04. La complicidad de dos desconocidos
Bajo hasta el aparcamiento del edificio en el sótano y tomo mi bicicleta echando a andar hacia la comisaría del pueblo, sin remordimiento alguno maltratando mi conciencia.
La llovizna moja parte de mi ropa cuando salgo pero no me detengo dado que es pasajero y cuando voy pasando por el frente del edificio donde había una chica de pelo rojo, ha escampado. Freno la bici y me detengo frente a la puerta principal que me invita a pasar, mas me detengo pensativo a la espera de algo -no sé bien que espero, mientras me fumo el primer cigarrillo del día.
Transcurren algunos minutos y finalmente conozco el motivo por el que me he detenido.
Mariana sale del edificio guiando con sus manos la bicicleta de color azul sobre la cual se ubica al mirar a ambos lados de la calle enladrillada y bajar la colina. Decido seguirla y cuando dobla en la primera esquina tomo un lugar a su lado. Tiene el cabello rojizo suelto sobre sus espalda, un pants de algodón de color gris y un largo abrigo, también de algodón color mostaza que dificulta el trabajo de sus pies cubiertos por unas botas de nieve de color beige, al guiar la bicicleta.
Mariana ignora mi presencia por algunos minutos. Tal vez no quiera que nos vean llegar juntos a la comisaría, pero aún así no puede evitar darme una repasada por un breve instante.
-¿No sabes dónde queda la comisaría y necesitas que te guíe?-pregunta con notable interés y arrogancia en iguales proporciones.
»¿Por qué no le has pedido ayuda a tu hermano?-su intromisión en mi vida privada me desagrada y no me preocupo por ocultarlo.
Cruzamos en bici la plaza central del pueblo compartiendo carretera con otras personas que van hacia sus labores diarias en bicicleta por igual.
-A diferencia de tu hermano que se creía súper man por ratos, el mío tiene sus propios asuntos de los cuales ocuparse y sabe darme mi espacio-musito cuando nos encontramos en la carretera solos, una vez más.
-¡¿Qué se creía súper man?!-repite mis palabras-¿Es que acaso le conocías?
La observo para notar la expresión que se carga en el rostro y así decidir cuales serán mis próximas palabras. El viento golpea su rostro llevando hacia atrás su cabello que se mueve con este y le brinda un aura brillante a su presencia.
-Desde lejos se podía notar la inseguridad que se cargaba que hacía que buscase verse como hombre teniendo la compañía de una chica, en ese caso mi hermana Elena-enfatizo con aburrimiento y ella calla por otros largos minutos.
-Mateo lo acabas de confesar. Si estoy segura de que no guardabas relación alguna con él que te hiciera compartir el mismo entorno. Lo que me lleva a pensar que le vigilabas.
-¡Era mi deber, salía con mi hermana menor! -rechisto cansado por su constante intromisión.
»¡¿O no era eso mismo lo que hacía el cuando salías con alguien?!
-Nunca lo hizo-una vez que menciona estas palabras noto el movimiento de su garganta tragando saliva con profundidad y cambia la mirada esquivando algún tema de conversación lo que me da a pensar que se ha guardado para sí misma parte de tal confesión.
El alto edificio de la policía se impone a algunos metros y para cuando vamos llegando el auto del sheriff nos transita por al lado. Una vez que llegamos al estacionamiento, sumidos en el silencio, Mariana se apresura a asegurar su bici mientras yo no me preocupo por ello y aguardo los pasos del sheriff que se dirigen hasta nuestra posición.
-Me empezaba a debatir si debía ir en busca de ustedes-interviene cuando queda a pocos pasos.
-Ya hemos llegado como puede ver, en la hora estipulada-susurro con desagrado pasando por su lado caminando hasta la entrada al edificio.
-Buenos días, señor-saluda Mariana al sheriff con un apretón de manos y este asiente.
-Sígame-le dice cuando comienza a caminar detrás de mí.
Una vez dentro me encuentro con el lugar que tantas veces he visitado-no por voluntad propia. El ambiente luce relajado, son pocos los oficiales que se mueven de un lado a otro e intercambian miradas con nosostros cuando caminamos en dirección al ascensor que nos sube hasta el tercer piso de la edificación.
La oficina del sheriff está a pocos pasos y al entrar toma el teléfono de la mesa, invitando solamente a sentar a Mariana en uno de los sillones que se encuentran frente a su escritorio.
-¿Oficial Nora? Ya nos encontramos en la oficina-demanda a través del aparato.
No transcurre mucho tiempo antes de que una mujer de piel pálida, cabello rubio y ojos azules haga acto de presencia en la amplia oficina. Por el aspecto de su rostro luce bastante joven aunque imponente por la musculatura de su cuerpo debido al ejercicio que realiza todo militar.
-La oficial Nora, aquí presente realizará el debido interrogario a Mateo, yo me quedaré aquí en la oficina con Mariana-anuncia el sheriff y evalúo las características de la mujer que tengo enfrente.
-Hasta que al fin nos cruzamos-alardea dándole una repasada a mi aspecto. A pesar de los encuentros que he tenido en esta comisaría, no le conozco lo que me deja claro que ha llegado nueva de alguna otra región, y por supuesto, le han conversado sobre mí.
Me acerco a Mariana y le extiendo mi caja de cigarrillos.
-¿Me guardas esto?-no espero su respuesta dado que dejo la caja sobre su regazo y devuelvo mi atención a la rubia.
-Sígame hasta la sala de interrogatorios -demanda y echa a andar con mis pasos pisándole los talones.
Atravesamos todo el piso llegando al final del pasillo que se encuentra resguardado por una reja que custodia un guardia el cuál nos hace la revisión pertinente a ambos y luego apretando un botón rojo en el control que lleva en su mano izquierda nos permite el paso.
Frunzo el ceño al notar la sala de interrogario a la que se ha referido antes. Es prácticamente una habitación con el doble de seguridad que tiene la comisaría de por sí, y dos guardias en la puerta. Entro en la bóveda cuando la oficial me invita a pasar y tomo asiento frente a la mesa de metal que permite mi separación del cuerpo suyo. No le quito la mirada de encima cuando deja sobre la mesa una agenda y un archivo con mi historial.
-Mateo Marqués, veintitrés años de edad,-comienza a leer-largo historial de conductas irresponsables y preocupantes desde la niñez. Actitud impulsiva y violación de los derechos humanos de las personas que le rodean. Empezó la carrera de ciberseguridad y a un año de culminar los estudios empezó a ausentarse desapareciendo del instituto para siempre, o sea, hace algunos meses apenas.
Abro mis labios para informarle que valla al punto de este encuentro dado que conozco mi historial a la perfección y que lo lea no creará cargo de conciencia alguno en mí, pero se anticipa.
-Hermano de Elena Marqués, quien era novio de Carlos Ramírez, fallecido el pasado veintidós de noviembre-su tono es serio.
»¿Conocía a este sujeto?-pregunta fingiendo interés. Su pregunta es solo protocolo.
-Lo conocía, compartimos algunas clases en la universidad-musito aburrido.
-¿Qué relación tenía con él?
-No hubo relación alguna,-recrudezco mi tono de voz-solo después de varios escenarios que me hicieron darme cuenta de que salía con Elena empecé a verlo más seguido, y a repudiarlo también-confieso sin pudor alguno.
-¿Hablas de odio hacia el fallecido?-ahonda la oficial.
-Es justo eso lo que he dicho.
Ella eleva ambas cejas por mi confesión mientras toma nota de las palabras que he dicho respecto a Carlos. Mantengo mi expresión neutra cuando me devuelve su vista.
-¿Me argumentas tus palabras?-coloca ambos codos sobre la mesa uniendo sus manos frente a sus labios imponiendo su figura y tamaño.
Tomo una profinda respiración buscando la calma, empiezo a pensar que estoy perdiendo mi tiempo en esta payasada.
-En un principio no me vinculé con este sujeto dado que ante mi percepción tenía buena presencia y no había componente malo en él como para seducir que llevaba malas intenciones al salir con mi hermana que no me contó sobre la relación de inmediato. Fue una noche que los ví entrando a la casa a hurtadillas y salir a la mañana siguiente antes de amanecer. Fue durante algunas fiestas, a consecuencias de juegos, lo que no justifica su actitud, que lo escuché hablar desproporcionadamente sobre lo que hacía con mi hermana en la intimidad.
»Lo estuve vigilando durante algún tiempo y en una ocasión llegó a confesar que abusó de ella. Fue entonces cuando empecé a notar las señales, que no había vsito antes, en el comportamiento y en el propio cuepro de Elena; él la maltrataba.
-¿Qué fue lo que sintió usted al saber de esto?-la oficial se aueda pensativa durante algunos segundos a la espera de mi respuesta.
-Desde meses antes había conversado con Elena sobre la carrera universitaria que pensaba cursar la cual se estudia en España y por ello, al ser consciente de esa situación saqué los boletos sin darle explicación y renté un apartamento por vía internet para ella.
Soy consciente de que mis respuestas me dejan un paso más cerca de ser el principal sospechoso de tal caso.
-¿Cuando ocurrió esto?
-Hace un par de semanas-respondo llenando todo el espacio con mi voz.
-¿Elena se ha mantenido en contacto con usted?-vuelve a interrogar.
-Solo lo necesarios. No solemos ser muy comunicativas entre nosostros-confieso.
-Claro-llego a escuchar su murmullo. Cambio mi mirada neutra a una sorpresiva por su actitud, no está siendo profesional.
-¿Sabe Elena sobre la muerte de su ex novio?-una vez más piensa demasiado a la espera de mi respuesta.
-No.
La oficial asiente y arregla su postura en la silla fría de metal, cierra el archivo que mostraba mi foto en una esquina y se centra solamente en mí y la agenda en la cual anota la siguiente pregunta que me hace.
-¿Que hacía usted el veintidós de noviembre, puntualmente, a las ocho de la mañana?
»¿Dónde se encontraba?
Mi vista se nubla por breves segundos. Guardo silencio cuando el pitido que escucho muy cerca de mi oído me da la señal de que por fin se ha establecido el chip que he dejado dentro de la cajetilla de cigarros, lo que me permite escuchar lo que sucede en la oficina del sheriff.
Profundizo mi mirada en el azul de la oficial fingiendo evaluar mi respuesta.
-¿Y entonces que relación guardas con Mateo? ¿Por qué le permites tu compañía? ¿Por qué permites su acercamiento?...-escucho la voz lejana del sheriff y la profunda respiración del sistema de Mariana.
-Una vez actúe a la defensiva y atraje hacia mí muchas más situaciones incómodas de las que había experimentado ya-Mariana vuelve a respirar con profundidad.
»Dejándolo estar e ignorando su presencia, es más probable que deje de perseguirme...
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