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Capítulo Único;

— ¡Musa! ¡Vuelve aquí! Por favor... — Suplicaba un chico con cabello magneta hacia una bella azabache.

Ella se encontraba justo afuera de la Universidad en que ambos estudiaban. Una ligera lluvia había comenzado a caer al nada más salir del gran salón de actividades, donde Musa había tenido una presentación musical junto con sus compañeras de clase de música.

Esperaba que por lo menos su novio se despejara un rato de su rutina de entrenamiento para el partido de fútbol americano de la próxima semana para poder verla cantar...

No ocurrió.

— ¡Joder Musa, detente! —Gritó nuevamente el chico. Ella decidió hacerle caso.

— ¿Que rayos quieres, Riven? —Se volteó hacia él de manera brusca— ¡¿Que es lo que quieres?!

— ¡Hablar! —Gritó justo cuando un trueno se dejó escuchar por el cielo y la lluvia comenzaba a caer aún más.

— ¿Hablar sobre que, Riven? ¿Sobre cómo no pudiste dejar por cinco minutos el maldito gimnasio para poder oírme cantar? ¿¡Sobre eso quieres hablar?! —Preguntó de manera irónica mientras se acercaba a su novio y enterraba su índice en el pecho de éste con enojo.

— Y dale con lo mismo... —Susurró el chico pasándose las manos por el cabello. Realmente estaba estresado— Ya te dije que es un partido muy importante para el campeonato, Musa.

— ¡Me importa una mierda el campeonato, Riven! —Explotó la azabache— Sky, Brandon, Helio y Nex pudieron dejar de lado su "obsesión" por el fútbol para poder ir a ver a sus novias. ¡Ellos si lo hicieron porque saben lo importante que eran esas presentaciones para ellas! ¡No como tú! —Volvió a señal al chico— Tú te encierras en tu propio mundo y te olvidas completamente de mi...

— Ya te dije que el campeonato está a la vuelta de la esquina y que tengo que entregar lo mejor de mi. —Interrumpió con exasperación.

— ¡Solo te pedí cinco malditos minutos, Riven! —Ignoró su vaga excusa— ¡CINCO!

Nuevamente quedaron en silencio. Lágrimas bajaban por el rostro pálido de Musa, pero se perdían entre las lágrimas del mismo que cielo que era expectador de esa triste pelea.

Riven negaba mientras evitaba verla a la cara. Sabía que si la miraba, toda su fuerza de voluntad cederían a ella. No podía hacerlo en esos momentos, no podía...

— Musa... —Habló con suavidad— Sabes lo que significa ésto para mí.

— Y tú sabías que significaba ÉSTO para mí; y aún así no fuiste. ¿Es que...? —Su voz se quebró—. ¿Es que no te importo?

— No digas eso ni de puta broma, Musa Li-ann.

— Pues eso parece, Riven Johnson.

— Ya te dije que...

— Si si... Tu estúpido campeonato te roba tiempo. Siempre es lo mismo contigo.

— ¿Y qué es lo que quieres que haga, Musy? —Soltó con un tono seco el "apodo" de su novia. Pues sabía que así lograba sacarla de sus casillas. Y al lograr hacerlo, Musa soltaba su lengua— ¿Que quieres que haga?

Siempre funcionaba.

— ¡Que te olvides que perteneces a eso por una vez en tu maldita vida!

— ¡Yo jamás te pediría que renunciaras a la música, Musa! ¡Jamás!

— ¡No te estoy pidiendo que renuncies, genio! ¡Solo quiero estar contigo por mas de un minuto! Quiero charlar contigo cara a cara. ¡Pero no puedo! Siempre estás entrenando o cualquier otra cosa que según tú, son importantes.

— Es que lo son, Musa.

— ¿Más que yo?

De no ser por la lluvia y los truenos que se escuchaban, ésto habría sido otro silencio incómodo.

La mirada de Riven bajó hacia el suelo empapado.

«¿Por qué el silencio...?»

Preguntaron ambos en su interior.

— ¿Es tiempo lo que quieres? —Habló luego de unos segundos más de silencio— ¿Solo tiempo...?

—Quiero a mi novio... —Sollozó la joven— Quiero a mi novio devuelta. Aquél que me preguntaba si estaba bien, el que siempre estaba allí para mí sin pedírselo... El que me hacía sentir la chica más hermosa del mundo solo con una mirada... El que me hacía el amor sin siquiera pedírselo.

Las lágrimas de Musa se volvían más largas a cada instante, incluso más largas que las gotas de lluvia que caían por su rostro. Su mirada desprendía todo el dolor que guardó por meses. Todo lo que tenía guardado estaba saliendo en ese instante, y Riven sabría todo lo que ella tenía guardado.

— No sé quién eres, Riv. —Lloriqueó— No sé que hiciste con ese loco chico del que me enamoré. —Su voz se entrecortada a cada palabra. El nudo en su garganta era gigante— Lo extraño... Te extraño, y eso me duele.

— Amor... —El joven se acercó a ella— Yo también te extraño mucho y también me duele que estemos lejos. —Acunó el rostro de la joven en sus manos, más no esperó que ella se separara de golpe.

La mirada de Musa reflejaba enojó, tristeza e incredulidad. Tres en uno.

— Musa...

— No digas que me extrañas, cuando no me llamas para preguntar cómo estoy... No digas que estás herido si no tienes cicatrices.

— ¡Te estoy ofreciendo mi tiempo justo ahora! —Alzó un poco la voz mientras miraba desesperado a su novia— Te prometo que ésta noche te haré olvidar todo... Te haré sentir como una reina. ¡Como mereces ser tratada! Te prometo, Musa que te haré saber cuánto te amo...

Nuevamente tomó el rostro de su novia y comenzó a inclinarse para poder darle un apasionado beso. Hacía ya unos días que no probaba los dulces labios de su amada.

— Basta... Basta. —Lloró la azabache alejándolo de ella mientras colocaba sus manos en el fuerte pecho de Riven— No sigas con ésto.

— ¿Con que, Musa?

— ¡Con todo! —Gritó señalando a ambos mientras más y más lágrimas salían de sus preciosos ojos— No quiero que me prometas ésta noche si mañana no vas a volver a estar. No quiero que digas que... Que...

No aguantó, ya no pudo más. Liberó con dolor ese llanto atorado en su pecho y miró a su novio. Quería dejarle en claro todo.

Todo.

— No digas que me extrañas si no llamas, no digas que estás herido sin tener las cicatrices.—Volvió a aclarar— No me prometas ésta noche sin las de mañana también... No digas que me amas... A menos qué lo hagas.

— ¡Musa! —Exclamó indignado— No digas estupideces, ¡Claro que te amo!

— Merezco más. ¡Merezco más y lo sabes! —Le recriminó caminando hacia él— Eh esperado por ti, eh sido paciente y merezco más atención de la que me das.

— Y la tendrás. ¡La tendrás!

— ¿Cuando, Riven?

El pelimagneta calló.

— Necesito poner en orden mi cabeza, Mus.

— No. —Lo cortó— Lo que necesitas, lo que necesitamos... Es que alguien ceda.

— ¿Que...? —La mirada de Riven cambió drásticamente.

— Alguien tiene que ceder; algo tiene que quebrarse. ¡Porque todo lo que hago es darle razones a esta relación para seguir adelante! ¡Y todo lo que tú haces es quitarme esas razones y esperanzas!

— Por dios, Musa... —Habló con desesperación volviendo a pasarse las manos por el cabello para al final jalar de él— ¿Te estás escuchando?

— Por supuesto que lo hago. —Habló segura de sí misma— Escucho, observo y analizo lo que tengo que hacer. Tu más que nadie debería entenderlo. ¿No? A fin de cuentas no es diferente de lo que haces en el campo.

— Estás sugiriendo separarnos...

—¿Sugiriendo? —Lo miró incrédula mientras soltaba unas risotadas llenas de sarcasmo y dolor— No, mi amor. Se lo que digo con seguridad. Algo tiene que cambiar, pero sé que no pasará si lo ignoramos.

La azabache comenzó a caminar lentamente hacia el dueño de sus más locos y apasionados sueños con el corazón en mano. Era ahora o nunca. Tenía que dejarle en claro lo que quería en esos instantes.

— No te miento al decir que me estoy quebrando ahora mismo, Riv, no lo hago. Y sé que tú lo sabes y lo sientes también. Pero tienes que entender que ésto no puede seguir así. Ya no puede estar así! ¡Yo no puedo! No tengo más razones para quedarme aquí. Y el no tener una razón para quedarse... Es una buena razón para irse.

Ahora era él el que lloraba. No quería creer lo que acababa de escuchar. Pero muy a su pesar sabía que tenía razón, pero se negaba a creerlo.

— ¿Amarme no es una buena razón? —Preguntó Riven dolido.

Musa guardó silencio.

— No se trata de eso, Riven. Sino de que ambos nos estamos haciendo daño y tenemos que parar. ¡No llegaremos a ningún lado así!

— ¿Entonces si me amas? —Soltó casi en un sollozo. Musa sintió como su corazón se quebraba otro poco al oírlo de esa manera.

— Por supuesto que sí. —Sollozó también.

— Entonces no te vayas... No me dejes, Musa. —El llanto de Musa se elevó aún más al ver su mirada triste— Ha-haré lo que me pidas. Dejaré de pasarme horas entrenando, estaré contigo, te dejaré peinarme cuando necesites concentrarte en alguna canción o al estudiar. Y-yo... Yo me arrodillo si quieres. Lo haré.

Musa sintió como otro poco de su corazón se rompía, Riven se arrodilló ante ella y la abrazó de la cintura con fuerza.

— No me dejes... Por favor...

— Por favor, Riven... Déjame ir.

El negó.

La azabache, con todo el dolor de su corazón, logró zafarse de esa prisión y lo miró con tristeza. No quería dejarlo así.

— Sabes que te amo más que nada... Pero necesito amarme justo ahora.

El no contestó.

— Ésta será la última vez, Riven... —Susurró.

Y dicho eso, comenzó a correr. A correr lejos del hombre de su vida. Riven miró con dolor como la única chica que realmente ama se alejaba de él. Ambos lloraban a mas no poder. Dolía, claro que dolía.

Pero Riven entendía a Musa.

Alguien tenía que ceder y acabar con todo lo tóxico en su relación.

— Te amo, Musa Li-ann.

— Te amo, Riven Johnson.

Susurraron al mismo tiempo viendo hacia el grisáceo cielo que no daba indicios de dejar de llorar. Riven soltó un doloroso suspiro, se levantó y caminó nuevamente hacia el salón de la universidad, sintiéndose el ser humano más desdichado de la humanidad.

«Me lo merezco.»

Sus amigos lo vieron entrar con la cabeza gacha. Sabían que la pareja tendría una discusión fuerte, pero no tan fuerte para ver a Riven decaído. Siempre que terminaban una pelea, entraba echando humo por las orejas. Ahora lo único que echaba, eran lágrimas.

— Iremos con él —Dijo el chico rubio del grupo de amigos de la ahora ex pareja—. Algo me dice que nada terminó bien.

Las chicas asintieron. Era lo mejor.

— Nosotras iremos con Musa. —Habló una pelirroja mientras se acercaba a su novio y lo besaba— Avísen si algo sucede.

Todos se retiraron para ir a darle apoyo a la joven ex pareja. Ambos hablaron y explicaron tal cual las cosas. Ninguno de sus amigos podía negar que había sido lo correcto para ambos, y ellos se encontrarían allí para sostener a sus amigos a cualquier hora.

«Amarte tuvo consecuencias, Riven...»

«Amarte tuvo consecuencias, Musa...»

Aún seguía fresco ese momento de su vida en su memoria; como si no hubieran pasado ya dos años de esa dolorosa, aunque necesaria, ruptura. Casi siempre estaba vigente en su mente, pero supo cómo lograr domarlo y que aparecieran en momentos felices de su vida.

Y ahora que él estaba allí, parado frente a ella después de dos años en el extranjero, con su apariencia aún más madura y atractiva mandaba al carajo cualquier avance que tuviera con su razón de ser.

Musa se habia prometido no volver a caer en una relación tóxica, que nunca dejaría que la pisotearan; que ninguna cara bonita dejaría que derribaran las paredes que construyó al rededor de su corazón.

— Musa...

— ¿Qué demonios haces aquí? —Le cortó Musa. Ambos se encontraban en el mismo punto donde habían terminado hacia una dos años.

Las diferencias ahora eran que no estaba lloviendo, nadie estaba llorando, que Musa vestía toga y birrete color azul marino y Riven, que vestía una elegantemente un traje... Aunque sin el saco.

Riven se humedeció los labios y se acercó a ella con una rosa roja. Se notaba más musculoso y un poco más alto que la última vez que lo vió, y esa pequeña barba al estilo candado estaba dejando a Musa sin aliento.

«Concéntrate, Li-ann...»

— Te ves hermosa, Musa.

— Riven, no tengo mucho tiempo. Mi padre no tardará en venir y llevárme a...

— Ya me encargué de eso. —Dijo sonriente mientras le extendía la rosa a la bella azabache, quien lo miraba con cierta duda en su mirada. Aunque aún así aceptó la rosa.

— ¿Disculpa?

— Eso no importa ahora. Lo que quiero decirte en estos momentos es algo que llevó guardado en mi interior por los últimos dos años que no te he visto..

Ambos se miraban a los ojos, los nervios estaban a flor de piel y la tensión era sumamente palpable en ese instante.

Riven nuevamente se acercó a ella y tomó sus manos entre las de él, teniendo cuidado con la rosa.

— Quiero decirte que realmente lo siento Musa.

— Justo como la última vez...

Joder... —Gruñó el chico— Si, justo como la última vez. Pero esta vez te juro que cambié. No soy el mismo idiota que dejaría botada a su novia por un estúpido e inútil partido de fútbol.

— Vaya... El hecho que insultes al fútbol americano es...

— Lo sé. Si mi yo de hace dos años me escuchara justo ahora... Creo que me estaría moliendo a golpes. —Comenzó a soltar una pequeña risa mientras se peinaba el pelo hacia atrás.

Una acción que amaba Musa desde que lo conoció.

— Riven... —Volvió a hablar Musa con nerviosismo, más él la volvió a interrumpir.

— Perdóname, Musa. —Su voz tembló un poco, más su mirada se mantuvo fija en la de la bella azabache— Sé que no nos hemos visto desde que me trasladé de intercambio a Inglaterra, pero déjame decirte que jamás dejé de pensarte. Jamás deje de amarte y nunca lo dejaré de hacer.

Riv...

— Todo este tiempo me hizo ver lo estúpido que fui contigo. Al haberte dejado de lado, al haberte ignorado y abandonado cunado más lo necesitaba. No supe apreciar la mujer que tenía a mi lado...

— Riven, por favor... No sigas. —Musitó mientras sentía como algo en su interior se movía ante las palabras y la mirada de arrepentimiento de su ex novio.

— No, Mus... No me callaré; callé mis sentimientos durante todo este tiempo, y no lo volveré a hacer esta vez.

Arrodillado frente a la chica, tomó la mano de la misma, sonrió de manera tierna y comenzó el discurso que había planeado decirle luego de tanto tiempo lejos de ella.

— Eres el amor de mi vida, Musa. Cuando me dejaste, me sentí un completo imbécil. No te supe valorar como es debido y también creí que sólo serían unos cuantos días de alejamiento de tu parte pero... Al ver que ibas enserio con eso... Decidí no interferir en tus nuevos planes.

La mirada de la azabache destilaba confusión y al mismo tiempo reflejaba tristeza. Nunca se imaginó ver a Riven en esa posición de vulnerabilidad.

Y como odiaba que su corazón estuviera derribando las barreras que en esos años estuvo construyendo en en contra del pelimagneta.

— Riven, yo...

— Quería dejar que fueras libre y feliz, Musa. —Siguió, ignorando lo que Musa fuera a decir la azabache— Pero el solo hecho de imaginarte en los brazos de otro tipo. O de recordar... Verlo...

La azabache vio como él bajaba su mirada y cerraba sus puños por unos segundos. Musa sabía él porque la reacción.

Orlando.

Un chico lindo que conoció justo el año pasado, habían salido un par de veces, pero no llegaron a nada. No podían, pues Musa aún -y en su contra- mantenía latente sus sentimientos hacia Riven.

Y eso, sin lugar a dudas la molestaba.

— Riven... ¿Cómo sabes...?

— Tenía planeado regresar ese año porque no soportaba la idea de tenerte lejos por mucho más tiempo, Musa. No podía. —Confesó levantando su mirada hacia ella.— Pero cuando regresé, ví que alguien más estaba ocupando mi lugar.

La mirada de tristeza que el chico portaba, fue lo hizo que las barreras que Musa había construido en su corazón, se desmoronaran.

Con lentitud, la azabache se acercó a él y tomó sus manos de la misma forma; sin dejarse de ver a los ojos.

Tampoco deje de pensar, Riven. —Susurró luego de unos segundos de silencio. — Jamás deje de hacerlo... Nadie podrá ocupar tu lugar.

Riven sintió como algo en su interior se regocijaba ante lo dicho de la hermosa mujer frente a él. Su corazón latía sin control ante la idea de poder volver a tener a su preciada Musa en sus brazos una vez más.

— Te extraño, Musa.

Ella sonrió y sorpresivamente, lo abrazó, colocando su cabeza en el fuerte pecho de peli-magneta, logrando que éste nuevamente se sorprendiera.

— También te extraño, Riven. Aún en contra de mi voluntad.

Unos pequeños minutos después, ambos rompieron el abrazo y se miraron a los ojos. Ambos podían sentir como pequeñas corrientes eléctricas recorrían sus cuerpos al estar aún unidos, y les gustaba.

Riven coloca una mano en la suave mejilla de Musa y la acaricia con lentitud. Había extrañado hasta el aroma de Musa, y ahora que estaba frente a ella, no la volvería a dejar ir.

— ¿Entonces...? ¿Me podrías dar una oportunidad para volver a conquistarte?

Musa sonrió y rodó sus ojos.— Solo tendrás una. Y tendrás que enseñarme que en verdad cambiaste para bien. Sin una razón más para enojarme de ti...

— No te preocupes por eso... Esta vez solo tendrás buenas razones por las cuales regresar conmigo.

— Eso espero... —Y sin más, Riven le robó un beso.

Un beso que tanto había anhelado esos dos años sin verla. Ni loco volvería a dejarla ir, a alejarla de su lado. No.

No cometería esos errores dos veces jamás.

Y aquí vamos de nuevo...


Fin...

Total de palabras: 2080

Canciones que inspiraron este One Shot:

Something's Gotta Give - Camila Cabello

Don't Say You Love Me - Fifth Harmony

Consequences - Camila Cabello

This Love - Camila Cabello

&

I Have Questions - Camila Cabello

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