9.
Ambos se casaron cuando Hank tenía 7 meses de embarazo, a la ceremonia sólo asistieron los amigos cercanos de la pareja y la madre del rubio.
Todo fue algo sencillo, clásico, debido al avanzado embarazo del castaño.
Alex había estado días preparando la habitación para sus pequeños, un niño y una niña, Alex amaba la idea de una pequeña nena igual a Hank y un pequeño revoltoso parecido a él, aunque si fuese lo contrario no le molestaba.
Hank se cansaba con mayor facilidad, su barriga había crecido enormemente a partir de los 5 meses y ya no podía moverse con la misma facilidad que antes, además, Alex le había dicho que por su seguridad, Hank no se bañaría solo, ya que, podía resbalar o golpearse por accidente, aunque en el fondo, el castaño sabía que Alex hacía eso para su propio beneficio.
Los días pasaban lentamente, la luna de miel quedó para después, ya que, Alex no quería arriesgarse.
A los 8 meses y medio, Hank despertó a media noche, con un dolor en el bajo de su vientre, ambos habían acordado la cesaria para una semana más pero sus hijos estaban impacientes.
En un comienzo pensó que sólo eran los niños moviéndose, pero luego, cuando sintió que un líquido comenzaba a salir de su cuerpo fue cuando movió a Alex con miedo.
El rubio estaba aún más asustado que él, llamaron a la ambulancia y está llevo luego de unos eternos veinte minutos, Alex no se detuvo a discutir por lo lento que eran los paramédicos.
Al entrar a la sala de parto, Alex no dudo en cambiarse para entrar, sostenía con fuerza la mano de su esposo mientras le ayudaba a no perder el conocimiento por el dolor.
El primer llanto dejo la habitación en un gran silencio por unos segundos.
Ninguno alcanzó a ver al bebé antes de que el siguiente comenzaba a salir.
El segundo llanto se unió al primero y Hank pudo ver como algunas lágrimas caían por las mejillas de su esposo.
La enfermera les acercó a los bebés y Hank fue quien soltó algunas lágrimas en ese momento.
Perfectos. Eso era todo lo que Hank podía pensar al ver a los niños de piel clara en sus brazos.
Luego de besar la frente de cada uno, sintió como la anestesia comenzaba a hacer efecto en su cuerpo.
Despertó en una sala de habitación y por inercia llevó su mano a su vientre soltando un pequeño jadeo al tocar sin querer la herida recién curada.
-no te toques, la enfermera dijo que en unas semanas ya estaría curado- miró hacia Alex y este sostenía a uno de los niños.
-dame a mis bebés- fue lo primero que dijo el castaño, Alex le vio con una sonrisa y acercó al bebé en sus brazos.
-de acuerdo, mamá- acomodó al pequeño en los brazos de su madre- Aquí está nuestro príncipe Oliver.
Hank acarició las recordarás mejillas del niño y este hizo una mueca adorable.
-y aquí, esta nuestra princesa, Anabelle, ella es un poco más tranquila- dijo el rubio dejando a la pequeña en el otra brazo del castaño y se acercó para darle un pequeño beso en la frente a su esposo.
-son preciosos, mis lindos e indefensos niños, son tan perfectos- hablo el castaño sin despegar la vista de los bebés.
-tu eres perfecto, por ello nuestros niños son tan hermosos, porque se parecen a su madre- Hank soltó una pequeña risa y beso los labios de su esposo.
-bueno, su papá también es muy guapo- ambos se sonrieron hasta que la puerta fue abierta.
Charles fue el primero en llegar a la clínica cuando Hank entró en labor de parto, al igual que vio a los bebés apenas habían nacido.
Ahora llevaba muchas bolsitas con regalos para los bebés, luego apareció Warren y Kurt con una pequeña barriga.
El hermano de Alex discutía con el porque quería tomar a la pequeña de los Summers, pero Alex se negaba a soltarla.
Más tarde, Hank se enteraria que nunca había nacido una niña en la familia Summers, de ahí tanta expectación por la beba.
La madre de Alex fue la última en venir, les dijo que se había hecho cargo de todos los gastos y papeleos en la clínica, aunque los jóvenes no querían aceptar, ella les obligó a hacerlo.
Al pasar los días, cinco días para ser exactos, el castaño salió del hospital.
Alex cargaba a Ana mientras que Hank tenía en sus brazos a Oli, apodos dados por su tío Scott.
Al llegar a su hogar, su madre y su hermano esperaban a la joven pareja para ayudarles en caso de necesitar algo.
Alex no quería dejar a su niña en la cuna, Hank supo de inmediato que aquel chico que quisiera acercarse mucho a su nena lo pasaría mal.
Luego de una mini pelea por soltar a su niña, Alex le soltó y dejó arropada, al igual que a su bebé.
Pidieron una pizza para comer y estuvieron charlando de algunas cosas mientras comían, Scott no dejó de burlarse de Alex por lo sobre protector que era con su niña.
Cerca de las 9 de la noche, las visitas se fueron dejando a los recién casados solos.
Hank se dio una ducha y cuando salió del baño no pudo encontrar a su esposo.
Sin tener que buscar mucho, le encontró viendo a sus niños.
-no se irán a ningún lado- hablo el castaño con una sonrisa.
-lo se, pero pienso que estamos muy lejos de ellos y si pasa algo no podría llegar- Alex tomaba las pequeñas manitas de sus pequeños.
-bien... pero luego de un tiempo ellos deben volver a su habitación- Alex le miró sin entender- llevemos sus cunas a nuestra habitación.
Alex sin dudar un segundos más, tomo a uno de sus bebés para dejárselo a Hank mientras el movía las cunas a la habitación.
Esa noche, ambos durmieron abrazados mientras veían a sus bebés descansar a un lado de ellos.
Claro que durmieron sólo un par de horas hasta que los bebés comenzaron a llorar a media noche.
*****
Volví ;D pronto traeré el final de esta linda historia jejeje
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