Capítulo 7.
Jimin se arrastró fuera de la cama mientras comenzaba a recoger su pijama, sentía las piernas entumidas por el dolor, la sangre y el semen secos en sus muslos internos ya no le producían asco alguno mientras observaba de reojo el cuerpo sobre su cama. La piel pálida de Yoongi contrastaba muy bien con las sábanas oscuras que permanecían revueltas luego de la larga sesión de sexo que habían compartido.
¿Cómo habían terminado en eso?
Luego de que Yoongi rompiera a llorar, Jimin había sentido todo su mundo tambalearse, había dudado sobre qué hacer pero al final no había podido evitar rodear con sus brazos el cuerpo tembloroso y lloroso de Yoongi. Él era, a pesar de todo, la única persona por la que sentía una debilidad infinita e inexplicable.
No podía decirle que no, aunque eso lo destruyese un poco cada vez. Incluso, estaba seguro que Yoongi terminaría por reducirlo a cenizas pronto pero no renunciaba a la idea de que, algún día, Suga se daría la vuelta y lo vería.
Lo vería y lo amaría de verdad.
Se colocó con esfuerzo el pantalón del pijama, intentando no tocar las cicatrices en su cintura y muslos, las mismas que Suga había besado durante la noche una y otra vez, en un gesto insólito en él, que siempre prefería el sexo rudo y casi salvaje donde no había espacio para nada romántico o algún tipo de caricias. Lo cierto es que las primeras veces Jimin había llorado, incapaz de lidiar con el dolor y el placer; ahora simplemente se dejaba hacer.
Se dejaba golpear y penetrar sin piedad, sin preparación o lubricante, incluso Yoongi había llegado a utilizar un consolador mientras lo penetraba, desgarrando considerablemente su piel en el proceso. El mayor disfrutaba de verlo sangrar o retorcerse cuando lo ataba demasiado fuerte para tomarlo como quisiera y cuantas veces quisiera. Siempre había sentido que ese tipo de cosas eran incorrectas pero nunca había tenido voz para quejarse.
Así que la noche pasada no fue la excepción: dejó que Yoongi dispusiera de su cuerpo como quisiera y con lo que quisiera.
Movió sus manos ansioso una vez estuvo semi vestido, necesitaba atragantarse con comida o comenzaría a llorar, incapaz de controlar los pensamientos destructivos que inundaban su mente mientras observaba a Yoongi sobre su cama, luego de meses de haberla abandonado.
Luego de esa noche, la noche en que Jimin sintió tanto miedo de él que sintió que nunca podría verlo de nuevo a la cara. La noche que lo había resumido a nada más que unas ansias incontrolables de comer y herirse.
Si no hubiese sido por Kookie...
Algunas veces le resultaba impensable la relación tan estrecha de Jungkook con Yoongi, la dependencia que el uno sentía por el otro, más allá de los celos propios o de Taehyung, siempre se había sentido desplazado por la forma en como Yoongi miraba y cuidaba de Jungkook. Aunque sabía bien que Jungkook era frágil como la porcelana y tan dulce que era imposible no amarlo.
Jimin lo adoraba porque Jungkook, a pesar de todo, había tratado de ayudarlo, de cuidar de él a toda costa. Incluso cuando sus ojos parecían abrumados por la tristeza o cuando sus ataques de pánico lo alejaban de ellos para arrastrarlo en una espiral de drogas o gritos. Estaba tan roto pero se desvivía en ayudar a los demás, que Jimin siempre lo había creído un ángel.
Alguien tan distinto a Yoongi.
Entonces la vio, el revólver brilló ante sus ojos justo sobre la mesa de noche y mientras Yoongi comenzaba a despertar, Jimin se lanzó por él, empuñándolo en sus manos temblorosas mientras pensaba en que era hora de tener respuestas, de que Suga contestara a todas las preguntas que por meses se había hecho sobre ellos.
Le apuntó al pecho, sentándose sobre la cama mientras el mayor se estiraba y alejaba la somnolencia.
Si Yoongi sintió miedo al notar el arma apuntarle, no lo demostró.
.- ¿Dónde está Kookie? – Preguntó, su voz igual de nerviosa que su cuerpo – Dímelo.
Suga ahogó una risa por lo irónico de la situación y se cruzó de brazos, guardando silencio.
.- Voy a dispararte si no me lo dices – amenazó con poca convicción Jimin pero Suga ni se inmutó.
.- Mátame, Jimin... - se alzó de brazos - Poco me importa.
.- Sé que no quieres que te mate – susurró, sus manos tomaban con seguridad el revólver pero seguían temblando considerablemente.
.- ¿Ah, sí? – preguntó divertido - ¿Por qué no lo quiero?
.- Porque si te mato, nadie va a encontrar a Jungkook.
.- Jungkook no me interesa...
.- Jungkook es a quien más amas en el mundo – rebatió con fuerza, sujetando aún más alto el arma, ahora apuntando directamente al pecho de Yoongi – Lo amas más que cualquier cosa, lo sé.
.- No lo hago – Jimin podía leer tras la falsa seguridad del mayor, podía leer tras esas mentiras tan patéticas, lo conocía más de lo que creía.
.- Es tu hermano menor – volvió a rebatir, tembloroso pero seguro – Me lo dijiste una vez, ¿no te acuerdas? Siempre me hablabas de él, de lo mucho que querías protegerlo y que fuese feliz... esa tarde, dijiste que Jungkook era lo único bueno que había pasado en tu vida.
Yoongi fingió bostezar: .- Eso es pasado, tengo cosas mejores.
.- ¡No mientas, maldita sea! – le gritó, Yoongi se sobresaltó pero no se movió – Te vi... Y-yo te vi esa noche, la forma en como lo tomaste contra tu pecho y lloraste... estaba ahí, estaba ahí cuando lo recogiste, cuando gritaste y lloraste con él pegado a tu pecho. La forma en cómo alejaste a todos de su cuerpo, deteniendo la sangre con tus manos. Acariciaste luego su rostro y lo miraste con tanto amor, como si todo el amor del mundo se concentrara en los dedos con los que acariciabas su mejilla... no me mientas, yo te vi.
Entonces Yoongi se movió con agilidad, apoyando la boca del revólver contra su pecho mientras fijaba sus ojos en los de Jimin, que tembló con más fuerza aún pero no retrocedió ni un milímetro, empuñando el arma justo donde los latidos del corazón del mayor resonaban en un eco insonoro.
.- ¿Y qué? – Preguntó bajo, en un tono peligroso, Yoongi – Puedo amarlo, puedo preocuparme, puedo culparme, puedo arrepentirme... de lo que le pasó y de lo que te hice pero, ¿y qué? También lloré por ti, porque eres un imbécil, Park Jimin, y te metes donde no debes... porque obligaste a que te hiriera para que no te mataran y porque Jungkook se vio arrastrado por ti. Porque el maldito perro faldero que llamas mejor amigo le rompió el corazón a mi dulce bebé.
Jimin dejó las lágrimas resbalar por sus regordetas mejillas mientras negaba a las palabras del mayor. No quería creer ninguna de las palabras que Yoongi había pronunciado, no quería volver a preguntarse por lo que había pasado esa noche entre Suga y él, ya bastante tenía con las pesadillas que lo atormentaban a diario, ya bastante tenía con las heridas que no dejaba cerrar en su cuerpo.
.- Jungkook era lo único que he amado en esta vida – le confesó Yoongi, su voz sonando lejana y rota – Desde que era un niño, asustado e indefenso, su madre era una puta y su padre no es más que una basura y él... hasta tú lo adoras...
.- ¿Qué fue lo que le hiciste? – Se animó entonces a preguntar – Anoche dijiste...
.- Jungkookie llegó con nosotros el día que cumplió 8 años – susurró Yoongi, sus ojos mirando más allá de Jimin – Su madre murió de una sobredosis unas horas antes y su padre lo vendió, lo vendió al mismo hombre al que a mí me vendieron... Jungkook era el tipo de niño que muchos hombres disfrutarían, así que lo entrené.
.- Oh, por D... - Jimin se llevó una mano a la boca, cubriendo su expresión horrorizada mientras trataba de calmar los latidos furiosos de su corazón - ¿Q-qué le enseñaste? ¡¿Qué le hiciste?! Y así dices que es... oh... Nunca me dijiste eso, nunca...
Yoongi se alejó, dejándose caer sobre las almohadas: .- Le enseñé lo que debía saber – gruñó en defensa – Lo saqué de ahí apenas fui capaz pero... ¿para qué? Para que el imbécil de tu amigo lo hiriera.
.- Taehyung lo ama, lo adora con toda su vida... él no sería capaz de lastimarlo. ¡Él no le hizo nada! – contratacó Jimin.
.- ¡¿Ah no?! Ve y pregúntale... – Yoongi sonrió, cínico – Yo te herí físicamente miles de veces, Park Jimin pero siempre fui honesto con mis sentimientos... Pero ese cobarde...
.- Tú fuiste de todo menos honesto – golpeó Jimin, su voz sonando rasposa – Lo que hiciste con esas personas, lo que ibas a hacerme... lo que me hiciste – sollozó – Y Taehyung siempre ha cuidado bien de Kookie, lo ama...
.- ¡ÉL TE AMA A TI! ¡Está enamorado de ti y tuvo el descaro de decírselo a Jungkook! ¡Le rompió el corazón! – le gritó, tomando ahora si su muñeca y lanzando lejos el revólver mientras Jimin trataba de reponerse del grito - ¿Qué no te lo ha dicho? ¿Qué no te ha dicho como Jungkook lloró en mis brazos por él? Mi bebé sufrió, lloró tanto, hasta quedarse dormido en mis brazos sin que yo pudiese hacer algo, ni lo más mínimo. Nadie hace llorar a Jungkook sin que se las tenga que ver conmigo...
.- No, no, no...
.- Se suponía que era él, Jimin – siguió hablando, retorciendo con fuerza la muñeca del menor que sólo negaba, en shock – Quien debía ir esa noche era él, Taehyung y no tú... Pero eres un metiche de mierda y ya era muy tarde cuando me di cuenta. Yo les ordené matar al chico, y el chico resultaste ser tú ¿y sabes qué pensé? Que lo mejor era cobrármelo contigo porque eras tú... tú eras la causa de que mi bebé llorara.
Jimin trató de alejarse, golpeando con su mano libre el hombro duro de Yoongi mientras se atragantaba con las lágrimas.
.- Incluso aunque yo te amara – siguió gruñendo Yoongi – Incluso aunque eras la otra persona que más me importara en el mundo... Jungkook lloró debido a ti y pagaste por ello.
Y esa era la peor sentencia de todas, comprobó Jimin.
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