Capítulo 17.-
Jungkook algunas veces se arrepentía de sus decisiones.
Algunas veces, mientras se deslizaba entre las sábanas y dejaba que el suave calor hogareño le envolviese, se preguntaba qué estaría haciendo de haberse quedado en Seúl, junto a Taehyung. ¿Estaría estudiando o trabajando junto a su novio? Siempre había sabido que la universidad era un tema delicado para el mayor, quien trabajaba hasta el agotamiento para poder mantenerlos, enviar dinero a su madre y pagar su propia carrera.
Eso, hasta que Taehyung decidió hacer un lado su universidad y aunque Jungkook había escuchado varias veces la excusa de no tener tiempo debido a sus empleos, sabía bien del fondo secreto que su novio había creado para poder pagar su universidad en algún momento, confiando en Jungkook incluso cuando ni él mismo creía en lo podría lograr.
¿Taehyung habría regresado a clases? ¿Habría utilizado ese dinero ya? Con ese dinero no necesitaba tener más turnos extras, ni dejar de dormir tantas horas como antes.
Sin él siendo una carga, Taehyung podría ser libre.
Dar respuesta a esas preguntas le llevaba a la pregunta más difícil de todas: ¿Taehyung ya le habría dejado ir?
Porque algunas veces, mientras pensaba en las decisiones que había tomado, Jungkook no podía evitar pensar en cuánto le tomó a Taehyung olvidarlo, en correr a los brazos de Jimin y ser feliz. Tan feliz como nunca fue a su lado. Y las respuestas que se daba a sí mismo sobre ello resultaban dolorosas, causantes de sus lágrimas mientras se maldecía a sí mismo porque descubría, una vez más, que Taehyung seguía tatuado en su ser de forma indeleble y que no podría nunca sacarlo de su sistema.
Porque siempre sería Taehyung.
Porque había sido él quien le permitió volar y Jungkook no conocía (ni quería conocer) otra forma de hacerlo que no fuese a su lado.
Sin embargo, era más fácil repetirse una y otra vez que había hecho lo correcto, que dejar el camino libre para que Taehyung viviese y amase como quisiese era lo único que él podría ofrecerle en realidad. Jimin era la opción correcta. ¿Jimin lo habría aceptado ya o seguiría encaprichado con Suga? Al final, Taehyung era para Jimin, la única salvación que tenía del infierno personal que significaba Min Yoongi.
Yoongi...
Pensar en él le provocaba un dolor que se acrecentaba con los minutos en la boca del estómago, porque las emociones eran contradictorias cada vez que visitaba sus memorias con quien había sido su mejor amigo, su hermano mayor y la única persona en el mundo a quien nunca le temería, quien nunca le fallaría.
Hasta que le falló.
Hasta que Yoongi puso su propio ego y orgullo por encima del amor que decía sentir por él. Jungkook había luchado con el pánico, con la rabia y el asco que le produjo volver a mirarle a los ojos tras aquella noche, tras escuchar sus órdenes carentes de afecto hacia él o Jimin. Había sido Yoongi, con sus irredimibles ansias de ser quien tuviese la última palabra, quien lo condenó por siempre.
Y aún así, Jungkook lo amaba profundamente.
Porque era su hermano y porque sabía que, en el fondo, no era más que un niño asustado igual que él.
Sus ojos vagaron entonces por la oscura habitación que se había vuelto su refugio desde su llegada allí. Su mirada se detuvo en todos aquellos pequeños detalles que le llevaban a preguntarse cómo habrían sido los días de infancia de Taehyung en ese lugar, cómo habría sonado su risa y cuáles habrían sido los sueños que le mantuvieron a flote en lo que, sabía bien, habían sido años solitarios y tristes.
.- Fuiste mi cuento de hadas... - susurró entonces para la fotografía de Taehyung que había colocado cerca a la cama, en un lugar donde podría verla cada momento, la sonrisa brillante del hombre que amaba sólo para él – Ojalá hubiese podido ser el tuyo.
Si, alguna vez Jungkook se arrepentía, deseaba ser egoísta.
Algunas veces, como esa, deseaba tener la fuerza suficiente para regresar sobre sus pasos, demostrarles a todos cómo había cambiado, que nunca más deberían mirarlo con pena porque Jungkook renacía de las cenizas y merecía, más que cualquier, estar junto a Kim Taehyung.
Soñaba entonces con regresar y no volver a dejar el lado de Taehyung nunca más.
Sí Jin no lo asesinaba era por una mera cuestión de principios.
Eso es lo único de lo que Yoongi tuvo certeza durante todo el camino de regreso a casa, sus manos cerradas con fuerza sobre el mango de la motocicleta, pensando en qué debían de hacer ahora que todo había salido a la luz, ahora que Seokjin conocía lo que había ordenado aquella noche y que, siempre supo, iba en contra de los intereses del mayor. Sí, Jin había decidido no matarlo, pero siempre habría un castigo y el suyo era una orden retumbando en su cabeza.
La última orden.
"Has utilizado a mis hombres de una forma en la que nunca lo he permitido, has roto toda la lealtad que alguna vez deposité en ti y fuiste más allá, lastimando personas que no tenían nada que ver con nuestra organización para tus fines personales.
Min Yoongi, por simple respeto a los años trabajando para mí y por todo lo que Jungkook lastimosamente te quiere, lárgate de la ciudad y no mires atrás.
Y llévate a Park Jimin contigo."
Yoongi no tenía a dónde ir y sabía que llevarse consigo a Jimin representaba más que una sola dificultad: Jimin y él realmente no se entendían, se hacían daño constantemente y de una forma que pocos podrían manejar. Eran una herida sangrante en el pecho del otro, habían sido así siempre y lo seguirían siendo. Yoongi lo sabía mejor que nadie porque el amor que Jimin conocía, la forma de amor que tenía, era aquella que Yoongi le había ensañado.
Eran monstruos sedientos de un amor que sólo sabía a muerte.
¿Qué pasaría con los padres de Jimin? ¿Cómo explicar que su hijo no sólo había perdido la mente, sino que debía huir lejos de la ciudad? Ni siquiera tenía seguridad de cómo afrontaría el momento en que Jimin volviese en sí mismo, dándose cuenta de aquellos actos deplorables que había cometido contra alguien que siempre le brindó una sonrisa y a quien predicaba querer como a un hermano menor.
Tendría que explicarle más de lo que estaba dispuesto a decir.
Además de...
.- ¿A dónde se supone que iré sin ti, Kookie?
La pregunta flotó en el airea mientras sus ojos mantienen fijos en la fachada del lugar que tanto esfuerzo le costó a él y Jungkook. Es lo único que ronda en su mente mientras piensa en Jungkook lejos de él, de su abrazo protector y su amor. Porque no soporta la idea de marcharse lejos sin la única persona que siempre estuvo ahí.
Pero Jungkook ya no está.
Sólo entonces era capaz de ver con claridad que fue él, sólo él y sus ansias de vengarse de algo que no le correspondía, quien había dañado tan profundamente a quien amaba como su hermano menor. Porque la verdad resultaba ser dolorosa, asfixiante y algo con lo que Yoongi no quisiera lidiar nunca.
Fuiste igual a Kim Taehyung... le diste amor para luego darle muerte.
Porque eres la muerte misma, Min Yoongi.
Todo lo que tocas, todo lo que amas... todo muere.
Taehyung se preguntó sí sería capaz de volver a casa por sus cosas.
Sin embargo, la idea de regresar al apartamento que tantos recuerdos guardó de Jungkook le provoca más de un escalofrío. Todo en aquel lugar era una prueba de aquello tan valioso que tuvo a la mano y que, por causa de su incapacidad de ver las cosas, perdió. Nunca sería capaz de volver ahí, no sin sentir que moriría en el intento.
Así que se despidió mentalmente de cada cosa, de cada fotografía en la que la sonrisa del amor de su vida podría estar plasmada, de cada regalo o detalle que entre ambos consiguieron y fueron acomodando por los rincones del lugar que quisieron llamar hogar. Se despidió de todo lo que amó porque ya no tenía fuerzas para hacerlo más.
Amar sonaba imposible ya.
.- ¿Estás seguro? – Hoseok no se movió en ningún momento del marco de la puerta, observándolo en silencio mientras se movía con dificultad por la habitación en la que se había escondido por ya demasiado tiempo - Jin ha dicho que Jimin se irá con Yoongi, así que sí se trata de no encontrártelo...
Jimin...
Lo que menos le interesaba era Jimin, su mejor amigo ya estaba muerto para él y Taehyung ya no encontraba nada dentro de sí mismo que tuviese un resquicio de amor por el mayor, todo sumergido en la oscuridad con la que había teñido los recuerdos de aquel traumático episodio que marco una ruptura definitiva en su amistad.
Jimin lo había lastimado y Taehyung estaba seguro, de que él también lo había herido.
.- Se trata de que ya no tengo una vida, Hoseok – respondió con voz apagada, sus ojos fijos en la maleta que había comenzado a armar y que no tenía más que un poco de ropa que Jin le regaló y la carta de Jungkook - Mi vida entera se resumía a huir de todo y todos, lo único certero siempre fue mi amor por Jungkook y la presencia de Jimin.
.- Pero...
.- Ya ni siquiera sé qué siento, ¿lo amo o se trata la necesidad que dejó en mí? – continuó hablando para sí mismo, sacando en voz alta todo lo que se acumulaba en su cabeza - En todo caso, él no está y yo no debo esperarlo, él mismo dijo eso en su carta. Que no esperase en vano por él, porque nunca volvería. Y Jimin... sé que fue mi error, que sólo quería aferrarme a eso que se supone me había arrebatado a mi novio y no fui capaz de ver que fui yo, Hoseok... yo siempre he sido el error.
A Hoseok le sabe mal la forma en cómo habla, en cómo luce; incluso cuando nunca ha dejado la idea de que Taehyung le brindo un amor injusto a Jungkook. Ninguno de los dos merecía el destino que tuvo y hay algo dentro de sí mismo que no deja de repetirle que le detenga, que debió convencerlo desde un principio de algo distinto.
Taehyung no era un mal hombre, Taehyung no era más que un niño asustado de estar solo.
Había temido por perder a Jungkook al punto que nunca fue capaz de ver que sus errores le alejaban cada vez más, se había aferrado a lo único que creía estable y no fue capaz de prever todo el dolor que sentiría a manos de Jimin. Había sido abandonado siempre y Hoseok creía que, así como Jungkook siempre mereció ser amado mejor, Taehyung siempre mereció ser amado con confianza y no mentiras.
Pero todo parecía ya perdido, ya demasiado tarde para hacer algo.
.- No creo que debas tratarte tan duramente, no cuando ya sabemos la verdad.
.- ¿La verdad? – ironizó el menor de los dos, cerrando la maleta con la mirada vacía – La verdad es que estoy cansado, que quisiera cerrar los ojos y no volver jamás abrirlos. Que tengo pesadillas, que vivo con culpa, que soy un indeseable. No merezco ser amado, lo entiendo al fin. Voy a casa como un último viaje.
.- ¿A q...?
Una sonrisa se escondió entonces en los labios de Taehyung: .- No preguntes cosas de las que no desearás escuchar la respuesta.
Y oficialmente, hemos entrado en la recta final.
Se bien algo... Uff!
¿Se lo imaginan?
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