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Desde la última conversación que Gon ha tenido con Killua, no dejado de pensar en sí la conversación que tuvieron fue suficiente, ya que, ahora que le presta más atención a la situación, se ha dado cuenta de que Killua anda paseando por la entrada de la cueva, con la excusa de que va a tomar aire fresco, entre otras. Ahora él era el paranoico por lo que podría pasarles, pues era como si creyera que cada vez que saliera, Kurapika aparecería para empezar el entrenamiento del Nen. Pero ese deseo y su nueva rutina de asomarse a la puerta no servían.
Kurapika seguía sin aparecer, y eso era lo malo, porque el Evraroko variaba dependiendo de la situación, y Killua lo sabía perfectamente, por lo que andaba estresado a todo momento.
Han pasado días desde esa conversación, y Gon ha notado desde hace cinco que Killua no dormía muy bien, o que no dormía directamente según lo que le decían las bolsas bajo sus ojos. Y, para reconfortarlo, Gon, cada noche, iba a su cuarto a hacerle compañía hasta que se durmiera. Ya le había contado a sus amigos sobre la situación y Kanzai fue el que se preocupo más que todos, seguido de Cluck, Gerú, Ponzu y Zushi; los más pequeños se mantuvieron alejados de esto, pues Gon creyó que sería mejor no preocuparlos, además, de que no entenderían ningún tipo de tema diplomático. Aun así, no se dieron por vencidos.
- Estamos muy cerca como de ser libres como para renunciar ahora. Solo mantengámonos ocultos aquí -dijo Kanzai, pensativo y serio.
- ¿Y si alguien quiere ir al baño?, ¿No será incómodo tener que hacerlo muy cerca de la cueva para algunos? -preguntó Ponzu.
- Es ridículo que siquiera lo insinúes -espetó Kanzai-. Solo cavas un hoyo en la tierra y haces, no es tan difícil.
- Yo no tengo problemas, lo digo por los niños. Ellos odiaban tener que compartir baño antes en algunos sitios.
-Pues que los chicos hagan de un lado de la cueva y las chicas del otro, ¿Suficiente?
- Me convence, porque también quiero mi privacidad cuando me bañe.
- No soy como el viejo para que no confíes en mí -bufó Kanzai-. Es lo último que me llegaría a interesar.
- Bien.
- No se salgan del tema central -pidió Cluck-. Eso es lo de menos.
- Para mí la privacidad es esencial... -dijo Ponzu, abrazándose a sí misma.
- Y la tendrás, solo no hay que ir tan lejos de la cueva.
- Y tener cuidado de no ser muy olorosos. Si pueden oler nuestra sangre... Ehm... -dudo Gon, incómodo-. No quiero sonar asqueroso, pero no niego que no huelan cualquier otro aroma extraño que no sea de ellos.
- Si, lo entiendo -dijo Cluck, sonriendo ladina, entendiendo su punto-. No tienes por qué mencionarlo.
- ¿Y no podríamos pedirle a Killua que hiciera un baño aquí? -preguntó Zushi.
Geru negó frenética al oír la idea.
- Estoy de acuerdo con ella -dijo Kanzai.
-Igual -repuso Ponzu-. Quiero privacidad, pero tampoco significa que voy a dejar que alguien más sepa lo que hago.
Gon, al poco rato, vio como ese dilema tan simple paso a otros asuntos que dejaron de ser el tema principal. Y no sabía si empezaron a hablar tonterías solo para distraerse por sentirse inseguros al respecto o porque no quería preocuparse de sobremanera por una cosa que se les escapaba de las manos. De una conversación sobre la privacidad en un baño, pasaron a la comida, a lo que le dirían a los niños si preguntaban cosas que aun no deberían saber, y sobre Killua, en específico, sobre si podría protegernos de tantos demonios. Pues, por todo lo que dijo que sacrifico, tenían dudas sobre él. La voluntad no solo servía si no tenías lo necesario para hacer algo. Y eso fue lo más preocupante, pues, sin el Nen, ellos no podrían defenderse a sí mismos ni a nadie.
Gon podía comprender sus temores, pero, por más desesperado que suene, solo debían tener fe, la cual pendía de un hilo por la incertidumbre que tenían.
Discretamente, dejó cenar tranquilos a sus amigos mientras él iba con Killua. ¿Estaría dormido? Eso le gustaría saber, pues, no podía negar que sí se sentía equivocado. Habían pasado mucho, pero en la mayoría de situaciones siempre trató de ser valiente para protegerlos a todos, y a Gon le preocupaba que ese temple se este quebrando en el peor momento imaginable. Nunca lo había visto tan tenso, inquieto o desesperado, y esa no era una buena señal, y solo hacía más convincente el miedo de los demás hacia la situación.
Si Kurapika, siendo como un príncipe, no podía defenderlos de nadie, y Killua tampoco, ¿En qué se podrían amparar?, ¿Qué harían para sobrevivir en el peor de los casos? Eso incluso alarmaba a Gon, pero trataba de tener fe en Killua pese a todo. No quería morir aún, pese a que sabía que así se acabaría toda la angustia, miedo y dolor. Simplemente, no quería. En vida experimentó las peores cosas que le podrían hacer e, incluso, casi moría en una que otra ocasión, y vio a varios niños fallecer frente a él, pero, aun así, no se atrevía a caer. La vida era tan fácil de quitarse, y había tenido varias oportunidades de provocársela o dejar que alguien más hiciera el trabajo sucio, pero no quería. Más que miedo a morir, terminó solo por rogar una luz al final del túnel sin que hubiera un ápice de ella a la vista. Había sido algo raro en él desde pequeño, pero nunca pensó que también para ESE tipo de casos. Y ahora, por tantas emociones vividas y experiencias confusas, de las cuales apenas unas llegó a resolver, tenía la oportunidad de ser libre. No sentía, por una vez en la vida, que estaba haciendo las cosas en vano.
Sin embargo, en ese mismo momento, pese a esa preocupación que todos tenían, Gon no podía dejar de pensar en lo que pasaba Killua, y... por lo que pasaría después de irse. Pero, por sobre todas las cosas, ¿Cómo se sentiría él después de irse?, ¿Qué haría?
<<Estoy tan cerca...>>, pensó. <<Pero..., ¿Qué haría después?>>, se preguntó, planteándose una situación hipotética, y en lo único que pensó fue en Killua. Él no salía de su cabeza, sobre todo en el estado en el que se encontraba. Era un dolor compartido muy extraño, sobre todo, porque los dos sentían culpa. Pero, ¿Qué clase de culpa?
Mientras Gon caminaba por el pasillo, se perdió en sus pensamientos, pero, una dulce voz lo despertó. Volteó y, ahí, parada en el umbral del cuarto de juegos, estaba Machi, viéndolo confundida y preocupada.
- ¿Estás bien? -preguntó Machi.
-¿Eh?
- Pareces muerto. Te salude y no me respondiste.
- Oh, disculpa, Machi, no te escuché. últimamente estoy muy distraído.
- ¿Sucede algo malo? -inquirió, acercándose a él con curiosidad. Sus pequeños pasos que sonaban en el suelo no opacaron las risas que había en la habitación de juegos.
- No, son solo cosas mías, pequeña -dijo sonriendo, agachándose a su altura-. Todo está bien. No te preocupes.
Machi se le quedó mirando fijamente a Gon, dejando caer levemente su cabeza por un lado. Gon solo le sonrió por su adorable gesto. No obstante, ella le aplastó un poco la sonrisa al sostener sus mejillas y hundirlas en su rostro.
Gon la miró confundido.
- ¿Qué pasa? -preguntó.
Machi lo miró detenidamente a los ojos y Gon, por su lado, se quedó quieto hasta que ella le soltó el rostro.
- ¿Se trata de Killua? -preguntó inocentemente.
Gon trató de contener su sorpresa por su acierto.
- ¿Por qué lo crees?
- Se parece a mí cuando me sentía mal -explicó-. Pero ahora es más evidente, antes se me hizo difícil darme cuenta de cuando estaba triste o preocupado.
Gon se reincorporó mirándola algo admirado. Tan pequeña y ya se daba cuenta de las cosas. Eso le dio curiosidad.
- ¿Cómo sabías que se trataba de Killua?
- Porque tus ojos brillan cuando piensas en él.
Gon la miró con confusión y sin saber cómo tomar eso.
- ¿Brillan?
- Ahora brillan temblorosos -dijo-. ¿Estás preocupado por él?
Eso le dio unas cosas que pensar, pero, inevitablemente, solo pudo sonrojarse de la verguenza al darse cuenta de que hasta Machi pudo notar como se sentía con respecto a Killua.
- Bueno... -balbuceó, y Machi, atenta, siguió prestándole atención con una mirada inocente-. Todos estamos preocupados por todos, en realidad.
Con solo decir eso, Gon sintió que le estaba quitando importancia a Killua, y no pudo evitar sentirse mal por eso, extrañamente.
- Solo iré a ver cómo está, para apoyarlo también. En estos momentos, todos lo necesitamos pequeñas.
- Entiendo.
- Tú solo no te preocupes, estaremos bien, ¿Sí?
Machi solo sonrió.
-Sí tu lo dices, está bien.
Gon le sonrió dulce y acarició su cabeza, teniendo cuidado de despeinarla.
- Ve a jugar con los demás, luego te alcanzó. No tardaré, lo prometo.
- Está bien -dijo y se fue al salón de juegos con los demás.
Luego de perderla de vista, la sonrisa de Gon se le fue, pues, aun no podía quitar de encima lo que dijo.
<<¿Brillan?, ¿A qué se refiere con eso?>>
Sin hondar más en ello, fue al cuarto de Killua y, al verlo dormido, sonrió. Al parecer el cansancio le ganó por su cuenta.
- Se durmió... -musitó para sí mismo.
Él se encontraba acurrucado en su cama, con las sábanas apenas cubriendo sus pies, y Gon lo cubrió hasta el hombro para que no le diera frío. Después, tenía planeado dejarlo dormir tranquilo. No obstante, se sintió atraído a acostarse a su lado. Vio su rostro, completamente agotado y su cabello despeinado y, como si algo le picará por dentro, decidió acostarse a su lado. Al hacerlo, no pudo evitar sentirse extrañado, pero muy cómodo estando ahí. Trataba de hacerse el desentendido, pero su corazón latiendo no caía bajo los engaños de sus pensamientos. Se sentía muy cómodo cerca de Killua, y de tener su presencia a su lado.
Y, sin darse cuenta, acabo durmiéndose a su lado, sin atreverse a estar tan cerca del cuerpo del albino. Esa noche, no tuvo ningún tipo de pesadilla intrusa en la tranquilidad por la que pasaba su mente.
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