Promesa
2 meses después
El amor puede aparecer en los momentos más inesperados, como un cometa que surca el espacio a una distancia de miles de años luz. Incluso si uno trata de resistirse, su impacto en el corazón se hace aún más fuerte.
Sentía una profunda gratitud por el amor que me habían brindado mis amigos y René. Su presencia en mi vida era un auténtico milagro, y sin su apoyo, no sé cómo habría sobrevivido. Para mí, ellos eran mi familia, siempre dispuestos a tenderme la mano.
Estaba nostálgica y emotiva, ya que las bodas suelen ser así. Repletas de una atmósfera de felicidad palpable. Daría lo que fuera por tener a mis padres vivos para que pudieran contagiarse de ese ambiente y presenciar a la mujer en la que me he convertido después de haber recibido tantos consejos en mi infancia. Lo resiliente que he demostrado ser y lo valiente que he sido para llevar a cabo todo aquello que me he propuesto.
La luz del sol se filtraba a través de los vitrales, creando un hermoso espectáculo de colores. Cada uno de mis pasos resonaba en el silencio de la iglesia mientras caminaba al ritmo de la marcha nupcial. Las flores de color lila eran absolutamente encantadoras y la arquitectura añadía un toque romántico a la tarde. Todo era simplemente perfecto.
-¡Qué hermosa está!- Escuchaba decir mientras daba otro paso.
-Amo su vestido- Dijo alguien.
Emilia lucía espléndida con su vestido blanco de corte sirena. Había postergado su boda únicamente para que fuera su dama de honor después de mi recuperación. Una gran amiga que merecía toda la felicidad que el mundo pudiera ofrecerle. Llevaba el ramo detrás de ella. Manuel tenía los ojos cristalinos y lucía muy elegante con su traje negro con una pajarita en su bolsillo, a su lado estaba su primo como padrino.
Cuando el padre de Emilia la entregó en el altar, fue mi momento de posicionarme a su lado, me tomé unos segundos para mirar a René, quien me susurró lo hermosa que estaba. Se veía elegante, recuperado y lleno de vitalidad. Tras las terapias y numerosos estudios neurológicos para verificar la salud de su cerebro, decidimos regresar gradualmente a nuestra vida cotidiana.
Intentamos vivir cada día sin estrés ni remordimientos, con una actitud llena de entusiasmo y ganas de hacer cosas nuevas y divertidas. Hemos creado un diario de actividades para hacer en pareja, y al menos tres veces por semana salimos al cine, exploramos lugares nuevos, visitamos museos y hasta participamos en talleres de pintura. Nuestro principal objetivo es recuperar el tiempo perdido y disfrutar al máximo de la vida juntos.
Antes del incidente, anticipaba dificultades al integrar a Jazmín en el equipo, sin embargo, la realidad fue completamente distinta. Tras recibir disculpas sinceras de su parte y escuchar una explicación sobre su pasado, comprendí la complejidad de su infancia. Su padre solía someterla a maltrato verbal, hasta que su madre optó por el divorcio. Creció con un peso en el corazón, anhelando redimirse. ¿Quién era yo para negarle una segunda oportunidad? Mi perspectiva de la vida se transformó. La cercanía con la muerte me permitió apreciar aún más lo que me rodeaba. Durante mi convalecencia, Alexander decidió otorgarle un voto de confianza a Jazmín, y Ricardo no tuvo más opción que aceptar. Para sorpresa de todos, no nos decepcionó en lo más mínimo.
A todos nos desconcertó la inesperada decisión del Sr. Arturo al poner a la venta sus accionesen la empresa. A pesar de ser una persona fría, calculadora y poderosa, ni siquiera la trágica pérdida de su único hijo logró conmoverlo. Parecía carecer de compasión, mostrándose indiferente incluso ante el accidente provocado por Rebecca. La última noticia que se tuvo de él fue su sorpresivo matrimonio con una recién viuda adinerada, lo que sugiere que su objetivo podría haber sido fusionar negocios. No cabe duda de que guarda ases en la manga.
-Los declaro marido y mujer- pronunció el cura- Puede besar a la novia- Los recién casados se fundieron en un beso.
El templo resonaba con una ovación estruendosa. Observaba a mi mejor amigo, Andrés, en una esquina, moviéndose con destreza mientras manipulaba su cámara, capturando cada instante. René tomó mi mano mientras avanzábamos hacia la pareja principal. Los novios fueron rociados con arroz en un gesto de buenos deseos por prosperidad y fortuna. En la entrada, un automóvil los aguardaba para llevarlos a la recepción nupcial. Sus rostros irradiaban felicidad al despedirse, y las latas que colgaban en la parte trasera del coche empezaron a tintinear.
-Me comienzan a gustar las bodas- Susurré a René en el oído.
-¿Será posible?- Me miró ilusionado.
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La celebración estuvo repleta de emociones, a pesar de contar con una lista de invitados reducida. Experimenté lágrimas, risas y movimientos de baile inigualables. Pronuncié un breve discurso que había elaborado con antelación para los recién casados. Junto a René, obsequiamos un presente para su luna de miel. Conocía de antemano que habían invertido todos sus ahorros en la ceremonia.
Flashback
-Conocí a Emilia en un momento complicado de mi vida y me impresionó su valentía al aconsejarme salir de esa situación a tiempo- Sonreí en su dirección.
< Es una mujer encantadora que merece toda la felicidad que Manuel pueda brindarle. Desde lo más profundo de mi corazón, les deseo mucha felicidad. Se encontraron en el momento justo y ahora son una pareja que admiro profundamente. Los quiero mucho. ¡Por los novios! - Levanté mi copa y todos siguieron el gesto.
Emi se encontraba visiblemente emocionada, de seguro revivió aquel día melancólico en el que me sentí abrumada por las múltiples afrentas. Me acerqué a ella con delicadeza y la envolví en un cálido abrazo. René se unió a nosotros y juntos le entregamos un sobre conteniendo dos boletos para disfrutar de una semana en un exclusivo resort, con todos los gastos pagados. Con alegría desbordante, ambos se pusieron de pie y nos rodearon en un abrazo colectivo. Experimentar la dicha de hacer felices a mis amigos y retribuir con generosidad lo que he recibido con tanto afecto resulta sumamente gratificante.
Fin del flashback
Llegamos al apartamento en la madrugada, completamente agotados. Me deshice de mis tacones, que habían lastimado mis pies, y me dirigí rápidamente hacia el sofá en la sala. René se acercó a mí con precaución.
-Puedo percibir tus intenciones - afirmé.
-Hacerte feliz- Entonó
-Acércate- Le cedí espacio para tomar asiento.
-Su amabilidad al brindarme espacio es muy apreciada.
-Lo sé- Compartimos una risa.
Después de unos instantes de silencio confortable, percibí la mano de René ascendiendo por mi pierna. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando se abrió paso a través de la abertura del vestido. No habíamos estado juntos desde antes del accidente. Aunque había momentos de tensión, era consciente de que nuestra recuperación era la prioridad.
-Te deseo desde que te vi caminar en la iglesia con ese vestido - susurró en mi oído.
Sus ojos se volvieron tan oscuros como la noche, tan penetrantes que parecía que me atravesaban. Teníamos el poder de ser la debilidad del otro. Cegados por la pasión y la lujuria, nos devoramos en un beso ardiente. René me tomó por las caderas sentándome a ahorcajadas sobre él.
-Llevo esperando por mucho tiempo esto- advertí tirando de su corbata.
Él nos levantó con habilidad y guio hacia nuestra habitación. Me dejó suavemente en el suelo frío y, con la luz tenue que entraba por la ventana, pude ver su rostro claramente. Tomó mi cara entre sus manos y nos fundimos en un beso apasionado. Caminamos juntos hacia la cama y deslizó su mano por mi espalda hasta llegar al cierre de mi vestido. En un instante, mi prenda cayó al suelo y me apretó contra él, sintiendo su erección rígida.
Lo tomé por los hombros y guie hacia el borde de la cama. Decidí comenzar a bailar frente a él de manera sensual. René se quitó la camisa como un animal salvaje y sus zapatos volaron hacia un rincón. Solo quedaba su pantalón, que se interponía en nuestro camino. Me quité las bragas y las mostré al aire, indicando que era hora de dejarlas de lado. Eso fue todo lo que necesitó el castaño para levantarse y quitarse el pantalón junto con su bóxer.
Me acerqué lentamente y sus manos tocaron suavemente mis hombros. Decidí tomar la iniciativa y lo empujé hacia la cama, subiéndome encima. Comencé a besar su cuello y acariciar su miembro, mientras él jadeaba mi nombre y se dejaba llevar por la excitación. De repente tomó mis caderas y me giró, quedando encima de mí.
-¿Te he dicho que amo tu cuerpo?- mencionó repartiendo besos por mi clavícula.
-No recuerdo- dije concentrada en sus caricias.
-¿Cómo que no?- Llegó a mis pezones haciéndome soltar un suspiro de placer- Amo cada parte de tu cuerpo.
Mientras me acariciaba el seno con una mano, la otra se movía en círculos sobre mi coño. Me estaba sumergiendo en un mar de placer. Su lengua y mordiscos eran toda una obra maestra. Justo cuando estaba a punto de llegar al clímax, se detuvo repentinamente y se posicionó en la entrada, penetrándome de una sola estocada, haciéndome gritar. Arañé su espalda una y otra vez mientras nuestros cuerpos se fundían. Aceleramos el ritmo y así nos mantuvimos hasta que no aguanté más y me corrí, segundos después René hizo lo mismo dejando caer su cuerpo sobre el mío.
Nuestras respiraciones aceleradas resonaban en la habitación, mientras que el calor y la tensión se palpaban en el aire. El sudor se mezclaba en nuestros cuerpos y corazones que latían al ritmo de una carrera sin fin. Después de unos minutos en la misma posición, René se incorporó lentamente y buscó mi mirada. Su expresión seria me desconcertó, pero lo que dijo a continuación me dejó completamente fuera de juego.
-Cásate conmigo.
Parpadeé varias veces, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. ¿Me estaba proponiendo matrimonio? Levanté la mirada hacia él, buscando alguna señal que me indicara si estaba bromeando o no. Pero su expresión era seria y sus ojos brillaban con una mezcla de nerviosismo y emoción.
-¿Cómo?- pregunté, todavía sin poder creer lo que estaba sucediendo.
-Eva, cásate conmigo- repitió él, mientras buscaba algo en su pantalón en el suelo.
Mi corazón latía a mil por hora y mi mente era un torbellino de pensamientos. ¿Estaba listo para algo así? ¿Y yo estaba lista para casarme con él? Habíamos estado juntos por un tiempo y pasado tantas cosas, pero el matrimonio era algo serio.
René volvió a la cama y se sentó a mi lado, mientras yo seguía sintiéndome confundida. Luego, abrió su mano y me mostró una pequeña cajita de terciopelo rojo. Con una sonrisa en su rostro, la abrió y un hermoso anillo brilló en medio de la oscuridad. En ese momento, me cubrí la boca con las manos y lo miré con los ojos llenos de lágrimas.
La emoción me invadió y mis sentimientos se mezclaron en un torbellino de felicidad y sorpresa. No podía creer lo que estaba sucediendo, todo era tan perfecto y mágico. René tomó mi mano y me dijo con voz suave.
-¿Quieres ser mi esposa?
Tomé una respiración profunda y miré fijamente sus ojos. Sabía que lo amaba y que quería pasar el resto de mi vida con él. Así que, sin dudarlo más, respondí con una sonrisa.
-Sí, me casaré contigo.
Él me puso el anillo en el dedo y me abrazó con ternura. En ese momento, supe que estábamos destinados a estar juntos para siempre.
-Había planeado una sorpresa maravillosa el día del juicio, pero lamentablemente sucedió el accidente y después perdí la memoria- confesó.
-Eso ya es cosa del pasado, hechicero- Le sonreí mostrándole el anillo en mi dedo.
-Gracias, gracias, no sabes lo feliz que me haces. Te amo y te prometo que siempre lo haré mi hada- Me llenó de besos el rostro.
Lo abracé con fuerza y solté una carcajada de felicidad, sintiendo cómo el amor llenaba mi corazón. A veces, los mejores momentos de la vida son aquellos que no planeamos, aquellos que surgen de la nada y nos sorprenden con su belleza. Nosotros éramos amantes de lo extraordinario y sencillo a la vez, porque sabíamos que los detalles más simples podían ser los más valiosos.
A pesar de los altibajos que tuvimos en nuestra relación, nuestro amor siempre se mantuvo firme como un barco luchando contra una tormenta para llegar a puerto. Y así continuamos, navegando juntos hacia nuestro destino, sabiendo qué juntos podemos superar cualquier adversidad. Porque cuando se trata de amor verdadero, nada puede detenernos.
FIN
Hola mis queridos lectores hasta aquí llega esta la historia de Eva Y Rene. Estoy sumamente agradecida con cada uno de ustedes por acompañarme en este viaje. Comencé a escribir Sin Retorno en 2019 y este año decidí terminarla. Son ustedes con sus mensajes, comentarios y votos quienes me han animado a continuar escribiendo.
Si les gustó no se olviden de recomendarla y dejar su opinión. Pronto les estaré subiendo el epilogo, con amor Ale❤️
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