
One-Shot
Ishigami Senku no siempre se llamó así, al menos no por el lado del apellido.
Él era huérfano, su padre lo adoptó cuando tenía unos siete años y desde entonces forjaron un gran lazo que lo hizo olvidar por completo toda su vida anterior a él ya que no le importaba en lo absoluto el pasado, ni una sola vez se preguntó quiénes eran sus verdaderos padres y estaba feliz con olvidar hasta el orfanato en el que se crió o... al menos la mayoría de esa vida anterior a ser adoptado por Ishigami Byakuya.
No es que el orfanato fuera un lugar horrible, simplemente era aburrido el 90% del tiempo excepto cuando... cuando estaba con cierta niña con la que llegó a entenderse de una forma extraña, a pesar de ser tan diferentes.
Su nombre era Kohaku, una niñita de la misma edad que él pero que era prácticamente su opuesto en todo. Mientras que él siempre fue absurdamente débil, ella siempre fue absurdamente fuerte y rápida. Mientras a él le encantaba estudiar y se interesó rápidamente en la ciencia, ella despreciaba tener que hacer tarea y constantemente se quejaba de la escuela. Y mientras que él nunca se interesó por su pasado o de dónde venía, ella siempre se preguntó por qué no tenía una familia. Los dos eran muy diferentes, y de alguna forma terminaron convirtiéndose en amigos a pesar de todo, cuando ella lo defendió de unos brabucones que intentaron arruinar su proyecto de ciencias hecho con chatarra para la escuela.
-¿Estás bien, niño?- le preguntó en esa ocasión luego de ahuyentar a los niños mucho mayores que ellos.
-Vamos al mismo orfanato, idiota. ¿Qué no sabes mi nombre? Eres bastante tonta para ser una leona.- sonrió irónicamente mientras juntaba los restos de la radio que había hecho a partir de celulares y un par de aparatos electrónicos rotos y viejos que encontró en el basurero de la ciudad.
-¡No me llames leona! Además, sé quién eres ¡solo que nunca nos presentamos! ¿Me vas a decir tu nombre o no?-
-Mi nombre es Senku.- contestó con calma. –Y ya sé que te llamas Kohaku, eres la niña que siempre se escapa al bosque.-
-Y tú eres el niño que colecciona basura.- le sacó la lengua.
-¡No es basura! ¡Son piezas claves para mis experimentos!- eso lo ofendió un poco.
-¿Experimentos?- la irritación en sus ojos azules se convirtió en curiosidad.
-La escuela tendrá una feria de ciencias, así que pensé en presentar mi proyecto.- frotó su oído perezosamente. –Pero creo que no llegaré a hacerlo después de todo... rompieron varias piezas claves de la radio y la feria es el próximo mes así que... nada que hacer.- encogió los hombros, sin entristecerse ni frustrarse demasiado. Siempre habría otra oportunidad, solo tenía que esperar por ella.
-¿Radio? ¿Ese montón de tubos y cables es una radio?-
-Es una radio galena, y es absurdamente sencilla de construir si tienes los materiales necesarios, y los tengo, pero esos idiotas arruinaron un par de piezas claves.- observó con una mueca la antena hecha pedazos al igual que el condensador variable. La antena sería fácil de reemplazar pero era con el condensador que estaba jodido. –Gracias por intervenir, sin embargo. Supongo que puedo usar lo que queda para intentar otra cosa sí es que el próximo año hay otra feria de ciencias.-
-¿Te rindes tan fácil?- lo miró con desagrado.
-No es que me rinda, simplemente no me gusta perder el tiempo en cosas sin sentidos. Las probabilidades de que encuentre otra radio AM antigua de 365pF con su condensador intacto en el basurero son de 0,1% sin duda alguna. No tiene caso.- encogió los hombros una vez más.
-Incluso si la posibilidad es de un 0,1% yo creo que deberías intentarlo.- se cruzó de brazos, alzando su barbilla tercamente. -¿Estas cosas de ciencia son importantes para ti, no? ¡Entonces no puedes darte por vencido tan fácilmente! Porque para ser tan listo, eso es muy estúpido.- se acercó para señalarlo acusadoramente, presionando la yema de su dedo índice contra la punta de su nariz.
Y Senku, contra todo pronóstico, se sintió afectado por esas palabras, pero más que nada por la ferocidad en su mirada.
La había apodado leona por su fuerza bruta y ese rubio cabello rebelde atado en una coleta, pero el apodo le quedaba diez billones por ciento mejor de lo que pensó.
Sonrió, apartando su dedo de su nariz con un manotazo.
-Tú eres la estúpida. No me estoy rindiendo ni un milímetro, tarde o temprano haré una radio galena o bien un experimento aún mejor. Es solo que hay muy pocas probabilidades de llegar a la feria del próximo mes, así que lo dejaré para el próximo año. No me estoy rindiendo, simplemente lo estoy posponiendo. Es lo más factible.-
-Pero no es lo que quieres ¿o sí?- ante esa pregunta, por segunda vez volvió a quedarse mudo ante ella. -¿Lo ves? Quieres participar en la feria del próximo mes, se te nota en la cara.- soltó una pequeña risita. -¿Qué tal sí te ayudó, entonces? Dos cabezas son mejores que una.-
-Algo me dice que tu cabeza no servirá ni un milímetro para proyectos de ciencia...-
-¡OYE!-
-Pero esa fuerza y velocidad de leona que tienes me sería muy útil al diez billones por ciento. Hay otra forma de conseguir un condensador variable para mi radio...-
-¿De verdad? ¿Cómo?- parecía extrañamente emocionada de pronto.
-¡Construirlo desde cero!- sonrió enormemente, totalmente emocionado por la sola idea.
Ella pareció entre incrédula, espantada y entusiasmada, pero acabó ayudándolo de todas formas.
Lo ayudó a conseguir madera para la base, aluminio para las placas (bastaba con romper algunas latas), tornillos y arandelas, algunas herramientas y una nueva antena. La razón por la que Senku no había pensado en hacer un condensador variable antes fue porque dudaba lograr aplanar lo suficiente las láminas y ajustarlas con la presión necesaria para que encajen de la forma deseada, pero Kohaku logró todo eso como si fuera tan fácil como comer pastel.
Estuvieron juntos todo ese mes luchando por terminar su proyecto a tiempo para la feria de ciencias, y luego de mucho esfuerzo sorpresivamente cumplieron con su objetivo. ¡Lo lograron, lo lograron juntos los dos! Y Senku se dio cuenta de que era mucho más refrescante construir sus proyectos en equipo que él solo. Muchísimo más refrescante, aunque tal vez su juicio se haya visto un poco nublado por las brillantes sonrisas y el abrazo que ella le dio cuando terminaron la radio unos pocos días antes de la feria.
Nunca creyó que alguien como ella haría tan buen equipo con él, porque a pesar de que no entendía casi nada parecía fascinada con la ciencia de todos modos... y eso fascinaba a Senku.
Se presentó a la feria de ciencias con ella y allí conoció a Ishigami Byakuya, que no podía creer que un niño de siete años haya hecho una radio de onda corta perfectamente funcional sin la ayuda de ningún adulto, solo de otra niña de siete años.
Byakuya y Senku congeniaron desde el primer momento, pero aun así fue una sorpresa para el niño que apenas le dijo que era huérfano este se ofreciera a adoptarlo. Creyó que bromeaba, pero el lunático se presentó en su orfanato una semana después para iniciar los trámites de adopción.
Senku no sabía exactamente cómo sentirse respecto a eso. Nunca quiso padres, pero el hombre parecía tener fe de que él podría ser la mente más brillante del siglo, por alguna extraña razón, y eso era halagador pero... todavía tenía sus reservas de todos modos.
-Deberías estar feliz por pronto tener un papá.- Kohaku le sonrió suavemente mientras paseaban por el bosque. Senku le dijo que quería buscar algunas plantas raras, pero esto era solo parcialmente cierto, la verdad es que solo quería acompañarla al lugar donde más le gustaba estar. –No sé por qué no tienes curiosidades de tus padres boleticos...-
-Biológicos, se dice biológicos, idiota.- la corrigió divertido.
-¡Ya lo sé!- protestó con la cara roja aunque obviamente no lo había sabido. –Pero intento decir que yo daría todo por conocer a mi familia de verdad, o por lo menos ser adoptada, pero... la verdad es que de todos modos querría saber al menos algo de mis padres...-
-No veo por qué. Realmente no me interesa.- frotó su oído con indiferencia.
-Es que... creo que tengo algunos recuerdos ¿sabes?- confesó de pronto, sorprendiéndolo. –Recuerdo una mamá y un papá... creo que hasta otra niña parecida a mí.- sus ojos se nublaron. -¿Tendré una hermana? Siempre quise saberlo... quisiera al menos saber eso...- bajó la cabeza. –Lo siento, sé que esto no te importa y realmente estoy feliz por ti, pero... También estoy un poco triste. Cuando te vayas, ya no tendré ningún amigo de verdad.-
Senku la miró en silencio por un momento, antes de reír burlonamente, provocando que lo mirara ofendida.
-¿Qué tonterías dices, leona? Cómo sí fueras a deshacerte de mí tan fácilmente, todavía te necesito para el trabajo pesado en mis experimentos.- sonrió malvadamente. -¡Ni creas que podrás descansar! No dejaré de visitarte con nuevos proyectos cada vez que se me venga en gana. También podrás visitarme, claro, sería lo justo.- ella lo miró impresionada y él apartó la vista de inmediato, de repente sintiéndose incómodo. –Solo deja de decir tonterías y ya. ¿Cuánto más falta para subir este monte ridículamente alto?- cambió de tema.
-Pero sí es el más bajo... y apenas vamos por la mitad.- Senku gruñó y Kohaku rió, de nuevo de ese humor brillante que tanto le gustaba ver... o más bien prefería eso antes de que estuviera lloriqueando como una niñita tonta.
Antes de lo que esperó, fue adoptado por Byakuya y tuvo que despedirse de Kohaku, soportando sus abrazos y llantos estúpidos, aunque de todas formas se las arregló para hacerla sonreír antes de marcharse.
Tal como le prometió, el próximo fin de semana fue a visitarla con un nuevo experimento para hacerla trabajar, aunque acabaron hablando y jugando juegos tontos más que nada, lo mismo las siguientes semanas y los siguientes meses. Ella también fue a su casa de vez en cuando y todo iba bien hasta que...
Hasta que... un día, fue al orfanato y no la encontró.
Le pidió a Byakuya que preguntará por ella y le dijeron que la familia biológica de Kohaku se la había llevado a Estados Unidos. Aparentemente había sido víctima de secuestro y la vendieron a un matrimonio japonés que no podía tener hijos, pero la pareja se arrepintió y terminó dejándola en el orfanato. Su familia biología estuvo años buscándola y claro que se la llevaron con ellos a su país una vez la encontraron. Por supuesto que sí, eso era lo lógico... pero Senku se encontró odiándolos de todas formas.
Aun así, como ella le dijo tan firmemente una vez, no pensaba rendirse. La vería de nuevo, diez billones por ciento seguro.
Byakuya apoyaba totalmente su pasión por la ciencia e hizo todo a su alcance para conseguirle todo lo que pudiera necesitar, y Senku estaba infinitamente agradecido y hasta comenzó a llamarlo padre de vez en cuando, aunque lo incomodaba lo obvia y ridículamente feliz que eso lo hacía.
Cuando cumplió nueve años conoció a un cabeza hueca llamado Taiju, que era más fuerte y rápido que Kohaku pero menos inteligente y menos quejón, aun así rápidamente se convirtió en su mejor amigo y Senku volvió a experimentar la satisfacción del trabajo en equipo pero... no era lo mismo que cuando trabajaba con esa leona.
Taiju lo ayudó mucho, incluso a hacerle un traje a Byakuya para que pudiera pasar la prueba de astronauta, y decidió inscribirse a la misma secundaria que él, donde conocieron a Yuzuriha, quien rápidamente se volvió otra amiga para él, pero mucho más que una amiga para Taiju.
Verlos derrochar y a la vez contener sus obvios sentimientos románticos le provocaba muecas de asco que nunca se disimulaba en ocultar, pero lo que más le provocaba era molestia y... ¿envidia? No, eso era ridículo. ¿Por qué le importaría que ellos sean tan felices juntos mientras él solo podía especular sobre cómo sería la vida sí Kohaku no se hubiera marchado o sí tan solo tuviera una forma de contactar con ella? Eso era ilógico y estúpido.
¿Por qué seguía pensando en esa niña que desde hace años no veía, de todas formas? Fue su primera amiga y tal vez no habría conocido a Byakuya de no ser por ella pero... apenas y sí recordaba su rostro, no tenía ni una fotografía suya, solo una estúpida grabación que habían hecho jugando cuando encontraron una grabadora en el basurero que pudo reparar fácilmente. Y todos esos años se había aferrado a esa tontería como si fuera el último gramo de rodio en el mundo.
Ahora ya estaba en primero de preparatoria y seguía escuchando esa estúpida grabación cada maldito día en el que tenía algo de tiempo libre.
-¿Está funcionando?-
-Claro que está funcionando. Eso fue tan fácil de reparar que ni siquiera valía mi tiempo.-
-¡De verdad eres increíble, Senku! ¿Y cómo podemos jugar con esto?-
-¿Qué para ti todo es jugar? Hay cosas más importantes en las cuales desperdiciar estamina.-
-¡No sé de qué hablas, pero deberíamos poder hacer algo divertido con esto! ¿Qué se te ocurre?-
-Documentar mi progreso, recitar formulas, recordar datos importantes...-
-¡Aburrido! Umm... ¿Qué tal...?... Umm... ¿Promesas para el futuro?-
-De todas las cosas que podrían habérsete ocurrido ¿en serio tuvo que ser esa ridiculez?-
-¡Vamos, puede ser divertido! Estas cosas son para capturar el sonido de nuestra voz, para poder escucharla luego ¿o no? Entonces sí la grabadora dura muchos años, cuando seamos mayores sabremos si cumplimos nuestros sueños de niños.-
-Eso no tiene ni un milímetro de sentido.-
-¡Oh, vamos! Solo di qué quieres hacer... aparte de ir al espacio, claro... Bueno, quédate callado si quieres, yo empiezo. De mayor quiero... umm... ¡Un palacio de chocolate!-
-Y otra vez con cosas sin ningún tipo de lógica...-
-Bueno, entonces solo quiero cenar contigo en ese restaurante lujoso del centro...-
-¿Cenar conmigo? ¿De verdad eso es todo lo que se te ocurre?-
-¡¿Y a ti qué se te ocurre, eh?!-
-Investigaciones, tener mi propio laboratorio, curar alguna enfermedad, tal vez ganar un Nobel...-
-...Vaya, eso es mucho. Yo solo...-
-¿Qué?-
-Yo solo quiero encontrar a mi familia.-
Siempre terminaba la grabación ahí, aunque decían muchas más tonterías infantiles dignas de mocosos de siete años, pero no podía tolerar la sola mención de la familia de Kohaku, esa familia que se la había llevado, la familia que se la arrebató.
Y cada año que pasaba temía que nunca volvería a verla o peor, que iba a olvidarse de ella. Y no sabía cómo sentirse con eso.
Por un lado le gustaba dejar de pensar en ella, lo hacía sentir menos patético y dependiente de unos cuantos recuerdos de la niñez pero por otro lado... Agh, verdaderamente temía el día en el que ya no pudiera siquiera recordar su nombre, en el que ya no quisiera encontrarla y en el que rompería su promesa de no rendirse. Era estúpido, pero era la verdad.
¿Alguna vez volvería a verla? ¿Valía la pena aferrarse a estos recuerdos?
-Ishigami-san.- la voz del vicepresidente del club de ciencias lo sacó de sus pensamientos. -¿Se siente bien? Se ve distraído.-
-Pensaba en la mejor forma de disolver un cadáver humano ¿quieres ayudarme?- sonrió de forma tétrica, haciéndolo chillar y esconderse detrás de la mesa más cercana, negando con la cabeza frenéticamente. –Entonces no preguntes.- una vez se deshizo efectivamente de ese preguntón idiota, siguió concentrado en sus cálculos hasta que llegó la hora de ir a clases.
Iba a llegar tarde al salón de clases, como siempre, pero a los profesores ya les daba igual, de todos modos podría dar la clase por ellos y hasta mejor si se lo propusiera, así que nadie se atrevía a decirle nada.
Cuando pasó frente a la oficina del director, una voz llamando su nombre lo hizo congelarse en su lugar.
-¿Senku?- era la misma voz molesta, aunque más madura, que había escuchado en su grabadora esa misma mañana. -¡Senku!- Kohaku se lanzó efusivamente a abrazarlo allí, en medio del pasillo, con varios estudiantes, varios profesores y los mismos directores mirando.
Y él sintió su corazón acelerarse como si fuera el mismo niño de ocho años aguantando las ganas de llorar porque le habían "robado" a su mejor amiga.
Mejor amiga que temió no volver a ver, pero aquí estaba ella ahora. Incomodándolo como siempre.
Consciente de que todos los ojos estaban fijos en ellos, resistió el impulso de envolver sus brazos alrededor de ella y en su lugar los colocó en su cintura, intentando en vano contener una sonrisa de sorpresa y alivio, aparte de otra cosa incómoda en la que no quería pensar. Lo importante ahora era que ella estaba aquí.
-Vaya... ¿Han pasado más de siete años y todavía me recuerdas? No sabía que fui tan impactante en tu vida, leona.- comentó apenas se le ocurrió que decir.
Un "te eché de menos" era algo que nunca saldría de su boca, después de todo.
-Cállate... tú también me recuerdas, o no estarías usando ese tonto apodo.- rió alegremente, alejándose de él pero sin soltar sus hombros, mirándolo con sus ojos azules llenos de lágrimas. Él se sorprendió a ver tanta emoción en sus ojos. ¿De verdad le importaba tanto? ¿Habría pensado en él durante todos esos años? –Senku... regresé.- sonrió felizmente. –Regresé por ti.- lo miró fijamente a los ojos, congelándolo en su sitio. ¿De qué estaba...?... –Aunque hice otros amigos, siempre te recordé y me preguntaba... ¿podemos ser amigos otra vez?-
Oh, eso.
Pero claro que era eso. ¿Qué más?
-Siempre tan directa ¿eh?- apartó sus manos de sus hombros y retrocedió un paso. –Y no sé de qué demonios estás hablando.- al ver su gesto de preocupación, sonrió ladinamente. –En lo que a mí respecta, nunca dejamos de ser amigos.- declaró con seguridad, ganándose otro abrazo pero esta vez tan fuerte que sintió algunos huesos crujir. -¡Muy bien, ya, ya, suficiente!- la apartó rápidamente.
Ella solo se rió y todo estuvo bien otra vez. En todos los sentidos.
Más tarde en el almuerzo, ella le explicó que la famosa diva Lillian era prima de su madre y había sido compañera astronauta de su padre cuando viajó a la estación espacial por un tiempo. Pero Lillian y Byakuya habían congeniado y ella había decidido pasar una temporada en Japón para ver sí lo suyo podía pasar a más. Kohaku había sabido eso de Lillian desde hace tiempo, pero no fue hasta que supo que se mudaría a Japón que juntó el valor para explicarle su situación, por lo que también se quedaría en Japón un tiempo también, sus padres le habían permitido al menos pasar un año allí y luego la situación era incierta.
-A pesar de que mi padre es mitad japonés, todos adoptaron cierto disgusto a estar aquí desde que me secuestraron.- sonrió un poco incómoda mientras almorzaban en la terraza. –Me costó mucho que me dejaran venir, pero mi hermana me ayudó a convencerlos. ¡Tengo mucho que contarte sobre ellos, Senku! Bueno, sobre muchas cosas. Pero sé que probablemente estés muy ocupado, ya que eres presidente del club de ciencias y todo eso... No te sientas presionado a pasar tiempo conmigo, vine por ti y todo pero tampoco espero que estés todo el tiempo conmigo.- se removió incómoda, evitando mirarlo.
Él la observó de reojo, dándose cuenta de lo mucho que había crecido, lo mucho que ambos crecieron. Le dijo que había seguido en clubes atléticos y que hasta tenía aspiraciones de convertirse en policía, así que claro que su cuerpo estaba en perfecta condición física. La falda corta enseñaba unas piernas delgadas y fuertes, con sus rodillas llenas de cicatrices, pero eso no opacaba la suavidad notoria de su piel tersa y... y... Y ya estaba pensando como un adolescente con las hormonas alborotadas ¿qué diablos?
Carraspeó, decidiendo concentrar su mente en lo que ella había dicho.
-Bueno, claramente no podré dedicarte cada minuto de mi día, pero si quieres... podrías venir al laboratorio conmigo. Solo dame una hora y podremos ir juntos a casa, ya que Lillian rentó un departamento en el mismo edificio donde vivimos mi padre y yo.-
Kohaku rápidamente volvió a fijar su vista en él, con la misma sonrisa gigante y ojos brillantes de cuando era una niñita quejumbrosa.
-¡Bien, me parece perfecto! Y no te preocupes, puedes tomarte todo el tiempo que quieras. Esperaré por ti con gusto.-
Senku la miró en silencio por un momento, antes de ser él quien aparte la mirada esta vez. Tsk, de nuevo incomodándolo con sus tonterías ilógicas... esto comenzaba a ser molesto.
Abrió la boca para decir algo, pero en ese momento Taiju y Yuzuriha irrumpieron en la terraza para comer con él como siempre, solo para sorprenderse al verlo con una chica bonita sonriéndole. De inmediato saltaron a conclusiones equivocados que Senku ni se molestó en corregir, fue Kohaku la que les explicó todo aun sin conocerlos, pero el científico sabía muy bien que fue en vano. Pudo ver en los ojos de esos dos que en sus mentes ya era oficialmente su interés amoroso.
Esos dos idiotas solo podían pensar en romance desde que se convirtieron en pareja, pero se iban a quedar con las ganas de verlo igual de pegado a otro ser humano. No se le ocurría nada más ilógico y problemático que el amor, y eso simplemente no era para él.
¿Verdad?
Los siguientes meses, Kohaku y él se volvieron tan cercanos como cuando eran niños y él no podía negar que estaba de mejor humor que nunca. Ella verdaderamente no le quitó nada de tiempo para la ciencia, estaba encantada de ayudarlo cada que lo necesitaba y cuando no podía se contentaba con mirar con interés lo que hacía. En realidad era él el que le quitaba tiempo a ella, desde que se unió al club de kendo y karate.
Todo estaba bien con el mundo, era casi absurdo lo relajado que estaba cerca de esa leona problemática. Aunque a veces ella tenía sus momentos de incomodarlo pero de una manera extraña en la que no le gustaba pensar.
No tenía caso pensar en eso. Eran solo buenos amigos y ya, no importa lo que los otros pudieran pensar.
O al menos eso creyó hasta cierto día.
Estaba esperando a que Kohaku terminara su práctica en el club de karate, haciendo algunos cálculos en una libreta de mano, cuando la escuchó aproximarse a la puerta. Por alguna razón ya sabía reconocer sus pasos y saber perfectamente cuándo era ella la que se estaba acercando si es que no estaba viendo, pero esta vez ella venía acompañada de otras pisadas que no reconoció para nada. No fue hasta que escuchó hablar a su acompañante que descubrió quién era.
-...Puedo ayudarte a entrenar eso sí quieres. Eres rápida, solo te falta fuerza, aunque sigues siendo encantadora, Kohaku-chan.- era el tal Mozu de tercer año, el famoso mujeriego de la escuela. Y le estaba hablando con clara coquetería a Kohaku.
-Creo que estaré bien sola, pero gracias de todos modos.-
-Bueno, sí no te interesó como compañero de entrenamiento tal vez pueda interesarte como... algo más. ¿Estás soltera, verdad, Kohaku-chan? ¿No te interesaría ser novia del chico más codiciado de esta escuela? Te haré sentir la chica más afortunada de esta ciudad. Y puedo enseñarte mucho más que solo artes marciales...- su tono asquerosamente seductor lo hizo sentir nauseas.
-No gracias. Me iré el próximo año, no tendría sentido tener un novio.-
-¿Y qué tal solo una cita? Solo dame esa oportunidad y luego podremos ver qué tan lejos podríamos llegar. Vamos, considéralo un favor par tu senpai del club de Karate ¿qué dices?-
-Mozu, yo no... ehh...- al sentir esa pequeña vacilación en la voz de Kohaku, Senku ya no pudo soportar no intervenir.
Abrió la puerta justo a tiempo para ver al alto y fornido tipo inclinado sobre la pequeña figura de Kohaku, que estuvo mirándolo con los ojos muy abiertos hasta que lo vio entrar, pareciendo entre sorprendida y aliviada de verlo.
-Se hace tarde, Kohaku. Prometiste cenar en mi casa hoy, mi padre se preocupará, ya lo conoces.- murmuró con perfecta indiferencia.
-¡Cierto, lo siento! Vámonos ahora.- rápidamente se acercó a él.
Mientras se retiraban, Senku echó una mirada hacia atrás para ver el rostro irritado de Mozu y no pudo evitar una pequeña sonrisa arrogante, sorprendiendo y enfadando todavía más al mujeriego idiota, antes de irse junto a Kohaku.
Y solo después de abandonar la escuela se dio cuenta de lo que había hecho.
Después de cenar con su padre, Lillian y Kohaku, casi no pudo dormir esa noche, pensando en las implicaciones detrás de sus actos.
No era estúpido para no darse cuenta de que había actuado como novio territorial, ni tampoco era tan cínico como para seguir mintiéndose a sí mismo y negar el saber perfectamente el por qué había actuado así.
Pff, debería haberlo sabido mucho antes. Ya era difícil de creer que se la pasará escuchando esa grabadora por una simple amistad, pero el haberse reencontrado y de ahí no separarse y aparte tener ciertos pensamientos nada inocentes sobre ella cuando no era ese tipo de hombre pervertido... seh, debería haberlo imaginado mucho antes. Tal vez si era un poco estúpido. ¿Era un efecto secundario del enamoramiento o algo así? Eso parecía, ya que todos los enamorados que conocía eran aunque sea un poco estúpidos, incluso Byakuya había comenzado a actuar como un idiota cerca de Lillian y ella no estaba mucho mejor que él, honestamente.
La pregunta ahora era... ¿debería hacer algo respecto a estos sentimientos? Ella misma lo dijo, no tendría sentido empezar una relación sí iba a irse el próximo año pero... ¿siquiera era buena idea el considerar estar en una relación con ella? Él también tenía cosas que hacer y tampoco podía siquiera imaginar qué se suponía que debía hacer un novio. Sonaba como un dolor de cabeza.
Sin embargo, durante el siguiente mes fue todavía más consciente de Kohaku que antes, de Kohaku y las muchas amistades que estaba haciendo en los clubes a los que se unió.
Mozu seguía molestándola de vez en cuando en el club de karate, pero ella no mostraba ni un milímetro de interés. Sin embargo, en el club de kendo se encontró con un chico llamado Matsukaze del que rápidamente se hizo amiga. Entrenaba su habilidad con la espada junto a él, y algunas tardes hasta evitó volver a casa con Senku para entrenar con su nuevo amigo.
Era muy consciente de que estaba siendo irracional, pero no podía evitar sentir celos al verlos tan cercanos, e incluso odiaba que ella prefiriera pasar tiempo con ese tipo antes que con él. Pero al menos el tipo no parecía hacer intentos de coquetearle por el momento, porque lo que más lo enfermaba era ver a varios tipos coquetearle descaradamente ya ella era la chica más bonita de la escuela para muchos y además soltera. Claro que no dejarían de fastidiarla incluso aunque su personalidad ruda espantara a varios.
¿Realmente era buena idea callarse sus sentimientos? Ella se iría así que no tenía caso ¿verdad?
Un día, mientras almorzaban solo ellos dos en la terraza debido a que Taiju estaba ayudando a Yuzuriha con un evento del club de artesanías, no pudo seguir callando sus inquietudes.
-Así que... volverás a Estados Unidos al final de este año escolar ¿eh?- preguntó apenas vio la oportunidad.
-Oh, eso.- frunció el ceño por un momento. –La verdad no estoy muy segura. Nunca pude hacer amigos cercanos allá, aunque era feliz con mi familia pero me siento muy bien aquí... Estoy pensando decirles a mis padres que me dejen terminar la preparatoria aquí pero no estoy tan segura todavía, tengo que pensarlo.- suspiró. –Es una decisión difícil, tengo que pensarlo mucho más.-
-Ya veo...- se abofeteó mentalmente por su impulso de pedirle que se quedara. Sería egoísta pedirle que hiciera eso, debía decidirlo ella misma pero... tal vez podría ser una de las razones que la hicieran considerar más la opción de quedarse. –Kohaku...- la llamó en voz baja, aunque mentalmente se preguntaba qué demonios estaba haciendo.
-¿Qué sucede?- lo miró curiosa.
Senku se mantuvo en silencio un minuto, considerando las opciones de cómo decirle. ¿Cómo decirle que ella le gustaba más que solo como una amiga? No era como Taiju, no podía llevarla debajo de un árbol detrás de la escuela y decirle a gritos alguna cursilería. De hecho odiaba tener que hacer algo como esto pero no podía negar que de verdad quería que Kohaku se quedara con él. Debía hablar.
-Yo...- tartamudeó por un momento y de inmediato se dio una bofetada mental. –Debo decirte algo.- habló con firmeza.
-¿Oh? ¿Y qué cosa?- no se lo esperaba para nada, lucía genuinamente confundida y curiosa.
-Tengo...- suspiró ¿realmente iba a hacer esto? –Tengo... sentimientos...- hizo una mueca de asco por sí mismo. Qué bajo lo habían hecho caer sus hormonas y su estúpida amígdala cerebral. –Tengo sentimientos por...- los ojos de Kohaku se abrieron mucho y él dudó por un momento, pero entonces juntó valor y...
-¡Senku, Yuzuriha preparó pastelillos para nosotros!- Taiju abrió la puerta de la azotea de golpe, entrando a los gritos, totalmente ajeno a su mirada de muerte.
-En realidad son para el evento de mi club por la tarde, pero hice algunos de más para ustedes.- Yuzuriha sonrió dulcemente, pero se sorprendió al ver la mala cara de Senku. -¿Interrumpimos algo?- preguntó con ojos brillantes, obviamente deseando haber interrumpido algo.
Normalmente Senku rodaría los ojos ante sus suposiciones, pero esta vez habían efectivamente interrumpido algo. Y quería electrocutarlos a ambos. Bueno, no realmente, pero igual estaba molesto.
Comió los pastelillos de mala gana escuchando la charla alegre, pero en su mente ya estaba armando un plan para continuar su conversación con Kohaku a solas y donde no pudieran ser interrumpidos esta vez, maldita sea.
Esa tarde decidió saltarse el club de ciencias por una vez y Kohaku se preocupó tanto por esa rareza que ni siquiera fue necesario decirle la excusa que ya tenía planeada para que se saltara su club y lo acompañara a casa temprano.
Caminaron en silencio por un momento, hasta que Kohaku finalmente habló.
-Así que... respecto a lo que dijiste algo.- él se tensó un poco. Rayos, realmente esperaba llegar al edificio antes de sacar el tema. –Ibas a decir que... ¿te gusta alguien?- él se tensó aún más. Mierda ¿ya se dio cuenta? –Eso parece, por tu cara, pero... Senku, creí que dijiste que esas cosas no te interesaban.- hizo una mueca. –Y... entonces ¿quién es ella?-
-¿Eh?-
-La chica. ¿Quién es la chica que te gusta?-
Senku la miró incrédulo, antes de estrellar la palma de su mano contra su frente. ¿Qué tan cabeza hueca podía ser esta idiota? ¿Quién más podría gustarle? Ella era literalmente el único ser humano al que le permitía siquiera tocarlo.
-Oh, no lo sé...- prácticamente escupió, con su voz llena de cinismo. –Una completa idiota, diría yo.- gruñó entre dientes.
-¿Eh? ¿Te gusta una chica tonta? Nunca lo hubiera esperado de ti.- rió divertida, la muy completa idiota. -¿Es de nuestra escuela?-
-Sí, de hecho.- ya más calmado, otra idea se le vino a la mente. –Y en realidad no es tan tonta, más bien un poco distraída. Me daría un buen golpe sí la llamara una tonta en su cara.- lo cual acababa de hacer, así que mejor retractarse mientras pudiera.
-¿Es agresiva? ¿Te gustan las personas así?- se sorprendió.
-No es exactamente una florecilla delicada, pero no es tan agresiva, solo que tiene bastante carácter.- rió entre dientes. –La apreció mucho, fue mi amiga durante mucho tiempo...- eso era prácticamente decírselo, pero tenía el presentimiento de que la cabeza hueca no iba a captar la indirecta.
-¿De verdad? ¿Desde secundaria o algo así?- lo miró curiosa.
Senku apretó los labios.
Todavía no se daba cuenta de que hablaba de ella, pero sí eso era así entonces le preocupaba un poco no detectar nada más que curiosidad en su voz. Ni celos ni tristeza, nada. ¿Eso significaba que... sus sentimientos no eran correspondidos, después de todo? Al menos eso le parecía por el momento...
-Antes.- murmuró con voz suave. –Nos conocemos desde mucho antes. Me ayudaba con mis proyectos científicos...- ¿se daría cuenta?
Kohaku sonrió.
-Ja, parece que es una buena chica. ¿La conozco?-
-Sí, solo piensa en la cabeza hueca más grande que conoces.- susurró entre dientes.
-¿Eh?-
-Dije que sí la conoces.- rascó su oído con irritación. –La conoces muy bien. De hecho hasta esperaba que pudieras darme una mano, decirme sí tal vez le gustó también.- sonrió ladinamente, volviendo a su plan original de ver sí sentía celos o algo así.
-No tengo muchas amigas chicas...- frunció el ceño, pero luego se estremeció. -¿No es Yuzuriha, verdad?-
Una vez más, Senku estrelló la palma de su mano contra su frente.
-Kohaku, ni siquiera voy a dignificar esa tontería con una respuesta.- negó con la cabeza. -¿Por qué no intentas pensar un poco en todo lo que dije? No es tan difícil.-
-¿Por qué no solo me dices su nombre? Eso es mucho menos difícil.- señaló, cruzándose de brazos.
-Es más divertido esto, aunque también un poco frustrante.- sonrió secamente. –Te propongo un trato. Tú adivina quién es y yo te llevaré a ese restaurante lujoso del centro de la ciudad que querías visitar conmigo de niña ¿te parece?- era arriesgado, porque sí terminaba rechazándolo probablemente sería difícil continuar como siempre, pero tomaría el riesgo ya que los beneficios de ser aceptado superaban con creces los perjuicios que conllevarían un rechazo.
-¿Todavía recuerdas eso?- lo miró con la boca abierta.
-Claro...- se removió un poco, incómodo. –Todavía tengo la grabadora, ya sabes.-
-¡¿En serio?! ¡¿Por qué no lo dijiste antes?!- de repente lo tomó de la muñeca y comenzó a jalarlo para que caminara más rápido hacia su edificio. -¡Tienes que mostrármela!- exclamó felizmente mientras seguía arrastrándolo.
Bueno, parecía que con esta chica sus planes no iban a funcionar, lo mejor sería simplemente tomar la primera oportunidad que viera.
Llegaron a su departamento vacío, ya que Byakuya y Lillian viajaron esa semana para visitar a sus amigos en Rusia, y ella de inmediato le pidió ver la grabadora, por lo que la llevó a su cuarto y rápidamente sacó la grabadora de un cajón y se la dio.
-No esperaba que dudará tantos años, pero fue bastante fácil mantenerla funcional.- bostezó mientras se sentaba en su cama. –Hasta tiene tus tontas grabaciones todavía.- cuando dijo eso, ella inmediato la encendió, escuchando sus infantiles voces sonar a través del aparato. -Puedes quedártela sí quieres, a ver sí dura lo suficiente para que se cumpla ese sueño tuyo de tener tu palacio de chocolate.- rió entre dientes al verla sonrojarse de vergüenza.
-¡Cállate, era solo una niña!- lo miró mal. –Además me di cuenta rápidamente que eso era tonto y dije otra cosa, que está por cumplirse.- sonrió con satisfacción. –Definitivamente voy a adivinar quién es esa chica que te gusta.- se dejó caer sentada a su lado en la cama. -¿Es una compañera de tus clases?-
-No, va a otra clase.- de nuevo con este juego tonto. Bien, no mintió cuando dijo que le resultaba entretenido. –Llegó casi a mitad de año y no tuvimos la suerte de quedar en la misma clase.-
-Ohh...- frunció el ceño, concentrada al máximo en algo que debería ser obvio. Tal vez sí era un poco tonta, pero su mueca de concentración era un poco... bien, ¿por qué negarlo? Quería besarla ahora mismo. -¿Es mayor o de nuestra edad?-
-Nuestra edad.- contestó lentamente, concentrándose en ella en vez de en lo que sus hormonas querían que hiciera con ella. –Y es una chica bastante popular con el alumnado masculino. Hace poco tuve que ayudarla a salir de una situación con el mujeriego de la escuela.- ¿comenzaría a sospechar, por lo menos?
-Ugh. ¿Mozu, verdad? Él es tan molesto, sabía que debía estar molestando a más chicas.- de nuevo, Senku estrelló la palma de su mano contra su frente. -¿Qué? ¿Sí era Mozu, cierto?- preguntó confundida.
-Sí, era ese bastardo.- sonrió con gotitas bajando por su sien. Esta chica era más difícil de lo que pensó. –Pero hay muchos otros bastardos coqueteando con ella cada dos por tres. Solo que a veces es tan despistada que no puede notarlo ni cuando se le confiesan en la cara.- acercó mucho su rostro al de ella, ya comenzando a perder la paciencia.
Kohaku abrió mucho los ojos.
-¿Ya te confesaste? ¿Y ella no se dio cuenta?- hizo una mueca. –Vaya... es muy raro pensar que estás enamorado de alguien. Siempre creí que esas cosas no te interesaban.- rió divertida, alejándose un poco de él. –No te preocupes, seguro que le gustas también, seguro que si hablas bien con ella te aceptará. Eres un gran partido, inteligente y también bastante atractivo, no puedo imaginar a nadie rechazándote.- sonrió con ojos brillantes.
Él se quedó en silencio por un momento, solo para estremecerse al sentir su rostro aumentar varios grados de temperatura. Al darse cuenta de que se estaba ruborizando como niñita de preescolar, rápidamente apartó la mirada. Esto era ridículo, incluso puso sentir una aceleración en su ritmo cardiaco. Ridículo, absurdamente ridículo pero... también se sentía extrañamente bien. Quería más de esa sensación nueva, por más ilógica y absurda que pudiera ser.
Y para lograr su objetivo debía ser directo y decirle la verdad. Esta actitud de andarse por las ramas tampoco era muy lógica que se diga. Necesitaba accionar de frente para obtener el resultado deseado. E incluso aunque esa cabeza hueca seguía sin darse cuenta de que hablaba de ella, su última declaración lo había convencido más de que este era el momento de hablar.
-Kohaku... sobre esa grabadora...- hizo una larga pausa, atragantándose a sí mismo por lo difícil que era admitir esto.
¿No era un poco raro y espeluznante admitir que había estado escuchando esa grabadora al menos una vez por semana cada que tenía tiempo solo para escuchar su voz y no olvidarla? Dejando de lado el hecho de que de verdad no quería admitirlo, tampoco estaba seguro de querer saber qué opinaba ella sobre ese extraño hábito. Sin embargo... tampoco se le ocurría otra forma de confesarse. No era un hombre romántico, pero quería hacerle saber lo importante que era para él.
¿Cómo decirle? ¿Cómo hacerla entender que era mucho más que una amiga?
-¿Qué?- se sintió todavía más presionado bajo su mirada curiosa y solo pudo hacer una mueca, luchando por dejar salir las palabras. Pero antes de que lo lograra, ella habló. –Me alegró mucho ver que todavía tenías la grabadora.- dijo, llamando su atención. –No pude llevarme nada de ti cuando me fui y de verdad temí que te hubieras olvidado de mí... Pero ver la grabadora me hizo sentir como sí todavía conserváramos esa conexión ¿sabes?- esta vez su sonrisa fue más suave y nostálgica al mirarlo, pero sus ojos conservaron su brillo de siempre. –De verdad lamenté el irme sin decir nada esa vez hace años, por eso vine. No soporté dejar las cosas así. Y la verdad me alegra mucho haber tomado esa decisión e insistir en volver aquí, eso me dio la oportunidad de conocerte otra vez y eso me ha hecho muy feliz, estos meses han sido de los mejores de mi vida. De verdad que ser tu amiga me hace muy feliz y...-
-¿Oh? Qué lástima por ti, entonces.- sin poder seguir conteniéndose ni un milisegundo más, Senku la interrumpió, ganándose que lo mirará con curiosidad. –Porque ser tu amigo no me hace para nada feliz.- al escuchar eso, Kohaku jadeó.
-¿De qué hablas? Senku, creí que...- no la dejó continuar, no tenía ni un milímetro de interés en saber qué interpretación había obtenido de sus palabras, lo único que le interesaba era concluir lo que había estado intentando hacer toda la maldita tarde.
No podía encontrar las palabras para decirle lo que sentía, e incluso cuando las encontraba no tenía el suficiente coraje para decirlas sin sentir que iba a arruinar todo así que ¿por qué hablar? Habían muchas formas de mostrar afecto, y para mostrar afecto romántico había una acción en particular que desde hace meses quería intentar.
Un beso. Un simple beso podía ser sorprendentemente informativo en muchos sentidos, y él nunca se tomaba el conocimiento a la ligera, el conocimiento era su mayor pasión en la vida, tanto adquirirlo como darlo le daba una inmensa alegría, y al interrumpir sus palabras con un beso intentaba transmitirle sus verdaderos sentimientos y a la vez aprender los suyos.
Un simple intercambio de información, eso era este beso. Que se sintiera ridícula y absurdamente bien era solo un bono extra.
Ella no correspondió al principio, y a través de su mirada entrecerrada pudo ver esos brillantes ojos azules muy abiertos por la sorpresa, pero no dejó que eso lo amedrantara y la besó con más intensidad, buscando una respuesta, buscando la aceptación a este pobre intento de confesión que era lo mejor que podía darle por el momento. E incluso cuando sintió que Kohaku apoyó una mano en su pecho para apartarlo, hizo un último intento desesperado para buscar una respuesta positiva, no se rindió, incluso aunque la duda y el temor por el rechazo le sentó como una patada al estómago, no pudo rendirse. A Kohaku no le gustaba que se rindiera, y aunque sea por un segundo más quiso intentarlo.
Y esa mano en su pecho que pretendía empujarlo subió hasta su rostro, dándole una suave caricia a su mejilla mientras sus labios se unían al ritmo torpe y desesperado que se fue suavizando con el tiempo, volviéndose más lento y más profundo, antes de que él posará sus manos en su cintura y la atrajera más contra su cuerpo, ya adicto al calor que irradiaba su cuerpo y la suavidad de sus labios a pesar de que este era el primer beso que compartían y solo llevaban unos minutos así. Quería más, ni siquiera podía pensar con claridad, y todo empeoró cuando ella pasó sus manos a su cabello, rasgando suavemente su cuero cabelludo con sus uñas.
Sus respiraciones comenzaron a acelerarse y algo en él lo hizo tener el coraje de meter sus manos debajo de su falda escolar, arrancándole un gran suspiro que la hizo romper el beso mientras tiraba su cabeza hacia atrás, prácticamente invitándolo a besar su cuello expuesto.
Cuando un gemido se le escapó, las señales de alarma se dispararon en su cabeza.
Honestamente le importaba una mierda que les quedara varias cosas por hablar todavía, si fuera por él continuaría hasta donde ella lo dejara continuar, pero por otro lado no podía ignorar el hecho de que eran adolescentes de dieciséis años sin ningún tipo de anticonceptivo al alcance y no estaba tan cegado por las hormonas como para cometer una estupidez de esta magnitud, así que, con todo el dolor de sus hormonas rogándole mandar la lógica a la mierda, tuvo que sacar sus manos de debajo de su falda y su lengua de la suave y cálida piel de su cuello.
Sonrió cuando estuvo frente a su cara roja y confundida, pero también obviamente complacida y hasta un poco malhumorada ya que ella tampoco había querido tener que detenerse.
-¿Todavía no adivinas quién me gusta, leona? ¿O tengo que besarte otra vez?- su sonrisa se agrandó al ver su sonrojo aumentar.
-N-no puedo creerlo, nunca pensé que t-tú...- empezó a balbucear, tropezando con sus propias palabras mientras se ponía todavía más roja. –Creí que... pensé que solo me veías como una amiga, hasta temí que me vieras como una hermana o algo así...- Senku hizo una mueca de horror.
-Nunca te vi de esa forma, así veo a Yuzuriha y aun así la consideraste antes que a ti misma.- rodó los ojos. -¿Es en serio, Kohaku? Estaba siendo absurdamente obvio, solo me faltó decir tu nombre.-
-¡¿C-cómo se supone que debería haberlo sabido?! Siempre dices que las cosas románticas son tonterías, de verdad me sorprendí cuando dijiste que alguien te gustaba y nunca creí que hablarías de... de m-mí.- apartó la mirada por un momento, antes de sonreír levemente, una sonrisa pequeña y feliz que lo dejó sin aliento por un momento.
Mierda, estaba tan jodido. Estaba tan... ella lo tenía tan...
Sonrió, negando con la cabeza.
-Es tu culpa.- llevó sus manos a su cintura, disfrutando de su rostro sonrojado y nervioso. –Tú me haces actuar de forma ilógica y que me hace querer burlarme de mi mismo por estar tan encantado contigo. Tanto que me quejó de Taiju y tengo la misma actitud estúpida de cachorrito enamorado persiguiendo tu falda.- rió entre dientes, mientras que ella se sonrojó todavía más. –Pero bien, suficiente de mi parte. Creo que tenemos algo que hablar aquí, como el hecho de que estoy diez billones por ciento seguro de que estuviste a un milímetro de rechazarme por un segundo cuando te besé.- la miró con ojos entrecerrados.
La verdad que eso hizo a su confianza esfumarse por un momento y lo llenó de un oscuro y punzante temor de que había arruinado todo, temió que no podrían volver a ser amigos y que todo se iría al diablo. Fue una suerte que ella haya acabado correspondiendo el beso, pero todavía estaba curioso respecto a qué demonios fue eso.
Kohaku se tensó, con su sonrojo desvaneciéndose de inmediato en lo que palidecía un poco. ¿Debería preocuparse por eso? Dudó un momento, llevando sus manos a sus brazos como si quisiera que soltara su agarre en su cintura, pero solo las mantuvo allí, quietas.
-Yo...- suspiró. –Solo... me sorprendí. De verdad que no esperaba para nada eso y... la verdad es que no lo había pensado antes.- apartó la mirada. –Nunca pensé en nosotros como... como algo más que amigos.- admitió en un susurro y él se tensó un poco. ¿Entonces por qué lo besó también? –Pero... me gustó el beso.- continuó antes de que pudiera seguir ahogándose en sus dudas. –Y me gustó que dijeras todo eso así que... supongo que me gustas también.- sonrió un poco tímidamente. –Lo cierto es que aparte de que se me hiciera raro que te guste alguien, también odiaba la idea de que te gustara alguien más.- rió entre dientes también. –Supongo que ahora es obvio que también me gustas, pero en ese momento de verdad no sabía por qué pensaba así y me sentía mal por no estar feliz por ti. Cuando me besaste realmente me incomodó y quería reclamarte qué diablos estabas haciendo, pero luego...- sus manos se movieron desde sus muñecas a sus hombros, recorriendo todo el largo de sus brazos en el camino, para luego bajar hasta su pecho y frotar círculos con sus dedos. –De verdad que me gustó mucho, tú me gustas mucho, Senku.- volvió a subir sus manos, que esta vez recorrieron su cuello antes de acabar en su cabello.
Senku se acercó más a ella, rozando su nariz mientras meditaba el sí era una buena idea o no volver a ceder ante sus hormonas. No obstante la decisión no fue suya para hacerla esta vez, fue Kohaku quien unió sus bocas en un beso que comenzó tranquilo y se tornó más y más desesperado mientras sus manos recorrían el cuerpo del otro con descaro que pronto los tuvo a ambos jadeando.
Pero, pero, pero... esto realmente era una mala idea, así que no les quedó de otra más que romper el beso y alejarse un poco, porque si seguían tocándose verdaderamente que no sabían si iban a poder contenerse.
Ja, y pensar que todo comenzó como una inocente amistad infantil... E incluso aunque se separaron y se convirtieron en personas totalmente diferentes, su vínculo permaneció a través de los años y al reencontrarse se transformó en algo inesperado que los tomó a ambos completamente por sorpresa.
Y era algo demasiado bueno como para que alguna vez se arrepintieran. Esos años de separación valieron la pena. Sin embargo, definitivamente Senku prefería no tener que volver a pasar por algo similar, y una vez sus hormonas se calmaron un poco miró a Kohaku atentamente, a lo que ella le devolvió la mirada con una pequeña sonrisa complacida. Le devolvió la sonrisa por un momento, pero entonces su mirada se ensombreció un poco y ella lo miró confundida.
-Dime, Kohaku, ¿exactamente qué planeas hacer cuando el año escolar termine? ¿Volverás a América, después de todo?- preguntó con voz baja.
Ella lo miró con los ojos muy abiertos por un momento, luego frunció el ceño y pareció pensativa por solo un segundo, antes de sonreírle con tal grado de coquetería que lo tomó completamente por sorpresa a la vez que lo hizo sonreír divertido, ya imaginando cuál sería su respuesta a esa pregunta que tanto lo había atormentado.
-Senku, incluso cuando creí que estaría bien solo siendo tu amiga no quería separarme de ti, ahora mucho menos... por supuesto que me quedaré.- se lanzó a abrazarlo, otra vez, solo que en esta ocasión él realmente se dio el lujo de devolver el abrazo. Y mierda que se sentía bien, debería haberlo intentado antes. –Es más, ¡hablaré con mi padre ahora mismo! No dejaré que me diga que no, y estoy segura de que mi madre y mi hermana me ayudaran.- se separó de él para tomar su celular.
Volvió a sonreír con diversión al ver su entusiasmo y seguridad. Ella sin duda era apasionada, entregándose por completo a su objetivo. Y él... él estaba tan, tan jodido.
La observó a hablar por su celular con su padre y pudo verla teniendo una pequeña discusión, pero no se dejó amedrantar y terminó la llamada con un "me voy a quedar quieras o no" antes de colgar con una sonrisa llena de malicia, seguramente sintiéndose toda una rebelde por colgarle a su padre y no obedecer sus deseos de que regresara a su país de origen.
-Al menos no le dijiste que tenías novio, o probablemente hasta yo habría escuchado sus gritos.- rió entre dientes, recibiéndola con los brazos abiertos cuando volvió a abrazarlo una vez más.
-Oh, ¿ahora eres mi novio?- sonrió complacida mientras rozaba su nariz contra la suya.
-Por supuesto que sí, diez billones por ciento seguro. No esperes una proposición formal, pero al menos todavía tenemos pendiente esa cita en el restaurante del centro.- aunque de nuevo estaba sintiendo su mente nublada por las hormonas, pero no es como si realmente pudieran darse el gusto de dejarse llevar. Al menos no hasta que consiguiera algunos anticonceptivos, lo cual sería tan fácil como ir a la farmacia en la esquina de su casa y ya.
-Nuestra primera cita es mi sueño de la infancia, y luego dices que no eres romantico.- rozó sus labios con los suyos, hablando a susurros, casi como si no se escuchara a sí misma de tan concentrada que estaba en su boca entreabierta, a la espera de la suya.
-Podría sorprenderte, hasta estoy considerando conseguirte ese palacio de chocolate que querías.- rió entre dientes, disfrutando más de lo que le gustaría admitir esa pequeña conversación infantil y sin sentido.
-No me molestes con eso, era solo una niña.- se alejó un poco, con un sonrojo malhumorado en sus mejillas levemente hinchadas.
Oh, genial, ahora la consideraba adorable ¿qué más le faltaba para ser un dominado aún peor que Taiju?
-Y ahora somos dos adolescentes sin supervisión con un departamento entero para ellos. ¿No es absurdamente injusto el no poder avanzar más?- aprovechó que sus manos estaban otra vez en su cintura para atraerla de nuevo contra su cuerpo. –O podemos hacer un viaje de cinco minutos a la tienda y asunto resuelto...- no había querido decirlo pero... ya, lo dijo.
¿Cómo esperaban que se controle cuando ella estaba prácticamente sentada sobre su regazo ahora?
Creyó que se sonrojaría y le chillaría algo acerca de que era un maldito pervertido, pero su mirada se lleno de tanto anhelo y expectación que no pudo resistir el impulso de volver a besarla, mientras apartaba una de sus manos de ella para buscar su billetera en su bolsillo trasero.
Antes de que pudieran concretar sus hormonales planes, el celular de Kohaku empezó a sonar de repente.
Los dos gruñeron con frustración, pero ella tuvo que contestar al ver que era su padre llamando.
Senku quiso aprovechar el momento para ir a la farmacia él mismo, pero se detuvo al verla palidecer de pronto. De inmediato le preguntó qué le sucedió.
-Mi padre me colgó esta vez...- murmuró con voz queda, a lo que la miró confundido. ¿Por eso tanto alboroto? –Pero me colgó después de decirme que podía quedarme aquí en Japón...-
-Eso es bueno ¿verdad?- no entendía su rostro lleno de espanto.
-Dijo que podía quedarme en Japón todo lo que quisiera...- tragó saliva. –Porque ellos se mudarían aquí conmigo también.-
Ambos se quedaron en silencio por un momento, antes de maldecir en voz alta.
Eran adolescentes con un departamento entero para ellos, pero la parte de "sin supervisión" no les iba a durar mucho. Menos con el padre protector y malhumorado de Kohaku viviendo allí por un capricho impulsivo.
Sus sentimientos ya estaban aclarados y definitivamente tendrían esa cita, pero los problemas no se acababan allí. Por lo menos todavía tenían el consuelo de que estarían juntos de ahora en adelante, y no volverían a dejar que nada los distancie. No otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro