10 [Editado]
OWEN
Después de que salí del complejo de apartamentos vi el auto de Kara llegar y sonreí recordando la nota que adherí en su puerta. Esperaba que tomara eso como una bandera blanca y pudiéramos poner un alto al fuego.
Me había equivocado al pensar que iba a sentirme mejor tomando venganza contra ella. Después de todo, ella misma había confesado su error y me había pedido perdón una y otra vez diciendo que era una chiquilla inmadura cuando hizo todo aquello... y tenía razón. Ahora era yo quien estaba actuando como un niñato inmaduro.
No deberíamos simplemente juzgar a las personas por su pasado. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra, ¿no? Yo tampoco había sido un santo después de todo.
Encendiendo mi coche, salí del estacionamiento y me dirigí al gimnasio a descargarme un poco. El ejercicio era la segunda mejor opción para deshacerse del estrés. La primera era el chocolate, pero eso me llevaría a ganar de nuevo todo ese peso que me costó perder y no me gustaba la idea de volver a pesar más de cien kilos.
Encendí la radio y Animals de Maroon 5 inundó el pequeño espacio dentro de mi coche. Tarareé la letra y golpeteé mis dedos al ritmo de la melodía cantando la canción que, no me había dado cuenta, sabía de memoria. De alguna manera mis pensamientos vagaron de nuevo a Kara. ¿Se podía decir que éramos enemigos? Ella parecía verme de esa manera y era porque yo no se lo había puesto fácil en los días pasados. En el gimnasio, en la universidad, en su departamento... Parecía que el destino había decidido ponernos lo más cerca posible, pero la pregunta era: ¿Para vengarme o para aprender a dejar ir el rencor?
Cuando llegué al gimnasio, apagué el motor y bajé mi mochila encontrándome con Dan en la entrada. Se encontraba de brazos cruzados y parecía tener la intención de no dejarme pasar. Abrí la boca para saludarlo, pero él habló antes de que yo tuviera la oportunidad.
—¿Y Kara? —Elevé mis cejas ante su tono molesto.
—En su departamento, supongo. ¿Por qué?
—Quedamos en que hoy nos pondríamos de acuerdo para salir luego, pero no ha aparecido por aquí en todo el día. Tú no tuviste nada que ver con eso, ¿cierto? —inquirió con sospecha. Resoplé.
—No. No la he visto en todo el día, hoy no me tocó darle clase, así que no he sabido nada de ella. —Decidí omitir la parte en donde la veía entrar al complejo. No necesitaba darle cada detalle sobre mis encuentros con Kara.
Dan lució sorprendido por un momento y luego dejó caer sus brazos a los lados.
—Había olvidado que también era tu alumna —expresó, mirando por encima de mi hombro y sonriendo a lo que fuera que estuviera viendo—. ¿Le pediste perdón por lo de ayer? —preguntó.
—Uhm, algo así.
—¿Algo así? —Su mirada se clavó de nuevo en mí y debo admitir que me intimidó un poco.
—Le ofrecí una tregua —informé, a pesar de que no tenía por qué darle explicaciones. Sus ojos se entrecerraron en mi dirección antes de bajar la voz.
—Lo que yo quiero es que te disculpes con ella —murmuró. Abrí mi boca para decirle que no se metiera en donde no le llamaban, pero en eso una chica llegó al lado de Dan. Bueno, no solo una chica.
Era Kara.
—Por poco no vengo —dijo ella poniéndose de puntillas para besar su mejilla—. Hoy tuve mucho trabajo y estoy exhausta, pero tal vez unas cuantas vueltas a la piscina mejoren mi humor y terminen de agotarme.
—Es bueno que vinieras. —Dan le sonrió y de repente me sentí incómodo ahí frente a ellos sin decir nada. Carraspeé y ambos me miraron.
—Hola, Owen —saludó ella. No había nada en su voz que me demostrara cómo se sentía respecto a nuestra tregua. No se escuchaba molesta, pero tampoco feliz. Era como... si no me conociera. Indiferente, lejana.
Debería haberme aliviado..., pero no lo hizo.
—Oh, cierto. —Dan colocó un brazo sobre sus hombros y fruncí el ceño. ¿Un día de conocerse y ya se tenían tanta confianza?—. Owen quería decirte algo.
Arrugué más la frente y sacudí la cabeza sin saber de qué hablaba.
—Uh, no, yo no tengo...
—Sí, Owen. Recuerda lo que querías decirle sobre lo de ayer —me interrumpió Dan. Lo miré a los ojos y me di cuenta de que en verdad quería que me disculpara con ella. Aquí, frente a él al parecer. Pasé mis manos por mi rostro en un intento de controlarme.
—Cierto. Bueno, Kara, lamento lo que dije de ti ayer —susurré en verdad arrepentido. No sabía qué era lo que se había apoderado de mí para decir aquellas barbaridades y la consciencia me remordía.
—No hay problema —dijo ella. Su tono seguía siendo plano.
—Hablaré con los chicos y les diré que no era verdad —agregué.
—Como sea. —Se giró hacia Dan y le sonrió, ignorándome por completo—. ¿Entramos? Cuanto más rápido comience, más rápido terminaré.
—Claro. —Dan le abrió la puerta y la dejó pasar justo antes de girarse a verme—. Por lo menos lo intentaste —se encogió de hombros y entró al lugar tras Kara, mientras yo me quedaba ahí pensando en la reacción que ella había tenido. O más bien en su falta de reacción.
¿Había aceptado la tregua? Esperaba que sí porque si no lo hacía... sentía que las cosas se iban a poner feas. Yo no me iba a dejar aplastar como antes, al igual que sabía que ella tampoco se dejaría.
***
Después de que terminé mis rutinas, casi dos horas después, salí del gimnasio harto de los chicos. Una vez que les notifiqué que lo que había dicho de Kara era mentira, volvieron al ataque. Querían saber por qué había dicho algo tan horrible sobre ella y si estaba celoso.
¡No lo había estado!
Si querían una prueba de que no eran celos, se las di. Pude aguantar ver los coqueteos entre ella y Dan sin decir nada. Aunque me molestaba toda la atención que le prodigaban. No era como si fuera la mujer más linda del gimnasio.
O tal vez sí lo era...
Me recordaban a los tipos en la preparatoria, siempre detrás de ella como lobos hambrientos acechando a su presa, buscando el momento oportuno para atacar. Excepto que Kara nunca había sido la presa, sino el depredador.
Cuando llegué a mi departamento unas horas después, me sorprendí al encontrar una enorme maleta en el recibidor. Eso solo podía significar que Reil había regresado de su viaje mucho antes de lo previsto.
¿No había dicho diez días? Apenas habían pasado cinco desde que se fue.
—¿Reil? —llamé. No respondió.
El lugar estaba en completo silencio, lo que podía significar que mi amigo había caído rendido en su cama o que había salido a buscar un poco de distracción. Quise optar por la segunda opción. Encogiéndome de hombros encendí la música a un volumen bajo y me dirigí a la ducha. Necesitaba con desesperación quitarme todo el sudor que me hacía sentir pegajoso.
Después de terminar de lavarme, me quedé un par de minutos bajo el agua fresca y luego escuché la música detenerse de manera repentina. Saliendo del baño, me puse un cambio de ropa y fui a la sala de estar donde me encontré a mi hermana, Lena, de pie estudiando una de las fotografías, tomadas por Reil, que colgaban en la pared.
—¿Qué haces aquí? —pregunté con brusquedad, a lo que ella dio un salto por el susto y se llevó una mano al pecho.
—Diablos, Owen, casi me matas. —Se acercó a mí y besó mi mejilla—. Hola, hermanita, ¿cómo estás? Yo muy bien gracias, ¿y tú? —Puso los ojos en blanco y bufó—. Solo venía a ver cómo estás. Tenía ganas de verte y decidí darme una vuelta por acá. —Giró sobre sus talones al decir esto y se encaminó a la cocina encogiéndose de hombros—. Además, mi mamá ha estado llamando para preguntar cuándo irás a visitarla. Dice que...
—Sí, sí, ya me imagino —la interrumpí—, pero no he tenido tiempo. Entre el trabajo y... otras cosas, no he tenido las fuerzas para poder ir y soportar sus discursos.
Pasé la mano por mi cabello húmedo y Lena comenzó a preparar café. Sabía sobre mi adicción a esta bebida y agradecí que ella lo preparara, ya que cuando lo hacía yo, siempre terminaba con un horrible sabor y una consistencia extraña.
Después de que me dio un sermón sobre ser un hijo responsable y bla, bla, bla, dirigimos la conversación a temas más seguros. El trabajo, sus estudios y su repentina carrera como modelo. No me quiso explicar mucho sobre eso, pero la dejé estar. Ya era una mujer que sabía lo que hacía y que tomaba sus propias decisiones. Confiaba en que tendría buen juicio. Quería confiar.
Nos terminamos el café y ella se despidió con la promesa de que vendría la próxima semana. No era que la esperara con ansias, pero tenía que estar al pendiente de ella porque, al fin y al cabo, la amaba. Era mi hermana menor; a quien tenía que cuidar y proteger de todo y todos.
No importaba sobre quién tenía que pasar con tal de lograrlo.
***
Al día siguiente me levanté más temprano de lo habitual y llegué a la universidad veinte minutos antes de lo necesario. Me tomé un café de la máquina que se encontraba en rectoría y luego ordené mi horario.
Ese día tenía clase de Economía con Kara y, por alguna razón, me encontraba nervioso. Ella no había sido abiertamente hostil ni amigable después de haberle presentado mi bandera blanca, por lo que no sabía a qué atenerme. ¿Me haría la vida de cuadritos? ¿Se haría mi amiga? ¿Se comportaría como si yo no existiera? Todas esas dudas me asaltaron al mismo tiempo y, sin darme cuenta, llegó la hora de dirigirme a clases.
Fui a la dirección a firmar y me topé con la rectora, Ria.
—Buenos días, señora. —Le brindé una sonrisa amistosa y ella frunció los labios con desaprobación.
—Bates, a mi despacho. Ahora. —Se dio la vuelta y comenzó a caminar, yo justo detrás de ella completamente confundido. Llegamos a su despacho y se sentó detrás del escritorio, haciéndome una seña para que tomara asiento frente a ella—. ¿Sabes por qué estás aquí? —preguntó con dureza, al tiempo que abría una carpeta y empezaba a escribir en una hoja.
—Eh... No. —Me miró por debajo de sus pestañas con una mirada hostil y luego entrelazó los dedos de ambas manos, sus codos en el filo de la mesa.
—Hoy he recibido una queja de una estudiante que asegura... ¿Cómo dijo? Ah, sí. Asegura que la tienes en su contra. Mencionó que le encargaste una investigación de campo y que debía llevarla a cabo en dos días. Ambos sabemos que eso no es posible, así que, ¿podrías explicarme lo que está pasando?
Apreté la mandíbula con la noticia. Así que, después de todo, Kara quería seguir peleando. Bien.
—Mi error, señora Walker. Fue un malentendido que le prometo no volverá a suceder —me disculpé.
—Uhm, eso espero. —Selló algunas hojas y continuó hablando sin mirarme—: Eres una persona muy inteligente, Bates, y estoy segura de que no te gustaría perder tu trabajo.
Después de salir de su lugar con esa advertencia, me dirigí al salón de clases con el ánimo enfurecido. Estaba muy molesto con Kara, pero en cierto modo sabía que tenía razón. Me había excedido con esa tarea tan pesada, solo que no había imaginado que iría a quejarse con la rectora.
¡Podía haber perdido mi trabajo!
Pero ¿qué podía esperar de ella? Siempre se había preocupado por sí misma en primer lugar. Era una mujer egoísta que no pensaba en los demás y eso no había cambiado. Tras una tensa caminata, llegué al aula y lo primero que hice fue escanear alrededor. No había rastro de Kara. Resoplé y dejé las cosas sobre mi escritorio dando así inicio a la clase, aunque la mayor parte me la pasé distraído pensando en la plática que tendría con ella. Porque hablaríamos, me aseguraría de que así fuera. Cuando llegara a casa Kara me iba a escuchar.
No iba a dejar que esta vez se saliera con la suya.
Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro