III
En ese entonces ya había recorrido toda la cuadra. Ahí se encontraban ellas, como si el viento me decía que ese era mi destino. Las dos mujeres que aparecieron me observaron, trataron de reconocer mi rostro, lo cual les fue fácil.
Yo me acerqué con mucho miedo al principio, pero todo cambio cuando la joven vino hacia mi y me dio un fuerte abrazo.
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