-¿Quién es usted?-La enfrenté

-He venido por ti- Dijo con una sonrisa siniestra.

Una dama sofisticada, con ojos oscuros e intensos como la noche, me observaba con las piernas cruzadas. Su rostro me resultaba conocido, pero no lograba recordar de dónde lo había visto anteriormente.

-¿Por mí?- Pregunté confundida.

-Por supuesto- Se rio, aquella melodía hizo estremecer mi cuerpo.

-¿La conozco?-Traté de indagar.

-No, pero yo a ti sí muy bien-Se levantó del asiento y se detuvo en mi costado- Nos vemos pronto- Me hizo a un lado y se fue.

Calificaría como turbio aquel encuentro, permanecí reflexiva durante al menos 5 minutos cuando percibí unos brazos envolviéndome y sobresalté de repente. No obstante, su fragancia me reconfortó y serenó.

-¿Lograste ver a la mujer que acaba de salir?- Inquirí girándome.

-Preciosa, no queda nadie en el edificio- Me miró confundido.

-¿Será posible?- murmuré.

-¿Cómo dices?- Preguntó tomando mis cosas.

-Hace un momento estaba una mujer sentada en mi escritorio- tomó mi mano.

-No vi a nadie en el ascensor- Comenzamos a caminar- Pero haré que revisen las cámaras- Me guiño un ojo.

-Gracias amor- me sonrió.

René me llevó a nuestro restaurante favorito. Sentí una gran satisfacción al regresar al lugar de siempre, como si estuviéramos rindiendo un tributo al sitio que nos permitió acercarnos.

En los primeros días de mi retorno al apartamento del castaño, experimenté una sensación de nostalgia al percatarme del polvo y las telarañas que se acumulaban entre el sofá y las puertas. Nos llevó tres días limpiar y desechar todo lo que estaba en mal estado en la nevera. Por instrucciones de René, nadie podía mover ni tocar nada en su apartamento hasta que yo regresara. Mentiría si dijera que aquello no me conmovió profundamente, él demostró que confiaba en que regresaría a sus brazos, y así fue.

Flashback

René se estacionó en su lugar habitual, me ayudó con el equipaje y James se acercó a saludarnos con entusiasmo.

-Sr René, Srta. Eva que alegría tenerlos de vuelta-Dijo

-Hola James- Le tendió la mano- ¿Cómo has estado?

-Muy bien señor, siento mucho lo de su madre- Dijo apenado.

-Muchas gracias James- El hombre asintió.

-Hola James, qué gusto verte- dije sonriendo.

-Espero esté muy bien Srta-Me devolvió la sonrisa.

-Muy bien, vamos a que te instales, nos vemos James- dijo el castaño.

Mientras aguardábamos nuestra oportunidad para ascender a la plataforma metálica, una pareja de ancianos risueños se colocó a nuestro costado. La dama sostenía unas flores en sus manos, mientras que su esposo llevaba unos globos. Su aspecto era tan conmovedor que por un instante me visualicé a mí misma y a René en esa situación. Anhelaba poder envejecer con la misma gracia y no perder la esencia de un amor tan puro.

Las puertas se abrieron y les cedimos el paso para que ingresaran primero, expresándonos su gratitud. Mi mirada no se apartaba de la anciana, estaba convencida de que en su juventud debió de ser aún más encantadora de lo que era en ese momento.

-Que tengan buenas noches- Dijo el mayor, saliendo de la mano de su esposa en el piso 7.

-Igualmente- dijimos al unísono.

Una vez que se cerraron las puertas, René me estrechó en un abrazo, me contempló con intensidad y pronunció unas palabras que se grabaron indeleblemente en mi memoria aquella noche.

-Así seremos tú y yo en esta, y las otras vidas- Dejo un beso en mi frente- Te amo mi Hada.

Fin del flashback

Mientras cenabamos en "La Toscana", seguía reflexionando sobre la enigmática mujer de mi oficina. No podía ser fruto de mi imaginación, dado que su aroma y huellas eran completamente tangibles. No descansaría hasta revisar las grabaciones de la cámara de seguridad. René notó mi ensimismamiento e intentó desviarme la atención mencionando nuestra próxima reunión con el abogado. Debía concentrarme por completo en el litigio contra Damián. Este tendría lugar en 5 semanas y el profesional que había contratado para que me representara había estado preparándose desde antes de mi regreso a la ciudad. Marcos Aguilar, un individuo de al menos 40 años, se especializaba en asuntos penales y lograba el éxito en el 90% de los casos. Confiaba plenamente en él.

Nos informó que Damián se había recuperado, sin embargo, sus piernas quedaron completamente inmóviles, por lo que se encontraba en una silla de ruedas. Enfrentarme a él significaba dejar atrás de una vez por todas las adversidades de los últimos 6 meses. Un capítulo llega a su fin para dar paso finalmente a todas las bendiciones que merezco en mi vida.

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Al día siguiente, René irrumpió en mi despacho para llevarme a la sala de seguridad. El espacio había sido ampliado y el personal era distinto, ahora contaba con más computadoras y cámaras de seguridad. Tenía la leve sospecha de que todo aquello era obra del individuo de cabello castaño.

-Hola Johan, espero tengas lo solicitado - dijo René, a penas cruzamos el umbral.

-Hola Sr. Álvarez-Se levantó de su silla- Sí, aquí está- Le dio clic y comenzó a reproducirse un video.

En efecto, una dama irrumpió en mi despacho apenas un minuto después de que yo descendiera a comprar el panecillo. Avanzaron la grabación hasta el instante en que ella culminó su conversación conmigo y se retiró.

-Acerca esa toma- Pidió René.

-Enseguida- dijo Johan.

A medida que acercaba la imagen la situación me llenaba de temor. Ella fijó la mirada en la cámara con una sonrisa inquietante, como si deseara ser reconocida. La situación no auguraba nada bueno, especialmente después de lo que René me reveló de inmediato.

-Es la exesposade Arturo López-René lanzó un puño a la mesa.

-¿QUÉ?- Mi cabeza giró como el exorcista.

-Gracias Johan, podrías enviarme ese material a mi correo por favor- René tomó mi mano llevándome a su oficina.

En silencio, avanzamos por el pasillo hasta llegar a su oficina, donde el ambiente se tornaba tenso. Al llegar a su escritorio, solicitó a su asistente que no lo interrumpiera. Su lenguaje corporal denotaba claramente su incomodidad.

-Ven aquí- me guio hasta el sofá- Eso que viste en el video cambia todos mis planes.

-¿Cómo dices?- Inquirí confundida.

-Esa señora es peligrosa Eva- dijo serio.

-Necesito que me digas que sabes de ella, ya- exigí.

Permanecí durante una hora en su despacho, escuchando cada palabra que compartía conmigo. Cada vez que se refería a esa mujer, mi ser se estremecía. Rebeca Altamiranda provenía de una familia de gran fortuna, con acceso a las mejores instituciones educativas. En su juventud, era considerada una promesa destacada, pero tras casarse con López, cayó en la adicción al alcohol y llegó a intentar quitarse la vida en más de una ocasión debido al trato que recibía de su esposo.

Al enterarse de la situación, sus padres le exigieron que abandonara su matrimonio. Sin embargo, al descubrir que llevaba en su vientre al primogénito de la familia, decidió permanecer junto a Arturo hasta que Javier cumpliera 15 años. Se sacrificó por su hijo, manteniendo las apariencias y un matrimonio que ya no ofrecía más.

Al final, fue ella misma quien decidió poner fin al matrimonio. Su exesposo, al no obtener beneficios de la unión, decidió pelear por la custodia de su hijo alegando la falta de estabilidad emocional de su ex pareja, basándose en sus problemas de alcoholismo y depresión a lo largo de los años juntos. Javier creció inmerso en un entorno de negocios poco éticos con su padre, absorbiendo todas las artimañas que este le enseñó y convirtiéndose en un fiel reflejo de él. La madre de Javier, incapaz de acercarse a su hijo, sufrió una profunda devastación que la llevó finalmente a ser ingresada en un hospital psiquiátrico.

Me encontraba atónita por todos los acontecimientos. René me detalló que toda esa información estaba contenida, en el expediente que el detective privado obtuvo al investigar la vida de Javier al presentar la demanda por sus reiteradas amenazas. Ahora comprendía en parte el comportamiento de él, ya que su madre vivió con resentimiento a lo largo de toda su existencia. Este sentimiento se transmitió a él durante años, y su padre no era el ser afectuoso en el que se podía confiar.

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3 semanas después

Mi rutina se vio alterada por culpa de Rebeca, ya que solo acudía a la oficina de 2 a 3 veces por semana cuando era absolutamente imprescindible, de lo contrario participaba en las reuniones desde mi departamento. Esta situación me generaba frustración y malestar. Hace una semana, al salir de un café frente al edificio de la empresa, me di cuenta de que ella estaba al otro lado de la acera. Salí apresuradamente para enfrentarla, pero desapareció en cuanto intenté acercarme.

Flashback

-Espérame aquí, iré a pagar- Le pedí a Emi, ella se sentó.

Solicitamos una ronda de cafés y galletas para premiar al equipo por su arduo trabajo. Durante la noche anterior, se dedicaron a idear estrategias para abordar un problema con una de las empresas a las que brindamos servicios tecnológicos. El fallo en su sistema de seguridad, aunque breve, permitió a los hackers acceder y sustraer información confidencial.

Ricardo estaba visiblemente exasperado, a pesar de que todo comenzó cuando un empleado de la empresa abrió un archivo infectado. Mediante un virus que se propagaba rápidamente a través de las computadoras, lograron infiltrarse en todo el sistema en cuestión de segundos, complicando aún más la situación.

Regresé molesta a la cafetería y Emi me miró confundida por mi arrebato.

-Te juro que la acabo de ver- Dije desesperada.

-Eva- tomo mis hombros- Mírame, debes calmarte- Yo continuaba balbuceando.

-Dios me voy a volver loca-Ella me abrazó.

-Estoy segura de que eso es lo que quiere ella- dijo consolándome.

Fin del flashback

Hace dos días recibí una misiva de ella por correspondencia, René se encontraba tan exasperado que estuvo a punto de agredir al Sr. López por no tomar ninguna medida respecto a su exesposa. La respuesta que recibió fue escueta: "No me preocupa lo que haga o deje de hacer Rebeca". Las autoridades solo nos aconsejaron permanecer alerta, pero mientras no se presentara una evidencia incriminatoria, no podían intervenir. El sistema resultaba ineficaz, en resumen, no tomarían medidas para protegerme hasta que ella actuara en mi contra.

Me sentía limitada, prisionera de una mujer cuyas verdaderas intenciones no quedaban claras. La sensación de libertad se veía coartada, tanto es así que empecé a padecer de insomnio, un completo infierno. Para no perturbar el sueño de René, acudía al pequeño gimnasio del apartamento a desahogarme golpeando el saco de boxeo, era necesario canalizar mi energía. Una vez exhausta y sin fuerzas, regresaba a la habitación para asearme y finalmente conciliar el sueño.

Holaaa queridos lectores, les dejo el nuevo capítulo de Sin Retorno. Perdonen el retraso, espero lo disfruten y me dejen saber en los comentarios que opinan al respecto de Rebeca. No se olviden de votar.

Por otro lado, quiero comentarles que llegamos a las 3k lecturas y que solo quedan tres capitulos de esta historia, gracias por acompañarme en este lindo viaje, sin ustedes esto no es posible. Con amor, Ale.