Alguien que te aguante
Resumen: Sakusa está enamorado de Atsumu y eso lo ha vuelto inusualmente torpe, sobre todo con las palabras. Aunque tal vez esa torpeza se vea tierna a ojos de Miya y Kiyoomi obtenga justo lo que quiere.
Advertencias: Universo canon. Atsumu y Sakusa están en los Black Jackals. Fluff. Vergüenza ajena. Posible ooc de Sakusa (aunque intenté que fuera lo mínimo).
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¡Maldita sea! ¿¡Cómo podía ser tan idiota?! ¿Qué acababa de decirle?
«Si quieres tomar un buen café, conozco un sitio estupendo. Deberías ir ahí con alguien que te aguante».
—¿Que te aguante? ¿Que te aguante? ¡Que te guste! Eso es lo que debería haber dicho —se lamentaba Sakusa dándose cabezazos contra la pared de las duchas mientras se amarraba la toalla a la cintura dispuesto a salir por fin.
Era la tercera vez que intentaba invitar a Atsumu a tomar un café, y no paraba de pifiarla.
Es que no podía entenderlo. Además de pasar la vergüenza de sonrojarse en cada ocasión que aquel idiota le dedicaba una de sus miraditas, ahora confundía las palabras al hablarle. O peor, no era capaz de enlazar dos ideas seguidas y formular una frase correcta.
¡¿Cuándo se había vuelto tan patético?! ¿Por qué había tenido que enamorarse de ese imbécil? ¿O al menos ser consciente de ello?
Antes de saber lo que sentía, podía interactuar fácilmente con él. Bueno, todo lo posible teniendo en cuenta que Atsumu se pasaba el día entero soltando estupideces que le sacaban de quicio.
Pero es que, ahora, hasta eso le parecía mono de su parte. ¡E incluso se reía con sus bromas!
—Estoy perdido —murmuró caminando hacia su taquilla con la vista fija en el suelo.
—¿Y necesitas ayuda para encontrarte, Omi-kun?
La voz de Atsumu, a su izquierda, le hizo erguirse de repente, sobresaltado, girando la cabeza en su dirección y perdiendo el equilibrio por tan repentino movimiento.
Cerró los ojos, esperando contactar contra el piso, pero el golpe no llegó. Sin embargo, sintió su espalda apoyada en una superficie firme a la par que suave, y un agarre fuerte alrededor de su cuerpo. Al abrirlos, estaba aún de pie, recostado sobre el pecho de Atsumu que, además, le rodeaba con sus brazos.
—Cuidado, Omi-Omi, no sería bueno que te lesionases —susurró demasiado cerca de su oído.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Kiyoomi, desde un pequeño punto bajo su oreja hasta el final de su espalda, erizando el vello de su nuca.
¿Acaso podía ser aquello más vergonzoso y más cliché? ¡Por favor!
Al menos su toalla aún estaba en su sitio, ¿verdad? Dirigió una mirada rápida hacia abajo y respiró aliviado. Solo le faltaba estar completamente desnudo en brazos de Miya.
La zona de su espalda que hacía contacto con el cuerpo del setter comenzó a calentarse, así como el lugar bajo las yemas de Atsumu en su cintura.
«El tacto de sus dedos es agradable», pensó recreándose en la sensación y cerrando sus ojos unos instantes.
El carraspeo del rubio lo sacó inmediatamente de su estado obnubilado, devolviéndole a la vergonzosa realidad en la que aún se encontraba: todavía en brazos de Atsumu, seguro que con una sonrisa boba en la cara y quizá con un problema bajo su toalla.
—Perdona y gracias, Mumu —soltó apresurado, separándose del jugador y girándose para verlo, y con la lengua trabándosele al darse cuenta que Miya no llevaba camiseta.
—¿Mumu? —cuestionó el rubio con una sonrisa burlona—. ¿Es mi nuevo apodo cariñoso?
Sakusa quería morirse. Ahora sí que sí. Que se lo tragase la tierra y lo escupiese al otro lado del mundo, donde fuera, pero lo suficientemente lejos como para no tener que darle la cara a Atsumu después de tan vergonzosa escena.
—¡Atsumu! —gritó—. ¡Dije Atsumu! Es que hablé deprisa y no se me entendió —justificó Sakusa como pudo.
—Vaya, pues qué pena. —Miya hizo un puchero y dio un paso hacia el frente, recortando la escasa distancia con el rematador—. Realmente me habría emocionado que me hubieses puesto un apodo cariñoso, Omi-Omi. Siento que nos haría... más cercanos. —Estiró su mano y sacudió ligeramente el cabello de Sakusa—. Una verdadera pena.
Sakusa tragó duro. Aquel gesto unido a todo lo demás que estaba pasando le había dejado sin palabras.
Y ¿en serio quería que lo llamase por un apodo cariñoso? ¿Podría hacerlo? Bueno, en su cabeza tal vez sí, pero en voz alta... No, nonononono. Nunca. No podría. Definitivamente no podría.
Atsumu no dijo nada más. Le dedicó una mirada traviesa y se metió en las duchas, desapareciendo de la vista de Sakusa que, en ese momento, se dirigió a su taquilla para ponerse por fin la ropa.
Solo deseaba salir de allí y encerrarse en la tranquilidad de su hogar, olvidándose del desastroso día que llevaba, y tal vez haciendo algo de limpieza para calmarse.
Cuando estaba terminando de atarse las zapatillas, el rubio llegó a su lado, dispuesto a vestirse también tras la ducha.
—Omi-kun.
La llamada hizo a Sakusa elevar la vista y fijarla en el setter. Se obligó a concentrarse en su rostro, concretamente en sus ojos, para evitar que los propios se dedicasen a recorrer aquel apolíneo cuerpo que tenía tan cerca.
—Dime.
—Estaba pensando en la relación que tenemos actualmente.
Sakusa le contempló con duda.
—¿Relación?
—Sí. —Se colocó la camiseta y se quitó la toalla para ponerse la ropa interior. Kiyoomi apartó la mirada instantáneamente, volviendo a los cordones de sus zapatillas, desatándolos y anudándolos de nuevo—. Antes creo que no te caía bien. Y ahora... pues no sé si podría decir que me aprecias, pero...
Sakusa esperó unos segundos, sin embargo, Atsumu no continuaba. Cuando percibió que se sentaba junto a él en el banco del vestuario y pudo apreciar por el rabillo del ojo que ya tenía sus pantalones puestos, se giró a mirarlo, encontrándose con los ojos del rubio fijos en él.
—¿Pero...? —se atrevió a preguntar ante el persistente silencio del otro.
—Pero creo que ya me aguantas, ¿cierto?
—¿Te...aguanto? Sí, creo que sí —respondió sin entender a qué venía aquella pregunta.
—Entonces ya puedo pedirte que me acompañes a ese café del que me hablaste antes —sonrió satisfecho, viendo cómo el rostro de Kiyoomi iba pasando de la incomprensión a la certeza.
En un momento Sakusa cayó en la cuenta de a lo que se refería Atsumu, recordando su desafortunado comentario de aquel día: «Deberías ir ahí con alguien que te aguante».
Justo eso era lo que le había dicho.
¿Significaba que le estaba invitando a ir con él? Su corazón se aceleró ante la propuesta.
—Bueno, ¿qué me dices? ¿Me acompañarías? —Sakusa asintió levemente, con un ligero carmín cubriendo sus mejillas, incapaz en ese momento de pronunciar una palabra—. Perfecto —dijo entonces el setter con gesto dulce, terminando de calzarse y cogiendo su bolsa de deporte.
Una vez listos, ambos comenzaron a caminar hacia la puerta y, antes de salir, se cruzaron con Bokuto y Hinata que entraban en ese momento al vestuario.
—Miya-san, Sakusa-san, ¿os vais? —preguntó Shōyō.
—Sí —respondió Atsumu—. Omi-Omi y Mumu tienen planes esta tarde.
Sakusa enrojeció de golpe ante la mirada curiosa de Hinata y Bokuto y la sonrisa traviesa de Atsumu.
Estaba claro que sus días de pasar vergüenza no habían acabado aún.
Pero, ¿tal vez estar más cerca de «su Mumu» lo compensaría? Estaba dispuesto a averiguarlo.
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N/A: Este one shot fue escrito para el evento #LeyWicca del CDLF como respuesta a una petición de Grace GP
Publicado originalmente el 14/11/2021
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