Jin estaba enojado con él y nunca era una buena idea que tu jefe esté enojado contigo.

Yoongi había trabajado para Seokjin desde que escapó de las garras que lo habían magullado durante su infancia. Tendría a lo mejor 15 o 16 años cuando Jin lo reclutó de las calles, donde había comenzado a prostituirse con tal de tener un poco de dinero para comer y así mismo, ahorrar para sacar a Jungkook de aquel infierno donde lo había abandonado.

Seokjin era, en ese entonces, tan sólo dueño de un pequeño terreno en un barrio bajo, distribuyendo algo de droga con ayuda de Namjoon, quien había sido desde entonces su compañero. Yoongi sabía que, quien hacia el trabajo sucio era Namjoon, porque Jin nunca se involucraba en nada que tuviese que ver con las calles.

Jin manejaba el dinero, todo lo demás lo relegaba.

Así que Yoongi aceptó comenzar a trabajar con él, ofrecía mucho más dinero que dos o tres hombres por noche y también le daba un techo y comida, algo que no había tenido durante mucho, mucho tiempo. Sí es que podía considerar al infame lugar de donde procedía como uno agradable donde tenía techo y comida.

Pronto, el negocio de Seokjin se expandió y entonces, Yoongi comprendió su verdadero poder.

Jin no era un niño extraviado en la vida como, por ejemplo, lo eran Namjoon y Jackson. Tampoco había sido víctima de ningún tipo de tragedia que lo arrojara a las calles, como lo había sido él. Jin era, simplemente, el hijo de un político que tenía demasiado tiempo libre y que, mientras iba a la mejor universidad del país, se dedicaba a expandir un negocio de comercio de drogas que casi cubriría toda la capital.

A cara del mundo, era un hombre exitoso y legal.

A cara de Yoongi y sus hombres, era tan sólo un hombre con muchas ansias de conseguir poder a como diese lugar. Y eso lo hacía peligroso.

Sin embargo, también era un hombre amable y protector con aquellos a quienes quería. Seokjin había sido el primero en ofrecer su ayuda cuando Yoongi le contó sobre Jungkook y tomó bajo su protección al menor cuando éste al fin fue rescatado. Yoongi le había estado muy agradecido por ello, por el que le ofreciese a un niño desamparado como Kookie, la oportunidad de ser amado.

Entonces, cuando Taehyung se instaló con comodidad en la vida del menor, Seokjin favoreció su relación.

.- Sé que tienes a Park Jimin en tu apartamento, Suga – Seokjin suena molesto, pero nunca se gira a mirarlo, más concentrado en terminar de cocinar un omelet perfecto – Podría pedirte que me lo traigas, que lo que ha hecho es una de las pocas cosas que nunca admitiré, pero... ¿me lo traerías, Suga? ¿Serías capaz de entregármelo?

Jin se mueve por toda la cocina, su delantal rosa retiene la luz del sol que entra por la ventana y Yoongi, por un instante, casi lo ve como un hombre normal que está preparando un desayuno normal antes de salir a trabajar a un sitio normal. Un tipo común con una vida común. Todo lo contrario a su jefe.

.- Hoseok no dejaría que te lo entregase – es todo lo que dice.

Jin se ríe, de una manera estruendosa que sólo le pertenece a él: .- No me gustan las mentiras, Yoongi y además, Hobi bebé no tiene jurisdicción en mis órdenes, lo sabes, ¿no?

.- Es su novio...

.- ¿En serio lo es? – Jin se recuesta entonces contra su costosa nevera, cruzándose de brazos para mirarlo con una sonrisa – Que yo sepa, a mi hermano le interesa más mantener la estabilidad mental de Taehyung que el dónde está Jimin... quien, por cierto, está en tu apartamento. Lo cual sé porque, por supuesto, te estoy vigilando.

Hay una advertencia en las palabras de Seokjin, la entiende claramente incluso si no se la dice. El mayor está poniendo en duda su lealtad debido a lo que ha sucedido con Jimin y Taehyung, porque Yoongi ha tomado la decisión de tener a Jimin en su casa, bajo sus sábanas y su cuidado mientras Jin se ha llevado consigo a Taehyung, dispuesto a protegerlo.

Y Yoongi no quiere aceptarlo, aunque debe hacerlo porque Jin sigue siendo su jefe.

.- ¿Me pedirás que te lo entregue?

Jin sacude su cabeza: .- No lo harías y entonces tendría que matarte.

Sabe que no bromea, que sí en algún momento se atreve a desobedecerlo, Jin hará que Namjoon o Jackson lo acribillen. Lo sabe porque él mismo ha sido verdugo en muchas ocasiones de los deseos de Seokjin de cobrar venganza o de reafirmar la disciplina. A Jin no le dolería dar la orden y a Namjoon no le dolería ejecutarla.

.- Pero no te lo pediré, Suga – re afirma el mayor, volviendo a moverse por la cocina – Sólo lo haría sí Taehyung me lo pide, cosa que dudo porque el chico está tan devastado por lo sucedido y lo de Jungkook que ni siquiera come.

.- A Taehyung no le importa mi Kook – gruñe casi en automático, apretando su mandíbula con rabia.

Jin sacude la cabeza de nuevo, ahora sirviendo en un plato finamente decorado el omelet que ha terminado de cocer: .- Mal, mal, Suga. No deberías de ir juzgando los corazones ajenos sólo porque tienes un hueco en el pecho.

Suga quiere rebatirle, quiere decirle que él sí tiene un corazón, pero eso es algo que él mismo duda.

Después de tanto daño que le habían hecho y del daño que él había infligido a otros, le resultaba demasiado complicado creer que podía sentir algo más que el placer insano que sentía con el dolor. Era una marioneta vacía por dentro, que se contentaba con herir porque resultaba más fácil ver los sentimientos en otros que en sí mismo.

Yoongi nunca lo había comprendido, ni siquiera cuando Jungkook llegó a su vida y el amor creció en él. Sabía que amaba al menor, así como sabía que amaba a Jimin, sin embargo, le resultaba imposible relacionar aquel sentimiento consigo mismo en otro plano. Para él, simplemente estaba destinado a amar a Jungkook y Jimin. Para él, aquel amor no traía sufrimiento ni ninguna otra emoción.

Jimin lucía tan feliz entre sus brazos y Jungkook tan feliz entre los de Taehyung que, en ese entonces, Yoongi podía ver con buenos ojos su relación.

Hasta el día que Jungkook lloró por Kim Taehyung en sus brazos.

Y él no lo había entendido, no logró comprender como alguien que había sufrido tanto, que había sido herido incontables veces y nunca se había doblegado ante nadie, lloraba por alguien como Taehyung. ¿Cómo podía Yoongi entenderlo si el único amor que conocía era Jungkook? Ni siquiera el amor leal y sumiso de Jimin le ayudaba a entender cómo Kookie se dejaba doblegar de esa forma.

Entonces, Jungkook se había ido. Debido a Kim Taehyung, debido a él mismo y el daño que había ocasionado esa noche en busca de venganza por esas lágrimas que no entendía, que seguía sin comprender y que, a cada día que pasaba y cada noche en que las pesadillas regresaban a él, se le hacían más y más injustas. Jungkook merecía ser feliz y Yoongi sólo había querido asegurarle eso a quien era su única familia.

Pero ahora no estaba y Yoongi no podía siquiera pensar en perdonarse, en perdonar a Jimin y mucho menos a Kim Taehyung.

.- Vete a casa, Suga – Jin cortó sus pensamientos de golpe, sin sonreírle y siquiera darle una mirada – No tengo ninguna tarea para ti hoy, así que ve a casa y haz que ese niñito rece para que no decida pedir su cabeza.

.- Jimin sigue... un poco consternado.

Seokjin vuelve a sacudir su cabeza, lo ha hecho más veces en ese momento que en todos los años que lleva conociéndolo: .- Pondré a varios hombres a averiguar por el paradero de Jungkook, Hoseok dice que los suyos no han progresado nada... mañana le informaré a Taehyung sobre la verdad, así que estarás ahí.

Su cuerpo se tensó por completo ante lo que significaba esa frase: .- No puedes estar hablando en serio, hyung. Ese bastardo no debe de...

.- ¿Quién es el jefe aquí? ¿Quién toma las decisiones? – Jin le amedranta de golpe, alzándose cuan alto es y con sus hombros anchos completamente rectos – Te he dicho que vayas a casa, fóllate a Park si quieres y mañana regresaras, con una sonrisita en ese rostro de porcelana y me ayudarás a contarle a Taehyung todo, ¿entendido?

.- Entendido.

En un rato, una partecita extra.