Treinta y uno
Ya habían llegado a la cabaña, estaban recostados.
Saber que Freddy era un Ángel no le importaba en lo mas mínimo a Fred.
Es más, una paz lo inundó, y por primera vez en mucho tiempo durmió.
Estaba en las orillas del bosque, el pueblo se veía borroso, a excepción de una figura alada en medio de campesinos que parecían aclamar a gritos de felicidad al chico.
¡Freddy!
Resonaba en el pueblo, los niños, adultos y viejos se encontraban festejando.
El chico volteó a ver a Fred con una sonrisa angelical.
Y despertó.
Gam lo miraba consternado, la confusión en su rostro era notoria, sus cejas estaban arqueadas y sus labios ligeramente separados; Tú... — comenzó —, Tú, estabas durmiendo...
Fred con una expresión inquietante en el rotor asintió.
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