El reloj marcaba las once cuando Camila se quedó sin palabras como si alguien le hubiera lanzado un hechizo. Con temor miró por la ventana a su esquina habitual y su rostro se volvió tan pálido que temí que algo malo le sucediera.

Se puso de pie tan rápido que provocó que la silla cayera al suelo y que un silencio sepulcral se apoderara de la velada. Corrió hacia afuera y en tanto salí de mi estupor hice lo correcto, la seguí.

Siempre la seguía y quizás debería haberlo hecho también la noche en que lo nuestro terminó.

Sentí a mis compañeros correr tras de mí, asustados por lo que podría pasarme y no tanto por Camila. Ella había demostrado que podía cuidarse sola y esa noche lo demostró nuevamente.

Me detuve al verla hablar con un hombre mayor, quizás de cincuenta años, vestido con ropa de marca aunque su cuerpo huesudo no la lucía.

ꟷLo siento, no volverá a pasar.

ꟷ¿Lo sientes? –escupió sobre la acera y en ese instante supe que ese hombre no era de fiar-. ¿Sabes cuánto dinero me has hecho perder?

Me acerqué con pasos largos hacia la chica que logró robar mi corazón y coloqué una mano protectora sobre su hombro.

­ꟷ¿Todo en orden?

ꟷ¿Quién es él? –el hombre me miró con asco como si el adicto con olor a alcohol fuera yo y no él-. ¿Un cliente?

ꟷNo, por supuesto que no.

Camila estaba tensa, podía sentirlo por la forma en que sus músculos se contraían al hablar y por la fuerza con la que cerraba sus manos.

El hombre soltó una carcajada y la miró con pena.

ꟷ¿Realmente crees que puedes tener un final feliz? Eres una puta y eso no cambiará aunque te juntes con la realeza.

Solo necesité ese machista comentario para perder los estribos y convertir una hermosa noche en el infierno que le siguió.

----

Hola gente linda, he vuelto luego de una larga ausencia y con muchas ganas de actualizar más seguido. Espero poder hacerlo el viernes =)

Que tengan una bella semana!