Cuarenta y cuatro
— ¿Por qué lo haces?
— Tengo hambre.
Estaban en el estanque, Freddy sobre las piedras, iluminando con su sola presencia el agua.
Y Fred en la orilla mirando el agua, sin tocarla.
— Fred quiero ayudarte, ya llevamos mucho tiempo conociéndonos y...
— Eso no significa que seamos amigos.
— No, no significa eso. Sólo quiero saber cuentame por qué te llevas las almas que no debes...
— Eso no te importa.
Freddy sonrió, bajo de las rocas y tomo la mejilla de Fred, quien no opuso resistencia alguna, se miraron unos momentos hasta que el castaño habló; — Sí no me importara, no reguntaría.
Y despertó, de nuevo.
El día anterior lo había pasado completamente con Freddy y eso lo tenía de cierta forma feliz, hasta el momento de dormir dónde tenía esos extraños sueños, que mas que sueños parecían recuerdos lejanos.
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