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Capítulo 4.-

Yoongi quería silencio.

Así que sólo tuvo que gritar "¡fuera!" dos veces antes de que todos los chicos en el gimnasio se apresurasen a salir de ahí. A veces agradecía el miedo que le tenían, otras veces, sólo conseguía sentirse más solo. Es tarde, los sentimientos eran encontrados. 

Por un lado, necesitaba estar solo y pensar pero la sensación de vacío en la boca de su estómago era molesta y quería gritar debido a ello.

Solo, Yoongi odiaba la soledad.

Siempre había tenido a Jungkook para sortearla juntos, haciéndose compañía en las noches de frío mientras ambos se acurrucaban debajo de un trozo de cartón y observaban el crepitar de las llamas que salían del contenedor de basura. Las demás personas nunca los dejaban acercarse a recibir calor ni los alimentaban o escuchaban, así que siempre había dependido uno del otro.

Se cuidaban mutuamente.

O por lo menos, lo hacían.

Hasta esa noche, la noche en la que Jungkook arriesgó todo lo que tenía y creía por nada. Yoongi había querido golpearlo con tanta fuerza como para matarlo pero al mismo tiempo, había querido abrazarlo contra su pecho porque era como su hermano menor y sin él se sentía vacío. Jungkook era una de las dos personas que necesitaba para vivir.

Y ambas las había perdido en el mismo momento.

Estampó su puño contra la bolsa de boxeo mientras recordaba los pedidos de ayuda de su dongsaeng, sus ojos brillantes mientras hablaba de algo que no entendía pero que Yoongi entendía a la perfección. No había podido evitar sentirse culpable luego de que Jungkook se marchara, sintiendo que siempre debió decirle la verdad y ahorrarle todo ese dolor... a él y a Jimin.

Jimin... golpeó con más fuerza la bolsa, sintiendo que todo el peso caí sobre él al pensar en su ex novio.

Nunca había sido justo con Jimin y tal vez Taehyung tenía algo de razón en odiarlo, Yoongi se odiaba un poco debido a todo lo que había sucedido con el chico de mejillas regordetas. Había arruinado la vida del menor desde que lo había conocido y nunca se había detenido a pensar realmente el daño que estaba causando en Jimin hasta que Jungkook llegó a su apartamento llorando.

Al ver a Jungkook llorando aquella tarde mientras hablaba de Taehyung y Jimin, Yoongi entendió que lo único que había hecho era destruir las vidas de las personas que le rodeaban y ahora, eso repercutía en la única persona que sentía como su familia. Había querido consolar a Jungkook pero se encontró pensando en cada cosa hiriente que le había hecho a su novio durante todo ese tiempo.

Las mentiras.

Los gritos.

Los engaños.

El sexo bizarro.

¿Cómo había podido hacerle todo eso a alguien que decía amar? Y más allá, ¿cómo Jimin había podido soportar cada cosa que había hecho o dicho durante esos largos años en los que estuvieron juntos? Los reclamos, las discusiones y los llantos de Jimin nunca despertaron en él más que unas ansias incontrolables de dominar al menor, de someterlo a él.

Y cuando lo consiguió, se dio cuenta que nunca había querido realmente hacerlo.

Jimin hubiese sido más feliz con Taehyung, hubiese tenido una oportunidad real de serlo si él no se hubiese metido en su camino. Y Jungkook... Jungkook jamás habría soñado tan alto para luego estrellarse con tanta fuerza, si nunca hubiese creído que la vida podría darle otra oportunidad, Jungkook no hubiese estado a punto de morir.

Y entonces, si Jungkook no hubiese amado nunca a Taehyung... seguiría a su lado, sonriendo para él, cuidando de sus resfriados y sus miedos. Seguiría siendo su Jungkookie.

Yoongi debió pararlo todo antes de que se saliera de control.

Porque no había nada que Yoongi apreciara más que el control y lo había mandado al carajo cuando conoció al tierno Jiminnie, que sonreía por todo y se sonrojaba cuando le hablaba. Nunca había pensado seriamente en que el pequeño adolescente también tenía sentimientos y que no debía jugar con ellos, como si no valieran nada. Pero... es que no valían nada.

No hasta que lo perdió.

.- ¡Hey, Suga!

Yoongi suspiró mientras dejaba de golpear el saco de boxeo y se giraba para recibir con una mirada fría a las tres figuras que avanzaban por el gimnasio hacia él. Los tres iban de negro y sus imponentes alturas hubiesen intimidado a cualquiera pero él era Min Yoongi y hacía falta mucho más que eso para asustarlo.

.- Llegan tarde – fue su saludó antes de comenzar a desatar las vendas de sus manos – Pensé que habías aprendido de puntualidad, Jackson.

.- Pensé que estabas listo – habló el nombrado, mostrando sus dientes blancos al sonreír mientras se detenían a sólo unos metros - ¿O caso irás vestido como colegiala?

Yoongi quiso virar los ojos debido al comentario estúpido pero sólo se limitó a fijar sus ojos en el hombre de la mitad, su cabello había vuelto a un tono oscuro, tan diferente del rosa de hace unos meses. Namjoon le sostuvo la mirada sin ningún tipo de expresión en su rostro, las cosas habían cambiado drásticamente entre ambos tras aquella noche. Sin embargo, los otros dos chicos no parecieron notar el ambiente tenso que se dio entre él y Namjoon.

.- Muévete, Suga – volvió a hablar Jackson, ahora más serio que antes – Hemos estado siguiendo al objetivo por días, conocemos su horario pero tampoco tenemos todo el tiempo del mundo. Ni para que te pongas a jugar a la casita de muñecas.

Yoongi suspiró antes de avanzar hacia los casilleros junto al ring de boxeo y sacar de uno una chaqueta de cuero negra y una camisa del mismo color. Se cambió en un dos por tres bajo la atenta mirada de los tres hombres. Cuando tomó del fondo del casillero la cadena de metal pesado y grueso, junto a la mascarilla donde una sonrisa maníaca aparecía, Yoongi se sintió pesado.

Tal vez, tal vez si le hubiese dicho la verdad a Jungkook...

.- Lleva el arma – la voz gruesa de Namjoon rompió el silencio del gimnasio y el curso de sus pensamientos – Hoy no haremos trabajo previo, iremos directamente a por el cabrón.

Yoongi asintió antes de dejar caer la cadena, que resonó en un chillido metálico, y tomar la pistola 9 milímetros que se escondía tras una pila de ropa. Él no era nadie para refutar los métodos en los que trabajaban pero si lo fuera tal vez hubiese podido salvar a Jimin y Jungkook esa noche.

Ya era muy tarde para arrepentirse.

Taehyung se volvió loco.

Había decidido faltar al trabajo esa tarde, esperanzado en que Jungkook regresase al apartamento en algún momento pero durante las horas que estuvo sentado en la sala, con los ojos fijos en la puerta, nada se escuchó en el lugar más allá de su respiración. La opresión en su pecho se acrecentó con cada segundo que pasaba y el menor no aparecía.

¿Cómo no se dio cuenta?

¿Tan ciego estaba respecto a su novio?

Taehyung había entendido hace mucho tiempo que no podía pedirle a Jungkook el ser un chico normal, que su novio nunca podría serlo porque la vida que había vivido no se lo permitía. Las cosas que había visto, que había hecho... lo que le habían hecho; Taehyung todavía no sabía ni la mitad de los secretos que Jungkook aguardaba en su interior después de tanto sufrimiento.

Entenderlo siempre había sido su mayor deseo.

Ahora, verlo entrar por esa puerta era algo a lo que se aferraba como una tabla de salvación pero cuando los primeros rayos del sol se comenzaron a filtrar, Taehyung se dio cuenta que no volvería. 

Se dio cuenta que había pasado casi diez horas sentado en la misma posición, esperando a alguien que había escapado hace mucho. ¿Qué había hecho para que Jungkook huyera de esa forma?

¿Se había cansado de él y sus normas? ¿Se había hartado de fingir ser algo que no era? Taehyung no dejaba de hacerse preguntas, una tras otra mientras trataba de tomar una decisión de cómo buscar a su novio. No podía dejar que Jungkook se marchara así como así, con su corazón en su bolsillo y sus sueños en el otro. ¿Qué era Taehyung sin su novio?

De pronto, la respuesta llegó como una ráfaga.

Se levantó de un salto, a penas la luz de un nuevo día colándose a la sala y salió de ahí. Iría a buscar respuestas, necesitaba saber qué Jungkook estaba bien, que la decisión que había tomado la había elegido solo y porque eso deseaba. Necesitaba verlo y escucharlo una vez más.

Y sabía que las respuestas sólo podía dárselas Min Yoongi. 

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