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Capítulo quince

Annika había logrado tranquilizarse. Apartó de su mente el encuentro con el Andrus no original, y decidió pensar con claridad a pesar de la tensión que pesaba en su cuerpo. Analizó la situación: en esos momentos se encontraban en una realidad diferente y ya había tenido varios encuentros con sujetos de este mundo, sin embargo, no había presenciado algún cambio anormal en el entorno. A esto se le agregaba el extraño hecho de que los móviles no funcionaban.

Era totalmente obvio que no podían quedarse más tiempo, así que pensó que lo mejor sería regresar al bosque y esperar que el meteorito estuviera allí y los llevara de vuelta a su mundo. También, consideró la posibilidad de no regresar y aunque de nuevo el aterró la idea, prefirió dejar el tema para después.

No podía hablar ni interactuar con nadie más.

Y sobre todo, no podían alterar algo.

Debían pasar totalmente desapercibidos.

Sintió sus mejillas húmedas. Se limpió la cara con un trozo de papel y se puso de pie. Le temblaban un poco las piernas, pero ya no podía esperar más.

El timbre que indicaba el inicio de la primera hora ya había sonado, por lo que ya no deberían de haber estudiantes rondando por los pasillos. Ahora solo tenía que evitar toparse con la directora o cualquier maestro.

Abrió la puerta del cubículo y se sorprendió al percatarse de que una chica estaba frente al espejo, retocándose el maquillaje. La chica era alta, de piel blanca y cabello tinturado de rojo. Llevaba unos jeans ajustados y botas de tacón junto con una camisa blanca de mangas largas.

La chica la vió dejando el rímel a medio camino de sus ojos.

—¡Oh, chica! ¿Estás bien? —le preguntó sorprendida.

Annika se mordió el labio. No quería decirle nada, solo quería salir de allí. Sin embargo, no tuvo las agallas para ignorarla.

—Sí, es solo que...

—¡Pero mírate! Eres un desastre —interrumpió la joven, quien la detallaba por el espejo —. Estás sucia y muy demacrada. ¿Qué te pasó, cariño?

La pelirroja la miraba con lástima, a la espera de una respuesta.

—Es que me caí en el lodo —mintió Annika y sintió vergüenza por semejante estupidez. Para excusar las manchas de sangre de su camisa, añadió —. Y bueno, me golpeé la nariz.

La chica hizo un puchero.

—¿Puedo ayudarte con algo?

—No, yo solo... —Annika bajó la mirada. En el lavabo reposaba el celular de la desconocida — Sí. ¿Puedo pedirte algo? Necesito el celular para llamar a mi madre y pedirle que me traiga ropa, y todo eso...

—Por supuesto. Tómalo.

Agradeció y se acercó. Levantó el móvil con las manos sudorosas.

—Iré afuera del baño para hacer la llamada, ¿está bien?

—Uhm... Vale, aunque no dejes que te pillen los maestros.

Annika salió del baño rápidamente y apoyó su espalda contra la pared. Encendió el móvil que por suerte no tenía clave. Empezó a revisarlo sin profundizar mucho en las extrañas apps que tenía. Eran aplicaciones que no había visto antes, sus logos eran... extraños. Por suerte, Google era el único intacto. Se introdujo en él y comenzó a navegar, pero se detuvo. ¿Qué era lo que estaba buscando exactamente?

—Noticias —se dijo ella misma.

En la bandeja principal asomaban noticias de todo tipo, especialmente acerca de la farándula, no obstante, hubo una que llamó su atención.

Leyó el epígrafe en voz baja:

—Investigan la muerte de un joven en el campamento vacacional de Sadala.

Annika se puso nerviosa de inmediato. Levantó la mirada unos segundos para cerciorarse de que nadie anduviera por el pasillo. Por suerte, todo estaba despejado.

Con los nervios a tope, y su mente en medio de un torbellino, comenzó a leer:

—Según reportes de los forenses, el joven que residía en Sadala, recibió un disparo de escopeta. Ocurrió el veinte de marzo a la medianoche. Los campistas oyeron el disparo y por órdenes de los guías debieron evacuar la zona, más tarde hallaron el cuerpo de... —Annika se detuvo. Soltó una exclamación de asombro. Vio la fotografía del chico asesinado, y realmente no podía creérselo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Estaba realmente impactada.

El móvil se le cayó de las manos y chocó contra el suelo. La pantalla se agrietó pero continuó encendida.

Annika contempló de nuevo la imagen...

Habían asesinado a Erik Rosin.


~✧~❂~✧~

Abandonó el edificio rápidamente y corrió hacia el parqueadero. En su auto, sus amigos la esperaban y no se veían del todo bien. Parecían ansiosos.

Annika se alivió de verlos y se introdujo en el auto. Cuando cerró la puerta quedaron aislados del ruido exterior, y ahora solo podían escuchar sus respiraciones.

—¿Dónde estabas? Tardaste demasiado y ya me tenías preocupado. ¿Por qué tardaste tanto? —le preguntó Andrus con el entrecejo fruncido. Ver a su mejor amigo disipaba la crisis nerviosa que había experimentado minutos antes. Ella se lanzó hacia él y lo envolvió en sus brazos. Pudo sentir el sudor que llenaba su camisa pero no le importó —. Oh, esto no me lo esperaba. ¿Estás bien?

Reblujó el cabello de Andrus de una manera cariñosa, y luego suspiró.

—Si, no te preocupes. Es que... acabo de tener un encuentro no muy agradable contigo —respondió ella.

—¿Qué?

—¿Qué pasó, Annika? Te ves muy pálida. Creo que te ves peor que nosotros —dijo Ingrid, quien se ubicaba en el asiento de atrás. Thomas iba en medio, y Erik estaba sentado en el otro extremo, junto a la ventana. Este último apoyaba la barbilla con su mano y parecía inmerso en sus pensamientos.

Su mente se volvió un revoltijo de repente. ¿Debía contarles lo que descubrió? A su mente llegaron las imágenes de Erik y los reportes de que habíaqa sido asesinado. Lo peor, y más extraño, era que había ocurrido justo en el campamento.

—No van a creer de lo que me acabo de enterar —musitó nerviosa y sin poder apartar la mirada de Erik.

Antes de que pudiera continuar, Thomas, quien había permanecido en silencio, la interrumpió:

—Hablé contigo, Annie... Bueno, no contigo sino con tu otra yo. Es totalmente igual a ti, en todo; en el físico, y en la personalidad. Te juro por dios que creí estar hablando contigo.

—¿Qué le dijiste? ¿Por qué hicieron eso? —preguntó ella. Se moría por saber más de su otra yo, pero no sabía si eso iba a desencadenar emociones no deseadas —. ¿Por qué hablaste conmigo? Lo único que han hecho es hacerme sentir más nerviosa de lo que estoy.

—Lo siento. Es solo que este burro me puso nervioso —señaló a Erik, el cual mantenía la mirada gacha —. Estaba harto de sus estúpidos comentarios. Quería demostrarle de una vez por todas que esto es real y que...

—Mierda, ya lo sé Thomas —le cortó ella. Thomas se sintió herido y guardó silencio. Annika se sintió mal puesto que Thomas era mucho menor, apenas era un adolescente a punto de convertirse en adulto de verdad, no obstante, no estaba dispuesta a disculparse.

Andrus se acomodó en su asiento y miró a cada uno de los presentes.

—Chicos, escuchen. A partir de ahora debemos ser cuidadosos. Estamos muy alterados y asustados, pero esto es delicado. ¿Saben lo que pasaría si alteramos así sea la mínima cosa?

—Anna. Ibas a decirnos algo, ¿qué es? —habló Ingrid cambiando de tema.

Annika asintió con la cabeza y abrió la boca a punto de soltar las palabras, pero se detuvo. Realmente no estaba segura de si debía contarles o no. ¿Cómo reaccionaría Erik al saber que fue asesinado en este mundo? Si les decía, podría causar una histeria colectiva. Temía que perdieran la razón y actuaran a base del miedo.

La mano de Andrus se posó sobre la de ella. Su mejor amigo asintió con la cabeza, en un intento de transmitirle confianza.

—Cuando te pones así es porque quieres decir algo y dudas en hacerlo. Pero por favor, no te lo guardes y solo suéltalo. Estoy seguro de que es importante y es algo que debemos saber.

—Bueno... Pero es delicado —comenzó a decir. Se aclaró la garganta al mismo tiempo que sacaba el celular del bolsillo. No se lo había devuelto a la chica, no sería capaz luego de haberle roto la pantalla —. Entré en el baño y una chica me prestó su móvil. Hallé una noticia en internet sobre un asesinato... Chicos, ahora sé por qué el campamento estaba vacío.

—¿Estás diciendo que ocurrió un asesinato en el campamento? —dedujo Ingrid totalmente sorprendida.

—Esa debe ser la razón por la que evacuaron la zona y había cintas amarillas por todas partes —añadió Thomas en voz baja.

—Pero eso no es todo...—Annika miró a Erik, él también la observaba con una expresión de seriedad en su rostro. Ella decidió dejar que ellos lo averiguaran por sí mismos, así que, insegura, le pasó el móvil a Erik. Éste vaciló un poco pero al final cedió y lo tomó. Comenzó a leer y Thomas se acercó para leer también. Ingrid y Andrus esperaban ansiosos alguna respuesta por parte de ellos.

Hubo un silencio. El ambiente se sentía tenso. Cuando Thomas y Erik alzaron la mirada, lo único que pudieron transmitir fue terror y asombro.

—¿Qué es? —quiso saber Ingrid con impaciencia. Su pecho subía y bajaba con notorio nerviosismo. Les arrebató el móvil con la mano temblorosa y comenzó a leer el artículo.

—Es Erik... Asesinaron a Erik, a mi hermano —soltó Thomas paralizado y miró a su hermano con incredulidad..

Ingrid le pasó el celular a Andrus y luego se cruzó de brazos. Agachó la mirada y negó con la cabeza frenéticamente.

—Esto no está bien.

—Asesinaron al Erik de esta realidad, justo en el campamento. Y estamos en una realidad alterna ¿Saben lo que eso significa? Puede ocurrir lo mismo en uno o varios mundos o puede simplemente no ocurrir. Puede ocurrir en el mismo lapso de tiempo, tanto así, en un tiempo diferente —comenzó a decir Annika pero se arrepintió al instante. No quería asustarlos más de lo que ya estaban.

—O quizás, solo quizás... no sea Erik quien sea asesinado —continuó Andrus —. Son muchas las posibilidades.

Erik soltó un fuerte suspiro y se acomodó en su asiento. Al fin había salido del trance.

—Entonces, fui asesinado y ni siquiera me di cuenta... Pero aquí estoy, vivito y coleando. Pobre de mi otro yo, pero al menos no fui yo —soltó una risita nerviosa. Annika notó todo el sudor que se acumulaba en su frente. No pudo evitar sentir pena por él —. Ya no me quedan dudas de que esta es otra realidad. Les creo, ¿vale? Me disculpo por mi comportamiento de antes. Pero ahora, cerebritos, ¿qué sugieren que hagamos? Dejemos de lado la muerte de ese Erik y concentrémonos en regresar.

A Annika le pareció que era lo más maduro que había dicho Erik desde que lo conoció. Se emocionó al ver que todos estaban de acuerdo con lo que acababa de decir. Si seguían pensando en el Erik asesinado lo único que harían sería aumentar el pánico.

—Tendremos que volver al campamento y pasar por la misma apertura. Entonces, vamos a tener que volver a pasar por esa oscuridad o lo que sea que nos haya pasado, y rezar para que regresemos a nuestro mundo —afirmó Andrus.

—Podemos ir a la casa de mi tía Mary, bueno, a la otra casa de aquí ¿Me entienden? —sugirió Ingrid. Todos la miraron confundidos, y Andrus sonrió —. Bueno, a mi casa de la otra yo.

—Esto es demasiado confuso —comentó Erik y se rio —. Pero te entendemos. Continua.

—Su casa queda muy cerca. Recogeremos algunas provisiones como agua y comida, linternas y debemos conseguir otro detector de radioactividad. La tía Mary es muy buena persona, solo espero que en esta realidad exista y nos ayude...

Todos parecían estar de acuerdo con Ingrid. Además, era la única opción que tenían.

Annika encendió el coche. El motor rugió. En esos momentos, se preguntó: si estaban en otra realidad, ¿por qué su auto apareció en el mismo sitio en donde lo había dejado en su mundo original? Era el único coche que estaba aparcado a las afueras del campamento. ¿Por qué?

—Andando, no perdamos más tiempo —le dijo Andrus.

—Chicos... alguien asesinó al Erik de este mundo —Thomas alzó la voz. Erik lo tomó de la mano y le pidió que se tranquilizara y que superara el tema, pero Thomas continuó —. ¿Nosotros estaremos a salvo? ¿Y si lo asesinó uno de nosotros?

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