —llamó. Giré ante el sonido de su voz y elevé las cejas con sorpresa.

—¿Olvidé algo?

—Uh, no creo. Solo quería saber... —Se rascó la nuca en un gesto... ¿nervioso? Sí, parecía nervioso—. ¿Quieres ver una película o algo? Si te sientes bien lo suficiente como para hacerlo, quiero decir. No es obligatorio, pero ambos estamos solos y... Dios, no sé lo que estoy diciendo. Solo olvídalo. Eh, nos vemos mañana —se dio la vuelta y volvió a entrar a su apartamento mientras yo me quedaba ahí pasmada sin terminar de asimilar lo sucedido.

¿Qué diablos había pasado?

Me debatí entre tocar su puerta y decirle que sí quería ver una película, y entrar a mi departamento, hacerme bolita y llorar con mis recuerdos. Ambas eran buenas opciones para mí, igual ya estaba acostumbrada a la soledad; a sentir mi rostro húmedo con gotas llenas de remordimiento y culpa durante estas fechas.

Me mordí y el labio y me coloqué frente a su puerta. Tal vez otro día me quedara llorando hasta entrada la madrugada para no perder la costumbre, sin embargo, esa noche vería una película con Owen. Esperaba que fuera una de terror, así tendría una excusa para acurrucarme contra él.

Elevé mi puño, pero antes de que pudiera tocar, su puerta se abrió de nuevo y reveló a un Owen sorprendido por mi presencia justo afuera de su lugar. Nos quedamos viendo unos segundos y luego sonreímos tímidos con el conocimiento de que ambos queríamos pasar más tiempo juntos. Él abrió la puerta sin decir nada y yo pasé a su lado sin chistar.

—Iré a preparar palomitas. Las películas están dentro del compartimento de esa mesa —dijo señalando el lugar donde su laptop seguía abierta—. Si quieres elige una y páusala —sugirió. Yo asentí y me dirigí a buscar algo bueno para ver.

Abrí las puertitas que había mencionado y me encontré con una gran variedad de películas. Desde piratas hasta extraterrestres, desde romance hasta películas bizarras; había misterio, acción y ciencia ficción. Comedia y drama. Owen tenía un enorme repertorio y me gustaba que no fuera de los chicos a los que solo les gustaba la sangre y armas.

Cuando vi las películas basadas en libros de Nicholas Sparks solté un chillido. ¡Esas películas me hacían llorar como desquiciada! Creo que me enamoré un poquito más de él en ese instante.

—¿Has encontrado algo interesante? —Mis ojos dejaron las películas para dirigirse al dueño de esa voz seductora y sentí un calor trepar por mi cuello ante el pensamiento que había tenido justo antes de que él hablara. Elevó una ceja al notar mi sonrojo y sonrió—. ¿Qué clase de cosas encontraste por ahí, eh? Por tu reacción diría que la extensa colección porno de Reil.

Abrí los ojos como platos al escuchar aquello y luego solté una carcajada.

—¿Qué? ¡Dios, no! —dije sin dejar de reír—. Solo algo que... Olvídalo. No es nada importante.

—Uh-huh. Haré como que te creo. Entonces, ¿ya decidiste?

—Aún no. Estoy entre Conejitas cachondas y Enfermeras calientes. ¿Tú qué dices? —pregunté en broma. Owen me mostró una sonrisa de dientes completos y luego dejó el recipiente con palomitas al lado de su portátil.

—Prefiero la de Colegialas traviesas, esa me puede. O Policías malas. Uf, esa es buena —replicó siguiéndome el juego. Volví a carcajearme sin poder evitarlo y él me imitó.

—Dios, Owen. ¿Acaso tienes algo con las mujeres en uniforme?

—Puede ser.

Sacudí la cabeza, divertida, y me sentí feliz de que fuera tan fácil estar con él. Extendí una mano con la película que quería ver y sonrió satisfecho.

—Tú sí sabes lo que es bueno, Kara. —Tomó Rápido y furioso entre sus largos dedos y la puso en la entrada de su laptop antes de sentarse a mi lado, muy cerca, y traer el tazón de palomitas entre nosotros. La película comenzó y muy pronto me encontré mordiéndome las uñas ante los giros peligrosos que daban y las balas que esquivaban. Sentía la adrenalina correr por mi cuerpo, los nervios a flor de piel y luego miedo cuando un coche explotó con alguien dentro.

—¡No! —grité frustrada con mis manos en puños golpeando sobre mis muslos. Escuché una carcajada a mi lado y giré un poco el rostro para ver a Owen sonriendo con amplitud, su cuerpo temblando por la risa silenciosa y su mano cubriendo su boca en un intento por disimular la diversión que le daban mis reacciones.

Elevé una ceja y esta vez él no pudo evitar reír con fuerza.

—Lo siento —dijo sin arrepentirse realmente. Podía ver cómo se partía de la risa, así que entrecerré mis ojos hacia él y crucé mis brazos sobre mi vientre.

—Uy, sí. Puedo ver lo arrepentido que estás por burlarte de mí —solté con ironía. Él estiró su brazo y pausó la película cuando los créditos comenzaron a salir, el lugar quedando en un repentino silencio.

—No me estaba burlando —cantó—. Solo... Uh... —guardó silencio al no encontrar las palabras correctas y golpeé mi hombro con el suyo.

—Solo te divertía mi sufrimiento, ¿verdad?

—Que no.

—¿Entonces? —cuestioné. Owen se encogió de hombros y desvió su mirada al cojín del sillón donde un hilo sobresalía, sin dejar de sonreír. Comenzó a jugar con él y se quedó en silencio tanto tiempo que pensé que no iba a responder.

—Te ves... linda —confesó, y de nuevo se encogió de hombros—. Me causaron gracia tus reacciones, pero no me burlaba de ti. Me gusta ver tus expresiones tan... sinceras. Solo es eso, pero no me burlaba.

Traté de pensar en algo más que no fuera su boca diciendo que yo era linda, pero no lo logré. ¿Era tonto emocionarse por algo así? Él pensaba que era linda y yo quería bailar feliz, sin embargo, mantuve mi cara de póker.

—Uh-huh.

Owen soltó una risa ante mi expresión incrédula y se acercó a mí, nuestros ojos encontrándose a pesar de que solo una tenue luz iluminaba la habitación. Tragué saliva nerviosa por su cercanía y vi cómo su mirada se desviaba hacia mis labios.

«Santos macarrones con queso».

Si no dejaba de verme así, no respondería ante mis actos.

—¿Sabes? —susurró muy bajo. Sus ojos se encontraron de nuevo con los míos y luego se hizo para atrás poniendo más distancia entre nosotros—. El lunes ya es el último día que seré tu maestro y estoy malditamente feliz de que así sea —dejó caer su cabeza un poco para atrás y yo sentí que mi estómago se contraía, sus palabras encajándose en mí como miles de cuchillos diminutos.

—Oh —fue lo único que logré decir.

—Sí.

Nos quedamos en silencio unos minutos y en un instante me encontré pensando en lo que tendría que hacer el día siguiente. Era sábado, lo que significaba que debía ir al cementerio como lo hacía cada semana. Iría a dejar unas flores e iba a imaginar cómo podrían ser las cosas en ese momento si tan solo no hubiera cometido el peor error de mi vida; ese que me perseguiría hasta mi misma tumba.

Recordé que en menos de una semana se cumplirían cuatro años desde aquel horrible incidente y sabía que me encerraría para lidiar yo sola con el dolor que siempre venía puntual. Incluso mi cuerpo parecía estar sincronizado, acostumbrado, porque cada noche antes de la fecha, tenía pesadillas y revivía todo en mi mente sin poder impedirlo. Y lo peor era que se seguía sintiendo real, como si lo viviera por segunda vez. Luego, cuando despertaba, me derrumbaba y me rompía.

Sentí las lágrimas formándose, quemando detrás de mis ojos ante los recuerdos, y me puse de pie en un movimiento brusco. Owen debió de sentirlo porque abrió los ojos y me miró con un gesto confundido.

—¿Kara?

Había pensado que estar con él aliviaría un poco mi dolor, que no pensaría en nada de eso, pero al parecer me había equivocado. El alivio en sus palabras de saber que ya no me vería en la escuela me lastimó más de lo que alguna vez estaría dispuesta a admitir ante cualquier persona. Incluso ante mí.

—Yo... tengo que irme —me escuché decir—. Ya es tarde y ambos debemos descansar —giré sobre mis talones y me dirigí a la puerta sin dejarlo decir nada.

—Kara...

—Gracias por todo, Owen —lo interrumpí. Le di una sonrisa apretada por encima de mi hombro y luego salí al pasillo para abrir mi puerta y encerrarme en mi propio lugar, donde nadie podía ver cómo me despedazaba y me dejaba caer de nuevo.

Giré la manija de mi puerta, pero entonces un ligero tirón en mi brazo me hizo darme la vuelta y toparme con los aturdidos ojos de Owen.

—¿Me puedes decir qué mierda te pasa? Estamos riendo un segundo y al siguiente pareces no poder soportar estar justo a mi lado. ¿Acaso eres bipolar y yo no me había dado cuenta? —exigió con una pequeña sacudida que convirtió mi dolor en rabia.

¿Qué se creía para hablarme así? Él no era nadie.

Me solté con un jalón de mi brazo y empujé su duro pecho, pero apenas y se movió. Sabía que estaba actuando como loca, pero no me importaba. Estaba dolida y molesta y solo quería descansar. De repente todo se sintió como una montaña sobre mis hombros y temí por un momento que Owen me vería caer a pedazos, que vería a la Kara débil, no a la que me había empeñado durante tanto tiempo en mostrarle a la gente; esa chica dura que no aceptada mierda de nadie.

—Solo estoy haciéndote un favor, ¿sí? Si tanto te alivia el no tener que ver mi cara diariamente entonces bien puedo evitarte esa molestia dejándote solo, ¿no crees? —siseé. En el fondo sabía que estaba siendo ridícula y eso me hizo enfurecer más. Mis puños estaban apretados al igual que mi mandíbula y vi cómo el conocimiento pasó en los ojos de Owen. El desconcierto se transformó en vergüenza y luego finalmente en frustración.

—Joder, Kara, tú no entiendes nada —replicó.

—¿Ah, no? Bueno, pues entonces, explícame —me crucé de brazos y elevé mi barbilla en un gesto desafiante.

—No estoy aliviado de no verte, solo de no ser tu maestro —trató de explicar, pero nada mejoró. ¿No era lo mismo que había dicho antes?

—No veo cómo eso cambia algo.

—Solo... cállate y déjame hablar. —Apreté mis labios en una fina línea y él me fulminó con la mirada—. Digo que estoy aliviado de no ser tu maestro porque ahora sí podré hacer lo que he querido durante tanto tiempo, Kara. No porque no quiera verte. Solo... por fin seré libre para hacer lo que me provocas querer hacer.

Su mirada furiosa dio paso a una... ¿hambrienta? Oh, Dios. ¿Acaso estaba entendiendo bien lo que me quería decir? Tragué saliva nerviosa ante la perspectiva.

—¿Y eso qué sería? —pregunté en un susurro. Owen dio un paso más cerca de mí y luego sus manos ahuecaron mi mandíbula haciéndome temblar entera. Sus ojos escanearon mi rostro y su aliento sopló sobre mis labios y mejillas. Mis manos fueron a sostener sus brazos cuando su mirada se fijó en mi boca entreabierta.

—Esto —exhaló, antes de presionar nuestras bocas juntas en un beso abrasador.


Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro