.- Tú y yo... No somos tan distintos, Jimin.

Yoongi acarició su mejilla con un sentimiento casi parecido a la dulzura, sabía que cuando Jimin se despertara, se sentiría nuevamente abrumado por los recuerdos de lo que había hecho. De lo que le había hecho a su mejor amigo y la manera en cómo la sangre seca en sus prendas tiradas en un rincón de la habitación, eran la muestra más clara de que se había vuelto un monstruo incluso peor que Yoongi.

Sabía que Jimin nunca podría volver a verse en el espejo sin sentir rabia y asco.

Sin embargo, Yoongi conocía el proceso. Sabía que primero venía la repulsión, el auto desprecio y la rabia por haber caído tan bajo; Jimin sólo tenía que terminar de despertar de ese estado catatónico en el que llevaba sumergido desde lo que había hecho y entonces comenzaría a auto flagelarse, culpándose por haber herido a Taehyung... Yoongi no diría en voz alta que el otro se lo merecía, incluso cuando pensaba en ello.

Luego de eso, vendría la aceptación y luego, Jimin se vanagloriaría de lo que había hecho. Entonces, sólo entonces, habría aceptado el monstruo en el que se había convertido y al que Yoongi amaba.

De verdad que amaba.