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Camila.
Repetía su nombre sin cesar en mi mente. Estaba perdiendo la cordura y ni siquiera había mirado en mi dirección.
Ese día decidí dejar de ser un simple espectador y pasar a ser protagonista.
Ese día tomé las riendas de mi destino y no las solté hasta que las mismas quemaron mis manos, quemaron mi alma.
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