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Capítulo 2.-

.- Largo – Yoongi le jaló por el antebrazo hacia el callejón detrás del gimnasio, donde le empujó contra la fría pared de cemente, sin nada de delicadeza – Vete de aquí antes de que tengamos un problema, Jungkook.

Jungkook negó mientras luchaba por zafarse del agarre del mayor sobre su brazo, consiguiendo en cambio que Yoongi presionara su cuerpo contra el suyo, aprisionándole la garganta con su brazo y restringiéndole el paso del aire. 

Pero al ver tan cerca el rostro del mayor y sentir la falta de aire incrementarse a medida que la fuerza aplicada en su cuello aumentaba, los recuerdos de esa noche volvieron, le golpearon justo en el pecho y provocaron que se doblara en sí mismo, alejando de un empujón a Yoongi y acurrucándose en sus propios brazos mientras temblaba.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos mientras trataba de alejarse del mayor, buscando una vía de escape al encierro al que el cuerpo de Yoongi lo sometía. Situaciones como esas no le atemorizaban desde que tenía ocho años y Yoongi le enseñó que los golpes eran sólo una manera más de comunicarse. No había sentido ese miedo desde que su padre le echó a la calle por primera vez, no sentía miedo desde Yoongi alejó el frío con un abrazo, la primera vez que se vieron. 

Siempre se había sentido protegido junto al mayor pero ahora...

.- Vete de aquí, Jungkook – fue todo lo que dijo Yoongi, retrocediendo unos pasos del menor, que aún se abrazaba con fuerza – Sólo vete.

Jungkook sacudió la cabeza, tratando de alejar las imágenes que provocaban en su cuerpo sensaciones desagradables. Haciendo acopio de todo el autocontrol que durante años había reunido, se levantó y clavó sus oscuros ojos en los de Yoongi, que era unos centímetros más bajo que él. 

Ahogó en su interior todas las palabras que quería decirle al mayor y volvió a sacudir su cabeza, como si quisiera alejarlas de él definitivamente.

.- Dijiste que me ayudarías – fue todo lo que respondió, tratando de mantenerse firme – Me prometiste que me ayudarías.

.- ¡Ya no eres un niño ni tienes quince años! – Gruñó Yoongi – Además, no quiero problemas con tu noviecito.

El recuerdo de Taehyung provocó en Jungkook arcadas.

.- Mi noviecito ya no lo es más – espetó, su voz sonando fría y cortante – Se acabó.

.- ¿Y eso ya lo sabe él?

Yoongi se cruzó de brazos y le miró con una sonrisa sarcástica, esa que Jungkook odiaba tanto y que muchas veces había intento borrar a punta de puñetazos. Sin embargo, para ese momento ya no tenía fuerzas con las que golpear a Yoongi y obligarlo a que no le mirara así, como si siguiera siendo el niño de 8 años desvalido y hambriento que había sido.

Porque ya no lo era, no volvería a serlo. 

.- Dudo que le importe si aparezco o no – gruñó Jungkook, queriendo evitar el tema – Hace mucho que no le importa, además, él no tiene potestad para buscarme.

.- Pero tu padre sí...

.- No metas a ese hombre en esto – soltó a la defensiva el menor, su cuerpo crispándose por completo ante la simple mención.

.- Tu noviecito obligará a tu padre a buscarte, sabe cómo hacerlo – desvió el tema Yoongi, queriendo evitar una situación más vergonzosa – Y no quiero a tu padre metido en mis asuntos.

.- Mi padre es un hijo de puta a quien no le importo – respondió Jungkook, alzándose de brazos – Y estoy seguro de que Taehyung no hará nada.

Yoongi se quedó en silencio, observando el rostro encantador pero endurecido de Jungkook. No había cambiado mucho con el paso de los años, su rostro seguía conservando aquel aire infantil y adorable que muchas veces les había sido de ayuda para conseguir comida o ser perdonados por adorables ajummas a quienes les robaban los bolsos. 

Sin embargo, había algo oscuro escondido en su expresión, en su sonrisa de conejo y en sus vívidos ojos.

.- Te ayudé anoche cuando ese hombre quería matarte – respondió seco – No moveré ni un solo dedo más, Jungkook.

Un silencio retador se instauró entre los dos y Yoongi se preparó mentalmente para el momento en que Jungkook saltara sobre él y comenzara a golpearlo. Jamás se arrepentiría de haberle enseñado a Jungkook a defenderse, aun cuando algunas veces utilizara esos conocimientos y su fuerza contra él. Sin embargo, Jungkook no se movió ni un milímetro y su respiración se acompasó casi rítmicamente.

.- Se me olvido que tú no cumples tus promesas, Yoongi.

.- ¡No me digas así! – soltó ofuscado, si Jungkook había querido herirlo, lo había conseguido con creces... con una sola frase.

.- ¿Por qué no? Te he dicho así toda la vida y ¿ahora no puedo? – Jungkook sonrió con suavidad, apenas y estirando las comisuras de sus labios - No tendrá algo que ver con Jiminnie, ¿verdad?Acaso... ¿ya no permites que tu hermano menor te llame Yoongi sólo por tu ex novio? Siempre dijiste que yo era más importante.

.- Jódete Jungkook.

La sonrisa en el rostro adorable de Jungkook se incrementó, una sonrisa de conejo pero que ocultaba más, la ruina y el sarcasmo acechaban ahí: .- No te preocupes, ya lo estoy.

Y se marchó.

Yoongi quiso detenerlo, tuvo el impulso poco sensato de gritar su nombre mientras lo veía salir por el callejón a la calle principal, observando la espalda cubierta por la chamarra negra que le regaló cuando cumplió 18 años y su cabello desordenado. Quiso detenerlo pero no lo hizo y cuando Jungkook giró en la esquina izquierda y se confundió con las personas de la capital, Yoongi regresó dentro del gimnasio.

Dentro, para su no grata sorpresa, un tumulto de chicos permanecía sin hacer nada. Sea donde sea que sus ojos se posasen, Yoongi traía a su cabeza recuerdos de cuánto tiempo, dinero y esfuerzo les costó montar el pequeño garaje industrial que ahora entrenaba a chicos para peleas callejeras y batallas de baile, ocultaba ciertas cosas pero al mismo tiempo, era también el refugio de muchos de sus sueños de niños. 

Sueños que en un momento compartió con Jungkook, que construyeron durante muchas noches, sus cuerpos frágiles sosteniéndose apenas.

El gimnasio era algo que él y Jungkook soñaron por años pero que tras lo sucedido meses atrás, Jungkook se vio forzado a abandonar, Yoongi no le había puesto resistencia y eso había resentido aún más su relación. Lo que Yoongi nunca le dijo al menor era que no lo necesitaba en el gimnasio porque la presencia de Jungkook estaba en cada rincón del lugar. 

Los recuerdos eran sobrecogedores y no eran recuerdos sólo con Jungkook sino con otras personas que ya no era agradable traer desde el olvido, a lo mejor, ahora el menor también se agregaba a esa lista. Aunque esa sola idea parecía quemarle el pecho.

.- Hey, Suga – el llamado agradable lo sobresaltó un poco pero lo disimuló para girarse y encontrarse con uno de los chicos que entrenaban a los novatos en el baile, que le sonreía mostrando sus dientes bancos y brillantes.

.- Dime, Lay.

.- Te está buscando un adorable chico de mejillas abultadas y ojos chiquitos, es como un adorable osito – señaló risueño el más alto y Yoongi quiso preguntar más pero antes de poder hacerlo apareció en su campo de visión el chico de quien hablaba Lay.

Park Jimin.

El aire se le cortó de golpe como la primera vez que lo vio, cuando era sólo un estudiante de instituto demasiado curioso y encantador. Cuatro años después de haberlo visto por primera vez y seguía sintiéndose en una nube cada vez que se detenía frente a él y es que siempre sentía que el mundo podía acabarse sin que le importara nada más que tenerlo frente a él. Sin embargo, muchas cosas habían pasado en esos cuatro años y ya no podía mirarlo como algo más que un sol inalcanzable porque se consumió al tenerlo tan cerca y amarlo tan poco.

.- ¿Qué haces aquí? – fue lo único que consiguió decir, sintiendo su propia voz algo lejano.

Jimin ladeó la cabeza y sonrió: .- Hola, Yoongi. Yo estoy bien y ¿tú?

.- No me llames así, aquí soy Suga – le gruñó, de pronto una rabia apenas controlable le oprimió el pecho mientras quería borrar a toda costa la sonrisa que le dedicaba - Siempre he sido Suga.

Jimin asintió, sin mucho ánimo de rebatirle.

.- Te lo preguntaré sólo una vez más, ¿qué haces aquí, Park?

.- ¿Ahora soy Park? ¿Ya no soy Jiminnie? – Jimin sonrió más grande, casi risueño y provocando que sus mejillas regordetas volvieran sus dos ojos unas finas líneas adorables que provocaban en él, el deseo de pellizcarlas pero lo único que hizo fue cruzare de brazos.

.- Jimin... - cedió.

.- He venido a hablar contigo – la sonrisa desapareció pero el brillo particular que el menor siempre había tenido seguía ahí – De Jungkook...

Yoongi suspiró y se dio media vuelta, no quería que nadie del gimnasio escuchara esa conversación ni vieran a Jimin con mucha atención, que se dieran cuenta de quién era en realidad. A pesar del rostro regordete, del cuerpo más ancho y del estilo tan diferente, Yoongi sabía que ahí estaba el encanto particular que Jimin siempre había tenido, el encanto que cualquier podría reconocer.

.- ¿Qué sucede con Jungkook? – fue lo que preguntó una vez estuvieron lo suficientemente lejos de los chicos del gimnasio – No sé nada de Jungkook desde que el idiota de Taehyung le prohibió verme.

.- ¿Y crees que voy a creer semejante mentira, Yoongi? – rebatió Jimin mientras sacaba de alguno de sus bolsillo una barra de chocolate.

.- No me digas así y deja de comer – le gruñó, arrebatándole el dulce con fuerza.

Jimin retrocedió un paso, sorprendido por lo agresivo del gesto.

.- Eres una bola de grasa, Jimin – le espetó con crueldad y dureza, provocando en el menor una expresión indescifrable – Nadie va a quererte si sigues así.

El silencio entre los dos fue intenso mientras Jimin luchaba contra las ganas de llorar y gritar, la necesidad de comer se incrementó en cuestión de segundos mientras los ojos fríos y calculadores de Yoongi seguían clavados en los suyos. Y pensar que tiempo atrás esa mirada le provocaba de todo menos miedo y tristeza.

.- Hoseok me querrá – la respuesta brotó sola de sus labios y el rostro de Yoongi se transformó por completo.

La mano de Yoongi se levantó de forma automática y los ojos de Jimin se abrieron producto de la sorpresa mientras se encogía ligeramente. ¿Iba a golpearlo? Yoongi podía ser todo lo que los demás dijeran pero jamás le había puesto una mano encima, ni siquiera había insinuado o intentado hacerlo. ¿Realmente iba a hacerlo ahora?

.- Yo de ti bajo esa mano, Suga – la voz tras ellos sonó amable, casi afectiva.

.- ¿Qué haces aquí, Hoseok? – gruñó, su voz sonando unos decibeles más bajos de lo normal.

.- Espero a mi novio – fue una respuesta afable y casi burlona.

Entonces Yoongi se giró, encarando al pelinegro de grande sonrisa que le miraba con la cabeza ligeramente ladeada. Quiso golpearlo hasta que desapareciera, que se volviera polvo bajo sus golpes y nunca más volviera a osar reírse de él. Que nunca volviera a cruzarse en su camino, si era necesario.

.- Que gran amigo eres, Hoseok – le dijo mientras se forzaba a sonreír – Eso de cuidar a los ex novios de tus mejores amigos se te da muy bien, ¿no?

.- Bastante – respondió sin dejarse intimidar mientras ahora sorteaba el cuerpo de Yoongi y tomaba a Jimin entre sus brazos, abrazándolo por la cintura – ¿No era eso lo que querías, hyung?

Yoongi asintió, tratando de no mostrarse enfadado ante la imagen: .- Por supuesto pero pensé que ahora que Taehyung está soltero, te irías corriendo tras él... ya sabes, como siempre haces. Oh, espera... últimamente andas detrás del culo de Kook, ¿no? - se alzó de hombros sin mayor interés - A fin de cuentas, están solteros los dos. 

.- ¿Qué has dicho? – fue Jimin el que se sobresaltó, mirándolo alarmado pero sin zafarse del abrazo apretado que Hoseok mantenía - ¿De dónde has sacado eso? ¡Dímelo!

.- Tenías razón, Park – le espetó, como si escupiera veneno sobre su cara – Hablé con Jungkook hace poco y ¿sabes qué me dijo? Que se cansó de tu lindo amiguito – su voz brotó sola, casi en automático – Jungkook está harto de Taehyung, de sus expectativas, de todo lo que le pide. A lo mejor nunca estuvo enamorado.

.- Estás mintiendo – Jimin se removió, casi herido por las palabras de Yoongi – Mientes, lo haces...

.- Jimin – susurró Hoseok, tratando de tenerlo quieto pero Jimin negó, adelantándose hasta Yoongi, sus ojos fijos en los del mayor.

.- Mientes – volvió a repetir, casi en tono suplicante.

.- ¿Por qué lo haría?

.- Porque Jungkook no es como tú.

La señora Kim le saludó como todas las tardes, alzando su taza de café caliente que tenía escrito en la parte delantera un amigable "No hay nada más rico que el café" y que a Jungkook siempre le había causado una sensación agradable en la boca del estómago, casi como hogareña. Aunque claro, Jungkook nunca había sabido lo que era un hogar, no hasta que Taehyung llegó a su vida.

Taehyung.

El nombre tenía un sabor metálico en su boca y producida en él corrientes poco agradables. Había hecho y ocultado tanto del mayor que sentía ya un pecado el sólo mencionar su nombre o pensar en la oportunidad de tener una vida a su lado. ¿Cómo podía ser merecedor de ello? Jungkook, que lo único que conocía era el dolor y el abandono, ¿cómo podía merecer algo diferente?

Así que se sentó en el último computador de la biblioteca municipal e ingreso a su correo electrónico, ese que había creado cuando entró al instituto por pedido de Taehyung y al matricularse le solicitaron. 

Nunca había usado un computador hasta hace poco y sus habilidades seguían siendo casi nulas al respecto.

Sin embargo, ya podía enviar mensajes de correo sin problema. Así que abrió su bandeja de mensajes y dio clic en "nuevo mensaje". El correo de Taehyung le apareció como recomendado y sin pensar demasiado, escribió el mensaje.

"No tendrás que volver a preocuparte por mí. 

Te amo, siempre."

Y sin pensar en nada más que en la sonrisa rectangular de Taehyung, pulsó enviar. 

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